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  • Para muchos padres, la travesía para el diagnóstico de TDAH comienza cuando llevan a sus hijos al pediatra al ver que algo no les cuadra | Ilustración de The Washington Post

Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota As children’s ADHD diagnoses rise, parents discover they have it, too, original de The Washington Post.

Cuando a su hijo Jake le diagnosticaron trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) a los 11 años de edad, a Cary Colleran no se le ocurrió que ella también podría tener esa afección. No le pasó por la mente que los compromisos que olvidó, los permisos que dejó en la mesa de la cocina y  las fechas que no recordaba bien sobre las excursiones podrían ser algo más que un síntoma de su personalidad. Solo creyó que era desorganizada.

Tampoco lo sospechó cuando su hijo comenzó a tomar medicamentos para controlar su TDAH y ya no se alteraba como antes. Colleran no lo relacionó con lo atrapada e impotente que se sentía cuando era joven. Simplemente estaba aliviada de que su hijo tuviera el éxito que ella no pudo tener.  

Solo ocho años después de que Jack fuese diagnosticado, a ella se le ocurrió que también podía tener TDAH.

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Colleran, de 45 años de edad para ese entonces, estaba hablando por teléfono con el médico de su hijo. A Jake no le iba bien en la universidad; dejó de tomar su medicación, se olvidó de asistir a eventos obligatorios y entró a una clase equivocada durante seis semanas. Colleran comenzó a bromear con eso de que “de tal palo, tal astilla”, y el médico le siguió el juego y le dijo: “Bueno, a veces, cuando el padre tiene TDAH, el niño también lo tiene”. Esas palabras fueron claves para ella.

Con el aumento de niños diagnosticados con trastorno por déficit de atención/hiperactividad en los últimos años, los padres que crecieron en una época en la que era poco común recibir dicho diagnóstico están comenzando a comprender que tal vez ellos también lo tengan. Esos episodios de esfuerzo para poder concentrarse con las tareas escolares, que les digan que no están a la altura de su potencial, que se aburran en el trabajo o que pierdan la noción de lo que hacen pueden ser algo más que un rasgo de personalidad.

Se sentían insuficientes porque, a pesar de sus mejores esfuerzos, no obtenían los resultados que querían.

“Cuando comienzas a hablar sobre eso y sobre los síntomas del TDAH con los padres, a veces puedes notarlo en sus rostros: ‘Estás hablando de mí. No sabía qué era eso. No sabía cómo llamarlo’”, comentó William Stixrud, fundador de Stixrud Group, un centro que se especializa en la evaluación de dificultades sociales, emocionales, de atención y de aprendizaje. “Piensan en el TDAH como lo hicimos nosotros hace 50 años: que consiste en ser hiperactivo e impulsivo todo el tiempo. Y algunas personas piensan que está sobrediagnosticado”.

Para muchos padres, la travesía para el diagnóstico de TDAH comienza cuando llevan a sus hijos al pediatra al ver que algo no les cuadra. Ellos piensan: mi hijo es inteligente, pero no puede completar su trabajo. Se sigue metiendo en problemas por soñar despierto en lugar de trabajar. Habla en medio de la clase y dice que no sabe por qué. Estudia durante horas y horas y aún así falla.

Y otro pensamiento que está arraigado es: ¿seré yo igual?

“Eso es lo que suele pasar”, dijo Stixrud. “El TDAH es fuertemente genético, por lo que es muy común que los padres digan: ‘Yo era así cuando niño’ o ‘Me veo reflejado en él’”.

Poco después de que el pediatra de Jake le aclarara el panorama a Colleran, a esta se le olvidó llevar a su hijo mediano al aeropuerto para una excursión escolar. Primero se río de ese episodio, luego lloró a solas, y por último agendó una cita para hacerse la prueba. 

“Fue entonces cuando me di cuenta: ‘Ya no puedo ser esta persona. Les estoy fallando a mis hijos’”, dijo Colleran. “En ese momento comencé a aceptar mi propio TDAH y comprendí que (el TDAH) es lo que realmente me estaba frenando”.

Después de toda una vida sintiéndose menos que los demás, pensando que eran un completo desastre o que eran incapaces de hacer algo bien, los padres reconocieron que tienen una diferencia neurológica, al igual que su hijo. Y muchos padres se dan cuenta de que si su hijo no es menos que los demás (obviamente no lo es), entonces ellos tampoco lo son.

“Estaba realmente enfocada en obtener la mejor información disponible y la mejor capacitación para padres y tratar de abogar por él”, dijo Jane Indergaard, cuyo hijo fue diagnosticado con TDAH a los 8 años de edad. “Estaba tratando de investigar a fondo y gran parte de la investigación apunta a la importancia de la salud mental de los padres. Si las mamás reciben tratamiento, ya sea por depresión, ansiedad o TDAH, a nuestros hijos les va mejor. Fue entonces cuando entré y me hice la prueba”.

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Hay varias maneras en las que un niño puede ser evaluado para ver si tiene TDAH, incluidas pruebas costosas y detalladas con cuestionarios y pruebas computarizadas con análisis. Hay una “Evaluación de Vanderbilt” de 55 preguntas que a menudo proporciona un médico. Los niños también pueden hablar con un consejero certificado a través de su distrito escolar, aunque los tiempos de espera suelen ser largos.

El pediatra del niño remitió a la propia Indergaard para que le hicieran una prueba e hizo una versión menos intensiva del test de detección del TDAH en profundidad. Fue diagnosticada y estaba feliz por eso.

“¿Honestamente? Escuchar ese diagnóstico fue un gran alivio”, dijo la enfermera de 62 años de edad. “Porque finalmente, todo tuvo sentido”.

La Asociación Estadounidense de Psiquiatría reconoció por primera vez el TDAH como un trastorno mental en la década de 1960. 20 años después, el diagnóstico pasó a ser un trastorno por déficit de atención “con o sin hiperactividad”. Los diagnósticos de TDAH en niños estadounidenses de 4 a 17 años de edad aumentaron del 6,1 % en 1997-1998 al 10,2 % en 2015-2016. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC en inglés) informaron un aumento del 42 % en los diagnósticos de TDAH entre 2003 y 2011. El TDAH generalmente se diagnostica en niños y es dos veces más frecuente en varones que en hembras, aunque los expertos señalan una falta de diagnósticos adecuados en lugar de que realmente sea cierto que menos niñas tienen la afección.

Los diagnósticos de TDAH son más difíciles de detectar en la adultez, dijo Stixrud. Los adultos no diagnosticados se han pasado la vida adaptándose. Cuando los padres son diagnosticados, algunos optan por ir a terapia, algunos toman medicamentos y otros no hacen nada. Indergaard tomó medicamentos y comenzó a ver a un terapeuta; Colleran nunca tomó medicamentos debido a su presión arterial alta, aunque está “segura de que me habría ayudado cuando era más joven”.

“Simplemente descubren cómo vivir con eso”, aseguró Stixrud.

Estar consciente de su diagnóstico fue suficiente para que Colleran cambiara todo. Fue a una academia de capacitación en TDAH para poder convertirse en entrenadora y así ayudar a otros padres a sortear el sistema escolar y las necesidades de organización de sus hijos. La capacitación la ayudó a aprender habilidades por su cuenta. Para Indergaard, su depresión y ansiedad finalmente comenzaron a disminuir, se sintió más enfocada y mejor consigo misma.

Jeremy Didier, una consejera de TDAH de 51 años de edad, dijo que sus síntomas se presentaban en forma de espontaneidad. No fue hasta que su tercer hijo, Isaac, parecía diferente, que las cosas comenzaron a tener sentido. “Estaba leyendo los síntomas y dije, ‘Oh, wow, esa soy yo”’, dijo Didier. “Hablando con mi esposo, me dijo: ‘Oh, sí, esa eres tú’. Fui al médico y también me dijo: ‘Oh, sí. Esa eres tú'”.

“Ella siempre ha sido muy espontánea”, dijo Bryan Didier, esposo de Jeremy y uno de los dos miembros del clan Didier sin TDAH. “El hecho de que ella tenga TDAH es probablemente algo que siempre supe. Ha estado en ventas y antes de eso en periodismo televisivo. Creo que encontró formas de sobrevivir y prosperar y utilizó su ventaja competitiva que le proporcionaba el TDAH”.

Obtener un diagnóstico de TDAH significaba que Jeremy finalmente tenía una respuesta. “Espero con ansias el día en que sea una práctica habitual que cuando a un niño se le diagnostica TDAH, se evalúe a toda la familia”, dijo.

Ahora entiende por qué olvidaba los nombres de los amigos de sus hijos y por qué tenía que tener un paquete extra de Lunchables (tipo de merienda) para ir a la escuela, en caso de que se le hubiese olvidado alguna excursión. El TDAH también puede ser la razón por la que ella buscaba trabajos de alta presión que le proporcionaban mucha estimulación.

“Estoy avergonzada y avergonzada de admitir que no creía que el TDAH fuera real hasta que tuve un hijo con TDAH, y después se hizo tan obvio”, dijo. “Simplemente no podía negarlo. Pude hacer mi propia investigación y decir: ‘Dios mío, no solo es real, también lo tenía’”.

Traducido por José Silva

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