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- Este deporte nacional venezolano se empieza a popularizar en varias ciudades del Perú y une a los migrantes en el extranjero. Además despierta la curiosidad de decenas de peruanos que ya aprendieron a jugarlo
En un país como Perú en donde el deporte bandera es el fútbol, los venezolanos han logrado visibilizar y promover la práctica de otras disciplinas deportivas que los mantienen conectados con sus orígenes y que hoy son parte de su proceso de adaptación e integración a la comunidad peruana.
Ver un juego de softbol en Lima es saber que el 99 % de los jugadores son venezolanos. Lo mismo sucede ahora con los patios de bolas criollas, que empiezan a popularizarse en los locales de comida venezolana o parques zonales y que tienen gran afluencia los fines de semana.
Las canchas de bolas criollas son espacios que refuerzan la identidad cultural de estos migrantes que viven en la capital de Perú y otras ciudades como Trujillo al norte del país. No importa si es verano o invierno, las ganas de jugar siempre van a estar, porque saben que cada partida viene acompañada de risas, comida y diversión, como lo hacían en su natal Venezuela.
En estos espacios se experimenta un intercambio cultural para hacer amigos, pasarla bien, valorar más sus tradiciones, recordar de dónde vienen, desconectarse de la rutina y adaptarse más al nuevo país. La mayoría se reúne los domingos para jugar y compartir con peruanos y personas de otras nacionalidades su pasión por este juego.
Hay venezolanos que se dedicaban a este deporte de forma profesional antes de emigrar, hay aficionados y otros solo juegan por diversión. Algunos de ellos incluyeron en su maleta el juego de bolas criollas y hay quienes pidieron que se los envíen a Perú desde Venezuela.
Un domingo en familia
Los domingos estos migrantes se reúnen a jugar en el distrito de Villa el Salvador en Lima. Ese día lo mejor de la gastronomía venezolana está a manos de Marielis Colina, una joven de 30 años de edad oriunda de Yaracuy que prepara sopas, cachapas y arepas con la ayuda de una amiga y su hijo mayor para venderla a los asistentes y ganar dinero.
Ella vive desde hace seis años en Perú y hace tres años su mamá, jugadora profesional de bolas criollas que participó en competencias nacionales, le mandó las bolas desde Venezuela, sin embargo, no fue hasta hace siete meses que logró alquilar un espacio y habilitar un lugar para jugar.
La idea surgió porque los fines de semana ella acompañaba a su esposo y amigos a los juegos de softbol, que se realizaban en un campo grande en el que muchos venezolanos se sentían en casa.
En esos juegos un grupo de ellos fantaseaba con la idea de que existan patios de bolas criollas así como hay canchas de softbol en Lima. Fue así como Marielis junto a su esposo se encargaron de acondicionar el patio y nació lo que muchos consideran un rincón venezolano en el país andino.
Mirelis cuenta que quienes juegan más son los hombres, pero también hay equipos de mujeres que empiezan a tener más integrantes y más presencia en los torneos, como el club de “Las chamas” que están organizadas y compiten con otros equipos cada cierto tiempo.
“En Venezuela el que no sepa jugar bolas criollas es como si no sabe hacer una arepa”, así lo expresa Wilfredo Nuñez, un migrante venezolano que participa de los torneos y que considera que así como el softbol, este deporte también representa a la comunidad venezolana en Perú.
Este popular juego venezolano también despierta la curiosidad de los peruanos que, según detallan, se parece al de las bochas que se practica en su país, el cual se juega con esferas metálicas, pero que tienen diferente peso y otras características, pero lo que más le llama la atención es la alegría y entusiasmo con el que se disputan las partidas los venezolanos.
Una visita sin fecha de regreso
Reinaldo Maldonado es un joven venezolano de 23 años de edad, que llegó hace cinco meses a Perú para visitar a su familia, pero decidió quedarse. En su casa en Venezuela ayudaba a su padre en una finca, produciendo queso y cuidando a los animales, también trabajaba en un local con dos patios de bolas criollas.
Es por eso que, cuando decidió quedarse en Perú buscó la forma de intentar hacer lo que hacía en Yaracuy, estado en el que nació. Fue así como se asoció con un amigo peruano para trabajar en un local de comida y encargarse de los juegos recreativos, entre ellos el de bolas criollas en Lurín, uno de los 43 distritos de Lima.
Insertar foto 5. Crédito: cortesía.
El local abre los fines de semana y mayormente van venezolanos, quienes pasan horas jugando en el patio o “hasta que el cuerpo aguante”, como cuenta Reinaldo. Él espera organizar torneos más seguidos, para competir, dar a conocer el juego y generar espacios de integración en los que los migrantes no extrañen tanto Venezuela.
Ahora no tiene fecha de regreso a Venezuela, siente que se adaptó rápido a Lurín y trabaja para aprovechar el máximo su estadía en el país andino, en especial quiere promover más los juegos de bolas criollas para que los peruanos aprendan y los venezolanos vuelvan a jugar como estaban acostumbrados antes de emigrar.
Un juego que les recuerda a Venezuela
Jhonatan Alzuro cuenta que participaba en los juegos de la Federación de Bolas Criollas en Venezuela y Bochas representando al Distrito Capital. Cuando migró a Perú sabía que había otros venezolanos jugadores también, por lo que a través de las redes sociales los contactó y empezaron a crear los clubes.
La convocatoria que hizo tuvo buena receptividad, incluso la Federación Deportiva Peruana de Bochas los invitó a participar en un juego en el que compartieron con deportistas peruanos y ganaron en su debut. No descartan la posibilidad de representar un club en Lima.
Desde hace un año y medio se empezaron a crear estos equipos para participar en los torneos en la capital peruana. Según detallan los patios cuentan con la autorización de la municipalidad para realizar estos juegos. Las competencias entre venezolanos tienen como premio dinero y hasta un cochino, ellos cuentan que cada partida los transporta a Venezuela.
Estos patios de bolas criollas no solo empiezan a popularizarse en Lima, en Trujillo donde viven más de 80 000 venezolanos, según cifras oficiales de la Superintendencia Nacional de Migraciones, también más espacios están dedicados a la práctica de este deporte.
Venezuela en el corazón
Los jugadores de bolas criollas en Perú cuentan que donde hay un venezolano está Venezuela, pues ellos representan a su país a donde quiera que vayan. Se sienten orgullosos de sus tradiciones y señalan que están dejando una imagen positiva en Perú desde el deporte.
Además, señalan que ya es frecuente ver parejas y familias conformadas por venezolanos y peruanos, donde nace una nueva generación de peruzolanos, que crecerán con valores de hermandad y solidaridad, sin importar nacionalidad.
Actualmente existen más de seis clubes de bolas criollas en Lima, equipos de hombres y mujeres que disfrutan de su tiempo libre de forma sana y recreativa. Este juego tradicional se está convirtiendo en uno de los iconos más representativos de la cultura llanera en tierras incas.
