- El médico y exministro de Sanidad, Rafael Orihuela, advirtió que las enfermedades endémicas, ocasionadas por vectores, son cíclicas y pueden reaparecer con fuerza en cualquier lugar y momento. Es un deber exclusivo del Estado retomar las políticas de control y prevención. Los roedores en el Metro de Caracas son un aviso
El 18 de agosto, varios roedores aparecieron en las estaciones de Plaza Venezuela y El Valle del Metro de Caracas e inquietaron a los usuarios. La denuncia hecha en las redes sociales, dos días después de que el militar Juan Carlos Du Boulay asumió la presidencia de la compañía estatal, no tuvo respuesta de ningún funcionario.
Sin embargo, el hecho expuso a la luz la falta de control sanitario que está generando en la comunidad médica otro tipo de sobresaltos: se está potenciando el riesgo de las enfermedades endémicas ocasionadas por vectores en Venezuela. Mientras, la crisis hospitalaria sin precedentes sigue impactando a la población.
“No nos ha ocurrido ningún caso de hantavirus, por ejemplo, porque Dios es muy grande, pero eso es un riesgo que debe tener atención porque en cualquier momento puede ocurrir una desgracia con esta enfermedad que es la reina de las grandes epidemias”, señaló el médico Rafael Orihuela, exministro de Sanidad (1992–1993).
La enfermedad de hantavirus es un tipo de virus que se encuentra en especies de roedores y puede causar el síndrome pulmonar por hantavirus, que es poco frecuente pero mortal. Los síntomas, similares a los de la gripe, se agravan en días y atacan los pulmones.
Violeta Peñaranda, antigua vecina de la plaza Francia de Altamira, municipio Chacao, todavía recuerda con horror cuando roedores subían por las paredes del edificio donde vivía durante la construcción de la estación de Altamira, tercera extensión de la Línea 1 del Metro, en 1987-88.
“No ocurrió ningún incidente que se sepa, gracias a Dios, pero los vecinos tuvimos que contratar servicios privados de control de ratas, mientras seguían los trabajos de excavación”. En esa ocasión, el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social contaba con apenas dos cuadrillas de obreros para el saneamiento ambiental, según testimonios documentados de la época.
En la actualidad, no hay cuadrillas ministeriales ni información oficial que ilustre sobre el control sanitario esencial para la salud de los ciudadanos.
“Riesgo potencial” hace más de 50 años
Orihuela, investigador del tema de salud pública, refiere que cualquiera sea el caso, el abandono de inspecciones y registros en materia de salud pública conlleva un “riesgo potencial”. Los roedores pueden ser transmisores de otras enfermedades como la salmonela, la leptospirosis y la enfermedad de Weil a través de la saliva, las heces y principalmente la orina.
El peligro existe en Caracas desde que se construyó la autopista de Coche-Tejerías (1965), que conecta a la capital con la ciudad de Maracay, estado Aragua. “Se alteró el equilibrio ecológico, porque partió en dos mitades el foco único de especies selváticas que hay en Venezuela”, explica. Desde entonces existe la posibilidad de que una rata selvática de esa zona se meta en un camión de carga, por ejemplo, y genere un problema de contaminación en ratas urbanas que corretean por los mercados populares e infecte los alimentos.
No existe debido control de cargas en los peajes diseminados en el territorio nacional. “Hay un riesgo potencial muy grande. Y así como eso, todas las endemias”.
Sin control sanitario
El investigador explica que para determinar si existe control sanitario, como parte de los procedimientos, mecanismos, políticas y estrategias que corresponde hacer por ley al ministerio de Salud, deben medirse dos componentes fundamentales. Por un lado, el saneamiento ambiental, que es clave para la salud de las comunidades y supone la limpieza del entorno; y por el otro, la aparición de enfermedades ocasionadas por vectores, como moscas, mosquitos y otros insectos.
“Cuando se miden ambos componentes, en el estado Bolívar por ejemplo, donde hay un brote de cualquier cosa a cada momento, se indica que no se está haciendo saneamiento ambiental de ningún tipo. Existe una población flotante que se calcula en 200.000 personas y allí no hay control de vectores, de sucio, todo eso se mantiene en un estado de regresión importante. Yo diría a los años 50”.
Pero el riesgo de enfermedades endémicas puede encontrarse en cualquier lugar de Venezuela. “Hay un detalle muy importante de todas estas epidemias y es que todas son cíclicas. Los brotes surgen después de dos o tres años de silencio y eso es enormemente peligroso”, dice.
En el país no existe estadística epidemiológica que revele la ocurrencia y frecuencia de las enfermedades endémicas desde 2016. Ese año el Ministerio para la Salud publicó el último boletín semanal que fue referencia para investigadores.
Amenazas presentes
No hay reportes de casos de oncocercosis, enfermedad originada por las moscas negras. “Hay que medirlos por casos de diarrea, y no lo sabemos”, señala Orihuela y advierte sobre la falta de control de ese vector. “Eso tiene que ver con la basura que no se recoge”, y comenta que durante una caminata a lo largo de la avenida Roosevelt, en Libertador, constató que había cuatro o cinco kilómetros “llenos de desechos que atraen a moscas y ratas”. Mencionó también la fiebre hemorrágica venezolana, ocasionada por el virus Guanarito, como otro mal severo atribuido a los roedores.
El riesgo de enfermedades transmitidas por mosquitos que proliferan en temporada de lluvia o en depósitos de agua sin tapas, por la falta del servicio, es mayor. Una de estas es el dengue que es endémico en Venezuela y se mantiene año tras año con cifras altas que oscilan entre 80.000 y 300.000 casos al año. También, la encefalitis equina, el chikungunya, el zika, y la fiebre amarilla.
Todas estas están ocasionadas por arbovirus o virus transmitidos por picaduras de mosquitos, sin embargo, han dejado de hacer con frecuencia rociamientos preventivos. “Hoy día solo envían un camioncito rociando una especie de polvillo, eso no sirve para nada, es inútil, y es una mentira epidemiológica con la que no se está cumpliendo ninguna función real”.
En el caso específico de la fiebre amarilla, endémica en Venezuela, precisó que tiene que ver con otro tipo de mosquito de la zona tropical que se encuentra en las copas de los árboles. “Pica a los monos, pero cuando el ser humano se mete en la selva por cualquier razón hay el riesgo de que si no está vacunado puede enfermarse”, indica. “Se reportaron casos en 2002, 2003, 2014 y viene ocurriendo un descontrol de esos vectores de la selva. Si alguien viene enfermo, se desataría un verdadero desastre en la ciudad”.
De la malaria y otros males sueltos
Otra enfermedad asociada con la picadura de mosquito sin previa supervisión es la malaria o paludismo. De haber tenido un reconocimiento como país libre de la enfermedad en 1962, Venezuela tuvo un incremento descontrolado de casos entre 2019 y 2020.
La migración sin control estaría propiciando focos fuera de las zonas endémicas. “Anuncian cuadrillas y nunca aparecen”, afirma Orihuela. Por ejemplo, en el barrio Achipano en Margarita se han registrado varios brotes, al igual que en los Valles del Tuy, Barlovento, La Guaira y Guárico.
“Todo esto tiene que ver con que los parásitos, los mosquitos, andan sueltos por la calle. Lo concreto es que estamos viendo cifras absolutamente espantosas en materia de malaria, después de haber tenido control hasta el final del siglo XX”.
Todas estas enfermedades asociadas con vectores están totalmente descontroladas, no se hacen campañas a tiempo, ni se precisan sus objetivos, y el riesgo anda suelto por el país, sin control”, puntualiza. “Se sabe que eso está aquí y si no se controlan tendremos epidemias, pequeñas o grandes, según la capacidad de control”.
Orihuela agregó otras enfermedades. Mencionó las hídricas, por agua contaminada, que puede medirse con cifras concretas. “En Caracas solamente hay más de 28.000 botes de aguas negras, y que se consume sin condiciones mínimas necesarias para potabilizarla”. Mencionó que en 2021 se reportó un millón de casos de diarrea más que en 2019. “Las cifras aumentaron violentamente”.
El otro riesgo es la enfermedad de chagas. “Cuando se hizo seguimiento por el año 1998 había unas 2 millones de personas contagiadas por el vector del chipo. Hoy en día no se sabe, porque no hay ninguna estadística confiable. Lo que sí se sabe es que no hay campaña de control”.
Sin suficiente prevención
El médico apunta que cualquier sector puede ser afectado, aunque están más expuestas las concentraciones de población que carecen de servicios en los últimos 20 años.
Tampoco hay suficientes vacunas para prevenir los riesgos de algunas enfermedades, que ocasiona la falta de control sanitario para la población. Citó el caso de la encefalitis equina. “Debe estar por llegar otra ola, la más reciente ocurrió entre 2003 y 2004, y no hay vacuna. Allí se exige control anticipatorio”.
Ante la ausencia de cuadrillas de saneamiento y la falta de políticas y vacunas, el exministro da a la población una recomendación.
“La sugerencia válida es hervir el agua para evitar diarreas. En 1992 se hizo campaña masiva y los casos cayeron en más de 50 % en seis meses. Y también tapar los pipotes o almacenaje de agua, como mecanismo de prevención. Las demás, como las ratas, es un problema exclusivo del Estado y hay que exigirle que retome las políticas de control y prevención y hagan de eso una política que arroje resultados”, sentenció Rafael Orihuela.