• El deseo de Marguerite “Peg” Koller era tener una numerosa familia cuando fuera grande. Y pudo lograrlo con creces. Foto principal: imagen familiar

La vida como hija única fue solitaria para Marguerite “Peg” Koller.

“Tenía que salir a buscar niños con los que jugar”, confesó Koller, de 99 años de edad. Ella creció en Filadelfia y ahora vive en el condado de Montgomery, Pensilvania. “Definitivamente deseaba tener hermanos”.

Más que un hermano o una hermana, anhelaba una familia numerosa. Así que, cuando llegó el momento de tener sus propios hijos, optó por la mentalidad de cada vez “más y más”.

Koller y su difunto esposo, William, tenían 11 hijos, 56 nietos y, al 19 de septiembre, 101 bisnietos. Aunque la cuenta sigue creciendo..

“Es fantástico”, dijo Koller, quien se hace llamar la “abuela”.

Ella tiene buenos recuerdos de haber sido una madre joven. Fue caótico, sin duda, pero “miro al pasado y no creo que haya sido difícil”, dijo, excepto quizás por vestir a todos y prepararlos para ir a la iglesia a tiempo. Sin embargo, esas pequeñas luchas fueron un buen precio por tener una casa llena.

“Me encantaba tenerlos y tener tanta gente a mi alrededor”, comentó. Agregó que sus 11 hijos nacieron en un lapso de 19 años.

Sin embargo, poco tiempo antes de casarse, estuvo a punto de convertirse en monja. Cuando era adolescente, solicitó unirse al convento y fue aceptada.

Pese a su anhelo de tener una familia numerosa, “simplemente sentí que tenía una vocación”, dijo Koller, explicando que es una persona de fe y católica.

Fueron su madre y su novio (quien más tarde se convirtió en su esposo durante 66 años) quienes la convencieron de que se casara y, en retrospectiva, está contenta de que lo hayan hecho. Su familia, dijo, es su mayor fuente de orgullo.

En 1942, Koller se casó con William Koller, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que murió en 2008. Juntos, la pareja fundó Koller Funeral Home en Filadelfia, que aún existe y está a cargo de varios miembros de la familia.

Al principio, la pareja no estaba segura de cuántos hijos querían, pero una vez que comenzaron, “seguimos adelante”, comentó Koller, y agregó que su vida nunca más fue solitaria.

A los niños Koller, por su parte, les encantaba vivir en un hogar abarrotado, donde no faltaba la acción y el entretenimiento.

“Fue una gran experiencia crecer en nuestra familia”, aseguró Chris Kohler, de 60 años de edad, quien fue la novena nacida y se casó con un hombre con el mismo apellido, aunque escrito de manera diferente. “Incluso ahora que todos somos adultos, seguimos siendo grandes amigos”.

Tener a sus padres como firmes modelos a seguir, añadió, hizo que los hermanos fueran cercanos..

“Tenían una gran relación”, señaló Chris, y explicó que dividían las tareas del hogar por igual, incluso cocinar y limpiar. “Trabajaban de la mano en el negocio y en la casa”.

“Siempre tenían que estar juntos, siempre tomados de la mano”, continuó. “Tenía la esperanza de encontrar algo así para mí”.

Chris no solo quería emular la relación de sus padres, sino que también quería la energía y la plenitud del hogar de su infancia.

“Teníamos tantos hermanos y hermanas alrededor para jugar y ayudarnos. Eso me impresionó, por lo que siempre quise tener una gran familia”, dijo Chris, quien hasta el momento tuvo seis hijos y 14 nietos.

Sus hermanos también tenían un número de hijos superior al promedio. La tasa de fertilidad en Estados Unidos es de 1,78 nacimientos por mujer, y la mayoría de los 11 hermanos Koller tuvieron más de cinco hijos cada uno.

La mentalidad de muchos hermanos se trasladó a la siguiente generación. Greg Stokes, de 41 años de edad, nieto de Koller, es padre de cuatro niñas. “Viniendo de una familia numerosa, siempre quise gente alrededor”, expuso Stokes, quien tiene ocho hermanos y hermanas. “Creo que todos en mi familia querían tener varios hijos por la energía y la emoción”.

Aunque es uno de los 56 nietos, Stokes, quien también vive en el condado de Montgomery, desarrolló fácilmente un estrecho vínculo con sus dos abuelos. Tiene vívidos recuerdos de asistir a un club de natación local con sus abuelos y primos durante el verano y con frecuencia lleva a sus hijas allí.

“Todos siempre tuvieron una relación muy cercana con la abuela y el abuelo, y realmente entre ellos”, mencionó Stokes, y agregó que él y su primo vivieron juntos en la universidad y durante varios años después. “Teníamos pijamadas en casa de la abuela y el abuelo, y cada Nochebuena hay una gran fiesta”.

A lo largo de los desafíos de la vida, incluida la muerte de su hermano a los 12 años de edad, tener innumerables personas en quienes apoyarse hizo que el dolor fuera más fácil de soportar. “Definitivamente ha sido una experiencia única”, manifestó Stokes, y agregó que la mayoría de la extensa familia vive en Pensilvania.

Parte de lo que los ha mantenido unidos, continuó, es la inquebrantable dedicación que tiene su abuela con los miembros de la familia. “Ella está allí para cada graduación de la escuela secundaria y la universidad”, dijo Stokes. “Siempre hace un esfuerzo por estar presente”.

De hecho, hace seis años, cuando se programaron dos bodas familiares para el mismo día (peligro de un gran clan), ella asistió a ambas, a pesar de que las celebraciones estaban separadas por más de una hora en automóvil. Tuvo una experiencia similar con dos de las ceremonias de graduación de sus nietos.

“Para todas las graduaciones, bautizos y fiestas de cumpleaños de nuestros hijos, ella siempre quiso estar allí”, dijo Chris sobre su madre. “Su familia es su vida”. A Koller le encanta asistir a eventos importantes y cree que son marcadores importantes de la vida.

“No me pierdo las fiestas”, indicó Koller, explicando que su fe, una dieta balanceada y ejercicio regular (levanta pesas dos veces al día) es el secreto de su larga vida. Ella transmitió los mismos valores a sus hijos, nietos y bisnietos.

Cuando nació el hijo de Chrissy Balster, lo que elevó el recuento de bisnietos a 100, ella y su esposo llevaron a su bebé recién nacido, directamente del hospital, para visitar a su abuela.

“No importa el tamaño de la familia, lo grande que crezca, lo lejos que estemos, esas lecciones que mis abuelos comenzaron hace 75 años están muy arraigadas en todos nosotros”, dijo Balster, de 34 años de edad, cuyo hijo nació el 4 de agosto, y fue nombrado como “Koller William” en honor a su bisabuelo.

Presentar al bisnieto número 100 a su bisabuela, dijo Balster, fue un momento de pura alegría para todos ellos, pero especialmente para ella. “Fue muy emocionante reunir a estas dos personas increíbles”, señaló. “Somos muy afortunados de ser parte de su legado”.

Sosteniendo a su bisnieto recién nacido en sus brazos por primera vez, “pensé en mi esposo”, dijo Koller. “Él estaría tan emocionado”. Aunque se ha vuelto cada vez más difícil reunir a la creciente familia, los Koller todavía tienen una fiesta anual de Nochebuena, así como reuniones periódicas. También se mantienen conectados a través de las redes sociales.

Así como Koller nunca se ha perdido un hito importante, su familia, que ahora está compuesta por cerca de 250 personas, incluidos los cónyuges, también intenta estar presente en todas sus grandes celebraciones.

Toda la familia, incluido el bisnieto más reciente, que nació la semana pasada y que lleva el nombre de su bisabuelo, William, se reunirá para conmemorar el centenario de su matriarca el 28 de noviembre en un club de campo local.

Ella dijo que está emocionada de abrirse camino en la sala y conversar con muchos, muchos miembros de su familia. Y ha sido clara con su familia en otra cosa: “Me voy a levantar a bailar”, puntualizó.

Traducido por José Silva.

Noticias relacionadas