• El sexo puede ser una parte importante del bienestar personal, pero los terapeutas sexuales dicen que su trabajo sigue siendo incomprendido

Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota Is It Time to See a Sex Therapist?, original de The New York Times.

En el verano de 2017, seis años después de su matrimonio, Kayti Christian reservó su primera cita para ver a un terapeuta sexual.

Kayti y su esposo crecieron en familias evangélicas, inmersos en la creencia de que cualquier deseo sexual fuera del matrimonio era pecaminoso. Cuando se casaron, esperaban que el sexo fuera intuitivo, incluso algo trascendente. Sin embargo, Kayti dijo que ella y su esposo se sintieron como adormecidos durante el coito y avergonzados después.

Ellos estuvieron orando y le pidieron orientación a su pastor, pero no sirvió de nada. Finalmente, Kayti, quien ahora tiene 32 años, comenzó a buscar terapeutas sexuales certificados por su comunidad.

Fueron a cinco sesiones; a veces juntos, a veces solos. Su terapeuta de pareja les recomendó ejercicios simples, como mirarse uno al otro, mantener el contacto visual y expresar sus deseos sexuales en voz alta.

“Puede parecer tonto, pero hablar de sexo sin tener sexo fue algo que nos pareció revolucionario”, expresó  Kayti, quien está trabajando en un libro de memorias sobre la cultura de la pureza evangélica.

El sexo es algo complicado para casi todos. Está influenciado por una red en constante cambio de factores psicológicos, físicos, culturales y sociales. Por eso, muchas personas y parejas pueden beneficiarse de la terapia para comprender mejor su sexualidad. Los terapeutas sexuales dicen que su trabajo ha sido malinterpretado durante mucho tiempo, y visto como un último recurso para las personas en relaciones condenadas al fracaso, o una práctica marginal que implica ejercicios vergonzosos. Pero  Kayti y su esposo son ejemplos de que las personas pueden pasar años de sufrimiento antes de recurrir finalmente a un terapeuta sexual en busca de ayuda.

Hay nuevas evidencias de que podemos estar en medio de una mala racha colectiva, sexualmente hablando. En los últimos dos años, varios estudios sugieren que las personas tenían menos y peores relaciones sexuales, particularmente en los primeros días de la pandemia. Una encuesta del Instituto Kinsey de 2020 reveló que el 24 % de las personas casadas en Estados Unidos tenían relaciones sexuales con menos frecuencia que antes de la pandemia, y el 17 % de las mujeres informaron una disminución en la satisfacción sexual.

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Sin embargo, abordar los problemas sexuales, ya sea que hayan surgido durante la pandemia o no, es un desafío. La medicina ha tardado en aceptar el sexo como una parte importante de la salud personal, y muchos médicos no reciben capacitación formal en salud sexual en la escuela de medicina, a pesar de los vínculos conocidos entre el sexo y el bienestar.

The New York Times habló con varios terapeutas sexuales sobre algunos conceptos equivocados sobre la terapia sexual y por qué a veces sus pacientes tardan tanto en encontrar atención profesional.

Ellos dejaron en claro que muchos problemas pueden interponerse en el camino del buen sexo: traumas pasados, vergüenza, imagen corporal, preocupaciones de identidad de género, así como problemas de relación más amplios que pueden obstaculizar la capacidad de alguien para conectarse sexualmente.

“Siempre le recuerdo a la gente que los terapeutas sexuales lo han oído todo”, expresó la doctora Elisabeth Gordon, psiquiatra y terapeuta sexual de la ciudad de Nueva York.

¿Qué es la terapia sexual y para quién es?

“Es realmente importante comprender qué es la terapia sexual y qué no es la terapia sexual”, detalló Gordon. “La terapia sexual no requiere que tengas relaciones sexuales frente a tu terapeuta. La terapia sexual es terapia de conversación”.

Los terapeutas sexuales certificados son profesionales de la salud mental con licencia, generalmente psiquiatras, psicólogos o trabajadores sociales clínicos, quienes realizan cursos adicionales en salud sexual, sexualidad y placer sexual. El organismo de certificación más conocido es la Asociación Estadounidense de Educadores, Consejeros y Terapeutas en Sexualidad, o AASECT (por sus siglas en inglés), que actualmente cuenta con poco más de 1.000 terapeutas sexuales certificados en Estados Unidos.

Los terapeutas sexuales trabajan con adultos de cualquier orientación sexual y ven a personas con relaciones, así como a personas solteras. Ian Kerner, un terapeuta sexual con sede en la ciudad de Nueva York, dijo que la mayoría de las veces, las personas buscan terapia sexual porque tienen un problema específico que buscan solucionar. Regularmente trata a pacientes con deseo sexual bajo o desigual, imprevisibilidad eréctil y eyaculación precoz, ansiedad sexual, problemas con el orgasmo y personas que buscan salir de la rutina sexual, sea lo que sea que eso signifique para ellos.

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En los últimos años, también ha visto un aumento en los pacientes que no tienen un problema per se, sino que simplemente buscan un mayor sentido de aventura sexual en sus vidas, o buscan orientación mientras exploran la posibilidad de una relación abierta; otros están en nuevas relaciones y simplemente quieren establecer una vida sexual feliz y satisfactoria desde el principio.

Rachel Wright, terapeuta licenciada en matrimonio y familia y presentadora de “The Wright Conversations”, un podcast sobre sexo, relaciones y salud mental, ofrece esta regla general: si hay algo en tu vida sexual que te gustaría cambiar, el terapeuta probablemente pueda ayudar.

Ten en cuenta, sin embargo, que los terapeutas sexuales no pueden tratar las condiciones de salud subyacentes que pueden contribuir a las preocupaciones sexuales, como la disfunción eréctil causada por una enfermedad cardíaca o la diabetes.

“El sexo es complejo”, detalló Kerner. “A veces puede haber un elemento fisiológico, como que alguien podría estar lidiando con poco deseo debido a los efectos secundarios sexuales de un medicamento”.

¿Qué implica la terapia sexual?

Los terapeutas suelen comenzar preguntándole a sus pacientes sobre sus antecedentes y experiencias sexuales pasadas, así como sobre sus objetivos. El doctor Kerner comentó que, por lo general, también deberían ofrecer un marco de tiempo aproximado de su plan de tratamiento en una primera sesión.

“No es necesario que comiences la terapia y te reúna todas las semanas durante dos años o el resto de tu vida”, repitió Wright. “Podrías ir a un terapeuta sexual, tener una consulta, te recomiendan un libro, lo lees y estás bien. O puede ser que te recomienden un libro, lo lees y dices: ‘Genial, ahora tengo cinco preguntas más'”.

Las asignaciones de tareas entre sesiones son comunes y pueden incluir actividades como masajear a tu pareja mientras te enfocas en sensaciones como la temperatura, la textura y la presión. Eventualmente, los pacientes pueden llegar a tocar los genitales o experimentar con diferentes técnicas o fantasías, todo al ritmo de los pacientes, según detalló la doctora Gordon.

Para Kayti y su esposo, la tarea de terapia sexual era, como ella lo expresó, bastante incómoda. Su terapeuta les recomendó leer libros sobre la conexión entre el deseo y la intimidad. Se tomaban de la mano o se masajeaban y describían cómo se sentía eso. ¿El contacto fue frío o cálido? ¿Les gustó la presión? A menudo, se sentía incómodo.

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“A veces se sentía muy tedioso e incómodo. Sentarse en una habitación tocándose las manos durante 20 minutos con música suave, y pensábamos: ¿esto ya terminó? ¿Qué estamos haciendo?”, recordó Kayti con una sonrisa. “Pero creo que nos dimos cuenta de que no iba a haber una solución rápida. Aprendimos que teníamos que ser pacientes”.

La terapia sexual debe ofrecer validación

Si bien los terapeutas sexuales abordan una amplia gama de problemas, dicen que gran parte de su trabajo se reduce a ofrecer validación. Y algunos, como Wright, quien ha escrito sobre aceptar ser bisexual y poliamoroso, son muy abiertos sobre sus propias identidades sexuales, lo que puede ser tranquilizador para los pacientes que se han sentido incomprendidos en el pasado.

“Muchas personas con las que trabajo llegan a mí en su segundo o tercer intento con un terapeuta. Tal vez comenzaron con alguien que realmente no les ofrecía comodidad o no tiene conocimiento para hablar sobre los tipos de sexualidad con los que trato, y se sintieron juzgados”, dijo Elizabeth Harles, una terapeuta sexual con sede en Carolina del Norte que a menudo trabaja con personas LGBTQ+, muchos de los cuales buscan explorar temas como la perversión y la no monogamia. Se identifica como queer y poliamorosa. Al igual que Wright, comparte esa experiencia abiertamente.

“Es difícil contarle tus problemas a un extraño”, comentó Harles, “¿pero hablar de sexo?, guao. Es increíblemente difícil empezar a hablar de eso con un extraño. Si luego tienes una experiencia negativa, eso es realmente difícil”.

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“No puedo decirte cuántos pacientes he tenido que vienen a mí y me dicen que su médico o tratante les dijo: ‘Oh, solo relájate. Toma una copa de vino, un baño caliente. Todo estará bien’”. Una encuesta de 2012 de obstetras y ginecólogos reveló que solo el 28 % pregunta rutinariamente sobre la actividad sexual, mientras que solo el 13 % pregunta sobre el placer durante la actividad sexual.

En un esfuerzo por corregir esto, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC en inglés) han emitido una guía para los proveedores de atención médica en torno a lo que llama las “5 P” (en inglés) de hablar sobre la historia sexual con los pacientes: sus parejas, prácticas sexuales, cómo se protegen de enfermedades de transmisión sexual-infecciones, antecedentes de ITS y sus intenciones de embarazo.

Algunos médicos dicen que eso no es suficiente.

“Parece que estamos atrapados en la década de 1980”, advirtió la doctora Susan Khalil, directora de la división de salud sexual en Obstetricia, Ginecología y Ciencias Reproductivas de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai. Le gustaría ver más investigaciones sobre medicamentos que puedan abordar el deseo y la función sexual, cirugías para abordar los factores físicos que pueden afectar el dolor o el placer sexual y una mayor colaboración entre médicos, terapeutas sexuales y fisioterapeutas. Eso está sucediendo en zonas de todo Estados Unidos, pero no en todas partes, añadió Khalil.

Para muchos, la terapia sexual puede ser la primera parada en el viaje hacia la sanación, en lugar del último recurso.

Cuando buscaron a un terapeuta sexual, Kayti y su esposo no estaban nerviosos ni avergonzados. Simplemente escuchar que no estaban solos ayudó.

Kayti dijo que su vida sexual no cumple con las expectativas poco realistas que tenía antes de casarse, pero la describió ahora como vulnerable y excelente.

“La validación fue enorme para nosotros”, aseguró Kayti. “Tener a un terapeuta sentado allí con nosotros y decir: ‘Tu experiencia es normal. No hay nada de malo en eso. Solo necesitas comunicarte más sobre esto y practicar. Eso fue un gran alivio”.

Traducido por José Silva

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