Conferencia “Venezuela como Estado Multiétnico y Pluricultural” en el marco del 102° aniversario de la Aviación Militar Bolivariana

Como parte del programa de Derechos Indígenas, Territoriales y Ambientales de la Amazonía, llevado a cabo por el Grupo de Investigaciones sobre la Amazonía (GRIAM), tuve la oportunidad presentar nuestra visión sobre los retos y desafíos de los derechos constitucionales de los pueblos indígenas, especialmente desde la estructura de las instituciones del Estado venezolano.

En el marco del 102° aniversario de la Aviación Militar Bolivariana, tuvimos el honor de compartir con el personal de este componente aéreo, aspectos relativos a la materia, con la finalidad de contribuir en la formación y promoción de los derechos indígenas, como mandato constitucional y legal de constituirnos en un Estado “multiétnico y pluricultural”.

A continuación, presento el extenso del discurso “Venezuela como Estado Multiétnico y Pluricultural”, en el marco del 102° aniversario del componente aéreo venezolano. 

Venezuela como Estado multiétnico y pluricultural

Aproximadamente el 3.3% de la población venezolana se reconoce como indígena, según proyecciones INE del año 2011. A pesar de tratarse de una población considerada minoritaria, su presencia reviste gran valor como parte de la identidad cultural venezolana y suramericana, especialmente por ser los primeros habitantes de nuestro continente.

Parte del gran valor e importancia de los pueblos indígenas de Venezuela, es la riqueza de sus diversas manifestaciones culturales, que los define como grupos étnicos con características identitarias específicas. Los pueblos indígenas han reafirmado a través del tiempo nuestra venezolanidad y nuestra naturaleza amerindia, nuestra identidad multiétnica y pluricultural, de cuya historia y mestizaje se originó el extraordinario crisol cultural de la sociedad venezolana actual.

El estado Amazonas representa la región con mayor diversidad étnicocultural de Venezuela y parte de Latinoamérica. En esta entidad federal, conformada por 182.000 Km², representa la segunda extensión territorial más grande del país con el 19.3 %, donde habitan 19 pueblos indígenas oficialmente reconocidos, asentados en aproximadamente 1.500 comunidades en los más variados hábitats de nuestra región Amazónica: selvas, bosques tropicales, sierras, sabanas, montañas, ríos, caños, entre otros. Se trata de parques nacionales, monumentos naturales, Reserva de Biosfera Alto Orinoco-Casiquiare y otras áreas protegidas, cuyos ecosistemas revisten de un valor incalculable por albergar más del 50 % de biodiversidad del planeta tierra; me refiero a aproximadamente a 40.000 especies de plantas, 2.500 especies de peces, la mayor red fluvial del país y parte del continente, que sumados con los demás países Amazónicos, representan el 20 % de agua dulce del mundo. También nace en este estado Amazonas el gran río Orinoco, por donde discurre la mayor parte de sus 2.140 Km de extensión, cuyo caudal no es solo un elemento de integración cultural y económica para los pueblos, sino fuente de vida y futuro.

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Por estas extraordinarias características geográficas y biodiversas, esta región desde el siglo XVIII ha sido objeto de un sinfín de exploraciones científicas, unas con fines nobles y otras no tanto. Desde esa época, tratando de llegar hasta las cabeceras del rio Orinoco, pasaron por aquí grandes exploradores universales: Apolinar Diez de la Fuente, Francisco Fernández de Bobadilla, José Solano, Koch Grümberg, Richard Spruce, Baset Mawire, Agustín Codazzi, Russel Wallace, Jean Chaffanjon y Alejandro Humboldt junto a Aimé Bompland, en el año 1800. 

Fue en 1951 que Franz Rísquez Iribarren, mayor del Ejército venezolano junto a un grupo de científicos y expedicionarios francovenezolanos, lograron llegar a las fuentes del Orinoco y develar sus misterios.  

En estos vastos territorios Amazónicos han permanecido desde no menos de 20.000 años, como es el caso de los indígenas yanomami, quienes son los habitantes más antiguos de este continente, según los antropólogos Marie Claude Müller, Esteban Emilio Monsonyi y Ronny Velázquez. En este estado, también habitan aproximadamente tres agrupaciones indígenas no contactadas, es decir, indígenas que han decidido vivir aislados en su hábitat natural y lejos del modelo civilizatorio occidental, posiblemente para seguir garantizando su existencia cultural a través del tiempo, en ejercicio de un derecho constitucional, universal y natural que los asiste: su autonomía interna y autodeterminación.  

El 61% de los habitantes del estado Amazonas se reconocen como indígenas, lo cual significa que estamos en una región con habitantes mayoritariamente indígenas. Esta condición nos obliga como sociedad y como Estado a generar políticas públicas adaptadas a las diferentes realidades socioculturales de estas poblaciones. Esas políticas públicas deben reflejo de las necesidades indígenas, y además, desde su propia episteme; significa que esas políticas deben responder a la lógica y pensamiento cultural de los pueblos. Hacerlo de otra forma seria repetir una vez más los anacrónicos modelos asimilacionistas e integracionistas del clásico Estado burgués, para someter las poblaciones minoritarias ante las sociedades dominantes, con el fin de homogenizar un país tan heterogéneo como el nuestro.  

Después de un largo y nutrido debate nacional, en el año 1999 se refrendó la actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), producto de una serie de demandas históricas, entre ellas, el reconocimiento de los derechos específicos de los pueblos indígenas. En la actual carta fundamental venezolana, por primera vez en nuestra historia republicana, se reconocen de manera tan amplia e integral los derechos de los pueblos indígenas. En el preámbulo de la CRBV, nos reconocemos como un “Estado Multiétnico y Pluricultural”, cuyo desarrollo se encuentra en su capítulo VIII y también en la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas (LOPCI), promulgada en el año 2005. Denominarnos a través de nuestra carta fundamental como un Estado bolivariano, lleva consigo una carga histórica, moral y espiritual sin precedente alguno, donde los pueblos marginados pueden sentir reivindicadas sus aspiraciones más elementales de reconocimiento y respeto.

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Estar constituidos como República Bolivariana de Venezuela demanda una gran responsabilidad como actores políticos de este tiempo. El bolivarianismo es un concepto filosófico que día a día debe convertirse en materia, espíritu y ejemplo para poner en práctica en cada uno de los espacios donde ejercemos influencia. A los efectos de nuestra carta fundamental y su mandato en materia de derechos indígenas, el bolivarianismo significa inclusión, reconocimiento, reivindicación y respeto a la diversidad cultural; por eso la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es una carta política con un profundo contenido indigenista.  

En muy importante recordar que en 1811, nuestro Libertador Simón Bolívar propuso, y así se hizo, que en la primera Constitución en la vida republicana de nuestro país estuviesen representados los indígenas, en un acto de reconocimiento a su existencia e importancia en esa Venezuela que estaba naciendo. En el artículo 200 de la Constitución de 1811, el legislador reconoce a los indígenas como seres libres, y además, reivindica sus tierras ancestrales como suyas.

En el caso de la actual carta fundamental de 1999, viene a superar en texto y espíritu, el modelo asimilacionista del único artículo de la Constitución de 1961 donde se mencionaban a los indígenas. El artículo 77 de la citada constitución, literalmente disponía lo siguiente:

Art. 77 Constitución de Venezuela 1961: “El Estado propenderá a mejorar las condiciones de vida de la población campesina. La Ley establecerá el régimen de excepción que requiera la protección de las comunidades indígenas y su incorporación progresiva a la vida de la nación”.

Hoy, habernos constituidos a través de la CRBV y LOPCI, entre otros instrumentos jurídicos, como un Estado Multiétnico y Pluricultural, no significa una mera concesión graciosa del legislador. Este reconocimiento viene con un profundo contenido histórico y moral de nuestra sociedad, por el cumulo de violaciones a los derechos más elementales de los pueblos indígenas, por eso nuestro deber ético de reivindicar a través de nuestra carta fundamental y las instituciones del Estado, sus exigencias históricas y presentes. 

Este reconocimiento constitucional, entre otros elementos, significa que las instituciones públicas deben adaptar toda su estructura a esta nueva realidad, donde en principio nos reconozcamos como una sociedad diversa desde el punto de vista étnicocultural, para generar condiciones de respeto y garantías a los derechos específicos de los primeros habitantes de América, que afortunadamente en el Amazonas venezolano, representan la mayor cantidad de sus habitantes y con una clara tendencia a continuar en aumento, a pesar de factores representan graves presiones y amenazas a su integridad sociocultural y territorial.

Para contribuir a la materialización de una sociedad de respeto de los derechos indígenas, es necesario promover por todos los medios posibles el  multiculturalismo y pluriculturalismo en las instancias del Estado venezolano; desde la educación básica en adelante, ir reconociéndonos como un país y una sociedad con raíces indígenas donde nos sintamos identificados como pueblo.

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Por estas razones, considero de mucho interes que el personal de la Base Aérea “José Antonio Páez”, del Grupo Aéreo de Transporte N° 9, del Escuadrón de Policía Aérea, militares de los componentes invitados y demás autoridades civiles, hoy estemos reunidos por un tema que debe convocarnos siempre, especialmente por tratarse de la entidad federal con mayor población indígena del país, por lo cual cada una de las instituciones que ustedes representan deben estar identificadas con las particulares formas de vida de los yanomami que habitan en la Sierra Parima, Chalbaud, Siapa, Ocamo y Mavaca; de los arawako que habitan en la Piedra del Cocuy en Río Negro; de los jivi en las riberas del rio Orinoco entre Colombia y Venezuela; de los huottöja en el Autana, Alto Cataniapo y Parhuaza; de los höti en la Serranía de Maigualida en Manapiare y los ye´kwana que navegan entre los ríos Caura, Erebato, Ventuari y Cunucunuma. Pero este encuentro permanente debe ser para analizar, no solo constitucionalmente, sino histórica y filosóficamente el rol que deben cumplir cada una de las instituciones públicas del Estado venezolano para materializar el mandato del constituyente de 1999, en materia derechos indígenas.

A pesar del salto cuantitativo que nuestra República dio en materia de constitucionalismo y legislación indígena, es necesario que ahora consolidemos lo cualitativo, es decir, la materialización de cada uno de esos derechos en realidades que procuren mejorar la calidad de vida de ese casi 4 % de la población del nacional y 61 % de la población regional.

He hablado aquí de reconocer y garantizarle una serie de derechos a los pueblos indígenas, pero siendo suficientemente sincero y apelando a mis casi 20 años de experiencia como investigador de derechos indígenas en comunidades de Amazonas, ellos –los indígenas- solamente exigen que se les respete.

El encuentro que hoy nos convoca, no solo se centra en aspectos meramente formales de un análisis constitucional o legal, sino también en aspectos que pudieran ser más importantes y trascendentes. Me refiero a lo sustantivo, a aquello que es verdaderamente importante para los pueblos indígenas del Amazonas venezolano; me refiero a la vida diaria de esas comunidades indígenas ubicadas en las zonas más remotas de esta compleja geografía regional; al hombre, mujer, joven y niño indígena que dependen de sus tierras, caños y ríos para seguir existiendo como pueblos con sus características identitarias específicas. Es paradójico que esas comunidades que se encuentran a cinco u ocho días de navegación fluvial de Puerto Ayacucho, solo esperan de nosotros los nape que vivimos en la ciudad, reconocimiento y respeto, no exigen más. 

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A propósito del centésimo segundo aniversario de la Aviación Militar Bolivariana, es preciso destacar la importante misión que cumple este componente aéreo de apoyar integralmente a las distintas comunidades indígenas de los municipios del interior. La creación en el año 2006 del Grupo Aéreo de Transporte N° 9 es parte de una política pública de desarrollo y atención social hacia el sur de Venezuela, especialmente en áreas tan sensibles como salud, educación, seguridad alimentaria, desarrollo económico y protección social en general.

La Aviación Militar Bolivariana, lo debo decir con conocimiento de causa, ha sido de las instituciones con mayor arraigo cultural y emocional en esta extensa región del país. Han sabido integrar su misión, valores y principios con la idiosincrasia de los amazonenses. No hay comunidad indígena en los municipios del interior, donde los aviones Dornier 228, Cessna 206 y 208, no hayan ido a evacuar pacientes para ser trasladados a Puerto Ayacucho o Caracas para su atención médica.

Otra de las políticas públicas creadas en el año 2005 y que ha sido muy positiva en cuanto al impacto en comunidades indígenas de mediano y difícil acceso del Alto Orinoco, es el Plan de Salud Yanomami, que tuvo en su mejor momento una cobertura del 80 % en las zonas más remotas de la Amazonía venezolana, cuyas operaciones aéreas de traslado fueron en casi 100 % ejecutadas por la Aviación Militar Bolivariana, y continúan, pese a las dificultades económicas y logísticas que limitan sus capacidades. 

Este ejemplo de entrega y abnegación se puede traducir en reconocimiento y respeto por los derechos indígenas, por los derechos de quienes siempre estuvieron de último en la cola de la historia, como lo recitó Eduardo Galeano en su gran obra Las Venas Abiertas de América Latina.

Cierro afirmando y reconociendo (para pasar a las láminas), que los miembros de la Aviación Militar Bolivariana que hacen vida en la Amazonía y Orinoquía venezolana, son una legión de jovenes pilotos, y aquí hago mías las palabras del mayor general Santiago Infante Itriago, comandante general de la Aviación Militar Bolivariana, durante su última visita a Puerto Ayacucho en fecha 07 de noviembre de los corrientes, en ocasión de las exequias de cinco oficiales aviadores que ofrendaron su vida en misión del servicio: Son jovenes que han desafiado la gravedad para hacerse pilotos y volar esos aparatos, para salvar vidas poniendo en riesgo las suyas. Eso es vocación, abnegación y desprendimiento, por una causa tan noble como salvar vidas o mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas del estado Amazonas”.

Cierro cita y con esto finalizo la primera parte de la presentación. 

Muchas gracias.

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