• El músico venezolano, considerado como uno de los mayores exponentes del rap conciencia, tuvo un final como salido de una de sus canciones, y lleno de misterios que todavía dividen a sus seguidores. Sin embargo, también dejó un legado cultural que se escucha por toda Hispanoamérica

Su nombre era Tirone José González Orama, pero Latinoamérica lo conoció por su alias de rapero: Canserbero. Como el perro guardián del inframundo, con su voz grave habló sobre la muerte y los problemas de una Venezuela sumergida en la inseguridad y la desidia. Lejos de hacer apologías, sus canciones cuestionaban esta violencia, siendo uno de los referentes del rap consciencia en el país. 

Sin embargo, en su aura de “poeta de la muerte”, como llegó a apodarlo la cadena BBC, brillaba un halo de vida. Por eso en su brazo llevaba tatuada la frase All we need is love (todo lo que necesitamos es amor).

Canserbero murió el 20 de enero de 2015, a los 26 años de edad. Por solo dos meses no figuró en el Club de los 27, ese grupo sobrenatural de celebridades que, a lo largo de la historia, coincidentemente han perdido la vida a los 27 años de edad, y entre los que destacan Kurt Cobain, Jim Morrison y Amy Winehouse. En el caso del venezolano, su partida ha alimentado toda una serie de especulaciones, teorías y misterios que constituyen su propia leyenda urbana.

Marcado por la muerte

Ocho años de la muerte de Canserbero, la voz irreverente del rap venezolano
Foto: Cortesía

Tirone González nació en Caracas el 11 de marzo de 1988, en el Hospital General de Lídice. A temprana edad su familia se mudó a Palo Negro, en Aragua, estado donde residió gran parte de su vida. Aunque venía de un hogar con pocos recursos económicos, desde niño mostró interés por la lectura y la música, siendo influenciado por las bandas de rock que escuchaba su padre, como The Beatles, The Who o Pink Floyd.

Dos pérdidas importantes moldearon su personalidad y su visión del mundo cuando terminaba la niñez. Cuando tenía 9 años de edad, su madre murió, por lo que quedó al cuidado de su padre. Poco después, cuando tenía 12 años de edad, uno de sus hermanos mayores fue asesinado por un delincuente. Esta experiencia marcaría a Tirone, quien comenzaría a refugiarse en géneros musicales más fuertes como el hard rock y el rap, del que quedó prendado por sus letras sobre la misma violencia que vivía a diario.

González comenzó a moverse en la escena hip hop de Maracay, donde se hizo amigo de  Manuel Galvis, conocido como Black Kamikase. Ambos formarían el grupo Códigos de Barrio, aunque por falta de dinero nunca pudieron grabar sus temas. Black Kamikase a su vez le presentó al productor Leonardo Díaz, alias Afromak, quien sería clave en la formación del adolescente. En entrevista al diario El Espectador, Afromak contó que todos los días Tirone iba a su casa a escuchar música, a veces incluso escapándose de clases. Pasaba toda la tarde explorando sus discos, los cuales solía llevar a su casa para analizarlos. 

“Tirone era una persona muy aplicada con la lectura. Lo que no sabía lo buscaba, lo investigaba, no era flojo, sabes. Le gustaba mucho adquirir conocimiento de donde fuese. Gran parte de la música de Tirone está basada en la literatura que él consumió”, declaró en esa entrevista.

Un día, el joven llegó a la casa de Afromak en su bicicleta como todas las tardes, pero esta vez notablemente emocionado. “Ya sé cómo me voy a llamar: Canserbero, pero con s”, recuerda que le dijo. Tomó su nombre del can Cerbero, el perro de tres cabezas de la mitología griega, encargado de custodiar las puertas del Hades. Ahora se convertiría en el guardián de todas las muertes que lo habían acechado.

Despegue

Ocho años de la muerte de Canserbero, la voz irreverente del rap venezolano
Canserbero (izquierda) junto a Lil Supa (derecha). Foto: Cortesía

Canserbero estudiaba Informática en la Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA) cuando coincidió en clases con uno de sus referentes musicales. Marlon Morales, mejor conocido como Lil Supa, ya era a principios del 2000 bastante reconocido en el movimiento del rap venezolano. Su grupo Supremacy Hip Hop Clan había sido una de las inspiraciones de Canserbero y Black Kamikase en sus inicios, y ambos pronto establecieron una amistad que se convirtió en sociedad.

Lil Supa lo invitó a participar en el disco Bas.Y.Co (Base y Contenido), publicado en 2004 en colaboración con Gbeck, La Zaga, Kpú, Ray, Gary, Daniggaz, Wake5 y Nico. De allí se formaría luego una agrupación con el mismo nombre, la cual se volvió pionera en Venezuela dentro del género del rap conciencia. En un momento donde diferentes bandas y artistas plasmaron en su versos la vida en el barrio a través de la exaltación del malandro, las drogas y los excesos, este movimiento lo abordó desde la denuncia y la crítica social.

2008 fue clave para la carrera de Canserbero. Ese año sacó Índigo, su primer disco junto a Lil Supa, como el dúo Can + Zoo. También comenzó a subir en Internet todos los temas sueltos que había grabado desde 2004. Un año después, estos se compilaron en un mixtape gratuito llamado Guía para la acción.

Vida y muerte

Para Canserbero, la vida y la muerte eran dos caras de una misma moneda. Un ciclo infinito destinado a repetirse como una serpiente que muerde su propia cola. Esto quedó plasmado en sus dos álbumes en solitario, los cuales, desde aceras opuestas, conforman un solo discurso. Un trabajo que forma la cúspide de la breve carrera del artista.

En 2010, con el apoyo de Kpú y Supa, lanzó su primer disco de estudio, Vida. Compuesto por 17 canciones, destacan temas como “¿Y la felicidad qué?”, “Mucho gusto” y “Pensando en ti”. Este álbum tiene un tono más optimista, donde Canserbero le canta al amor y al despecho, a la experiencia de estar vivo con sus altas y bajas en un mundo tan diverso y en una realidad tan efímera que todos los problemas resultan insignificantes. “Es vida lo que escribo”, reza en el tema que le da nombre al disco.

Su ópera prima resultó un éxito que lo catapultó a la cima tanto en Venezuela como en el extranjero. Se convirtió en uno de los primeros raperos venezolanos en hacer giras en países como Colombia, México y España, y en 2011 ganó un premio Distorxión, como Mejor Artista Hip Hop. Sería la única vez que recibiría un reconocimiento de este tipo en vida.

Repitiendo la fórmula, en 2012 completó la otra cara de su obra con Muerte. Como un negativo, el fondo blanco con el esqueleto de la serpiente ahora era negro, recordando cuál es la parada final dentro del círculo de la vida. Con 14 canciones, aquí exploró el lado más crudo y violento del país y Latinoamérica, con letras cargadas de agresividad y nihilismo. Aquí Canserbero entra en personaje para encarnar a todos aquellos demonios que hasta ahora había cuestionado en sus letras.

Es quizás el disco con temas más icónicos del artista, destacando “Maquiavélico”, “Llovía”, “De mi muerte” y su bonus track, “Jeremías 17-5”. De allí viene “Es épico”, donde adapta la leyenda de Florentino y el diablo al siglo XXI, en un derroche de versos en el que critica la hipocresía de la sociedad moderna, e incluso reconoce sus propias contradicciones. También se permite fantasear con la idea de vengarse del asesino de su hermano, aun a costa de su propia vida.

Caída libre 

Ocho años de la muerte de Canserbero, la voz irreverente del rap venezolano
Foto: Cortesía

En los años siguientes, Canserbero se convirtió en sinónimo de rap venezolano. Sacó Apa Y Can (2013), con Apache, y Give Me 5 (2014), con Nico JP. Logró consolidar su prestigio internacional, realizando más giras por Latinoamérica y España. En 2014, se asoció con el productor Carlos Molnar, bajista de la banda de reggae Zion TPL. Con él realizó un tour por Chile y Argentina, anticipando nuevos proyectos musicales. 

Sin embargo, todo eso quedó truncado el 20 de enero de 2015, cuando la policía encontró el cuerpo de Canserbero en la planta baja del edificio Camino Real, en la urbanización Andrés Bello de Maracay. Todo apuntaba a que se había caído desde el piso 10, donde estaba el apartamento de Molnar. Al subir, hallaron también el cadáver del productor, con múltiples puñaladas, siendo la única testigo su pareja, Natalia Améstica.

En un principio, las autoridades declararon que Canserbero sufría de esquizofrenia, y que se había quedado en la casa de Molnar mientras atravesaba por un cuadro depresivo. En esa versión, asesinó a su amigo durante una crisis, para luego quitarse la vida saltando por la ventana. De inmediato, la familia del rapero desmintió que padeciera de problemas mentales, lo cual se sumó a varias inconsistencias que hicieron dudar de los reportes policiales. Mientras tanto, Améstica abandonó el país, negándose a declarar sobre lo que ocurrió ese día.

Muchas versiones surgieron entonces entre los fanáticos de Canserbero, quienes han armado en redes sociales sus propias teorías. Sin embargo, ninguna ha podido ser verificada por completo, y las peticiones para reabrir el caso han quedado archivadas. Por ese motivo, entre la especulación y el morbo, la muerte de Tirone González quedará como uno de los mayores misterios de la música venezolana.

Sin fronteras

Ocho años de la muerte de Canserbero, la voz irreverente del rap venezolano
Foto: Cortesía

Pero para muchos de sus seguidores, la historia de Canserbero va mucho más allá de su muerte, por lo que prefieren celebrar su vida. Familiares y amigos del artista crearon la fundación El Canserbero, la cual se dedica a fomentar la lectura y el arte en niños y niñas de comunidades de escasos recursos a través de diferentes actividades culturales. Aunque la organización no ha vuelto a actualizar sus redes sociales desde 2019.

De igual modo, muchos artistas reconocen que Canserbero marcó un precedente en el hip hop venezolano. No solo con sus letras y conciencia social que revolucionaron a toda una generación, sino también por abrirles camino en los escenarios de toda Hispanoamérica. De hecho, en países como España, su nombre todavía resuena al preguntar por los raperos más emblemáticos de Venezuela.

Los restos de Tirone González descansan actualmente en el Cementerio Metropolitano de Maracay, en una tumba cuyo epitafio reza: “Ni más ni menos”. Y aunque muchos rebuscan en sus letras oscuras significados que pudieran presagiar la tragedia de su último día, gran parte de la filosofía de Canserbero se puede sintetizar en una parte de su tema “De mi muerte”:

“Se trata del secreto de la vida/ Y siempre que nazcas de nuevo cantarás esto a tu gente y dijo/ Debes cantar como si nadie te estuviese escuchando/ Debes bailar como si nadie te estuviese observando/ Debes amar sin miedo a ser traicionado”.

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