• Un estudio muestra que existen dos formas que pueden ayudar a abordar la procrastinación: establecer recordatorios y proyectarse a futuro. Ilustración de George Wylesol para The Washington Post

Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota What causes your brain to procrastinate and how to face it, original de The Washington Post.

Como procrastinador crónico, siento una sensación de angustia cada vez que llega un nuevo año. En una época de resoluciones o palabras de aliento, todavía tengo metas por cumplir del año anterior.

¿Por qué la gente procrastina?

Un estudio de 2022 publicado en la revista Nature Communications sugiere que una raíz de la procrastinación puede estar en un sesgo cognitivo: creemos que hacer los deberes en el futuro, de alguna manera, será más fácil.

“Sabes que hacerlo en el futuro te va a molestar tanto como te molesta hacerlo ahora, pero internamente no puedes evitarlo”, dijo Samuel McClure, profesor de psicología y neurocientífico cognitivo en la Universidad Estatal de Arizona. “Es un fenómeno fascinante, esa miopía de la que no puedes escapar, aunque si te detienes y lo piensas, es algo ridículo”.

Aunque varía de persona a persona, “la procrastinación es una tendencia que todos llegamos a enfrentar en nuestra vida en diferentes áreas o en diferentes momentos”, detalló Raphaël Le Bouc, neurólogo del Instituto del Cerebro de París y autor del estudio. “Pero los verdaderos mecanismos cognitivos detrás de esto no se conocen realmente y esa podría ser una de las razones por las que es difícil superar esta tendencia”.

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Los cerebros procrastinadores creen que los deberes serán más fáciles en el futuro

Un grupo de investigadores pidió a 43 adultos que calificaran sus preferencias para recibir recompensas más pequeñas primero o recompensas más grandes después, así como para realizar tareas más fáciles primero o tareas más difíciles después.

En cuanto a las recompensas, investigaciones anteriores han demostrado que los humanos tienden a ser más impulsivos y prefieren una recompensa más pequeña antes en lugar de una recompensa más grande después, un hallazgo que se repitió en el estudio de Le Bouc. Por ejemplo, tener un pájaro en mano ahora vale más que tener el doble en un matorral a futuro.

Su estudio también muestra que las personas, de manera similar, descartan y minimizan el esfuerzo futuro, prefiriendo una tarea más fácil ahora frente a una más difícil en el futuro, como memorizar 10 dígitos del número pi en un día o 20 dígitos para la próxima semana.

Cuando los investigadores hicieron que 27 de las 43 personas del estudio realizaran el mismo experimento en una máquina de neuroimagen fMRI, un área del cerebro destacó como el elemento central para hacer este cálculo de costo-beneficio: la corteza prefrontal medial dorsal.

La actividad cerebral en esta región parecía combinar información sobre recompensas y esfuerzos para una tarea; pues las tareas más arduas aumentaron su actividad neuronal, mientras que las mayores recompensas la redujeron.

Cuando luchas por decidir dado que las opciones son casi iguales, es cuando esta área del cerebro está más activa, indicó McClure, quien no participó en el estudio. Esto encaja con el sentimiento subjetivo de procrastinación, agregó: “Estás luchando con eso y lo estás haciendo de todos modos”.

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Los cerebros propensos a la procrastinación eran especialmente sensibles a la idea de que hacer tareas en el futuro sería mucho más fácil.

“Cuando imaginan hacer un esfuerzo en un mes, para ellos el costo disminuye mucho”, dijo Le Bouc. Pero para los que no postergan las cosas, el costo disminuye mucho más lentamente.

Es más probable procrastinar cuando los deberes son más difíciles

Para medir la procrastinación de manera más directa en el laboratorio, los investigadores pidieron a los participantes que eligieran si preferían realizar tareas ahora y recibir recompensas de una vez o hacer la misma tarea mañana y obtener la misma recompensa. Se les informó a los participantes que tendrían que realizar una de las tareas en el día elegido. (Después del experimento, se les informó que el segundo día de experimentos no se llevaría a cabo).

Como era de esperarse, mientras más esfuerzo requería hacer algo, o mientras menos gratificante era la tarea, aumentaban las probabilidades de que los participantes quisieran posponer las cosas.

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Fundamentalmente, cuanto más minimice alguien lo difíciles que serán las obligaciones futuras, más probable será que retrase dicha obligación.

La procrastinación tampoco es una decisión única, sino una que tomamos continuamente para posponer los deberes hasta el proverbial mañana.

Para evaluar el comportamiento de procrastinación en entornos más reales, los investigadores recurrieron al trabajo burocrático.

Se les informó a los participantes que, para recibir su pago, debían completar en casa y devolver 10 trámites administrativos arduos, como documentos para la renovación del pasaporte y la licencia de conducir, en un plazo de 30 días. “Los formularios en realidad eran bastante aburridos”, confesó Le Bouc.

Usando sus datos de imágenes cerebrales y del comportamiento, los investigadores pudieron construir un modelo computacional para predecir cuánto tiempo demoraría cada persona en completar el papeleo.

Casi todos procrastinaron hasta cierto punto. (Seis personas no entregaron ninguno de los documentos, pero aun así recibieron el pago).

Tanto para los experimentos en el laboratorio como para los del hogar, el sello distintivo de la severidad de la procrastinación fue cuánto creía cada individuo que las tareas serían menos arduas en el futuro al tomar ciertas decisiones. Las diferencias en la actividad neuronal de la corteza prefrontal dorsomedial también predijeron la predilección por la procrastinación de los participantes.

En otras palabras, cuanto más minimice tu cerebro cuánto esfuerzo se requiere para hacer algo en el futuro, es más probable que procrastines.

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Cómo enfrentar la procrastinación

Los hallazgos de este estudio sugieren que hay dos formas de abordar la procrastinación, aunque se necesitan mayores investigaciones.

Recuerda la tarea. Debido a que la procrastinación es una decisión que se repite, debes recordar, en primer lugar, que tienes algo que hacer. “Si olvidas que en algún momento tienes que tomar esta decisión, obviamente nunca vas a realizar la tarea”, dijo Le Bouc. Establecer recordatorios para esa obligación y estar pendiente de cumplirla puede reducir la probabilidad de posponer las cosas, detalló.

Visualiza tu yo futuro. También podrías intentar abordar, de manera frontal, el sesgo cognitivo de creer que una tarea será más fácil en el futuro. Visualizar tu yo futuro, el que tendrá que cargar con facturas impagas, plazos inminentes y platos sin lavar, podría recordarte que procrastinar no hace que la tarea sea más fácil.

Esta práctica, conocida como pensamiento futuro episódico, se ha utilizado como una forma de contrarrestar la adicción o los antojos de alimentos.

“Tratar de hacer que estos esfuerzos en el futuro sean más vívidos, más realistas, podría aumentar la señal del costo en tu cerebro y podría ayudarte a que te des cuenta de que, en realidad, el costo será exactamente el mismo de ahora”, concluyó Le Bouc.

Traducido por José Silva.

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