• Los hospitales públicos en Venezuela enfrentan una serie de dificultades, pero quienes allí trabajan aseguran que estos centros asistenciales se sostienen gracias al compromiso del personal médico y de enfermería

Sonia Sifontes asegura con firmeza que de volver a nacer también estudiaría nuevamente Medicina y a especializarse en pediatría. Insiste en que las experiencias y aprendizajes que ha obtenido a lo largo de su carrera profesional en el sistema de salud son invaluables para ella. 

Recuerda que la decisión de ser médica la tomó con apenas 16 años de edad, luego de realizar la prueba vocacional en bachillerato. Un año después quedó seleccionada para la carrera de Medicina en la Universidad de Carabobo (UC), en la Universidad de Los Andes (ULA) y en la Universidad de Central de Venezuela (UCV), pero como residía en Caracas prefirió iniciar sus estudios en la casa que vence las sombras. 

Día del Médico

Cada 10 de marzo se celebra el Día del Médico en Venezuela en conmemoración al natalicio del Dr. José María Vargas, médico cirujano, fundador de la Sociedad Médica de Caracas  y expresidente de Venezuela. 

Tras terminar sus años de medicina básica quiso elegir la escuela Luis Razetti. Sin embargo, por influencia de una amiga proveniente del interior del país prefirió inscribirse en la escuela José María Vargas. 

En la escuela Vargas aprendí muchísimas cosas de medicina y es un lugar donde todavía sigo porque soy docente de pediatría y puericultura. Lo disfruto mucho y todavía hay personas allí de mi época como estudiante con las que siempre hablo”, contó Sifontes en entrevista para El Diario. 
Historias de médicos venezolanos: entre la vocación de ayudar y un sistema de salud desafiante

La atención a los niños como principal motor 

La especialista confesó que inicialmente quería dedicarse a la medicina interna. Señaló que esta preferencia era porque la mayoría de sus docentes eran internistas y tenían un amplio conocimiento. Sin embargo, su decisión cambió cuando hizo el año de medicina rural. 

Sifontes narró que viajó hasta el estado Apure y el día que llegó preguntó en el ambulatorio San Juan de Payara si había trabajo para ella, a lo que quien la recibió respondió: “Sí, la estábamos esperando”. 

“El mismo día que pregunté empecé a trabajar y allí estuve un año y medio. Después me fui a hacer la parte asistencial en el Hospital Pablo Acosta Ortiz en el mismo estado. Estuve en medicina interna, pero un día los pediatras del hospital se fueron y me pasaron a trabajar en esa área. Ahí me di cuenta que eso era lo que realmente quería hacer”, confesó.

Sifontes regresó a Caracas para especializarse en pediatría. Entre las nueve sedes que estaban dispuestas para esa especialidad, la profesional quedó en el Hospital Pediátrico Dr. Elías Toro en Bella Vista (Caracas), donde hizo su residencia por tres años. Posteriormente fue contratada por esa misma institución. 

No obstante, la doctora explicó que en sus primeros años como pediatra estuvo en varios hospitales de Caracas como el Materno infantil de Caricuao y el J. M. de Los Ríos, donde trabajó desde el año 2001 hasta que se jubiló en 2022. 

En el hospital J.M. de Los Ríos pasó por varios cargos, fue jefa de guardia, estuvo en hospitalización, en control de niño sano y como jefa de medicina III. Insiste en que la atención a los niños es altamente gratificante y muy diferente a cuando se atiende a un adulto.

“No te meten mentiras como el adulto que se deja influenciar por lo que leyó en Internet y se imagina un montón de cosas que no tiene. Cuando el niño está hospitalizado depende exclusivamente de lo que el pediatra le indique”, dijo.

Los retos que enfrentan los médicos venezolanos 

La especialista comentó que en ocasiones ha tenido que hacer sacrificios personales por el bienestar de sus pacientes. Con eso en mente, mencionó un caso en el que hizo todo lo posible por salvar a un niño. 

Me monté con ese niño en una ambulancia para poder hacerle una tomografía. Él estaba muy grave y para entrar en terapia intensiva necesitaba una tomografía o una resonancia y en ese momento el Hospital de Niños no contaba con esos equipos. Me fui en la ambulancia y pagué el estudio con el dinero que tenía. Pensé que si tenía ese dinero era por algo y que si ya había hecho todo lo posible como médico podía hacer más como ser humano”, dijo. 

Finalmente, Sifontes logró ingresar al niño en terapia intensiva y estabilizarlo. La doctora relató que luego de que fue dado de alta volvió al hospital en una par de oportunidades para controles médicos sin complicaciones. 

La pediatra considera que en la última década el ejercicio de la medicina en Venezuela experimentó una debacle. Le atribuyó esto a la carencia de insumos, medicinas y al deterioro de la infraestructura del sistema de salud público. 

“Los médicos del J.M. de Los Ríos salimos muchas veces a protestar y abanderamos muchas manifestaciones del sector salud en las que se exigían mejoras al Estado. Por este deterioro en los años 2016 y 2017 murieron muchos niños del área de nefrología contaminados por una bacteria que estaba en el agua y porque no había el medicamento para tratarlos”, contó.

Historias de médicos venezolanos: entre la vocación de ayudar y un sistema de salud desafiante

La especialista reconoció que las múltiples directivas que han estado en el hospital han intentado mejorar varios de estos aspectos, aunque considera que aún hay deficiencias. 

Expresó que el argumento de estas administraciones es la falta de recursos económicos. Sin embargo, cuestionó que se haya invertido en otras cosas como la inclusión de fotografías de funcionarios oficialistas en la fachada del hospital. 

“La actual directiva dice que consiguió el equipo de radiografía que está funcionando en el hospital, pero en realidad fue obtenido por la sociedad de médicos del año 2020. Nosotros nos dirigimos a la Comisión de Salud en San Martín (Caracas), estuvimos en múltiples reuniones diciéndoles que era lo que faltaba y consideramos como prioridad los equipos de radiología porque es inconcebible que un hospital tipo IV no tenga para hacer rayos X”, expresó. 

Mejorar la formación y los equipos terapéuticos

Sonia Sifontes señaló que otro problema que está enfrentando el ejercicio de la medicina es el deterioro del sistema educativo en todos los niveles. Destacó que los jóvenes que entran a la carrera de Medicina vienen con deficiencias desde el bachillerato.

Asimismo, dijo que en ocasiones quienes llegan a la especialidad aún desconocen fundamentos básicos de la carrera de Medicina.

“Gracias a esto el docente tiene un doble trabajo, porque tiene que formar a ese estudiante en las materias básicas como anatomía, fisiología y ciencias básicas para que ellos puedan entrenarse. En la cátedra de pediatría del hospital hemos logrado encaminar a muchos muchachos que incluso pensaron en renunciar a la residencia”, aseguró.

La doctora lamentó que pese al apoyo que reciben los médicos nuevos, muchos de ellos no se quedan en los hospitales luego de graduarse por los bajos salarios. Agregó que los residentes pueden aspirar apenas a comprar un celular trabajando en el sector público.

Sifontes indicó que los bajos salarios también afectan al personal de enfermería, lo que hace aún más compleja la atención en los centros de salud. Añadió que tanto médicos como enfermeros intentan rebuscarse con otros empleos para sobrevivir.

La pediatra expresó que si bien la formación y la remuneración económica es fundamental para lograr un avance en el sistema de salud venezolano, también es necesaria la inversión en recuperar la infraestructura de los hospitales públicos. Además resaltó la importancia de destacar la parte de salud preventiva y dar las herramientas para que esta información llegue a cada ciudadano.

Dedicación a los pacientes pese a las carencias 

José Ramón Gómez Mancebo asegura que el Hospital Universitario de Caracas (HUC) es como su segundo hogar. En él lleva un poco más de 40 años ejerciendo como médico y ha sido testigo de los altibajos que ha tenido que enfrentar esta institución. 

Gómez, cardiólogo e internista, recuerda que la primera vez que pasó por su mente la idea de ser médico fue a los 10 años de edad. Aunque sus aspiraciones futuras también se paseaban por la posibilidad de ser bombero o sacerdote, aclara que esto último se debe a que estudió en un colegio de curas. 

La idea de estudiar medicina se reforzó gracias a la influencia de familiares que tomaron esta carrera años antes que él. Ingresó a la UCV a finales de la década de los años sesenta y enfrentó en ese proceso varios obstáculos como estudiante universitario que le hicieron dudar si valía la pena el sacrificio. 

“Políticamente el país estaba en una situación difícil, fue intenso. Perdimos un año de clases, pero luego todo se encaminó”, dijo Gómez en entrevista para El Diario. 

El médico se formó en la escuela José María Vargas, indicó que en esa época era un grupo pequeño el que estudiaba ahí en comparación con los que ingresaron en la Luis Razetti. Alegó que esto hizo que la enseñanza fuera más individualizada y de mayor calidad. 

Su año de medicina rural lo hizo en Tacarigua de Mamporal, el estado Miranda. Luego regresó a Caracas para especializarse en medicina interna en la Maternidad Concepción Palacios y posteriormente en cardiología en el HUC. 

Historias de médicos venezolanos: entre la vocación de ayudar y un sistema de salud desafiante

Altibajos en el sistema de salud

El cardiólogo comentó que en sus primeros años de ejercicio profesional los hospitales venezolanos tenían muchas carencias,. No obstante, destacaba el compromiso y la pasión del personal del sistema de salud. 

“En aquel momento no había mucho material, pero había muchas ganas de trabajar y eso nos ayudó a hacer cosas novedosas, por ejemplo poner el seguimiento de Cardiología en Tacarigua de Mamporal”, dijo.

Cuando llegó el HUC también se encontró con algunas deficiencias, pero asegura que en esencia todo funcionaba. Entre eso destacó los servicios de hemodinamia, el laboratorio, los ecocardiogramas, los electrocardiogramas y la unidad de cuidados coronarios, mencionó que esta última área estaba recién inaugurada cuando se incorporó al hospital. 

Gómez ha experimentado los avances científicos en los que ha participado el hospital, pero también ha vivido momentos críticos asociados con la crisis generalizada del país. El apagón del 7 de marzo de 2019, que se prolongó por varios días, representó uno de esos momentos cumbre. 

Los generadores eléctricos, que debe tener obligatoriamente todo hospital, fallaban intermitentemente y eso causó problemas con el monitoreo de pacientes en las unidades de Cuidados Coronarios y de Cuidados Intensivos que requieren energía permanentemente. Afortunadamente el personal de esas áreas son personas muy dedicadas e hicieron todo lo posible para atender a los pacientes en esas condiciones”, relató.

El médico contó que los respiradores mecánicos en cuidados intensivos se apagaron y el personal tuvo que aplicar ventilación con un equipo manual por horas. Añadió que en el área de cardiología los monitores se apagaron y no permitían estar al tanto de los signos vitales de cada paciente si se presentaba alguna irregularidad. 

Avances progresivos 

Gómez insistió en que el apagón de 2019 fue un momento crítico para los hospitales venezolanos y aclaró que en el caso del HUC se hicieron algunas correcciones en el sistema eléctrico para prevenir consecuencias graves ante una situación similar. 

Asimismo, el especialista dice que en el área de cardiología del centro asistencial se han logrado avances de forma progresiva y espera que para este año siga la misma tendencia. 

“En estos momentos podemos trabajar en la Unidad de Cuidados Coronarios que la estamos recibiendo recién remodelada y que funciona totalmente. Se pudo reformar el equipo de hemodinamia y tenemos un laboratorio de electrofisiología donde se están colocando entre 3 y 5 marcapasos diarios todos los fines de semana”, dijo.

Historias de médicos venezolanos: entre la vocación de ayudar y un sistema de salud desafiante

La contraparte de estos avances es que la atención con tratamiento para infarto agudo aún es insuficiente en el país. 

El cateterismo que debe hacerse en el menor tiempo posible, es decir, en las primeras horas de la participación de la enfermedad no se hace con la frecuencia que deberíamos realizarlo en el Hospital Universitario. Lamentablemente en Caracas solo dos grandes hospitales hacen este tratamiento: el Hospital Vargas y el Universitario y en ambos el personal hace lo que puede”, explicó.

El cardiólogo alegó que también hay déficit en las cirugías coronarias centrales o de válvulas en el sistema de salud. Destacó que este tipo de operaciones solo se concretan en el Hospital Militar Carlos Arvelo de Caracas. 

“Podemos solucionar los casos de pacientes con indicación quirúrgica en un porcentaje muy mínimo. Las listas de espera lamentablemente se convirtieron en listas de no atención y eso es algo que se debe mejorar”, expresó.

Gómez indicó que está trabajando en conjunto con el equipo del hospital para reforzar otras áreas radiológicas como la creación de unidades de seguimiento específico de pacientes de insuficiencia cardiaca y la reactivación de la unidad de valvulares que cerró por la pandemia por covid-19. 

El cardiólogo coincidió además con Sifontes en la necesidad de ahondar en la medicina preventiva y hacer que esto sea accesible para la población y así evitar el riesgo de sufrir enfermedades crónicas y discapacitantes en el futuro. 

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