• Los microbiomas de las personas físicamente activas pueden ser bastante diferentes de los de las personas que rara vez hacen ejercicio | Foto: iStock

Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota Don’t feel like exercising? It could be your microbiome, original de The Washington Post. 

Tu intestino puede contribuir a que te sientas motivado para hacer ejercicio o puede hacer que te saltes tu entrenamiento.

La dirección que tomes parece estar influenciada por tu dieta y la salud de tu microbioma, el nombre que se le da a las comunidades de bacterias, virus y hongos que viven en los intestinos.

Nuevos y fascinantes estudios con ratones muestran que la composición del microbioma de un animal influyó en qué tanto quería hacer ejercicio, en parte mediante el envío de señales al cerebro del animal. Modificar el microbioma de un ratón cambiaba el hecho de si sentía ganas de moverse.

Aunque los nuevos estudios involucraron animales, amplifican y extienden la reciente investigación humana que muestra que los microbiomas de las personas físicamente activas pueden ser bastante diferentes de los de las personas que rara vez hacen ejercicio. Los hallazgos plantean la posibilidad de que, según cómo alteremos nuestros microbios internos, podríamos terminar disfrutando —o evitando— el ejercicio.

La salud intestinal afecta la salud general

La importancia del microbioma para nuestra salud es casi indiscutible en este punto. Estudios han demostrado que el estado de nuestros intestinos afecta nuestro corazón, nuestra cintura, nuestro sueño, nuestro estado de ánimo y nuestros riesgos de una variedad de enfermedades, incluyendo la diabetes y algunos tipos de cáncer.

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Los microbiomas también son bastante maleables. El número y tipo de nuestros microorganismos intestinales aumentan y disminuyen, según cómo vivimos, incluyendo si hacemos ejercicio y de qué forma. Un estudio del año pasado reveló que los intestinos de los esquiadores de fondo de élite contenían menos tipos de bacterias después de una temporada extenuante que los microbiomas de personas saludables que no eran atletas. Pero la mayoría de las cepas restantes encontradas en los atletas estaban asociadas con la salud metabólica.

Aunque sabemos que el ejercicio puede influir en la salud del microbioma, no queda muy claro si los efectos funcionan en la dirección opuesta, y si el microbioma puede influir en el ejercicio. Anecdóticamente, las personas y los ratones de laboratorio que toman antibióticos no hacen mucho ejercicio, pero la razón podría ser que probablemente se sentían mal antes de comenzar los medicamentos, lo que desalentó la actividad física.

Si le das un antibiótico a un ratón…

Científicos de la Universidad de California en Riverside decidieron eliminar los microbiomas de ratones a los que les encanta correr para ver cómo respondían. Los ratones de UC-Riverside formaban parte de un experimento en curso en el que se apareaban hembras, que corrían más que sus compañeros de laboratorio, con machos que tenían la misma tendencia. Con el transcurso de varias generaciones, los científicos desarrollaron una cepa de ratones súper corredores. Estos animales corrían voluntariamente en las ruedas alrededor de tres veces más que otros ratones. También desarrollaron diferentes microbiomas.

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Para un estudio publicado en 2022 en Behavioural Processes, los científicos les dieron a algunos de estos ratones maratonistas antibióticos de amplio espectro, para eliminar la mayoría de sus bacterias intestinales. Los animales continuaron comiendo y viviendo de la misma manera, lo que indica que los antibióticos no los habían enfermado.

Pero cuando los investigadores les dieron a los animales acceso libre a las ruedas para correr, la distancia que recorrían los ratones maratonistas disminuyó abruptamente. En promedio, recorrieron alrededor de un 21 % menos de distancia cada día, números que apenas se recuperaron durante los siguientes 12 días del estudio.

El nuevo experimento subrayó “cuánto” parecía influir el microbioma en la disposición de los animales atléticos para correr, explicó Theodore Garland, biólogo evolutivo de UC-Riverside, cuyo laboratorio desarrolló los ratones maratonistas y quien supervisó el nuevo estudio.

Cómo el intestino se comunica con el cerebro

Pero el estudio de Garland no investigó cómo los microbiomas afectan la motivación para hacer ejercicio. Para eso, necesitamos los resultados de otro estudio ambicioso, publicado en diciembre en Nature, que examinó profundamente los intestinos y cerebros de ratones.

En el estudio, científicos de la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania y otras instituciones reunieron ocho tipos de ratones, que naturalmente corren diferentes distancias diarias, y comenzaron a genotipificarlos y revisar miles de moléculas liberadas en sus intestinos, sangre y cerebros antes y durante el ejercicio.

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También les suministraron antibióticos a algunos ratones, criaron a otros sin microbiomas desde el nacimiento, los dejaron correr o sentarse, recopilaron más tejidos, trasplantaron muestras fecales de ratones que corren felizmente con microbiomas sólidos en ratones sin bacterias intestinales —y viceversa— y siguieron recopilando enormes cantidades de muestras genéticas y de tejidos.

Al final, los científicos obtuvieron más de 2,1 millones de puntos de datos sobre sus ratones.

Lo que descubrieron en esos datos fue una comunicación directa desde el intestino y el cerebro, activada por el ejercicio. Esta comunicación comenzó, descubrieron, con la liberación de ciertas moléculas en el intestino durante el ejercicio, que luego estimularon los nervios especializados que conectan el intestino y el mesencéfalo.

Una vez encendidos, estos nervios enviaron señales que provocaron la liberación —en el cerebro— de dopamina extra, el neuroquímico más asociado con las recompensas y la motivación. Los científicos también descubrieron que cuanto mayores eran las cantidades de varias cepas específicas de bacterias en los intestinos de los animales, más dopamina producían sus cerebros, y más corrían los ratones.

¿Pueden nuestros microbiomas afectar la motivación?

En efecto, los animales crearon una sensación de euforia del corredor, originada en su microbioma, que los animó a hacer ejercicio, detalló Christoph Thaiss, profesor asistente de microbiología en Penn Medicine y autor principal del estudio.

Cuando los científicos interrumpieron cualquier paso en el enlace de comunicaciones, matando bacterias intestinales con antibióticos o bloqueando químicamente la actividad nerviosa o la liberación de dopamina, los animales afectados comenzaron a correr menos.

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“Perdieron interés” en el ejercicio, dijo Thaiss.

Él y sus coautores especulan que la participación del intestino en el comportamiento del ejercicio puede haber evolucionado hace mucho tiempo en respuesta a la disponibilidad de alimentos. Los animales que a menudo deambulaban y exploraban —que hacían ejercicio regularmente— encontraron más comida, sobrevivieron y se reprodujeron, transmitiendo los vínculos intestino-cerebro que fomentan el ejercicio.

Lo que significa esta investigación para nosotros aún es algo teórico. No somos ratones, aunque compartimos la mayoría de los mismos nervios y procesos del mesencéfalo. Por lo tanto, “es bastante plausible” que nuestra motivación para hacer ejercicio, o no, dependa en parte de la composición de nuestras bacterias intestinales, sostuvo Garland.

¿Podemos aumentar nuestro interés en el ejercicio tomando probióticos o cambiando nuestra dieta o ajustando de otra manera nuestros microbios intestinales? “Es eventualmente probable”, dijo Thaiss. Pero los científicos primero necesitan identificar los tipos precisos de bacterias intestinales involucrados en la motivación del ejercicio en las personas, suponiendo que existan, lo que podría llevar años.

Mientras tanto, los estudios con ratones sugieren que el ejercicio puede ser el mejor motivador por sí solo. Cuando hacemos ejercicio, remodelamos nuestro microbioma y nuestro renovado intestino puede, al parecer, reforzar nuestro deseo de hacer ejercicio.

Pero para beneficiarnos, lo primero es dar algunos pasos iniciales.

Traducido por José Silva

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