- La glándula tiroidea controla diversas funciones del cuerpo humano, por lo que una enfermedad asociada puede tener síntomas muy diversos e incómodos para el paciente
Ogla Caro, de 42 años de edad, había sido testigo de cómo los problemas de tiroides afectaban a cada uno de los miembros de su familia cercana. Tanto su mamá como sus hermanas fueron diagnosticadas con algún desbalance de la hormona tiroidea.
Hasta el año 2018 no había presentado problemas hormonales que le causaran preocupación, pero ese mismo año sus compañeros de trabajo le comentaron que tenía inflamado el cuello y sus alarmas se encendieron.
Caro trabajaba en ese momento como enfermera, por lo que ella y sus compañeros sabían que algo estaba fuera de lo normal.
“En ese momento tomamos el comentario como algo jocoso, pero a raíz de eso decidí hacerme todos los exámenes de la tiroides. Tenía que estar pendiente porque mi mamá ya era paciente hipertiroidea”, explicó Caro en entrevista para El Diario.

Enfermedad más común de la tiroides
Otra de las sospechas que tenía Caro era la presencia de un hipotiroidismo, debido a que es una de las afecciones de la tiroides más frecuentes.
María Gabriela Troncone, médica endocrinóloga del Hospital José María Vargas, explicó que la prevalencia de esta condición es de 9,6 % en Venezuela, pero se estima que el subclínico puede llegar a 20 %. Además, es una enfermedad que afecta más a mujeres que hombres, aunque las causas pueden ser múltiples.
El hipotiroidismo primario se presenta cuando hay una enfermedad intrínseca del tejido de la glándula tiroidea y se produce una reducción progresiva de las hormonas tiroideas. La causa más frecuente de esta es la tiroiditis de hashimoto, una enfermedad autoinmune.
“El secundario está asociado al uso de medicamentos como el litio y el interferón alfa. También está el posterapeutico que ocurre cuando una persona recibe yodo en la tiroides o cuando se le hace una tiroidectomía total por un cáncer o por la enfermedad de Graves (sobreproducción de la hormona)”, explicó Troncone para El Diario.
También hay hipotiroidismo secundario cuando existe una alteración del eje hipotálamo hipofisario y entonces la afectación va a ser en la glándula pituitaria o hipófisis, principalmente.
El hipotiroidismo tiene una sintomatología variada como intolerancia al calor, debilidad, aumento peso de entre 4 y 5 kilos, pérdida de la memoria, dolores articulares, estreñimiento, hablar lento, procesamiento lento de lo que se le dice, psicosis, problemas de fertilidad, alteraciones del líbido, problemas menstruales, caída del cabello, hipertensión, uñas quebradizas e hinchazón en los párpados.
La especialista detalló que el motivo por el que los síntomas son tan diversos es que la glándula tiroidea cumple múltiples tareas en el funcionamiento del cuerpo humano.
La experta agregó que en cada caso se debe evaluar como una causa probable el déficit de yodo en la dieta diaria, debido a que este componente permite la producción de la hormona tiroidea. La forma más fácil de consumir yodo es a través de la sal de mesa que debería contener ese mineral.

Otras afecciones frecuentes
La endocrinóloga señaló que otra afección común es el hipertiroidismo, en la que ocurre el efecto contrario al hipotiroidismo. En esta enfermedad hay una sobreproducción de la hormona tiroidea y uno de los síntomas principales es la pérdida de peso.
“El paciente con hipertiroidismo tiene insomnio, puede tener palpitaciones, dolor en el pecho, temblores, tiene un cambio de humor con mucha rabia, pérdida de peso marcada y diarreas”, agregó.
Otros problemas que pueden afectar a la glándula tiroidea es la formación de nódulos, que son masas dentro de la glándula. Un gran porcentaje de los nódulos son benignos y dependiendo del tamaño y sus características pueden ser extraídos o simplemente tratarse con medicinas para que cedan.
Los exámenes de sangre de Ogla Caro salieron con niveles normales en ese momento. Sin embargo, aún tenía sospechas. Se hizo una ecografía en la que encontraron un nódulo en la tiroides.
Le recomendaron acudir a un endocrino y ese especialista le indicó que no se preocupara y le prescribió levotiroxina para que el nódulo cediera.
Cáncer de tiroides
La paciente relató que el resultado de ese examen tardó alrededor de un mes y en su espera experimentó mucha ansiedad, voz ronca, cambios de humor, aumento de peso, dolor de cabeza y fatiga.

Tras confirmar que tenía cáncer comenzó su preparación para una cirugía en la que le extrajeron la glándula tiroidea, en su caso, una tiroidectomía total. Posteriormente tuvo que someterse a tratamiento de radioterapia y yodo radioactivo.
“Resulta que, antes de comenzar con el tratamiento del yodo, el cáncer me hizo metástasis a ganglios. Tenía apenas un mes de operada y tuvieron que hacer un vaciado ganglionar bilateral. Literalmente tengo una cicatriz con forma de ‘u’ en el cuello”, relató.
Luego de ese procedimiento, los médicos le dijeron a Caro que ya estaba libre de cáncer, pero un mes después creció otra lesión maligna que la llevó nuevamente a cirugía en otras tres ocasiones.
Actualmente toma sulitinil para que el cáncer se mantenga inactivo. Sin embargo, los efectos del tratamiento le provocan agotamiento físico y fatiga. Asimismo, confesó que para ella fue difícil emocionalmente adaptarse a ver la cicatriz en su cuello y las consecuencias de las cirugías.
Una transición entre condiciones
Milexis Jiménez, de 48 años de edad, experimentó desde muy joven dolores de cabeza intensos, problemas para regular su temperatura corporal, mareos, decaimiento, anemia e irregularidades con su ciclo menstrual.
Todos estos síntomas le preocupaban y sus médicos le recomendaron hacerse varios exámenes de sangre, incluyendo un perfil tiroideo. Efectivamente las pruebas confirmaron que padecía hipertiroidismo.
Jiménez se puso en tratamiento con un medicamento llamado tapasol que ayudó a mejorar los síntomas. Su diagnóstico fue en el año 1995 y cinco años después tuvo a su primer hijo. Con el nacimiento de su bebé, su salud cambió drásticamente.
En el año 2010 le mandaron otro examen con yodo y se dieron cuenta de que tenía bocio difuso y que tenía nódulos en la tiroides.

De acuerdo con Troncone, el bocio es cualquier inflamación de la glándula tiroidea. La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica los distintos tipos de bocio de acuerdo con el tamaño y si se presenta con nódulos. Agregó que es uno de los motivos por el que los pacientes más acuden a consulta con el endocrino.
La paciente comentó que ante el hallazgo solo le indicaron el eutirox como tratamiento, pero cada cuatro o seis meses debía hacerse un estudio llamado gammagrama tiroideo. Cuatro años después, en uno de ellos apareció una microcalcificación, lo que les indicó que tenía una lesión cancerígena.
Una lucha constante contra el cáncer de tiroides
Ese mismo año, en 2014, Jiménez fue evaluada por un cirujano oncólogo que le sugirió una tiroidectomía parcial, pero ella insistió en que sacaran toda la glándula. Ya en el quirófano el médico vio la posibilidad de hacer la cirugía total y tomó una muestra del tejido que dio como diagnóstico final un microcarcinoma papilar, molecular y esclerosante.
En 2015 y en 2022 Jiménez presentó elevaciones de la tiroglobulina, uno de los efectos que tiene la extracción de la tiroides. Para esto se le aplicaron terapias de yodo radioactivo, un procedimiento que la llevaba a mantenerse aislada por unos días, no llevar sol y afrontar algunos efectos incómodos como hinchazón, sarpullido y caída del cabello.
En marzo de este año volvió al médico para sus chequeos de rutina y en una ecografía de partes blandas encontraron ganglios sospechosos, en este momento está en proceso de realizare varios exámenes para descartar una metástasis.
Aunque Jiménez ha intentado mantenerse el día con su salud, considera que los efectos de la enfermedad han sido muy duros con ella. Confesó que actualmente siente muchas limitaciones en su vida diaria. Todavía lucha con los dolores de cabeza, los desbalances en la temperatura, el cansancio y el insomnio.

La sobrevida es mayor
Troncone aclaró que los pacientes de cáncer de tiroides y que tuvieron una tiroidectomía tienen un buen pronóstico en comparación con otros tipos de cáncer. Sin embargo, explicó que la desventaja de esto es que la persona queda con hipotiroidismo y depende del tratamiento con levotiroxina.
“El paciente de cáncer de tiroides puede llevar una vida larga y normal si acude a tiempo al médico. La tiroidectomía no resuelve totalmente el problema, pero generalmente tiene una sobrevida mayor si cumple con sus tratamientos”, indicó.
La especialista destacó que en el servicio de endocrinología hay varios pacientes de cáncer de tiroides que siguen acudiendo a la consulta puntualmente incluso años después de la cirugía. Agregó que lograr esa calidad de vida requiere disciplina.
La endocrinóloga alegó que esta misma disciplina debe aplicarse en las personas que ya tienen una buena salud. Explicó que para prevenir enfermedades relacionada con la tiroides es fundamental una alimentación balanceada en la que se eviten los alimentos ultra procesados, debido a que producen inflamación y pueden afectar la tiroides.

“Lo segundo es hacer actividad física y disminuir sus niveles de estrés. Estamos viendo cada vez más casos de personas que emigran se someten a una situación de trabajo y estrés extremo y vuelven al país hipertiroideos”, comentó.
Añadió que dejar de fumar es importante para evitar problemas con la tiroides, aunque mencionó que también contribuye a otros aspectos de la salud. Finalmente instó a las personas a acudir a un médico siempre que tengan alguna sospecha de que algo pueda estar mal con su glándula tiroidea.