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  • Una red de microescuelas privadas de bajo costo ha surgido de forma orgánica y descentralizada

Para las familias de Montalbán, en el estado Carabobo, acceder a la educación implica ceñirse al sistema público. De 26 planteles educativos que hay en el municipio, solo dos son del sector privado. En una localidad donde la matrícula se proyecta en más de 4.000 estudiantes, de acuerdo con datos de un estudio realizado por la organización Un estado de Derecho (UeD), esto deja a miles de jóvenes sin otra opción que los estándares y métodos de las escuelas públicas.

Se trata de un municipio que forma parte de los llamados “Altos Valles Carabobeños”, donde los pueblos se ven bordeados por colinas de vegetación ingente. Debería estar habitado por más de 31 mil personas, de acuerdo con la proyección poblacional del Censo de 2011 (último censo hecho en el país), pero la sensación de vacío que se siente en las calles pareciera no reflejarlo. Es una localidad que no solo se ha visto golpeada por la migración, sino también por su dependencia económica de una ciudad a más de 50 kilómetros de distancia: Valencia, la capital del estado.

Pero en medio de esas circunstancias, el municipio ha presenciado el brote espontáneo de un fenómeno educativo: los docentes y las familias han acordado una prestación más directa y libre de los servicios de enseñanza. Esto ha surgido en respuesta a la crisis de educadores que atraviesa el país, con un déficit que al cierre del último año escolar se ubicó entre 50 % y 60 %, según informó la Federación Venezolana de Maestros (FVM). En síntesis, es un modelo privado que trasciende la noción básica de “tareas dirigidas” —por las que un docente apoya a un estudiante con sus deberes escolares—, y que se ha popularizado por su bajo costo, llegando a captar incluso al 16 % de la matrícula educativa local.

El pueblo de las microescuelas espontáneas

Es sábado 8 de junio y el pueblo de Montalbán es escenario de algo inédito: la premiación de un concurso de dibujos que ha causado expectativa en decenas de familias. El evento es organizado por el proyecto El Bello Árbol, que desde 2022 se ha dedicado a estudiar el surgimiento de estos servicios particulares de enseñanza, categorizados como microescuelas. Se les llama así, de acuerdo con el estudio de UeD, porque se trata de una oferta educativa que es “sistematizada y completa”, donde se “planifican evaluaciones y estrategias para los alumnos”, y donde los padres “reciben informes sobre el desempeño de sus hijos”. Y esto no solo tiene que ver con que esos servicios sean provistos por docentes capacitadas —todas mujeres—, sino también porque ocurren en espacios alternativos, que el 80 % de las veces resultan ser las casas de las propias educadoras, según se lee.

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En dicho concurso han participado más de un centenar de niños, casi todos inscritos en alguna de las 63 microescuelas que se han identificado en el municipio, de acuerdo con El Bello Árbol. Seis de estos han resultado ganadores, y por ello han recibido un vale que les ayudará a costear su formación en la microescuela que ellos decidan. No se trata de una beca, sino de un váucher inspirado en el cheque escolar propuesto por el Nóbel de Economía, Milton Friedman.

A grandes rasgos, es una propuesta de financiación educativa que consiste en otorgar fondos directamente a las familias, y ya no a los planteles. Esto permitiría que los padres tengan la libertad de escoger la escuela que ellos prefieran para sus hijos, y fomentaría además la innovación en las instituciones educativas, al tener que competir por captar esos recursos.

Una de las ganadoras es una niña llamada Katherine, que para entonces ya estaba culminando sexto grado de primaria. Y para su madre, María Flores, lo más importante de ese cheque es que “le da la opción de escoger lo que ella quiera”, algo que no es común en Montalbán, donde muchas familias se ven sujetas a planteles que no escapan al contexto educativo nacional. Un entorno que carga con diversos problemas desde hace años, entre los que destacan una “infraestructura que deja mucho que desear”, y la “escasez de capital humano por la emigración de docentes”, según lo denunció la FVM ante el inicio del año escolar 2024-2025. No en vano, la propia Flores reconoce que la primaria de Katherine inició con deficiencias, porque en su primera escuela “estaban reducidos los días de clase”, obligándola a cambiarse a otro plantel.

Algo similar expresa Mariángel Pinto, quien asistió a la premiación del concurso por su hija Sofía, que para entonces estaba culminando primer grado. “Cuando vi las fallas que ella tenía en la escuela este año, con solo dos días de clase por semana, me propuse buscar un lugar donde de verdad aprendiera”, comenta en exclusiva para El Diario. Fue entonces cuando llevó a Sofía a un servicio de tipo particular, donde pudo encontrar un mejor ritmo de estudio. Era la manera más inmediata de paliar un problema educativo que, por lo que parece, de a poco se ha normalizado.

Una situación de la que además resulta difícil escapar, considerando que Montalbán cuenta con 26 planteles, de los cuales solo 2 son privados. Además, la gestión académica y financiera de los otros 24 planteles públicos tampoco es cercana a la localidad, dado que 13 de esas instituciones son de dependencia nacional (sujetos al Ministerio de Educación), y 11 de dependencia estadal (adscritos a la gobernación de Carabobo). Son cifras obtenidas por el estudio de UeD, dado que no hay datos públicos disponibles sobre el número de escuelas en el municipio. 

Un total de 26 planteles para acoger a más de 4.000 estudiantes y más de 500 docentes, según la matrícula escolar y la nómina docente proyectadas por el citado estudio, a partir de los datos obtenidos para el año 2021-2022 —más de 4.550 estudiantes y más de 540 educadores.

Sin espacio para los planteles privados

-Para cursar primaria

Hay 15 planteles: 14 son públicos (8 estadales y 6 nacionales) y solo 1 es privado

-Para cursar bachillerato

Hay 6 planteles: 4 son públicos (todos nacionales) y solo son 2 privados

-Matrícula del periodo escolar 2021-2022

Primaria: 2.113 estudiantes (45 % varones y 55 % hembras)

Bachillerato: 1.392 estudiantes (49 % varones y 51 % hembras)

Datos obtenidos por El Bello Árbol

Como se ve, es una población educativa de miles de estudiantes y cientos de docentes que no escapan a la realidad socioeconómica del municipio. Después de todo, según señala en entrevista para El Diario el economista y profesor de la Universidad de Carabobo Carlos Ñañez, Montalbán es una localidad que depende de la actividad agropecuaria y del turismo. Y no es un secreto, tal como afirma, que ambos sectores se han visto afectados en los últimos años, sobre todo “por los problemas de seguridad, la falta de combustible y la carencia de servicios de transporte”.

Una situación que hoy se torna más precaria que en años anteriores, cuando Montalbán tenía además una fuerza laboral robusta que podía trabajar en Valencia u otras zonas del estado, donde había mayores ofertas de trabajo en la industria y el comercio. Pero esto también se vio mermado por la contracción económica que ha sufrido el país en la última década, afectando infinidad de actividades con decenas de cierres y recortes. “En otro momento, Carabobo era el corazón industrial del país, y sobre todo Valencia. Pero la batuta de crecimiento la dictaban las ensambladoras de vehículos, y son empresas que hoy no tienen operaciones”, reseña Ñañez.

Esto hace que tampoco sea sencillo para alguien de Montalbán conseguir trabajo en otras zonas del estado, con lo que ello implica para su bienestar. Pero aún en medio de esto, el municipio ha visto florecer el brote de un fenómeno educativo orgánico, no planificado centralmente y basado en la cooperación voluntaria, que sirve de “alternativa al estado de ruina estructural y escasez de docentes en el sistema estatal”, de acuerdo con el promotor de El Bello Árbol, Antonio Canova.

Un orden educativo al margen del Estado

Se habla de un orden educativo espontáneo porque, según comenta Canova en exclusiva para El Diario, lo que se evidencia en Montalbán es una “red comunitaria” que se ha expandido, al punto de ser ya lo suficientemente amplia como para abarcar a diversos actores del pueblo. Un tejido en el que están involucrados “los docentes, los estudiantes, las familias y otros actores sociales”, según el también abogado y profesor.

Esa es la nueva realidad educativa en la que ya para 2022 estaban inmersos más de 700 niños y adolescentes del municipio, muchos de los cuales (casi un 90%) también estaban inscritos en planteles públicos, según lo registrado por El Bello Árbol. Es decir, un 16% de la matrícula educativa local, cuyas familias optaron por buscar servicios adicionales pagos, con tarifas que pueden ir desde 1 hasta 7,5 dólares a la semana (en su equivalente en bolívares), o que pueden variar desde 0,66 centavos hasta 2,5 dólares por hora de atención.

Matrícula en microescuelas

703 estudiantes asistían a las 63 microescuelas en 2022

Esto representaba un 16 % de la matrícula oficial de Montalbán (4.556 estudiantes)

De este total

20 % era de educación inicial
66 % de educación primaria
14 % de bachillerato

Los estudiantes de primaria eran el grupo más numeroso: representaban el 22 % de la matrícula oficial en ese nivel

Datos obtenidos por El Bello Árbol

Es un esfuerzo de las familias que habla de su interés por proveer a sus hijos con una mejor educación. Padres, madres y representantes dispuestos a pagar, aunque cuenten con 24 escuelas públicas y gratuitas en el pueblo. “Yo tengo niños que iniciaron conmigo en preescolar, y ya van para quinto grado. Eso es una muestra del compromiso de los padres”, señala para El Diario la profesora Yamilet Herrera, de la microescuela Tareitas.

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Parte de esa confianza viene porque la actividad de las docentes no se basa tanto en replicar el aula formal, sino en brindar una atención pedagógica individualizada. Por ello buscan combinar diferentes procedimientos pedagógicos (como el aprendizaje basado en proyectos o actividades lúdicas), sin limitarse solo a los métodos oficiales. Y esto lo hacen adaptándose a las necesidades y disponibilidad de las familias, por lo que ni siquiera los esquemas de asistencia se ajustan a pautas rígidas. Para muestra, más del 60% de los estudiantes asiste a las microescuelas por lo menos cuatro días a la semana, en lapsos de una a cuatro horas, según cifras de El Bello Árbol.

¿Un reemplazo a las escuelas públicas? 

La atención personalizada es pues uno de los aspectos que más demandan los padres, tal como lo corrobora Mariángel Pinto —madre de la estudiante Sofía—. “Nuestra experiencia en la microescuela ha sido muy valiosa. La niña ha aprendido bastante, y yo he podido ver la evolución en ella”, indica. “Mi intención es que continúe con la maestra hasta sexto grado, porque le ha hecho una preparación muy buena”, culmina Pinto. Es un testimonio de satisfacción que, según describe el profesor Canova, se ha vuelto frecuente en Montalbán, y es una de las razones por las que señala que este modelo trasciende la noción de “tareas dirigidas”.

Montalbán, el pueblo de Carabobo donde emerge un fenómeno educativo

En su criterio, así como en el de los otros cuatro investigadores (Mary León, Klaus Jaffe, Edrey Martínez y Ana Soares), las microescuelas han devenido en algo más completo. “Los datos recabados nos proporcionan suficientes elementos para sugerir lo siguiente: en estos espacios es donde los niños están aprendiendo realmente”, se lee en el texto. Es decir, que la educación de muchos estudiantes no estaría ocurriendo en las aulas de clase, a las que asisten dos o tres días por semana, sino en las casas de las maestras, a las que asisten entre tres y cinco días a la semana.

No obstante, un entorno educativo así, más rudimentario y limitado, tampoco queda exento de problemas de diverso tipo, que pueden ser de orden material, como la falta de útiles escolares y los mobiliarios adecuados. O que pueden ser de orden psicoeducativo y pedagógico, tal vez con mayor importancia relativa. “El proceso educativo no consiste solo en construir conocimientos sobre ciertos temas, sino también en cómo los puedes llevar a la realidad. La docente puede cumplir con ese primer eje y enseñar matemática, lengua o ciencias, pero, ¿en qué momento enseña a llevarlo a la experiencia?”, plantea la psicóloga Claudia Vergara en exclusiva para El Diario. “Porque en una escuela, aunque suene simple, los niños van haciendo relaciones sociales que ponen en práctica eso que se estuvo viendo en el aula”, agrega. Se trata, en síntesis, de los límites impuestos a la socialización en el nuevo entorno escolar.

En ese mismo sentido, otra de las preocupaciones que razona Vergara es que las educadoras sí logren aprendizaje real en los jóvenes, y no solo para aprobar evaluaciones. “Hay que diferenciar entre qué es aprendizaje y qué es memorización. El aprendizaje implica un cambio relativamente permanente en la conducta”, destaca. “Cuando yo no sigo los lineamientos ni uso las estrategias necesarias para lograr el aprendizaje, yo termino enseñando a memorizar, y eso después se olvida. En el proceso educativo no me puedo saltar ningún paso”, culmina.

Pero si el proceso educativo se ha visto trastornado en Montalbán, ello en todo caso ha ocurrido en los planteles oficiales, donde se han experimentado los mismos problemas que afectan a todo el sistema educativo nacional. Los servicios particulares de enseñanza han aparecido como una alternativa forjada por la propia comunidad, sin otro fin que mitigar aquello. De hecho, según describe Canova, este fenómeno educativo emergió gracias a la alineación de algunos incentivos, entre los que destacan el compromiso vocacional de las docentes, su necesidad económica y la demanda de los padres. Por ende, si bien hay elementos de desarrollo profesional implicados, es claro que el componente monetario también jugó un papel clave.

No en vano, de las 63 docentes identificadas, un 52 % trabajaba a la par en el sistema educativo formal, y un 92 % de estas lo hacía en escuelas y liceos públicos del municipio, sujetas pues a unos ingresos salariales cada vez más exiguos. Para muestra, según datos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, el salario promedio de un docente a inicios de 2024 equivalía a solo $20,79 mensuales. En contraste con esto, según recoge el estudio de la organización Un estado de Derecho, el ingreso promedio de una docente en su microescuela llegaba a los $33 por semana en 2022, para sumar un total de $126 al mes.

Y es un fenómeno que, vale acotar, no inició con la pandemia, aunque esta ciertamente fue un catalizador importante. “Más de la mitad de los docentes de las microescuelas ya se dedicaban a la enseñanza particular antes de pandemia. No es un fenómeno atribuible a la crisis sanitaria, aunque esta parece haber empujado su crecimiento”, arroja el estudio. Al respecto, no se puede perder de vista que el confinamiento decretado interrumpió la normalidad escolar, y ello ablandó el terreno para que emergiesen otro tipo de servicios. 

Es pues un mercado alternativo, donde las familias y los docentes acuerdan libremente las condiciones del servicio, al margen de los criterios imperantes en los planteles bajo monopolio estatal. Y se trata de un fenómeno que no parece que no dejará de desarrollarse en el corto plazo. 

Escalabilidad del ecosistema de microescuelas

Si bien las microescuelas se han posicionado como una alternativa, también es cierto que deben lidiar con las barreras que les erige el propio entorno educativo, como la falta de reconocimiento legal ante las autoridades. Después de todo, el Estado es quien que detenta el monopolio de las acreditaciones educativas en el país, y por ello los padres deben mantener a sus hijos en los planteles oficiales, que es donde obtienen las promociones legales de grados.

Sin embargo, como resalta Canova, en otros países donde se ha descubierto este fenómeno, las soluciones han estado inclinadas hacia una tendencia global de certificaciones independientes. “El reto es hallar algo así para Venezuela, porque se requerirían reformas legales. Pero hay espacios donde existen oportunidades, como los municipios, que tienen atribuciones educativas”, destaca. Una tendencia que implicaría la validación de las microescuelas por parte de actores externos, a manera de constatar que sí garantizan un proceso real de aprendizaje. “La reacción estatal ante este fenómeno debería ser de estudio y apoyo. Al menos eso es lo que ha ocurrido en otros países donde se han registrado órdenes similares, desde la India hasta EE. UU.”, culmina. 

Vale recalcar entonces que se trata de un fenómeno global, con crecientes acciones públicas y privadas de respaldo, según Canova. Ahí es donde entran diferentes mecanismos para favorecer estos órdenes espontáneos, como los cheques escolares mencionados al inicio. 

Montalbán, el pueblo de Carabobo donde emerge un fenómeno educativo

De otro lado, también aparece el tejido y fortalecimiento de redes entre las microescuelas. Justo lo que ha tratado de impulsar El Bello Árbol en Montalbán desde 2022, con gran utilidad para las educadoras. No solo porque les permite relacionarse y evaluar desafíos comunes, sino porque les provee de un espacio conjunto para capacitarse. “No hay otra organización acá que se haya interesado así por nosotras. Es algo que te motiva porque ves apoyo”, detalla la profesora Herrera, de la microescuela Tareítas. Y con ello coincide Heidy Guerra, de la microescuela Mundo Mágico de la Psicopedagogía, quien destaca el valor agregado en “los encuentros de saber para brindar atención a las maestras”, según explica en entrevista para El Diario.

Son esfuerzos que buscan apoyar la escalabilidad de estos centros alternativos en Montalbán, donde uno de cada cuatro niños en primaria ya se educa al margen del sistema estatal. Se trata, en síntesis, de un fenómeno espontáneo que emergió de la propia comunidad, para hacer frente al déficit educativo local. Y esto es, a todas luces, una expresión de la libre cooperación voluntaria, sin planificación ni intervención estatal de ningún tipo.

Además, su aparición ha puesto de relieve los beneficios de la libertad educativa, al expandir las opciones de las familias para educar a sus hijos. Porque, aunque se trate de servicios particulares de enseñanza, la experiencia parece dictar que están siendo valiosos para los niños y adolescentes que asisten. En Montalbán ha surgido, pues, una manifestación muy clara de lo que ocurre cuando la iniciativa humana no está sometida a coacciones. Y la educación privada resultante no ha sido inaccesible, sino más bien solicitada por las familias ante su bajo costo. Un fenómeno que demuestra así la ineficiencia del monopolio estatal en esta área.

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