- La creadora de contenido usa sus redes sociales para promover el cuidado del ambiente, aunque su norte es llegar a otras plataformas con la producción de documentales
Karen Brewer-Carías recuerda con claridad la primera vez que un murciélago se metió en su casa en Caracas. Ella tenía 8 años de edad y vio como varios adultos que estaban reunidos con sus padres gritaron y corrieron despavoridos por la presencia del animal.
“Lo primero que pensé fue ‘claro, es que se metió Drácula en la casa’, e intentaba pensar cómo era que la gente tenía que reaccionar ante el encuentro con esos animales”, relató Karen en una entrevista a El Diario.
Contó que su papá, el explorador Charles Brewer-Carías, tenía unos guantes especiales que utilizó en ese momento para agarrar al murciélago con mucho cuidado y mostrárselo a sus hijos.
“Nos llamó a mi hermano y a mí y nos dijo: ‘Mira qué lindo, este es el único mamífero que vuela, es suavecito y miren su carita’. Eso me hizo sentir mucha empatía y nos siguió contando que hay algunas especies de murciélagos que toman el néctar de las flores y las polinizan, lo que permite que muchas especies de plantas existan. También nos dijo que hay especies que comen insectos y evitan que se conviertan en plagas”, relató.
Comprendió en ese momento que mucho del temor que sienten las personas hacia los animales es porque no conocen la función que cumplen en la naturaleza. Ese día se sintió motivada a compartir con sus “amiguitos del colegio” lo que había aprendido sobre ese murciélago.
El sueño que siempre estuvo presente
Karen admite que tanto su padre como su madre, Fanny Mendoza, fueron un ejemplo para ella y que en ambos veía un modelo a seguir. Su papá es explorador y su mamá educadora, por lo que ambos le ofrecieron una visión fascinante del mundo que la rodeaba.
En algún momento soñó con la posibilidad de convertirse en una gran bióloga, pero esa ilusión la frenó Fanny, quien le advirtió que a pesar de lo importante de su labor, los biólogos son poco valorados en el país.
“Me dijo que aquí, en este país, nadie toma de forma seria a los biólogos, nadie les presta atención y siempre están pasando mucho trabajo, aunque su trabajo de investigación sea sumamente valioso e importante no se les toma en serio. Eso era y es verdad, tú los ves ahorita y todo ese trabajo lo hacen por amor, aunque hagan grandes avances aún necesitan mucho apoyo”, explicó.
En esas conversaciones vocacionales madre e hija, Fanny le sugirió que igualmente debía hacer una carrera universitaria bajo el argumento de la importancia que la sociedad venezolana le da al título de profesional.
Bajo esa premisa, Karen estudió cinco años de Odontología hasta el día en que se dio cuenta de que esa no era su verdadera vocación. Sabía que su verdadero anhelo era hacer expediciones y motivar a niños y adolescentes para que conocieran la naturaleza.
Pero su verdadera pasión estaba fuera de las aulas e incluso de cualquier edificio, porque su objetivo era trabajar en la naturaleza. Se acercó a su cometido cuando trabajó varios reportajes documentales para Río Verde, un programa que se transmitió por Globovisión.
En ese periodo viajó por varios estados de Venezuela y visibilizó los proyectos de conservación que se realizaban en el país
Con el tiempo regresó nuevamente a hacer trabajos con los que no se sentía satisfecha, pero con los que podía mantenerse económicamente para poder dedicar tiempo a lo que la apasiona en sus momentos libres.
Reinventarse en las redes sociales
En Instagram muchos la conocen como @KarenExplora. Explicó que siempre usó su perfil para informar sobre temas de naturaleza, biodiversidad y conservación. Sin embargo, notó que no lograba tanta interacción por el lenguaje técnico que manejaba.
A pesar de que no estudió biología, aprendió de muchos expertos con los que compartió en expediciones. Se cataloga a sí misma como “preguntona” y cada uno de esos conocimientos que adquiría quería compartirlo con sus seguidores.
Así empezó a hacer videos de forma más didáctica en redes sociales, en los que busca aplicar esas herramientas que adquirió dando clases y observando a su madre en su labor de docente.
“También me di cuenta que se hacian virales los videos en los que tengo como impulsos y frustración. Hubo un video que yo hice hablando sobre la fiesta que hubo en el tepuy y yo me molesté muchísimo que dije algo así como ‘qué importa el evento, utilicen esa misma energía en otras cosas’. A veces uno no puede controlar qué se hace viral o no, pero he encontrado un poco de equilibrio en eso”, expresó.
Encontrar el tiempo
Esa viralización lleva consigo mayor interacción en las redes sociales, especialmente a través de comentarios y mensajes directos. Aseguró que en respuesta a sus videos surgen muchas más preguntas, por lo que a veces se le complica encontrar el tiempo para responderlas todas.
“Es difícil porque son muchas preguntas y yo durante el día estoy haciendo otras cosas. De hecho, yo no me dedico a esto para ganar dinero. Yo tengo otro trabajo como ingeniero de soporte para máquinas de impresión 3D”, contó.
Aunque, admite, le gustaría que su vocación de exploradora y conservacionista le diera la posibilidad de sostenerse económicamente. “Estoy en ese proceso de transición”, añadió.
En sus momentos libres, intenta responder todas las preguntas que puede, pero le da prioridad a aquellas que ve genuinas y llenas de curiosidad.
Insiste en que aprecia mucho que sus seguidores se tomen un momento para preguntar por aquello que desconocen y que lo hagan a personas que se dedican a estudiar para brindar información oportuna y verificada.
Tejer redes
El proceso de transición del que habla Karen comenzó gracias a las interacciones que ha logrado en redes sociales. Desde esta plataformas ha podido conectar con proyectos de conservación internacionales a las que ha ayudado a visibilizar en sus publicaciones.
“Hay muchas veces que uno no se da cuenta del alcance de las acciones que uno toma y es precioso porque en todo este trabajo que he llevado en redes sociales me he encargado de crear enlaces con otras personas que también estén llevando proyectos de conservación y darles voz también”, expresó.
Esta promoción e iniciativas de conservación la llevaron a ser nombraba Darwin Leader y formar parte de un proyecto llamado Darwin 200.
“Charles Darwin hizo un viaje alrededor del mundo en un barco de vela, empezó a describir estas diferencias entre especies, a tomar nota de nuestro mundo natural y dejó un registro importantísimo. La tataranieta de Darwin junto con Jane Goodall, Stewart McPherson y otras personas que son todos rockstars de la conservación deciden recrear este mismo viaje, pero llevando a jóvenes ambientalistas para que en cada uno de esos puertos que se detengan puedan ver los proyectos de conservación que hay ahí”, explicó.
Karen tuvo la oportunidad de observar un proyecto en Río de Janeiro, Brasil, donde una comunidad está trabajando por la conservación de la especie del mico león dorado.
En esa experiencia, descubrió que esas comunidades de Brasil experimentan contextos muy similares a los de Venezuela, debido a que tienen ecosistemas parecidos y poco apoyo gubernamental para este tipo de iniciativas.
Explicó que en Río la comunidad se organizó para poder conservar a la especie que estuvo en peligro de desaparecer. Los voluntarios consiguieron llevar al mico león dorado de 200 a 5.000 ejemplares en 40 años.
“Y la forma en la que lo lograron fue haciendo comunidad. Ellos agarraron y dijeron ‘¿ustedes que están aquí alrededor de esta zona qué saben hacer?’, y al que dijo que le gusta sembrar plantes le pidieron que ayudara a hacer un corredor biológico por ejemplo, que es un camino de árboles para que los animales puedan cruzar, y lograron hacer un puente sobre la autopista solo para la naturaleza”, añadió.
Karen tendrá la posibilidad de viajar a Australia próximamente para hablar sobre el proyecto de conservación del mico león dorado y actuar como vocera de la iniciativa y de Darwin 200.
Ayudarla a compartir su mensaje
El proyecto de Darwin 200 y el reconocimiento que recibió en la COP16 como líder de conservación en Latinoamérica y el Caribe son algunas de las metas que Karen ha logrado en su objetivo de dedicarse de lleno al cuidado de la naturaleza y la biodiversidad.
A largo plazo, espera poder continuar con la creación de contenido para visibilizar tanto los problemas que amenazan al medio ambiente como las iniciativas que buscan salvarlo.
“Eso es realmente lo que yo quiero hacer. Personalmente me quiero dedicar a hacer documentales de biodiversidad y viajar por el mundo, viajar por Venezuela otra vez y por diferentes países dando a conocer proyectos que busquen proteger nuestra biodiversidad y nuestra cultura ancestral también, cuáles son esas comunidades indígenas y esa cultura tan rica y tan preciosa que hoy en día se está perdiendo porque lo que no conocemos no lo podemos proteger”, confesó.
La exploradora considera que esta es una tarea que no puede cumplir sola, por lo que espera encontrar en el camino a colaboradores y personas dispuestas a aprender sobre las especies para poder ayudarlas.
Relató que mientras estuvo bajo su cuidado, Samira, nombre que recibió la zamura, entabló una relación muy afectuosa con su familia y con otros animales que estaban en su casa.
“Nosotros tenemos un pato en casa y ella quería saber qué estaba haciendo el pato, jugaba con él y se trataba de meter en la laguna pero como no tiene las plumas impermeabilizadas como el pato y salía toda empapada. También quería jugar con los perros y le buscaba para hacer jueguitos. Si mi mamá estaba haciendo jardinería ella siempre se le acercaba para ver cómo se involucraba con nosotros”, contó.
En cada experiencia y proyecto que va conociendo recuerda el día en que su papá le presentó al murciélago que entró a su casa cuando era niña. Espera que ese sentimiento que nació cuando conoció al pequeño mamífero volador sea lo que transmita en cada una de sus charlas y contenidos dentro y fuera de las redes sociales.