En Venezuela, la tradición de sembrar y recoger cacao tiene su origen en la época colonial. Un oficio que, en muchos casos, se hereda de generación en generación. Entre miles de familias cacaoteras, se encuentran historias de mujeres que cultivan, fermentan y comercializan el cacao, junto con otros frutos como el plátano, la yuca y algunas hortalizas. Son mujeres que trabajan la tierra, desmitificando una faena que se suele adjudicar al hombre.
En 2019, cuando Esther Rojas comenzó a hacer chocolates en Cakawa —una chocolatería ubicada a pocos metros de la plaza Francia de Altamira, en Caracas— tenía dos metas a largo plazo: ofrecer al consumidor la posibilidad de probar chocolates con cacaos de diferentes procedencias y que fueran mujeres quienes lo cosecharan. Guiada por esas premisas, el equipo de la chocolatería comenzó a contactar a cacaoteras de diferentes regiones: Miranda, Mérida, Sucre y los Llanos. En 2023 viajaron al estado Apure, en búsqueda de granos para transformar en tabletas y bombones.
El cacao para esta línea de tabletas lo encontraron en la zona fronteriza con Colombia. “La gente no sabe el potencial para la chocolatería que tiene Apure. Nosotros siempre estamos buscando cacaos excepcionales. Ya habíamos conseguido un productor muy bueno en el estado Barinas, con el que trabajamos desde hace varios años, abasteciéndonos de un cacao que fue una grata sorpresa y que nos ha dado excelentes resultados.” explica la chocolatera Esther Rojas en entrevista para El Diario.
Con la idea de hacer chocolates que enaltezcan a las cacaoteras apureñas, Cakawa comenzó el trabajo en conjunto con un grupo de productoras de la zona: Yenet García, Caren Izaguirre, Luz Daris Maldonado y Milena Guevara, quienes aceptaron vender su cosecha a la chocolatería y aplicar las mejoras sugeridas por los especialistas. Sobre este proyecto, Esther Rojas hizo énfasis en incentivar económicamente a los productores de cacao venezolano para que mejoren los procedimientos que vienen después de la cosecha.
“En nuestro país es común que el cacao se comercialice en baba, es decir, sin hacer los procesos de fermentación y secado que deberían aplicarse antes de que el cacao salga de manos del productor hacia el chocolatero. Estas etapas son fundamentales para lograr un chocolate de alta calidad, que aflore y afine su gama aromática y sus matices de sabores. Pero si al productor le pagan el cacao al mismo costo, aplique o no estos procesos, entonces normalmente se los saltan o terminan buscando un comprador en el exterior. Nosotras incentivamos a que el cacao salga como debe ser, y luego viene el trabajo en la chocolatería para afinar sus atributos”, enfatiza la especialista, creadora de la línea Cacaos Alto Apure.

Cuatro mujeres de Apure dedicadas al cacao fueron seleccionadas para esta línea de chocolates
El proyecto se conformó con mujeres que gestionan sus propias fincas, donde cultivar cacao es parte de su herencia familiar. La chocolatería las describe como emprendedoras, de carácter regio, que no se amilanan ante las dificultades, y sobre todo que apuestan al cacao como negocio para el crecimiento propio y de la región. Mujeres que, entre otras cualidades, tienen sensibilidad por el cuidado del suelo y la naturaleza, trabajando en cultivos orgánicos y sustentables.
En diciembre de 2024 el cacao cosechado por estas mujeres en el campo se llevó a Caracas para ser procesado bajo los principios de la chocolatería bean to bar (del grano a la barra). Trabajando cada lote por separado, tipificando los granos con los nombres de cada productora, buscando lograr cuatro barras de chocolate que fuesen una representación fiel del cacao cultivado, de la genética y del terreno donde creció cada mazorca, tal como un enólogo haría la curaduría de las uvas con las que elabora un vino. A partir de entonces, para Cakawa, Caren, Yenet, Milena y Luz eran tipos de cacaos y posteriormente los nombres de los nuevos chocolates logrados.
Sobre los sabores de estos chocolates, Rojas destaca que el cacao apureño es bastante acriollado, es decir, que su genética resalta las características propias de los granos de cacao de variedad criollo, populares por ser un cacao de aromas florales y frutales, así como sabores que recuerdan a los frutos secos en el paladar. Sin embargo, al ser de productoras y microzonas diferentes, cada chocolate de esta colección es distinto, con su propia personalidad sensorial.
“Estos chocolates son tan diferentes como las mujeres que los cosechan. Alguna es más coqueta y elegante, la otra es más aguerrida, otra es más tímida pero perseverante, y en otra encuentras una sonrisa constante. Bueno, así como ellas son distintas, el cacao que logran también es diferente del de las otras productoras, y su chocolate termina siendo con perfiles distintos. Uno es más cremoso, el otro es más floral, otro más a frutos cítricos y el otro recuerda a frutos secos. Todos son cacao de Apure al 60 %, con adición únicamente de azúcar. Las diferencias de textura, olfato y gusto, viene de la genética y del cultivo”, explica Rojas, al preguntar por las diferencias de estos cuatro chocolates.

Una iniciativa que busca dar mayor visibilidad a las productoras de cacao venezolanas
Cada una de las tabletas realizadas lleva impreso el nombre y la fotografía de la mujer que cosechó el cacao utilizado para su elaboración. En una iniciativa que, de acuerdo con la marca, busca visibilizar a las damas del cacao, dándoles rostros a las productoras agrícolas en Venezuela.
“Ellas se dejaron fotografiar en sus labores diarias en el campo y eso ayudó también a sensibilizar a nuestro propio equipo de chocolateros, porque no todos los que hacemos un chocolate viajamos hasta la plantación y entendemos todo el esfuerzo que está detrás de ese grano que transformas en chocolates. Esas fotos te dan una imagen de quienes hacen posible que te estés comiendo y disfrutando un chocolate”, destaca Esther Rojas.
Quienes adquieran las tabletas también encontrarán la historia de estas cuatro mujeres cacaoteras en la cara interior del empaque, logrando una conexión entre el consumidor y el productor. Así, mientras se saborea el producto final, el comensal podrá conocer a fondo la historia de Yenet, Milena, Luz y Caren; con un texto que describe el ambiente familiar de cada una de ellas, el trabajo, sus inicios en la agricultura, datos de su faena diaria, sus metas y los sueños de estas mujeres abocadas al cacao venezolano.
La chocolatería aspira, con la difusión y comercialización de estas tabletas, a seguir procesando el cacao cosechado por las involucradas en este proyecto de Cacaos Alto Apure; mientras buscan sea un incentivo para otras mujeres que siembran cacao en diferentes regiones del país. Esther Rojas insta a las cacaoteras a entrar en contacto con Cakawa y explorar la posibilidad de replicar esta experiencia con productoras de otros pueblos venezolanos.