El papa Francisco, convaleciente por sus problemas de salud, estuvo presente el domingo 6 de abril en la misa ante los fieles en la plaza de San Pedro del Vaticano.
El pontífice, de 88 años de edad, fue hospitalizado durante 38 días en el hospital Gemelli de Roma, Italia, luego de sufrir una neumonía bilateral y otros problemas respiratorios.
“Buen domingo a todos. Muchas gracias”, fueron sus palabras a los miles de fieles que habían asistido a la misa del Jubileo de los Enfermos.

Francisco se dirigió al público en su silla de ruedas que ya usaba en el pasado por sus problemas de movilidad y recibiendo oxígeno a través de unas cánulas nasales.
Emoción en la plaza vaticana
Los fieles recibieron a Francisco con aplausos, emoción y gritos de “viva el papa”.

El pontífice no pudo hablar mucho, aunque sí pasó entre un grupo de fieles debido a que los médicos le recomendaron la “máxima prudencia y reposo”.
La Santa Sede informó, antes de su reaparición, que el papa se confesó en la basílica de San Pedro.
En las últimas semanas, las misas han sido celebradas por clérigos o cardenales, que suelen leer en su nombre sus discursos y homilías.
Esta eucaristía por el Jubileo de los Enfermos estuvo presidida por el arzobispo italiano Rino Fisichella, encargado de pronunciar un texto que el papa Francisco había preparado centrándose en la necesidad de no excluir a los enfermos o personas frágiles de la sociedad.
“No es fácil”

En el texto, Francisco aseguró que “la enfermedad es una de las pruebas más difíciles y duras de la vida” pero que “la habitación del hospital y el lecho de la enfermedad pueden ser lugares donde se escuche la voz del Señor”.
“Queridos hermanos y hermanas enfermos, en este momento de mi vida comparto mucho con ustedes: la experiencia de la enfermedad, de sentirnos débiles, de depender de los demás para muchas cosas, de tener necesidad de apoyo. No es siempre fácil, pero es una escuela en la que aprendemos cada día a amar y a dejarnos amar”, confesó.
En este sentido, citó a su antecesor, Benedicto XVI, fallecido con 95 años de edad el 31 de diciembre de 2022 y que en su encíclica Spe Salvi (2007) sostuvo que “la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento” y que “una sociedad que no logra aceptar a los que sufren es cruel e inhumana”.
“Es verdad, afrontar juntos el sufrimiento nos hace más humanos y compartir el dolor es una etapa importante de todo camino hacia la santidad”, sentenció.
Con información de EFE