• Durante los últimos cinco años se ha registrado una caída en la producción de carne que equivale aproximadamente a 1.000.000 cabezas de ganado bovino

El campo venezolano se encuentra en terapia intensiva. La precaria situación en la que está la industria agropecuaria del país no llegó de la noche a la mañana; por el contrario, su deterioro fue progresivo. Con el transcurrir de los años las tierras que otrora fueron productivas se convirtieron en una prueba de las erradas políticas gubernamentales.

Las trabas impuestas por el Estado ─tales como la adjudicación de manera sesgada de las semillas y fertilizantes necesarios para la siembra, la escasa o nula disponibilidad de combustible y repuestos para la maquinaria─ constituyen algunas de las causas de esta merma en la producción agrícola, de acuerdo con Aquiles Hopkins, presidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro).

Este decrecimiento de la producción genera desabastecimiento en el mercado interno, además de la grave disminución de la renta petrolera por la caída de la producción ─único mecanismo de ingresos de divisas al país─ que no permite importar la totalidad de los rubros que se necesitan.

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Algunos rubros que han registrado una caída en su producción, según ha señalado Hopkins en diversas entrevistas, son la caña de azúcar, las caraotas, el café, las hortalizas, el arroz y el maíz. A su juicio, el último año ha sido el más “catastrófico de los últimos cien años para la agricultura y la ganadería nacional”.

El deterioro de la producción del campo venezolano ha ocasionado que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) incorpore a Venezuela en la lista de países que el organismo considera requieren “ayuda alimentaria externa” para hacer frente a los problemas de inseguridad alimentaria.

“Se prevé una reducción de la producción de cereales en 2019 con respecto al nivel ya bajo de hace un año, debido sobre todo a la falta de insumos agrícolas”, se lee en un informe del mes de julio publicado por la FAO.

Fedeagro ha expresado su preocupación por la brecha ─que se acrecienta todos los años─ entre la producción de alimentos y las cantidades necesarias para abastecer el mercado interno. Un ejemplo de ello es la producción de maíz, que se tiene previsto que este año solo cubra 10% de la demanda nacional.

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La caída del consumo de proteínas en el país ha sido una secuela del desplome de la producción agrícola, asegura Hopkins, quien además detalla que en el pasado los venezolanos consumían en promedio 42 kilogramos de pollo al año, mientras que en la actualidad difícilmente esa cifra asciende a unos 10 kilogramos. En una condición similar se encuentra la ingesta de carne, rubro que registró una disminución de aproximadamente 17 kilogramos anuales. Es decir, pasó de 24 kilogramos en su consumo a solo 7.

De acuerdo con la FAO, un adulto debería consumir un promedio de entre 20 y 25 kilogramos anuales de proteínas, mientras que los niños requieren entre 10 y 15 kilogramos, cifras superiores a las que estarían consumiendo los venezolanos.

Es debido a este déficit en el consumo de alimentos que José Graziano da Silva, director de la FAO, expresó su preocupación por los 21,2 millones de venezolanos que según él se encuentran en una “situación de inseguridad alimentaria”. Agrega que Venezuela es el país de la región que registró el mayor retroceso en la lucha contra el hambre, pues en el año 2010 la cifra de venezolanos que no se estaba alimentando correctamente era de 3,1 millones.

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La disminución del consumo de proteínas en el país durante los últimos años coincide con el aumento de los casos de desnutrición infantil leves, moderados y graves registrados por el Centro de Atención Nutricional Infantil de Antímano (Cania).

Datos publicados por Cania revelan que 48.4% de los casos que atendieron durante el año 2018 fueron de pacientes pediátricos con algún grado de desnutrición.

Los casos de desnutrición infantil representan una violación a la Ley Orgánica para la Protección del Niño y Adolescente, que en su artículo 24 establece que el Estado venezolano debe ser garante del suministro de alimentos nutritivos adecuados para los niños.

La solución planteada desde el Estado para resolver la problemática de la producción de alimentos en el país ha sido el Plan de Siembra 2019–2020, que prevé la inversión de 228 mil 439 millones de bolívares; sin embargo, esta medida ha sido catalogada por Fedeagro como insuficiente, pues aseguran que estos recursos representan aproximadamente 30 millones de dólares, una cifra que no permitiría realizar la siembra de la próxima temporada.

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Plan País

El Plan País, que es impulsado por la Asamblea Nacional conjuntamente con diversas asociaciones como Fedecámaras, Fedeagro y Conindustria, busca corregir los estragos causados por casi dos décadas de malas políticas agroalimentarias, a través de una ruta de acción que deberá ser implementada una vez se produzca un cambio político en el país.

Este Plan prevé un conjunto de metas referentes a los lapsos, de hasta nueve años, en los que Venezuela debe estar en la capacidad de abastecer la totalidad de lo requerido para el consumo interno del país.

Foto: Cortesía

Para lograr estos objetivos es necesario reformular el rol que cumple el Estado, pues debe fungir como un ente que propicie la producción en el país y no como un actor que intervenga de manera directa en la misma. Lo que supone un aumento de la disponibilidad, acceso y calidad de los alimentos que permitiría recuperar el campo venezolano.

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