• Irrecononicimiento por parte de la ley, estigmas sociales y escasez de hormonas para el proceso de transición, son solo algunos de los aspectos con los que deben lidiar las personas trans en el país

“Este es el único vicio que tengo”, dice Aisha, de 27 años, al mismo tiempo que abre una caja de cigarros. Con sus uñas de gel pintadas al estilo francesa agarra uno de ellos y comienza a fumar. Mientras el humo se dispersa en el aire, espera que cese la lluvia frente a la entrada de una farmacia.

A pocos metros, un grupo de jóvenes la observa y otros la miran de reojo cuando pasan frente a ella. Aquello no la toma por sorpresa, pues se convirtió en un blanco de miradas desde que empezó a cambiar su aspecto físico cuando era un adolescente y la llamaban por el nombre de su cédula, Nazaret Ramírez, y no por Aisha, el nombre que escogió cuando quiso ser transgénero.

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De acuerdo con el glosario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el término transgénero o trans se usa para “una amplia gama de identidades cuya apariencia y características se perciben de género atípico, como los transexuales, las personas que se visten con la ropa de otro sexo (a veces llamadas ‘travestis’) y las personas que se identifican como pertenecientes al tercer género”.

La ONU también explica que una mujer trans es aquella persona que nació siendo hombre, pero se identifica como mujer, y de forma contraria ocurre con un hombre trans. En ambos casos, estas personas pueden o no adoptar procesos de hormonización y cirugías para que su cuerpo tome las características físicas del sexo contrario.

Con una camisa de flores y un jean ajustado que resalta sus curvilíneas, Aisha cruza la calle bajo un cielo despejado para sentarse en uno de los bancos de la plaza Bolívar de Chacao, ubicada en la ciudad de Caracas. No lleva muchos accesorios, solo un bolso rojo que lleva cruzado, en él guarda sus principales artículos de maquillaje y una pequeña crema con fragancia que usa al terminar de fumar.

Infancia en el cuerpo equivocado

Una vez que Aisha llegó a la adultez, su madre le contó que cuando estuvo en su vientre le hablaba como si fuese una niña, porque pensaba que así nacería. Sin embargo, terminó teniendo en sus brazos a un niño y, aunque explica que su madre lo criaba como tal, desde que era pequeño comenzó a tener comportamientos distintos a los de su género.

Los carritos no eran sus juguetes favoritos y cada vez que su madre salía de casa, Aisha relata que se colocaba su ropa y se pintaba la cara con su maquillaje, “porque ella es una mujer muy coqueta, y yo la copiaba”. Aunque esta la regañaba al regresar, ella seguía prefiriendo jugar con las cosas de su mamá.

Para el psicólogo Manuel Fariñas es difícil que los padres de un niño puedan estar seguros de que su hijo se siente identificado con el género contrario cuando son tan pequeños, debido a que “no se sabe a ciencia cierta cómo va a terminar su orientación sexual ni su conducta futura a partir de pequeños rasgos”.

“Tiene que haber mucha observación y hay que estar muy atentos a todas las manifestaciones sin sacar conclusiones a priori. No hay que precipitarse ni tampoco tratar de castigar cosas que puedan asumir como equivocaciones o conductas desviadas”, agrega el especialista para El Diario.

A medida de que los años pasaban, Aisha seguía copiando conductas femeninas, pero no fue hasta los 15 años que le confesó a su madre que se sentía en el cuerpo equivocado. Su padre, de quien habla poco, lo supo después. En ese entonces, él trabajaba como policía y mostró su completo desagrado.

“Claro, como a toda madre le va a caer fuerte porque no es fácil, ella estaba criando a un varón, pero yo digo que madre es madre y nunca va a querer el mal para su hijo, y eso es lo que yo siempre le agradezco a mi mamá”, relata.

En su época de bachillerato asegura que no faltaron señalamientos y comentarios de sus compañeros de clases. Sin embargo, sostiene que aprendió a ignorarlos. “Siempre le mostré al mundo quién era yo y nunca me cohibí”, dice Aisha, quien también recibió acompañamiento psicológico en su colegio por petición de su madre.

Organización Mundial de la Salud En junio de 2018, la (OMS) eliminó la “incongruencia de género” de su lista de enfermedades mentales, y la cambió a la lista de condiciones de salud sexual, lo que quiere decir que las personas transgénero dejaron de ser consideradas con un trastorno psicológico

“La razón es que, si bien la evidencia ahora es clara de que no se trata de un trastorno mental y, de hecho, clasificarlo de esta manera puede causar un estigma enorme para las personas transgénero, sigue habiendo importantes necesidades de atención médica que se pueden satisfacer mejor si la condición se codifica en la Clasificación Internacional de Enfermedades”, se lee en su página web.

Aisha no muestra indiferencia por la religión; al contrario, asegura que cree en Dios y a menudo hace referencia a él y a su madre, a quien describe reiteradamente como “lo más sagrado que tiene”.

“Mi mamá siempre me dijo estas palabras que nunca se me olvidan: ‘Si usted va a ser trans y usted va a cambiarse, sea mujer, compórtese como una mujer decente y tenga clase, porque usted no va a ser igual que los demás’. Yo siempre lo he dicho, hay trans que no se dan a respetar y muchos hombres nos señalan y nos critican”.

Transición anhelada

Foto: Víctor Salazar

Para la Real Academia Española (RAE), cuando hablamos de hormonas nos referimos al “producto de secreción de ciertas glándulas que, transportado por el sistema circulatorio, excita, inhibe o regula la actividad de otros órganos o sistemas de órganos”. Una gran variedad de estas se encuentran en el cuerpo humano, pero en el caso de las mujeres hay dos tipos de hormonas sexuales: el estrógeno y la progesterona.

Como lo explica la guía Atención de la salud integral de las personas trans, publicada por el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable de Argentina, un hombre pueda adoptar una apariencia física femenina mediante el proceso de hormonización con estrógenos y/o antiandrógenos, estos últimos caracterizados por inhibir los efectos biológicos de las hormonas sexuales masculinas.

A medida de que transcurría su pubertad, Aisha iba con más frecuencia a peluquerías, allí hizo varias amistades trans que la aconsejaron sobre la hormonización, por lo que decidió, a propio riesgo y sin el seguimiento de un especialista, automedicarse con los anticonceptivos Diane 35 y Minigynon, fármacos que contienen el estrógeno etinilestradiol.

Mi cambio hormonal fue avanzado, iba sintiendo que me cambiaba todo: la voz, se me disminuían los vellos de la cara, la piel se volvía un poco más lisa, el cabello me crecía más”, relata Aisha, quien también comenta que tuvo cambios de humor en su etapa de transición. Entretanto, su madre la seguía apoyando.

De acuerdo con el psicólogo Fariñas, la recomendación hacia los padres y allegados de personas trans es aceptarlos y acompañarlos, así como “poner por delante la vida, dado el conjunto de casos que se han escuchado por suicidios de personas que han sido rechazados por sus familiares”.

Como también lo enfatiza, para Fariñas es importante que se estudie sobre el tema, porque “no podemos aceptar algo que no conocemos, es un error decir ‘yo lo acepto’, pero finalmente no sabes nada acerca de todas estas variables de la sexualidad completamente naturales. Aquí no tenemos que buscar demonios ni falsas creencias”.

Ante la escasez y los altos precios de fármacos que se ha acentuado en el país, Aisha dejó de hormonizarse cuando tenía 24 años aproximadamente. Para agosto del presente año, el precio de una caja de este fármaco varía entre Bs 77.000 y Bs 113.000, lo que representa más de un sueldo mínimo en Venezuela, ubicado en 40.000 bolívares.

“Ahorita sí se hace un poco difícil, te estoy hablando de hace cinco años atrás que se podía tomar hormonas y la situación del país estaba más estable. Una trabajaba y lo que gastaba era para el cambio hormonal”, agrega.

La hormonización no fue el único proceso que siguió Aisha para parecerse físicamente a una mujer, pues a los 18 años pasó por primera vez por el quirófano para que le realizaran una operación de glúteos, como lo explica, “yo siempre pensé que si me iba a vestir de mujer no quería hacer el ridículo. Lo primero que me hice fueron los glúteos por eso mismo, porque quería tener la forma de una mujer y poder sentirme femenina”.

Irreconocimiento legal

Foto: Víctor Salazar

Como algo ajeno a ella, Aisha toma su cédula de identidad. En la foto no se observa su rostro maquillado ni cejas definidas, tampoco su cabello negro suelto y planchado. En aquel papel sigue estando Nazaret, porque Aisha Ramírez no existe legalmente para el Estado Venezolano, y con eso ella también debe lidiar.

“Yo en esa parte de verdad me siento humillada”, dice sin titubeos, porque para ella la falta de implementación de leyes que reconozcan la identidad de las personas trans se resumen en una falta de apoyo y respeto.

“Ya es hora de que legalicen que los transexuales puedan cambiar su cédula de identidad, para que un policía te pida la cédula y tengas tus papeles de mujer, así no te diga: ‘Tú eres un hombre, párate ahí que no eres mujer’, porque hay policías que son así”, agrega.

En el artículo 146 de la Ley Orgánica de Registro Civil se establece que:

Toda persona podrá cambiar su nombre propio, por una sola vez (…) cuando este sea infamante, la someta al escarnio público, atente contra su integridad moral, honor y reputación o no se corresponda con su género”. Sin embargo, no se esclarece la posibilidad de cambio por identidad género.

Tamara Adrián, abogada venezolana que se convirtió en 2015 en la primera diputada transgénero de América Latina, asegura que en el país existe una “reinvolución en todos los aspectos” y que la comunidad de personas trans está completamente desamparada, debido a que además de no reconocer su identidad, no se les protege en educación, salud, vivienda y trabajo.

“Sin identidad, tu situación es lo más parecida a la de un inmigrante ilegal, pero en tu propio país. El inmigrante ilegal no puede presentar un documento de identidad en el país en el que está y las personas trans tampoco”.

Asimismo, la diputada menciona que en la región ha habido un avance importante en materia legal hacia las personas trans, porque estas son reconocidas en México, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia y Perú.

Sin dificultad, Aisha mira a la cámara, comenta que le gusta el mundo de la televisión y que desea irse vivir a España. Con una sonrisa, asegura que se siente conforme con su transición y reconoce que no tiene como prioridad someterse a una cirugía de reasignación de sexo.

Yo todavía estoy joven, más bien voy demasiado avanzada en mi transformación y le doy gracias a Dios. Ahorita quiero hacerme mis senos, estoy en eso, también quiero hacerme la nariz, un retoquito, pero no quiero ponerme a inventar ni exagerar”, comenta.

La calle se convirtió en el lugar donde un cúmulo de miradas sigue los pasos de Aisha. Algunos hombres, sin disimulo, se detienen a observarla y escucharla. Por su parte, un grupo de niñas que patina en la plaza habla en voz baja mientras la ven caminar. “¿Es una mujer?”, pregunta una de ellas; pese a que tuvo otro cuerpo al nacer, para Aisha no hay duda de que la respuesta será siempre afirmativa.

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