• La ciudad financiera y centro semiautónomo de la República Popular China ha sido el foco de varias manifestaciones en contra de la intervención del Partido Comunista chino en las leyes de la ciudad

En las últimas semanas la ciudad semiautónoma de Hong Kong, en China, ha sido la locación de una serie de protestas que han interrumpido la rutina diaria de sus habitantes. Millones de ciudadanos hongkoneses salieron a las calles para demostrar su desacuerdo ante un proyecto de ley que pretende establecer una serie de acuerdos entre el Partido Comunista de la China Continental y el parlamento autónomo de la ciudad para permitir la extradición de criminales que se resguardan en los vacíos legales existentes entre los dos sistemas de gobierno.

Aunque parezca una medida razonable para evitar el encubrimiento de algunos delincuentes, esta disposición significa una intervención del gobierno chino en el funcionamiento legislativo de Hong Kong, ciudad que posee su propia moneda, pasaporte, idioma y bandera.

Esta situación generó que el 9 de junio más de un millón de ciudadanos salieran a las calles para protestar contra la implementación de dicho proyecto de ley, lo que significa que uno de cada siete habitantes participó en la protesta.

En primera instancia, fueron movilizaciones pacíficas, pero ante la mirada desviada de la alcaldesa de la ciudad, Carrie Lam, y la brutalidad policial, las protestas presentaron una escalada de violencia.

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El 11 de junio, un día antes de la segunda discusión de dicho proyecto de ley y ante la negativa de la alcaldesa, los manifestantes se posicionaron en los alrededores del Palacio Legislativo. La mañana siguiente miles de personas se unieron al clamor de quienes protestaban y trancaron todas las entradas al sitio, situación que ocasionó la reprogramación de la discusión del proyecto. Con el transcurrir de las horas la tensión entre los ciudadanos y las fuerzas policiales aumentó. La policía de la ciudad pedía el desalojo de las calles, pero la cantidad de manifestantes aumentaba. Al finalizar la tarde los cuerpos antidisturbios arremetieron contra la población, dejando un saldo de 81 heridos.

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Después de este hecho la alcaldesa Carrie Lam suspendió el proyecto de ley pensando que esto frenaría el avance de las protestas, pero no fue así. Los ciudadanos de la ciudad pedían la cancelación total del proyecto, no su suspensión.

El 1° de julio estuvo signado por la irrupción de varios manifestantes en las inmediaciones del Palacio Legislativo nuevamente. Más allá del conflicto desatado por el proyecto de ley, los residuos de la “Revolución de los paraguas” — una serie de protestas en las que la población mostró su rechazo a nueva reforma electoral en 2014 — mantenían sus exigencias: sufragio universal en la ciudad semiautónoma de China.

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Autoridades vs ciudadanos

El 21 de julio cientos de ciudadanos fueron agredidos por grupos delincuenciales en el Metro de la ciudad. Y aunque llamaron a las autoridades que se encontraban a 31 kilómetros de distancia, la respuesta de las fuerzas policiales tuvo lugar una hora después del suceso. Esto provocó una serie de acusaciones por parte de los ciudadanos en las que infieren un acuerdo entre la policía y las mafias, lo que genera más desconfianza ante las autoridades.

Durante los primeros días de agosto las protestas se extendieron por todos los rincones de la ciudad, pero el gobierno de Hong Kong no mostraba señales de estar dispuesto a escuchar las demandas de la población por un estado más democrático y por las investigaciones ante la brutalidad policial. Las formas de protestar cambiaron y 2.300 empleados de la aviación se unieron a la movilización, provocando la cancelación de 240 vuelos del octavo aeropuerto más concurrido del mundo.

También se suspendió el funcionamiento de las líneas de Metro más importantes y se bloquearon avenidas y autopistas en siete distritos de Hong Kong. La policía trató de sofocar los puntos de protestas con bombas lacrimógenas, pero esto generó enfrentamientos contra los manifestantes.

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Posteriormente, el 12 y el 13 de agosto los ciudadanos tomaron el aeropuerto principal de la ciudad, causando la cancelación de cientos de vuelos y la mirada confundida de miles de pasajeros que se vieron inmersos entre las fuerzas policiales y los manifestantes.

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La ira e impotencia de la muchedumbre se vio reflejada en el maltrato a varias personas acusadas de ser espías del gobierno chino en el aeropuerto.

Al día siguiente circuló en las redes sociales un flyer que decía: “Pedimos disculpas por nuestro comportamiento, pero estamos demasiado asustados”. Muchos manifestantes se sentían arrepentidos por la conducta violenta del día anterior.

Pero la violencia no se detuvo, sino que se intensificó en las semanas siguientes, desembocando en una serie de nuevos enfrentamientos entre los ciudadanos y las fuerzas policiales. En iCable, afiliado de CNN en Hong Kong, se pueden ver a varios integrantes de la policía sacando sus armas y apuntando a los manifestantes que se acercaban a ellos.

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Incluso la actriz china Liu Yifei, protagonista de la nueva película de Disney Mulan, fue víctima de cientos de críticas por mostrar su apoyo al gobierno de Carrie Lam y por defender las estrategias de violencia utilizadas por la fuerza pública. “Apoyo a la policía de Hong Kong. Pueden atacarme ahora. Qué pena para Hong Kong”, escribió la actriz en Weibó, una red social china parecida a Twitter.

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Después de ese comentario salieron a relucir miles de críticas en Twitter por parte de los manifestantes a través de la etiqueta #BoycottMulan. La mayoría de las comentarios se realizaron a través de Twitter, red que está prohibida en el territorio, y los elogios a la postura de la actriz ocurrieron a través de Weibó, gesto que demuestra el dominio del aparato de comunicación del gobierno chino sobre la opinión de los ciudadanos.

En los últimos días las protestas no se han apaciguado y los ciudadanos de Hong Kong, que piden más democracia y están en contra de la intervención política del Partido Comunista de China en la ciudad, se han mantenido en las calles. Sin embargo, la protesta se ha transformado en una muestra simbólica para unificar las luchas sociales. Este 28 de agosto salieron nuevamente a las calles pero en apoyo al movimiento #MeToo en contra de los abusos sexuales perpetrados por policías.

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