• La cantante venezolana recorre la vida persiguiendo sus sueños. Este jueves alzó el afamado premio, que según contó al momento de su nominación, confirmaba que no se necesita hacer música comercial para ser reconocida

Marianella Rojas es una venezolana que parece distinguirse del resto. Una imagen relajada, muy natural, como la de una bohemia rebelde que persigue sus sueños. La determinación y la pasión por lo que hace siempre han marcado su vida. Todo se refleja en su música. Se rehúsa a acoplarse a lo comercial, a lo que ella llama “la música de radio’’.

Nella, como es conocida en el mundo de la música, dice caracterizarse por su capacidad de asumir riesgos. Una vez que se propone algo, trabaja por ello. Pone como ejemplo la determinación que tuvo al dejar su hogar de origen, la Isla de Margarita, para irse a estudiar a Estados Unidos.

“Me fui con un solo semestre pago y al final lo logré (terminar sus estudios) porque estuve determinada a hacerlo. Luego, desde que estaba en Boston, me quería ir a Nueva York. Sabía que no era un paso fácil, pero ahora tengo dos años aquí, trabajando en mi disco. Siento que se puede querer muchas cosas, pero si no trabajas por ello es muy difícil. Yo creo mucho en la visualización, escribo lo que quiero, donde me veo y donde me vería en unos años, lo que quisiera y luego me pongo a trabajar en ello”, dice en exclusiva para El Diario.

Nella alzó su primer Grammy, como Mejor Nuevo Artista, este 14 de noviembre. All. Al recibirlo agradeció a la vida por rodearla de personas que creyeron en su visión; a Javier Limón, a quien describió como su mentor, su gran amigo y productor. A Berklee, una universidad privada de música más grande del mundo ubicada en EE UU. A su familia, a sus amigos y, en especial, a Venezuela.

“Y a todos aquellos que, como yo, vienen de otro país y están aquí diariamente luchando por mejores oportunidades. Ustedes son mi inspiración. Muchísimas gracias”, dijo mientras levantaba con júbilo el afamado premio, que recibió durante la gala celebrada en Las Vegas.

Para ella, su nominación confirmaba que no se necesita hacer música con fórmula de radio para ser reconocida. “Cantar con honestidad, teniéndola como bandera, y ser real, es bien apreciado por el público”, asegura la joven margariteña desde Nueva York.

“Es un gran orgullo, un gran honor saber que la Academia reconoce este tipo de trabajo, que no hubiese sido posible sin Javier Limón como productor”, reitera.

Los escenarios son su espacio de libertad, donde entrega todo y no existen preocupaciones, problemas ni angustias. Donde se libera, donde vuela.

En sus inicios, Nella cantaba en bodas y eventos para poder costear sus gastos cuando vivía en Caracas, donde estudió en la Escuela Contemporánea de la Voz. La muchacha que era antes y la mujer que es ahora atesoran los mismos atributos: la constancia y el enfoque.

“No importa si estoy cantando en una boda o si estoy cantando para 1.000 personas, para 20 personas o con Alejandro Sanz — como tuve la oportunidad — . Para mí el público merece respeto donde sea, como sea, sin importar la cantidad o el lugar. Siempre lo he tenido en cuenta”, expresa.

Salió de Venezuela sin darse a conocer. Sin embargo, recuerda que hubo un tema que le permitió presentarse ante Venezuela y el mundo: “La negra Atilia”, un merengue venezolano que conoció a través de un estadounidense, mientras estudiaba en el Berklee College of Music.

“Es un tema que ha marcado un antes y un después en mi carrera. En mi vida. Fue después de haber lanzado ese video con el que toda Venezuela se enteró de que yo existía. Yo me fui sin que nadie me conociera como artista, y no fue hasta después de estar aquí en Estados Unidos que me conocieron. Lo hice al revés. Lo hice más difícil porque simplemente es más difícil hacerlo desde afuera”, explicó la cantante.

“La negra Atilia” marcó un hito en la historia de Nella. Con él conoció a Jorge Drexler, cantautor uruguayo, quien le dio la idea de abrir todos sus conciertos con ese tema. También le permitió iniciar una relación musical con Javier Limón y hacer un dúo con el venezolano Ilan Chester para un disco suyo.

Sin embargo, una de las melodías que más disfruta entonar, con la que más se conecta e identifica, además de “Me llaman Nela”, es “Los nacidos”, que se ha convertido en una de las letras que le es más difícil de interpretar en vivo por lo que representa.

“No es porque la letra tenga algo que ver conmigo, pero es hermosa. Una forma de escribir y de hablar de los migrantes desde una canción de amor’’, agrega.

De regreso a casa

Nella regresa a Venezuela donde hará presentaciones en Margarita las primeras semanas del mes y en Caracas, en el Centro Cultural BOD de La Castellana, el 12 de diciembre.

Siempre que piensa en su país, en su familia, trata de no hacerlo con tristeza. Dice llevar a Venezuela siempre consigo y lamenta su situación actual, aunque considera que no durará para siempre. Para ella el respeto, la unión y el amor son elementos fundamentales para un futuro cambio.

“Como dijo Rubén Blades, yo no siento que tenga que mencionar o pensar en Venezuela para acordarme de ella. Yo soy Venezuela de arriba abajo. Yo crecí, nací en la Isla Margarita, y creo que no podría ser más venezolana. Llevo a Venezuela conmigo, a donde vaya, en mi música”, dijo Nella antes de lograr su primer Grammy Latino.

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