- Las medidas aplicadas por el régimen de Nicolás Maduro de respuesta a la epidemia del Covid-19 han dificultado que las personas con insuficiencia renal reciban sus tratamientos con normalidad
Yohelis Céspedes y su hijo Ángel Céspedes, de 13 años de edad, comparten algo más que el apellido y uno que otro rasgo familiar: ambos son pacientes renales y deben recibir hemodiálisis todas las semanas, pues su vida depende de ello.
Cada lunes, miércoles y viernes, sin excepción, Yohelis se levanta a las 2:00 am, hace desayuno, arregla todas sus cosas y sale de su casa ubicada en los Valles del Tuy (estado Miranda) para ir en autobús hasta Caracas, donde ambos reciben sus diálisis.
El pasado lunes 16 de marzo esta rutina fue interrumpida abruptamente debido a que el régimen de Nicolás Maduro ordenó una cuarentena social, que entre otras cosas, implica restringir el paso entre una y otra cuidad para evitar la propagación del coronavirus de Wuhan.
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casos confirmadosEsa madrugada la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) cerró el paso en la autopista regional del centro y le pidieron a quienes iban en el autobús que regresaran a sus casas para cumplir con la cuarentena.
En vista de que por vía telefónica no conseguiría apoyo, tuvo que bajarse del autobús y habló directamente con uno de los guardias.
“Mi hijo y yo somos pacientes crónicos y no podemos dejar de ir a diálisis”, le dijo al funcionario, quien después de un rato permitió el paso con la advertencia de que no volvería a suceder.
Cuando por fín pudo cumplir con su tratamiento, decidió buscar la manera de quedarse en Caracas para evitar malas experiencias en el resto de la cuarentena. Comenzó a preguntarle a sus conocidos quién le podría brindar alojamiento. Actualmente se queda en casa de una amiga en Petare, al este de Caracas
A pesar de que ha permanecido en la ciudad capital y no ha tenido más obstáculos para llegar a su tratamiento en la unidad de diálisis Juan Pablo II (avenida Nueva Granada), la falta de efectivo y alimentos ya le está jugando en contra.
En este momento una de las mayores preocupaciones de Yohelis es que ella o su hijo se contagien de Covid-19, pues saben que cada vez que salen se exponen y además ambos son pacientes de alto riesgo al estar inmunosuprimidos.
Aunque esta crisis que vive Venezuela es inédita, los pacientes renales del país ya afrontaban ciertas dificultades antes de que se reportaran los primeros casos de Covid-19 en la nación.
Yohelis ya tiene 8 años dializándose y Ángel tres años. Ambos han visto de primera mano cómo la escasez de medicamentos, la falta de personal de salud e incluso las carencias en los servicios de agua y electricidad han impedido en ocasiones que los tratamientos se cumplan como debe ser.
Por su condición y por el hecho de que debe cumplir tres veces a la semana con el tratamiento, Yohelis no ha logrado conseguir un trabajo estable que le permita cumplir con lo que ella y su hijo requieren.
Con poco dinero y comida, madre e hijo continuarán en la ciudad para aplicarse sus tratamientos, pues el asistir a diálisis – a pesar del riesgo de contagio – es lo único que les da una sensación de seguridad en sus vidas en este momento.
Una crisis generalizada
Los impedimentos para acudir a las unidades de diálisis en todo el país se han generalizado. Pacientes y organizaciones no gubernamentales han denunciado que los cierres de las vías y la escasez de gasolina han sido problemas constantes en lo que va de cuarentena.
Francisco Valencia, director de la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida), aseguró para El Diario que ha recibido llamadas desde diferentes estados del país en los que la circulación ha sido restringida por las medidas dictadas por Nicolás Maduro.
“Como hay poca disponibilidad de máquinas de diálisis en el país, muchos pacientes deben cumplir su tratamiento en una ciudad distinta a la que viven”, explicó el activista de Derechos Humanos.
A pesar de que ya han pasado casi dos semanas desde que se confirmaron los primeros casos de Covid-19 en el país, las irregularidades y preocupaciones de los afectados no han cesado.
“Hemos tenido denuncias de personas con insuficiencia renal que han pasado hasta 8 horas para conseguir gasolina, incluso las ambulancias de uso privado que trasladan a los pacientes, que por su condición no pueden ir solos, han tenido que pagar hasta un dólar por cada litro de gasolina”, expresó Valencia.
El representante de Codevida también calificó de preocupante la escasez de tapabocas y otros implementos de protección que son necesarios para quienes tienen el sistema inmune comprometido.
Valencia exhortó a las autoridades nacionales a aplicar mecanismos para garantizar el tratamiento a los pacientes renales y los representantes de las unidades de diálisis emitir constancias que les permitan a los pacientes el libre tránsito.
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Mientras los días de cuarentena siguen corriendo, los pacientes renales deben salir a la calle para mantenerse con vida, pues la diálisis es lo único que se los garantizará en este momento de incertidumbre para el mundo.