En los tiempos que estamos viviendo se ha vuelto recurrente entre nuestros amigos y familiares el concepto del teletrabajo. Pero esta migración no ha sido tan fácil como se cree, mucho menos para las personas que llevan gran parte de su vida laborando con el constante contacto humano. 

Se trata de un término que se puede describir como “trabajar en cualquier lugar distinto al escritorio de la empresa”. No únicamente en el hogar, no es un término que sea sencillo de dominar y parece que las personas que están en esta situación necesitan una ayuda para entender cómo se practica de manera adecuada, conociendo sus límites.

Ya estamos en fase de “flexibilización de cuarentena” en varios países, pero eso no quiere decir que las empresas vuelvan a funcionar como antes. El Covid-19 hizo que el concepto de teletrabajo estallara y con esto que los dueños de compañías vieran las ventajas y desventajas de una vida laboral remota. 

El teletrabajo tiene varios beneficios, tanto para el empleador como para el empleado. El primero de los dos puede evaluar qué tan rentable es tener un lugar donde aglomerar a todas las personas que trabajen para él o si es más factible que cada uno de los trabajadores hagan sus labores desde casa; el segundo puede gestionar mejor su tiempo, dedicarlo a más cosas que no podía antes. Ya los trabajos con horarios parecen estar caducando y se hacen más fuertes los que son con metas. 

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En una balanza entre estar remoto o presencial parece que claramente nos inclinaría hacia el teletrabajo, pero no todo es tan maravilloso como desearíamos. En la práctica, esta relativamente nueva manera de trabajar suena perfecta, pero hay unos puntos que no deja que lo sea, más en un país como en el que vivimos. 

Un amigo muy cercano me comentó hace unos días y cito: “nunca había trabajado tanto como antes, me siento mucho más presionado”, lo que automáticamente me puso a pensar en si realmente nos convertimos en esclavos del teletrabajo. Me siguió comentando que no tenía tiempo para emprender nuevos proyectos o realizar otras labores porque su trabajo “lo estaba consumiendo”. 

Muchas personas confunden el trabajar en casa con estar disponible todo el tiempo, los horarios ya no se cumplen porque presuntamente “estás en la comodidad de tu hogar” y aunque en varios trabajos entienden que las horas de trabajo concluyen, en otros hacen caso omiso a esto. Trabajar hasta las 12:00 am no es sano y es más común de lo que parece. 

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Pero el hecho de no respetar los horarios no parece ser lo más grave. Aunque es muy preocupante en este asunto, a muchas personas se les olvida que vivimos en Venezuela, el país donde un día amaneces con electricidad, pero sin agua, o viceversa; donde ya de por sí estamos a contrarreloj para salvar nuestra salud mental como para agregar una nueva preocupación a nuestra gran lista. 

¿Las tecnologías en Venezuela están a la altura para hacer teletrabajo? Revisa la velocidad de tu Internet y tendrás la respuesta. No solo es la pobre conexión de banda ancha que tenemos, que no sirve ni para descargar archivos o seguir transmisiones, es que en muchos casos los trabajadores no cuentan con este servicio por la destrucción de las comunicaciones en el país. 

Muchas veces los equipos con los que se cuentan para trabajar están obsoletos, no funcionan para realizar la labor que se exige y las personas tienen que hacer malabares para lograr lo solicitado. Nos estamos convirtiendo en esclavos de la tecnología desde hace mucho tiempo, pero ahora nos está consumiendo poco a poco. 

Dejemos atrás las cuestiones más técnicas y centrémonos en lo humano. El poco contacto con otras personas nos convierte en sedentarios y menos sociales, algo que no está en la naturaleza del ser humano. Todo se convierte en un vicio: despertar, comer, trabajar, dormir y repetir. 

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Otro punto muy importante es que las generaciones jóvenes ya estamos más que acostumbradas a cómo funcionan las tecnologías, pero ¿qué pasa con los trabajadores veteranos de una empresa? Se puede decir que están siendo abandonados, pocas compañías capacitan a los empleados para trabajar desde casa. He visto docentes agobiarse y luchar para dar clases de manera online, la docencia debería ser de las profesiones más cuidadas, por todo lo que significa impartir educación.

¿La esclavitud que causa el teletrabajo puede desaparecer? Sí, y para esto es muy importante la comunicación, primero con los supervisores. Hablar es muy importante para tener armonía en el plano laboral, sea en una oficina o desde casa; explicar tus inquietudes y hacer entender a las otras personas tus necesidades básicas como humano. 

WhatsApp y Zoom son herramientas muy utilizadas hoy en día, y no es que hagan a un lado el contacto con la otra persona, pero nos acercan mucho más si sabemos cómo manejar estas aplicaciones. Trata de consumir buen contenido en las redes sociales, no caigas en lo tóxico, no necesitamos más preocupaciones sin sentido. 

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A los dueños, jefes y supervisores solo un consejo desde mi más humilde opinión: escuchen, no solo oigan, escuchen detalladamente a sus trabajadores, tomen por un momento el lugar de la persona que está por debajo de ustedes y háganla sentir bien con lo que está haciendo. Como dicen por ahí: si haces feliz y tranquilo a una persona, esta dará el cien por ciento. 

A los empleados, tengan en cuenta que sus supervisores quieren lo mejor para la empresa, sabemos que muchas veces no se expresan de la mejor manera pero la mayoría no quiere lastimar. También establezcan sus horarios y no trabajen de más, tengan un espacio tipo oficina para trabajar, vístanse como si fueran a su trabajo, salgan de casa cuando se pueda o realicen algo fuera de sus labores, y si se sienten muy agobiado cambien de ambiente, busquen un lugar en el hogar donde se sientan a gusto. 

No estamos en un momento muy placentero de la historia, el mundo está viviendo un situación muy difícil y nuestro país agrava cualquier tipo de problema. Con todas las dificultades que tenemos para vivir no podemos dejar que el trabajo se convierta en una de ellas, hay que ejercitar nuestra mente para ser mucho más fuertes. 

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