• Por la naturaleza de la actividad, y el impulso que dio el covid-19, el teletrabajo se está desarrollando en áreas gerenciales y de administración principalmente. Pero una vez superada la emergencia sanitaria, quedará el aprendizaje y la necesidad de ir hacia esquemas de trabajo flexibles, en un contexto de servicios públicos deficientes, que dificultan la movilidad de los empleados

¿Es la nueva economía? ¿Es parte de la nueva normalidad? ¿Es solo una forma más de trabajo? Independientemente de la respuesta que se espere, lo cierto es que el trabajo a distancia o teletrabajo llegó para quedarse en Venezuela, opinan expertos consultados por el equipo de El Diario.

No es una novedad. Hace más de 30 años se habla en el mundo de este método que llegó de la mano del avance de la tecnología de la información (TI).

En los años más recientes y con las limitaciones que imponen en Venezuela no solo los deficientes servicios públicos, sino la escasez de bienes, entre ellos, el dinero en efectivo para trasladarse en transporte público, el teletrabajo –más allá del confinamiento por el covid-19–, ha venido ganando espacios, aunque focalizado en servicios profesionales.

Se han roto paradigmas en el mundo de los servicios profesionales, en áreas de consultoría (cualquier rubro), de contabilidad, bursátil. La pandemia dio un empujón radical”, afirma Alfonso Riera, fundador de Front Consulting Group y promotor continental del Observatorio Iberoamericano de Franquicias.

Dice que el covid-19 hizo que el teletrabajo incidiera de manera interesante en el área de la medicina. “Vemos telemedicina por la pandemia y ciertas compañías de seguro acordaron con empresas de telemedicina y clínicas que adoptaron la telemedicina y agregaron el servicio en las pólizas de salud”.

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Psicólogos y profesores se están valiendo del teletrabajo en estos tiempos que no pueden atender a sus pacientes o estudiantes de manera presencial y así les garantizan la asistencia.

Riera añade que el coaching, muy de moda en la última década en el país, se está haciendo a distancia utilizando las herramientas disponibles para ello.

Y aunque en menor proporción, el teletrabajo también se ha hecho presente en el mundo del fitness. Riera comenta que “ante el cierre de gimnasios, los instructores han buscado opciones para seguir entrenando, como en casos de zumba, aerobics, a través de videos o teleasistencia”.

¿Venezuela está preparada para lo que viene?

A grandes rasgos, la gerencia venezolana es anticuada. “El liderazgo tradicional no está preparado para el teletrabajo. Tenemos una gerencia obsoleta. Nos quedamos en patrones tradicionales de evaluación del trabajo, en función de que se cumpla un horario y no objetivos”, comenta Raúl Briceño, director general de Conestructuras, una firma de consultoría en el área de Recursos Humanos. 

A propósito de la llegada del covid-19 al país, Conestructuras realizó en marzo un estudio sobre las posibilidades de implementar el teletrabajo en las organizaciones venezolanas.

En dos mediciones a 45 empresas con nóminas entre 10 y 8.000 trabajadores, con un promedio de 680 empleados, se encontró que los cargos de gerencia de administración, los puestos administrativos y apoyo, así como los técnicos operacionales, especialistas, vendedores y profesionales, concentran las mayores posibilidades, en caso de que pudieran contar con el equipamiento necesario y la actitud al trabajo independiente.

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El muestreo general arrojó que en 41% de los puestos es posible poner en práctica el teletrabajo. Pero al circunscribir el área de acción a empresas de consumo masivo, producción y manufactura, logística y construcción, el número se reduce a 19%.

Al preguntar a la alta gerencia sobre la aplicación del teletrabajo en su empresa, 63% respondió Adecuada/Acertada/Posible, mientras que 26% señaló que la veía posible, pero costosa y complicada y 11%, inaplicable.

Tomando en cuenta los puestos en los que podrían hacerse teletrabajo, esto fue lo que se obtuvo:

Teletrabajo en Venezuela, entre la gerencia arcaica y servicios deficientes


De forma detallada, la encuesta arrojó las siguientes respuestas: Actualmente se está laborando de esta manera; en la empresa aplica el teletrabajo, pero no se podría operar solo con eso; tendría que haber un cambio cultural en el cliente y en los trabajadores; se podría realizar, pero disminuiría la productividad y rentabilidad de la empresa; no tienen el equipo y el personal para implementar teletrabajo; no, tenemos planta en trabajo continuo; no, dejaría de existir.

La intención de las organizaciones a ir hacia esta forma de trabajo no es suficiente. El deterioro de la infraestructura de servicios en el país es una realidad que hay que enfrentar.

Consultados sobre la principal debilidad que podría tener la empresa al implementar el teletrabajo, las respuestas fueron varias: calidad de los servicios (electricidad y conexión a Internet), carencia de procesos definidos y de conocimiento de las plataformas para el teletrabajo, disponibilidad y costo de equipos, mala calidad de técnicos en software, ausencia de cultura de trabajo remoto, falta de disciplina, falta de experiencia, la correcta supervisión del trabajo del empleado y la segmentación del equipo de trabajo. 

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La introducción del trabajo a distancia ha permitido que algunas empresas, en medio de la cuarentena por el covid-19, mantengan operaciones. 

Como ha venido ocurriendo, Venezuela entra en esta ola obligado por las circunstancias, no de manera planificada, aducen gerentes consultados por Conestructuras.

A nivel mundial solo 20% de las empresas dice que no pueden ir al teletrabajo, pero el 80% restante está avanzando en ello”, señala Briceño, quien recomienda a sus clientes prepararse en esa dirección”.

El covid-19 terminará de instalar el teletrabajo 

Aunque a agosto de 2020 parece una realidad ceñida a “sectores elitescos”, como lo definió Alfonso Riera, promotor continental del Observatorio Iberoamericano de Franquicias, es una tendencia que terminará imponiéndose en Venezuela en las actividades económicas en las que tenga cabida.

Briceño destaca que al mes de julio y desde el inicio del confinamiento, 90% de las empresas de la muestra había trabajado, aunque sea una vez. Precisa que progresivamente fueron reanudando operaciones, bien sea de manera presencial o a través del teletrabajo.

“La gran mayoría de las empresas son pequeñas y medianas. Requieren trabajo presencial, pero van a darse muchos cambios”, observa Emilse Plata, directora ejecutiva de la Asociación Venezolana de Gestión Humana (AVGH), quien no duda en señalar que habrá una reestructuración en las actividades.

Plata indica que ir al teletrabajo representará para algunas empresas –incluyendo el equipamiento al trabajador– una reducción de costos, ya que asumían gastos de transporte y comida. Y para otras supondrá una disminución en gastos de alquiler porque ya no necesitarán tantos metros cuadrados para poder operar, señala Riera. Los espacios de trabajo serán más pequeños y se requerirá la presencia de algún personal de manera puntual, en horarios rotativos o por turnos.

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Sin embargo, Plata dice que el teletrabajo ha representado en algunos casos un motivo de estrés por los problemas de conexión a Internet o de suministro de electricidad. En este sentido, recomienda a la gerencia darle herramientas a sus colaboradores para manejar el miedo, el estrés y el duelo, que son las emociones que de manera mayoritaria están presentes en los venezolanos y que pueden incidir en el desempeño laboral si no hay una orientación adecuada.

Plata aconseja a la gerencia una comunicación asertiva, conocer cuáles son sus necesidades básicas y su situación emocional en el contexto de la pandemia, para ofrecer respuestas y poder ayudar. Más aún cuando el colaborador debe atender el trabajo desde el mismo sitio en el que realiza labores domésticas y en compañía de la familia.

El teletrabajo es una realidad que irá ganando cada vez mayor auge en el país, más allá del covid-19, por los obstáculos propios que representa la destruida infraestructura de servicios, que dificulta la movilidad del personal. 

Empresas y trabajadores tienen por delante el reto de flexibilizarse, de adaptarse. Lo que vendrá serán entornos virtuales o semipresenciales. En todo caso, ya no se hablará de ir al trabajo, sino de conectarse con él.

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