- El director de Cecodap, Carlos Trapani, aseguró que el problema en el país es el trabajo informal y las peores formas de trabajo infantil, donde hay una gran cifra negra
La crisis económica, el cierre de las escuelas por la pandemia y la violencia son algunos de los factores que han empujado a muchos niños y niñas en Venezuela a trabajar, un problema “invisibilizado”, según expertos, por la falta de cifras oficiales que permitan conocer su alcance real.
El director de la ONG Centros Comunitarios de Aprendizajes (Cecodap), Carlos Trapani, indicó que una primera dificultad que existe es que no hay cifras oficiales para saber cuántos jóvenes están laboralmente activos.
“El no tener cifras indica que el problema está invisibilizado y no sabemos la magnitud y el alcance en lo que refiere al trabajo”, afirmó en una entrevista para la agencia de noticias EFE.
Esto significa, prosiguió, que debe haber un contrato de trabajo, seguridad social, incluso, el derecho a huelga y a formar parte de un sindicato, pero “el problema en Venezuela es el trabajo informal o las peores formas de trabajo infantil, donde hay una gran cifra negra”.
“No es posible caracterizarlo, ni siquiera geográficamente, o cuál es el grupo de edad o por sexo que más incide en este tipo de trabajo y muchos rayan en formas de esclavitud moderna, trabajo doméstico, servil, sexual, ser pimpineros de combustible (vendedor), trabajar en vertederos de basura”, añadió.
Trapani aseguró que muchos niños, algunos de ellos muy pequeños, trabajan para “poder contribuir con el presupuesto familiar (…) que está profundamente golpeado, que ha perdido capacidad de compra, entonces el trabajo surge como una necesidad ineludible para la familia”.
Realidad multifactorial
El integrante de la Coordinación Regional de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores (Corenat) Ángel González subrayó que el tema del trabajo infantil es algo “complejo y multifactorial”, por lo que el abordaje debe tener diversos enfoques.
“Desde la Corenat partimos de que no se puede ver la realidad social al derecho de los niños, niñas y adolescentes bajo una mirada de estigmatización, bajo el enfoque de la peligrosidad, bajo la propuesta de la erradicación total de lo que llaman trabajos infantiles”, sostuvo en declaraciones para EFE.
Las propuestas, dijo, deben partir de lo que sienten, expresan y viven los propios menores trabajadores, ya que no es lo mismo trabajar en el campo, o en zonas rurales, que en la ciudad.
González destacó que se debe tomar en cuenta la pandemia, “por eso la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce que la pandemia (provocó) que el número de niños que trabaja aumentara y el número de riesgos haya aumentado también”.
Explotación laboral sexual al sur del país
La coordinadora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en el estado Bolívar, Eumelis Moya, relató a EFE que, en investigaciones sobre la minería, han encontrado que los jóvenes son víctimas de explotación laboral y sexual.
Moya agregó que en el ámbito sexual, encontraron que el 76 % de las víctimas son mujeres y un 25 % corresponde a niñas y adolescentes.
En el municipio Caroní, la organización ha encontrado que hay menores que trabajan en el mercado municipal a cambio de víveres o de cabezas de sardinas.
Sin embargo, ellos (los jóvenes) manifiestan estar conformes, porque es comida que se llevan a su casa”, lamentó Moya.
La coordinadora del Centro de Derechos Humanos de la UCAB afirmó que, junto a la Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu), han registrado casos en los que para los menores “no es rentable” estudiar, porque implica el pago de transporte o el uso de equipos tecnológicos para seguir las clases.
Aunque no hay cifras, Moya aseguró que desde el Consejo de Protección en la región hay iniciativas de amparo a menores, aunque solo cuando son casos denunciados.
Información de EFE