- De acuerdo con la Andiep, los pagos especiales con los que se cubren las necesidades de los recintos educativos pueden variar durante el venidero año escolar 2022-2023
Con el cierre del año escolar 2021-2022 en Venezuela los padres comienzan la ardua tarea de buscar un cupo para sus hijos. Particularmente, cuando las instituciones donde completaron alguno de sus periodos académicos no ofrecen la posibilidad de culminar la etapa educativa en el mismo plantel, o si alguna situación puntual lo obliga a trasladarse a otro. La circunstancia no luce sencilla tomando en cuenta que la educación al igual que otros servicios está expuesta a los efectos de la inflación en toda su cadena operativa.
La principal queja de los representantes radica en el incremento de cuotas de escolaridad, mensualidades y cualquier gasto que las instituciones educativas consideren necesario para garantizar la continuidad de su labor educativa.
Marta Sepúlveda* está en la búsqueda de un cupo para su hijo que fue promovido al 1° grado de educación básica. En su recorrido por distintas instituciones privadas en Caracas descubrió que cada una tiene requisitos monetarios para iniciar el proceso de preinscripción.
De acuerdo con la información suministrada al equipo de El Diario por parte del personal de la institución educativa, el aporte que se exige representa una reserva de cupo. Informaron que solo para el primer grado la lista de espera supera los 100 estudiantes. El personal administrativo explicó que aún no tienen determinado los precios de la inscripción y mensualidades debido a que se mantiene la discusión en las asambleas de padres.
Sepúlveda informó que la propuesta inicial fue una mensualidad de 60 dólares, luego de haber estado los últimos dos años cancelando alrededor de 30 dólares. “Si bien no es un pago sencillo de asumir para mi esposo y para mí, entiendo que es un buen colegio donde mi hijo no va a perder su año y va a recibir una buena educación”.
Fausto Romeo, presidente de la Asociación Nacional de Institutos Educativos Privados (Andiep), explica cómo no se debe condenar a priori que un colegio se vea en la necesidad de modificar la forma en que realizan el cobro por sus servicios porque cada realidad es diferente.
En ese sentido, aseguró que aquello que modifica la estructura de costos es lo que denomina como proyecto educativo. Este se refiere a la esencia fundamental que imparte una institución como valor agregado al currículum vigente por parte del Ministerio de Educación.
Desde el refuerzo educativo, el aumento de horas pedagógicas en algunas materias, impartir talleres especiales, adelantar actividades extracurriculares de formación y capacitación de los alumnos, es parte de lo que alimenta el proyecto educativo, insistió Romeo.
Como empresa los colegios deben tener ingresos que les permitan estar operativos y que estén ajustados a la realidad país “la cual no estamos en la capacidad de prever su comportamiento en el largo plazo”, dijo Romeo.
Sueldos y gastos operativos
La estructura de costos se compone en dos partes: una es la relacionada a sueldos o beneficios y otra a gastos operativos. De ahí es donde surge la cuota de escolaridad o mensualidad.
Para Romeo, esa contribución especial con la cual se pueden cubrir las necesidades de los recintos educativos puede variar durante el venidero año escolar 2022-2023 debido a la inestabilidad económica que aún está vigente en el país.
A su vez insistió que las instituciones privadas poseen pocos márgenes de recuperación de la pérdidas debido a que la morosidad ronda sobre el 40 %.
Para el próximo año escolar la Andiep se plantea que el salario mínimo mensual para los colegios privados, correspondiente a un educador recién graduado (Docente I) sea de 200 dólares y pueda llegar hasta los 500 dólares para su máximo escalafón (Docente VI).
Reconoció que ese ingreso está por debajo de la canasta alimentaria familiar de mayo, que de acuerdo al Cendas-FVM fue de 477,52 dólares, por lo que no descarta la reevaluación de esos montos con los debidos ajustes de los aportes individuales de los representantes.
Realidad de los colegios subsidiados
Romeo se refirió a la falsa creencia de que un colegio porque sea subsidiado o reciba subvención tiene todas sus necesidades cubiertas, y que en ocasiones los representantes califican como “injusto” que también soliciten contribuciones especiales.
Recordó que un colegio va más allá de los estudiantes y los profesores por lo que si se quema un bombillo o si hay que pintar o reparar algo, esos recursos deben de ser cubiertos con los aportes de la comunidad educativa, así reciba la ayuda del Estado “que siempre resulta insuficiente”.
(*) El nombre del testimonio fue cambiado para proteger su identidad.