- El maestro rural ha tenido una gestión accidentada que puede terminar pronto si prospera una nueva moción de censura. Actualmente la popularidad de Castillo es del 19 % y se enfrenta cinco investigaciones judiciales por presuntos actos de corrupción
Pedro Castillo, cumple un año en la presidencia en medio de una crisis política que lo hace candidato a una dimisión. El primer año de gestión estuvo marcado por polémicas debido a su pasado y a sus primeras decisiones ministeriales. Anunció cambios en su gabinete en cuatro oportunidades. También lo tuvo que hacer con los representantes designados para asumir los cargos de los ministerios del Interior, pues tuvo que solicitar la renuncia de siete funcionarios.
En junio, Castillo anunció su dimisión al partido Perú Libre, del cual fue parte durante toda su campaña presidencial. Actualmente el mandatario se enfrenta a un tercer intento de vacancia por parte del Congreso peruano. Esta se derivó por la determinación de la fiscal de la Nación de investigarlo por obstruir a la justicia.
Pedro Castillo enfrenta otras cinco investigaciones, cuatro por presuntos actos de corrupción a cargo de la fiscal general. De acuerdo con un estudio publicado por el diario El Comercio, determinó que Castillo y su entorno han protagonizado, durante su gestión, 237 situaciones polémicas. Es decir, cada 36 horas, en promedio, el Ejecutivo fue centro de un nuevo cuestionamiento en Perú.
La inestabilidad como forma de gobierno

Para Adriana Urrutia, presidenta de la Asociación Civil Transparencia, hacer un balance del primer año de Castillo en la presidencia obliga a observar los “indicios claros de desmantelamiento” de un elemento “fundamental para la democracia”.
La especialista mencionó que los nombramientos han supuesto otro núcleo de problemas al incluir en su gobierno a ministros de diferentes perfiles políticos que han abarcado la izquierda afín al marxismo más ortodoxo, sectores progresistas, centristas e, incluso, de la derecha más radical.
Sin una imagen sólida

En palabras de Urrutia, Castillo ha mostrado “serias dificultades de comunicación” y han “sucedido errores y lapsus frente a un micrófono que le han alejado de mostrar una imagen sólida como jefe de Estado”.
Explicó que también ha cambiado su relación y alianzas en un Congreso, de mayoría opositora, que se ha mostrado feroz en las críticas en su contra.
En todo caso, Espinoza pronostica que, si Castillo “no cambia de asesores o no asume los errores que ha estado cometiendo”, no habrá gobernabilidad en el país.
“Creo que la situaciones de desgobierno van a seguir y bajo este escenario yo creo que Castillo va a terminar siendo vacado o quizás él mismo decida renunciar, pero, a este paso, nos esperan días bastante grises para el Perú”, concluyó.
Investigaciones rodean el entorno de Pedro Castillo

De acuerdo con France 24, Pedro Castillo hacía frente a las primeras acusaciones en su contra cuando fue juramentado como mandatario. La justicia peruana lo señaló de irregularidades en la adjudicación del contrato del puente Tarata.
Este caso involucra a altos cargos de su gobierno y a dos sobrinos de Castillo, quienes integraban una supuesta red criminal encabezada por el presidente para conceder un contrato de obras públicas. Asimismo, el presidente fue investigado por el caso de la estatal Petroperú.
Este escándalo salpicó al exministro de Transportes, Juan Silva y al exsecretario de Palacio Bruno Pacheco. Así, el mandatario se enfrenta a cinco investigaciones que lo acusan de obstruir a la justicia y de presunto tráfico de influencias.
Limbo político

El medio France 24 reseñó que el maestro y sindicalista era un abanderado de que el país latinoamericano tuviera una nueva Constitución. Castillo abogó por la conformación de una Asamblea Constituyente. Sin embargo, en el Congreso se rechazó dicha reforma a la Carta Magna.
El diario Bloomberg reseñó que la inflación también preocupa a la nación peruana. En junio esta llegó al 8,81 %, el máximo desde 1997.
Asimismo, cuando el presidente se dirija a la nación el 28 de julio, tendrá que hacerle frente a una desaprobación que, según los más recientes sondeos de Ipsos, una encuesta de evaluación pública en Latinoamérica, llegó al 74 %, cuatro puntos más que en el mes pasado.