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  • Dos años y 10 meses tuvieron que pasar para que iniciaran los trabajos de reparación en el barrio San Carlos, donde más de 30 casas resultaron afectadas tras el colapso de una boca de visita

En junio de 2020 la vida de los habitantes del barrio San Carlos, en San Cristóbal (Táchira) cambió. En medio de un aguacero, un fuerte sonido similar a una explosión alarmó a los vecinos de un edificio, quienes –aseguran– sintieron que la estructura se estremeció. Sin embargo, nunca creyeron que ese estruendo sería la antesala al calvario que vivieron por aproximadamente tres años.

La edificación se hundió por milésimas tras el colapso de un embaulamiento de siete metros de profundidad por donde corrían aguas servidas. En vista de esa situación, familias y locales comerciales que hacían vida en ese inmueble se vieron obligados a evacuar porque la estructura se debilitó y continuar en el lugar representaba un riesgo para ellos. 

Inicialmente siete casas aledañas también sufrieron consecuencias. Los vecinos notaron que las aguas servidas anegaban sus viviendas y la situación empeoraba cada vez que se registraban precipitaciones. Y pese a que, casi tres años después, el gobierno municipal de turno inició trabajos de reparación en la zona, el número de viviendas trastocadas en la actualidad supera las 30.

Foto: cortesía

Viviendo entre insectos y olores nauseabundos

Carlos Cáceres vive en la carrera 16 del barrio San Carlos y define el tiempo transcurrido desde el colapso de la boca de visita como “insoportable”. Asegura que la presencia de insectos, malos olores, roedores y hasta reptiles hacen cuesta arriba sobrellevar esa realidad.

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Definición. Boca de visita es una estructura o dispositivo de acceso que se instala en el sistema de alcantarillado o en la red de tuberías para permitir el acceso a los conductos subterráneos.

“Este problema es terrible. Fuimos por mucho tiempo de un lado a otro: alcaldía, gobernación y no nos daban respuesta. Esa agua es putrefacta, los olores son nauseabundos, aquí lo único que falta es que traigan el zoológico a esta calle”, precisó Cáceres para El Diario.

Cáceres destacó que 3 de las 30 viviendas que se anegaron con aguas servidas han sido desalojadas porque las estructuras están debilitadas, con filtraciones y cree que en cualquier momento pueden colapsar.

“Durante años no hubo acción, proyectos o propuestas para arreglar el daño, esto es una bomba de tiempo”, añadió María Ramírez, otra de las afectadas del barrio San Carlos.

Pero no solo quienes viven en la carrera 16 se ven sumidos en ese escenario desfavorable. Dueños de establecimientos comerciales aseguran que cada día es más difícil respirar ese aire contaminado y recibir o atender clientes bajo condiciones que en nada les benefician.

“Perdí mi trabajo por estar pendiente de mi casa”

Daily León es uno de los rostros más perjudicados. Su hogar colinda por la parte de atrás con la estructura donde está el daño principal y desde junio de 2020 ha sido testigo de cómo las aguas servidas devoran parte de su vivienda y enseres.

Admite que su vida cambió rotundamente desde ese día, hasta el punto de verse obligada a renunciar a su trabajo como educadora para dedicarse a vigilar su inmueble por si una emergencia se llegase a presentar.

“Me ha tocado recortar y prácticamente modificar mi casa, que mide 95 metros de longitud, porque se me está hundiendo toda. Yo me siento viviendo en un apartamento tipo estudio pese a tener una propiedad tan grande”, dijo Daily para El Diario.

El patio de su hogar se convirtió en un terreno peligroso. Lo asemeja con un pantano por la densa capa verde de vegetación que se formó sobre el agua; relató que hace unos meses su esposo accedió a esa área para intentar limpiarla pero se hundió hasta la cintura. La empresa hidrológica de la región tuvo que hacerse presente para achicar el agua. Desafortunadamente, fue una solución momentánea.

Foto: cortesía

“Estoy cansada de los zancudos, yo no tengo para dónde irme, vivo de lo que trabajo y tampoco tengo para pagar un alquiler en dólares o pesos”, acotó.

Daily es cabeza de hogar y tiene a su cargo a cuatro niños y una hermana con condición especial. A ello se le suma un gasto semanal de unos 100 mil pesos colombianos (23 dólares aproximadamente) en productos de limpieza para contrarrestar –en lo posible- los olores que emanan las aguas estancadas.

Yo compro gasoil, kerosén, gasolina, desinfectante y tengo un pequeño negocio en la casa, pero no es que gane millones”, indicó Daily.

En su vivienda han lidiado no solo con el problema de aguas servidas, sino con infinidad de insectos y animales que han llegado a raíz de ello.

“En el patio han salido culebras, hay demasiados renacuajos, murciélagos y yo tengo niñas, así que temo por su seguridad y la mía”.

Hasta ahora, Daily perdió la mitad de su comedor, una habitación completa, un baño, un sinfín de enseres y el piso está completamente agrietado. Incluso para ducharse debe lavar todos los días el otro baño que aún está habilitado, sacar el agua que sigue ganando terreno y desinfectar para que no haya peligro alguno.

Foto: cortesía

Pese a los cuidados que procura tener en ese ambiente adverso, la humedad permanente le produjo un hongo en el pulmón derecho y debe extremar la limpieza –dentro de sus posibilidades- para preservar su salud.

Tres años para lograr una respuesta

Antes de lograr que la alcaldía del municipio San Cristóbal se hiciera presente en el barrio San Carlos, los habitantes recorrieron un largo camino sin respuestas concretas. Daily León fue una de las vecinas que encabezó cada visita al ayuntamiento y a la residencia oficial de gobernadores en busca de una contestación positiva. Pero, sus esfuerzos fueron infructíferos por mucho tiempo.

“En reiteradas oportunidades hice llamados de atención a la gestión anterior y a la actual pero nada”, recalcó Daily.

Incluso recuerda que en época de campaña electoral, Silfredo Zambrano se acercó a la comunidad, habló con ellos y dijo que los ayudaría pero luego –cuando se convirtió en alcalde- no logró comunicación directa con él por varios meses.

En medio de su desesperación, Daily contempló la posibilidad de declararse en huelga de hambre frente a la residencia oficial de gobernadores, que está ubicada a escazas cuadras de su vivienda.

Finalmente, el pasado 17 de abril la alcaldía de San Cristóbal, en conjunto con una cuadrilla de Hidrosuroeste, se presentó en el barrio San Carlos e inició con la reparación del embaulamiento. Además, la primera autoridad municipal informó a medios regionales que el edificio donde está el daño debe ser demolido.

Luego de tres años conviviendo con aguas servidas de forma permanente, vulnerables a enfermedades, asumiendo daños de infraestructura en sus viviendas,  pérdida de enseres y expuestos a un peligro latente, los habitantes de la carrera 16 del barrio San Carlos se sienten aliviados de que finalmente sus reiteradas peticiones hayan sido escuchadas y esperan vivir nuevamente en condiciones dignas. 

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