• La artista colombiana se presentará por primera vez en Venezuela el 16 de diciembre, en el Cusica Fest. En entrevista para El Diario, habló sobre su libertad como artista y cómo la búsqueda interior que hace en sus canciones conecta con otros de formas a veces sanadoras

Cada vez que Elsa Margarita Carvajal sube al escenario, se ve rodeada por un inmenso mar. Su público le inspira una tranquilidad al momento de cantar, que convierte su arrullo en un momento único y personal. Esa complicidad entre ella y aquel horizonte de gente la lleva incluso en su nombre artístico: Elsa y Elmar. Algo que, más allá de las bromas o confusiones de personas que piensan que se trata de un dúo, sella ese pacto musical. 

Junto a Esteman, serán los dos artistas colombianos invitados al Cusica Fest, que se realizará el 16 de diciembre en la Universidad Simón Bolívar (USB). El festival también contará con otras voces internacionales como la dominicana Tokischa, y los puertorriqueños Alexis y Fido. Además de todo un line-up de artistas nacionales, destacando el regreso de la banda Americania luego de casi 10 años inactivos.

Es la primera vez que la cantautora de 30 años de edad se presenta en Venezuela. En entrevista para El Diario, reconoce que ya había visitado el país cuando era niña, principalmente la ciudad de San Cristóbal (estado Táchira) y la isla de Margarita (Nueva Esparta). Le hace ilusión la idea de conocer Caracas y marcar un nuevo destino en su mapa de giras.

“Yo creo que Venezuela es el único territorio donde me falta conocer a la gente que me escucha y que me sigue. Eso me tiene muy curiosa y muy emocionada”, destaca. 

Salto al mainstream

Elsa y Elmar: “Uno de mis más grandes intereses en la vida es conocerme y conocer mi mente”
Foto: Fernanda Rojas/El Universal de México

Antes de aterrizar en el aeropuerto internacional de Maiquetía, Elsa realizó una serie de conciertos en Colombia, específicamente en Medellín y Bogotá, como parte de su gira Ya no somos los mismos. Desde hace siete años vive en México, por lo que fue un reencuentro con su tierra. También una prueba de la internacionalización de su música, que ya trascendió incluso las fronteras de Latinoamérica para cruzar el océano.

“Estuve en Madrid justamente este año e hicimos un show casi que sorpresa. Fue muy impactante para mí ver personas españolas, porque yo pensé que iban a ser, bueno, todas latinas. Había muchísimas personas de España, muchísimas personas de toda Latinoamérica, y siento que naturalmente (mi música) ha ido internacionalizándose”, comenta.

Oriunda de Bucaramanga, Carvajal partió a los 18 años de edad a Estados Unidos para estudiar en el Berklee College of Music, en Boston. En esa escena concibió el proyecto de Elsa y Elmar, publicando en 2013 su primer EP, Sentirnos bien. Por este trabajo ganó al año siguiente el Premio de Composición John Lennon, centrado en artistas emergentes, en la categoría de música latina. 

Desde entonces, su carrera ha ido en un ascenso sostenido. Se ha presentado en varios de los festivales más importantes de Latinoamérica, y fue abridora del concierto de la banda británica Coldplay en Bogotá, en abril de 2016. Publicó sus tres discos de estudio: Rey (2015), Ojos diamante (2019) y Ya no somos los mismos (2022). Por este último recibió cuatro nominaciones a los Premios Grammy Latino, entre ellos Álbum del Año y Mejor Canción de Pop/Rock.

Este año, Elsa anuncia con entusiasmo que estrenó su propia disquera, a la bautizó El Mar presenta. Con este proyecto espera mantener el espíritu independiente de su música, y la libertad creativa que la siempre la ha acompañado al momento de escribir.

—Ya con 10 años de trayectoria artística, ¿todavía siente que forma parte de la escena indie o siente que, ya con todas las nominaciones al Grammy, ha trascendido quizás al mainstream?

—Todavía hago parte de la escena alternativa indie. Y mi meta es que, siendo lo que yo soy, logre cruzar ese puente al mainstream. Es decir, que lo que hacemos y lo que hago se convierta en una parte de lo que el público pop global consume.

Libertad

Elsa y Elmar: “Uno de mis más grandes intereses en la vida es conocerme y conocer mi mente”
Foto: Cortesía

A lo largo de su carrera, Elsa ha trabajado de la mano de artistas como Eduardo Cabra (antes conocido como Visitante, de Calle 13), Ximena Sariñana, Carla Morrison o Jósean Log. En 2019 colaboró con el grupo venezolano Los Mesoneros en su tema “Pangea”. Además de otros artistas que también forman parte de una escena más indie, como Kurt, Daniel, me estás matando o Conociendo Rusia.

—El seguir haciendo colaboraciones con otros artistas emergentes, incluso es también una forma de mantener su independencia artística, ¿no?

—La palabra independencia denota libertad y entonces yo diría más libertad que independencia. Es hacer lo que te nace artísticamente, colaborar con quien te nace, con quien hacen una muy buena canción, con quién haces click creativo y defender estas decisiones. Entonces eso es algo que no voy a dejar de hacer, soy incapaz de trabajar con alguien con quien no comparta visión, con quien no comparta gustos, con quien no comparta afinidad.

—¿Con qué artistas le gustaría colaborar?

—Hay alguien del mainstream que a mí me parece que tiene una sensibilidad que me encantaría colaborar, y es Danny Ocean. Él creo que, a pesar de que es considerado urbano y ya, tiene una profundidad en lo que hace. También me gustaría colaborar con Juan Luis Guerra, ojalá algún día. Y ya como en mis sueños más grandes, algún día llegar a colaborar con Lana del Rey o con Lorde. 

Pop espiritual

Elsa y Elmar: “Uno de mis más grandes intereses en la vida es conocerme y conocer mi mente”
Foto: Cortesía Tawfick Espriella

El estilo musical de Elsa y Elmar se caracteriza por ser ecléctico, cargado de experimentación y fusiones entre sonidos latinos con géneros como el jazz, el folk o la balada. Sin embargo, desde el principio de su carrera usa la denominación “pop espiritual” para referirse a su música. Algo sui generis que le da precisamente la libertad para que sea lo que ella quiera que sea. 

—¿Sientes que quizás toda creación artística tiene algo de espiritual, ya que los artistas al crear siempre dejan plasmados pedazos de su alma o de sus experiencias en sus obras?

—Sí y no. Hay bastante música de hoy en día que tú escuchas y dices, ‘pero pues aquí no le veo un poco de fondo, no tiene tanto espíritu’. Pero hay artistas que siendo mainstream y super pop, sí lo tienen, por ejemplo, Karol G. Para mí lo que ella hace podrá estar diciendo cualquier cosa, pero se nota que tiene una profundidad. Entonces creo que vale la pena hacer la distinción de cuando algo sí tiene como carnita, o cuando algo es vacío.

—¿Qué canción sientes que ha marcado un cambio para ti desde lo personal?

—(Hace una pausa para pensar) Yo creo que la última canción que saqué, que se llama “Ni tú ni yo”. Es un corrido mexicano que tenía dos años ya compuesto y listo, y me ha abierto las puertas de lo que es presentarle a mi público algo que se sienten incómodos escuchando, porque es muy experimental. Es un género de moda y me encantó ver cómo lo recibían y cómo estaban confundidísimos por cosas como, no sé, el uso del autotune, creo que hasta por el mismo género. Se sintió increíble para mí personalmente generar emociones positivas y negativas con una música que hago yo. Me encantó.

Sanación

Elsa y Elmar: “Uno de mis más grandes intereses en la vida es conocerme y conocer mi mente”
Foto: Cortesia Sony Music México

En las canciones de Elsa se pueden encontrar temas recurrentes del pop como el romance y el desamor. Apelan a un lenguaje universal que ella misma reconoce no venir de un razonamiento consciente, sino más de forma espontánea durante su proceso creativo. 

Sin embargo, sus letras contienen reflexiones sobre sus experiencias, en la que habla sobre los procesos del duelo tras una ruptura, la búsqueda del amor propio. Una perspectiva distinta y catártica, donde sus seguidores pueden conectar con frases como: “Solo uno sabe hasta cuándo se enamora/ hasta dónde uno llora, hasta dónde se valora”.

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—¿Sientes que tu música no solamente ha sido sanadora, sino que también refleja mucho trabajo interno y que eso de alguna manera también ayuda a otras personas que están viviendo situaciones similares? 

—Para mí no es algo tan racional. O sea, no es que yo diga como ‘hagamos música que ayude para terapia’, pero uno de mis más grandes intereses en la vida es conocerme y conocer mi mente, conocer mis emociones y construir una vida rica de vivir. Y yo creo que se vive cuando tú trabajas en ti, en tus experiencias. Obvio que he hecho muchísimo trabajo de terapia de todo tipo, desde lo más loco, espiritual y místico, hasta lo más psiquiátrico, con medicamento y fármaco. Yo navego entre todo ese espectro. Luego, para mí hacer música es ese espacio en el que yo reflexiono, sobre todo, reflexiono mucho. 

Y no digo esa frase de ‘ve a terapia’, porque yo creo que la terapia es un privilegio que no todo el mundo puede pagar. Entonces a mí no me gusta. Yo lo que siempre inculco en la gente es que se observe, que se eduque y que obvio, a medida de lo posible, busque ayuda y compañía. Pero decirle a alguien ve a terapia y que te arregle la vida, en eso no estoy de acuerdo porque son muchas otras cosas que hay que trabajar. Y sobre mi música, a raíz de todo este trabajo que sí he hecho, que ha sido muchísimo y durísimo, pues lo refleja y si yo puedo contribuir a alguien y sumarle a su proceso personal, pues para mí es un regalo poderlo hacer.

—Ahora cuando estás en el escenario y ves al público que has definido como un mar ¿Ese mar para ti te transmite tranquilidad? ¿o te transmite inquietud por lo inmenso que puede llegar a ser?

—Me transmite total tranquilidad y yo sé, de corazón, que si hay alguien en mi concierto es porque conecta realmente con lo que soy y con lo que hago. Entonces para mí un concierto es un espacio totalmente seguro, no lo dudo. Nunca pienso que me van a juzgar, nunca pienso que me van a rechazar, todo lo contrario. Ni yo a ellos, ni ellos a mí.

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