• El cortometraje La de antes, la de ahora se estrenó en YouTube para conmemorar el Día Internacional del Migrante. Allí, la realizadora audiovisual describió las emociones de soledad y agradecimiento que sintió durante su estancia en México

En los últimos años, la experiencia de la migración se convirtió en parte de la cotidianidad en la mayoría de familias venezolanas. Un duelo que muchas veces se vive desde adentro, con aquellos que se quedaron y han sufrido la partida de sus seres queridos, pero que también contiene todo el abanico de historias de los que se fueron y todas las experiencias que han vivido en su camino por una vida mejor.

La cineasta venezolana Mireya Piñuela conoce de primera mano la odisea del migrante. Su propia experiencia y los sentimientos de soledad que le invadieron al estar lejos de casa le sirvieron como punto de partida para realizar su cortometraje La de antes, la de ahora. Allí, a través de una narrativa epistolar y muy personal, habla tanto de lo bueno como lo amargo de su propia estancia en México, aunque sin perder el tono esperanzador.

Allá en México entendí el significado de la palabra añorar, que yo en 30 años no lo había comprendido y allí pude entenderlo. Sin embargo, aun cuando en el día venían estos sentimientos, antes de dormir me decía ‘mañana es un nuevo día y continuaba’, comentó en entrevista para El Diario.

Su cortometraje tuvo durante el año 2023 un recorrido por más de 10 países, además de competir en el Festival Entre Largos y Cortos de Oriente (Elco), en Venezuela. También participó en el Festival Internacional de Cortometraje de la Universidad Vasco de Quiroga (UVAQ), en Michoacán, México. A propósito del Día Internacional del Migrante, el 18 de diciembre, la cinta se publicó gratuitamente en YouTube.

Afuera

La cineasta Mireya Piñuela narra en primera persona la experiencia de emigrar como venezolana
Foto: cortesía

Piñuela es oriunda del estado Mérida y estudió Artes Escénicas en la Universidad de Los Andes (ULA). Con nueve años de experiencia como realizadora audiovisual, ya había tenido la oportunidad de escribir y dirigir su primer cortometraje en 2019 con Boarding Pass. Allí ya plasmaba sus inquietudes particulares, con la historia de una pareja que debe separarse a causa de la migración. Una inquietud que luego vivió personalmente, pues ese mismo año voló hacia Ciudad de México.

A diferencia de muchos venezolanos que enfrentan muchos obstáculos en sus países huéspedes, la cineasta reconoce que no tuvo problemas para conseguir un trabajo relacionado a su carrera. De hecho, en ese tiempo pudo participar en diferentes producciones como la película Amalgama, de Carlos Cuarón, o la serie web La Negociadora, producida por la plataforma Claro Video. 

Eso me permitió sentir que estaba cumpliendo un objetivo, que era ir a otro país y trabajar en producciones un poco más grandes. Aun cuando había momentos en los que quizás entraba un poco la soledad y la desesperación, yo siempre sentía que ese proceso que estaba viviendo era importante y que lo tenía que aprovechar al máximo para que mis emociones y mi mente crecieran”, señala Piñuela.

Regreso a casa

La cineasta Mireya Piñuela narra en primera persona la experiencia de emigrar como venezolana
Foto: cortesía

La realizadora audiovisual reconoce que, si bien su experiencia como migrante fue en general positiva, no estuvo exenta de momento de duda. Afirma que muchas veces sus emociones se sentían como una montaña rusa, con días en los quería abrazar a su familia, pero no podía. Aunque para ella el desprenderse de sus seres queridos y todo lo que conocía era la parte más difícil de estar lejos, también le sirvió como experiencia para madurar y volverse más independiente.

Sin embargo, el panorama cambió en 2020 cuando el mundo el mundo entró en estado de alerta por la pandemia de covid-19. México fue uno de los países más golpeados por el virus en Latinoamérica, por lo que entre la cuarentena y las medidas sanitarias, todos los rodajes y proyectos audiovisuales se paralizaron. Piñuela ahora estaba desempleada.

“Fue un momento muy reflexivo para muchas personas. Comprendí que aquí (en Venezuela) seguían estando muchas cosas que eran importantes para mi mente y mi espíritu, entre eso familia, amigos, el clima, la gente y la cultura. Y entendí que quizás el tiempo que estuve en México ya había sido el necesario para lo que yo quería”, indicó.

Así, luego de un año y nueve meses en el extranjero, decidió regresar a su país con los recursos que le quedaban. Así, el 14 de diciembre de 2020, ya estaba en camino a la ciudad de Mérida. “Sentía que necesitaba regresar y que las cosas que había aprendido y madurado allá ahora debía aportarlas aquí en Venezuela. Me impulsó eso, querer ver de nuevo la Sierra Nevada”, aseguró

El corto

La cineasta Mireya Piñuela narra en primera persona la experiencia de emigrar como venezolana
Piñuela como segunda segunda asistente de dirección en México. Foto: cortesía Instagram

En abril de 2020, mientras aún estaba en México, Piñuela se enteró de un concurso de cuentos organizado por el Club de Escritura Fuenteovejuna, de España. La historia podía ir acompañada por un video, por lo que decidió grabar un cortometraje, en parte como una forma de darse a sí misma ánimo en medio de la situación laboral en la que se encontraba. 

Así, La de antes, la de ahora se convirtió en un ejercicio narrativo donde, a través de mensajes a su familia, pudo abrir todos esos sentimientos agridulces que había en su interior, pero también mostrar agradecimiento por las oportunidades y experiencias recibidas. 

“La idea surgió de este concurso y en un día escribí el guion, se lo envié a un amigo para que lo revisara y me dijera qué tal le parecía. Hizo un par de correcciones y a los dos días ya estábamos grabando. Se grabó en un día con un iPhone, por lo que fue más fácil de editar”, indicó. La propia Piñuela lo protagonizó, mientras que Adriana González se encargó de la dirección de fotografía y la edición.

La cineasta Mireya Piñuela narra en primera persona la experiencia de emigrar como venezolana
Foto: cortesía

Su historia quedó finalista en el concurso Migrar. Historias desplazadas 2020. Aunque no ganó, quedó como una experiencia catártica que guardó hasta que conoció en Venezuela a Leonard Zelig. El director de SubHysteria (2010) y Traslúcido (2016) se interesó por el proyecto, por lo que decidieron retomarlo con él como coproductor. Tomaron el metraje original e incorporaron efectos visuales de Luis Miguel Ruibal y música original de Gabriel Figueira. Por su parte, Hector Do Nascimiento se encargó de la comunicación visual y Andreína González de los subtítulos.

“Le dimos más forma al cortometraje y cuando terminamos de hacer todo esto, ahí sí comenzamos a inscribirlo en algunos festivales internacionales. Es genial porque aun cuando se hizo para un concurso específico, el corto terminó siendo un proyecto que ahora tenemos la oportunidad de estar estrenando”, acotó Piñuela.

Experiencia personal

La cineasta Mireya Piñuela narra en primera persona la experiencia de emigrar como venezolana
Foto: cortesía

Durante el tiempo que vivió en el extranjero, Piñuela no escuchó ningún caso de venezolanos en México intentando cruzar la frontera hacia Estados Unidos. Era una noticia común entre migrantes mexicanos y centroamericanos, pero las cifras de venezolanos para ese momento aún no llamaban la atención del mundo. Sin embargo, al regresar a Venezuela, fue conociendo cada vez más y más casos, incluso de personas cercanas que partieron por tierra con rumbo a Norteamérica.

En diciembre de 2023, las autoridades panameñas reportaron que 513.782 migrantes habían cruzado durante ese año la región de Darién, conocida por su inhóspita selva y la presencia de varias organizaciones criminales. De ese total, 326.589 fueron venezolanos, actualmente uno de los grupos de migrantes más grandes que pasan por Centroamérica hacia Estados Unidos. Piñuela reconoció que conoce al menos cinco personas allegadas que han emigrado usando ese camino.

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Caravana de migrantes hacia la frontera con Estados Unidos. Foto: Getty Images

La realizadora aclara que la experiencia migratoria es completamente diferente para quienes se van en avión y quienes caminan por estas rutas altamente peligrosas. Sin embargo, ambos tienen en común algo: una razón que los llevó a tomar la decisión irreversible de abandonar su hogar. 

Afirma que en las ocasiones en las que se encontró con otros venezolanos en cenas o reuniones, descubrió que cada uno tenía una historia particular detrás de su decisión de emigrar, y que todas eran igual de válidas. Incluso su propia decisión de volver a Venezuela. De allí que su corto busque conectar cada una de esas historias a través de la empatía. 

“Yo creo que uno de los aprendizajes más grandes que me dejó migrar fue el respeto por las decisiones que toma cada quien. Hay cosas que solo uno entiende, y que son muy difíciles de explicar, pero que para esa persona tiene una justificación. Entonces yo creo que cada quien toma la decisión de acuerdo con lo que cree que es mejor”, explica.

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