- Se trata de un intento con pocas probabilidades de éxito impulsado por el esfuerzo de la oposición para documentar la abrumadora derrota del dirigente oficialista en las urnas. Foto principal: Fabiola Ferrero/Bloomberg News
Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota In Secret Talks, U.S. Offers Amnesty to Venezuela’s Maduro for Ceding Power, original de The Wall Street Journal.
Estados Unidos está llevando a cabo un intento arriesgado para presionar al mandatario venezolano, Nicolás Maduro, a que deje el poder a cambio de ofrecerle una amnistía. Esto en medio de pruebas contundentes de que el oficialista perdió las elecciones del 28 de julio, según personas familiarizadas con el asunto.
El gobierno de EE UU ha discutido ofrecer indultos para Maduro y sus principales allegados que enfrentan acusaciones del Departamento de Justicia, dijeron tres personas familiarizadas con las deliberaciones de la Administración Biden. Una de ellas mencionó que EE UU ha puesto “todo sobre la mesa” para persuadir a Maduro de irse antes de que termine su mandato en enero.
Otra persona familiarizada con las conversaciones indicó que EE UU estaría dispuesto a ofrecer garantías de no perseguir a esas figuras del régimen luego de que sean extraditadas. En 2020, EE UU ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por información que condujera al arresto de Maduro por conspirar con sus aliados para llenar a ese país de cocaína.
Las conversaciones representan una luz de esperanza para una oposición política venezolana que ha recopilado meticulosamente los votos que muestran que su candidato, el poco conocido exdiplomático Edmundo González, derrotó a Maduro por un amplio margen en las elecciones.
En las últimas dos semanas, Maduro ha encarcelado a miles de disidentes, mantenido la lealtad militar y encomendado al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), compuesto por aliados, que resuelva la disputa electoral, comprando tiempo.
La acción internacional puede ser la única vía para obligar a Maduro a salir, quien, durante 11 años de gobierno autoritario, ha experimentado una implosión económica, aislamiento diplomático y el éxodo de casi ocho millones de venezolanos, más que en Siria y Ucrania devastadas por la guerra.
Maduro ha dado refugio a bandas transnacionales, según funcionarios estadounidenses y colombianos, y ha permitido que Rusia, China y otros rivales de EE UU ganen terreno en el hemisferio occidental.
El control total de Maduro sobre los poderes públicos le dificulta las cosas a la Administración Biden. EE UU le había hecho una oferta de amnistía a Maduro durante conversaciones secretas en Doha el año pasado, pero el oficialista se negó a discutir acuerdos en los que se contemplara que dejara el cargo, dijeron personas familiarizadas con el asunto. Una persona cercana al régimen aseguró que la posición de Maduro no ha cambiado, por ahora.
Maduro ha dicho que está abierto a dialogar siempre y cuando Washington le muestre respeto. En otras ocasiones, le dice a EE UU que se ocupe de sus propios asuntos. “No se metan en los asuntos internos de Venezuela, eso es todo lo que pido”, expresó Maduro en una conferencia de prensa el viernes 9 de agosto.
Los tres países más poblados de América Latina —Brasil, México y Colombia— también están involucrados en intentar resolver la disputa. Los funcionarios estadounidenses quieren que estas naciones —dirigidas por líderes de izquierda que simpatizan con Maduro— adopten una postura más firme que la actual de presionarlo para que este presente pruebas de su victoria.
Estados Unidos tiene cinco meses antes de la toma de posesión en Venezuela para concretar un acuerdo, y mucho depende del resultado de las elecciones presidenciales entre Kamala Harris y Donald Trump en noviembre.
Una victoria de Trump podría opacar las negociaciones si el republicano revive sus anteriores políticas agresivas hacia Maduro, que comenzaron en 2019, cuando su Administración impuso sanciones petroleras y apoyó al gobierno interino de Juan Guaidó para intentar derrocar al régimen.
Sin embargo, Maduro desconfía de Washington, sin importar quién ocupe la Casa Blanca, dijeron personas familiarizadas con el asunto en Caracas. Esto incluye a la Administración Biden, a pesar de que levantó la mayoría de las sanciones económicas con la esperanza de fomentar unas elecciones libres y justas en julio.
Priorizando las recompensas por sobre los castigos
Hasta ahora, las negociaciones han tenido lugar virtualmente entre Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional y asesor de Maduro, y Daniel P. Erikson, quien dirige la política hacia Venezuela en el Consejo de Seguridad Nacional (NSC, en inglés) de la Casa Blanca. Los funcionarios estadounidenses han señalado que no obligarán a las compañías petroleras occidentales a abandonar Venezuela.
Una portavoz del NSC se negó a comentar sobre los compromisos diplomáticos con Caracas. Estados Unidos, dijo, apoya los esfuerzos internacionales para exigir transparencia sobre el resultado de la votación y “determinará los próximos pasos basados en nuestros intereses nacionales y tomará acciones en el momento de nuestra elección”.
La Administración Biden “se está centrando en las recompenzas, como ofrecer levantar las acusaciones a cambio de conversaciones sobre transición, en lugar de mostrar el garrote de las sanciones”, dijo Geoff Ramsey, un experto en Venezuela del Atlantic Council, el think tank (laboratorio de ideas) de Washington.
Ramsey dijo que los republicanos podrían usar el tema de Maduro para atacar a los demócratas en un año electoral, lo que podría ser perjudicial si los esfuerzos de EE UU fracasan.
El conteo de votos convenció a EE UU de actuar
El intento de EE UU de ofrecer a Maduro una salida se alinea con la estrategia de la oposición, que favorece negociaciones que incluirían garantías para los líderes del régimen y una transición hacia un gobierno de Edmundo González.
Las conversaciones con EE UU no se estarían llevando a cabo sin los meses de preparación de la oposición venezolana para documentar y hacer público el conteo de votos, que mostró que González ganó por casi 38 puntos porcentuales, con 7,3 millones de sufragios frente a los 3,3 millones que sacó Maduro.
Los líderes opositores dijeron que estaban seguros de que Maduro se robaría las elecciones. Ya había inhabilitado a María Corina Machado, la líder más popular de la oposición, para que no participara en los comicios.
Decidieron que su mejor oportunidad para documentar la victoria era obtener la tabulación en papel de las boletas que cada máquina de votación venezolana emite, conocidas como actas. La ley venezolana requiere que las actas sean públicas.
Por eso, la oposición entrenó a decenas de miles de observadores electorales, que están autorizados a entrar en los centros de votación para recuperar las actas, un documento que parece una factura de supermercado.
Un organizador de la oposición detalló lo siguiente: “Les dije a nuestros observadores: ‘Pueden intentar matarlos, pero no dejen la mesa de votación hasta que tengan las actas’”.
Al terminar la jornada electoral, los miembros de mesa se dieron cuenta de que González estaba ganando en cada centro, incluso en el barrio de Caracas llamado 23 de Enero, un bastión del movimiento radical de izquierda que ha gobernado durante un cuarto de siglo. “No lo podíamos creer”, dijo uno de los miembros de mesa.
Otro miembro de mesa en otro lugar estaba asombrado al ver a Maduro perdiendo en distritos que habían sido “hiper-chavistas”, en referencia al predecesor y mentor del presidente, Hugo Chávez.
Los militares, que normalmente cumplen las órdenes del régimen, no hicieron nada para detener el esfuerzo de la oposición, y todo el proceso equivalía a una mini-rebelión contra Maduro en un país donde él controla cada institución, incluido el Consejo Nacional Electoral (CNE).
“Estaban contentos”, dijo un miembro de mesa en el 23 de Enero sobre los militares. “Fue sorprendente”. Los testigos de la oposición, haciendo uso del código QR en las actas, enviaron los resultados electrónicamente a Plataforma Unitaria Democrática. También mantuvieron las copias físicas, publicando muchas de estas en redes sociales.
Los aliados del régimen y el Ejército lograron sacar a algunos testigos opositores de los centros de votación y quedarse con las actas. Pero eso no fue suficiente para ocultar la evidencia generalizada.
Luego de haber culminado las elecciones, el régimen guardó silencio, a pesar de que el sistema moderno de votación electrónica del país está diseñado para ofrecer resultados minutos después del cierre de las urnas.
No fue hasta pasada la medianoche que el presidente del CNE, Elvis Amoroso —aliado de Maduro— dijo que el presidente había ganado, sin presentar pruebas.
Para entonces, la oposición ya había recopilado el 83% de las actas. Su conteo mostró que González había obtenido muchos más votos en cada estado venezolano y en casi 300 de los 330 municipios. Jennie Lincoln, quien encabezó a los observadores del Centro Carter para monitorear los comicios, detalló que Amoroso no presentó los resultados de cada centro, como lo exige la ley electoral, y todavía no lo ha hecho.
Sin ofrecer pruebas, el régimen ha dicho que un hacker de Macedonia del Norte había vulnerado el sistema, haciendo imposible compartir públicamente las actas. Pero “el hackeo,” dijo Lincoln, “es una farsa.”
Amoroso no explicó cómo determinó que Maduro había ganado, sin haberles mostrado a los demás testigos en la sede del CNE las actas en las que se basa el resultado de la elección, explicó Enrique Márquez, un excandidato presidencial que tenía un testigo en la sede durante la noche electoral.
Por otra parte, los resultados recogidos por la oposición eran similares a las encuestas preelectorales realizadas por encuestadores independientes y a boca de urna. La oposición digitalizó las actas y las publicó en un sitio web accesible para cualquier venezolano.
“Pudimos mostrarle al mundo la verdad y lo que había pasado en Venezuela,” mencionó Machado a The Wall Street Journal.
La respuesta del régimen
Desde el Palacio de Miraflores, Maduro, de 61 años de edad, ha calificado la estrategia de la oposición de golpe de Estado y ha dado inicio a una ola de represión, prometiendo que investigará a Machado y González.
Para el final de la semana, Maduro dijo que más de 2.400 disidentes y manifestantes habían sido arrestados. Efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana y las bandas paramilitares del régimen, los “colectivos” motorizados, han atacado a los manifestantes.
Activistas antigubernamentales han huido a Colombia, mientras que cientos de venezolanos que se habían opuesto públicamente a Maduro informan que sus pasaportes han sido anulados. Provea dice que 24 personas han muerto.
“No habrá perdón,” advirtió Maduro a sus adversarios. Se construirán dos prisiones para albergar a los nuevos presos políticos, dijo el presidente, con muchas personas haciendo trabajos forzados.
Eric Farnsworth, exdiplomático estadounidense y analista del grupo de políticas Consejo de las Américas en Washington, aseguró que los resultados electorales sorprendieron a Maduro.
Farnsworth expuso que el “dictador” ha advertido que está dispuesto a llevar a Venezuela hacia una dictadura más dura, como la de Nicaragua bajo Daniel Ortega, donde los asesinatos políticos son mucho más comunes y no se tolera la disidencia.
“Ha quedado demostrado que es impopular y también ilegítimo. ¿Cómo combate eso? Con más represión,” explicó Farnsworth. “Como cuestión práctica, eso lo hace más peligroso. Eso hace que estar en la oposición sea algo muy arriesgado”.
El régimen ha anunciado lo que llama la Operación Tum Tum, que significa tocar la puerta de una casa, a cualquier hora, para entrar y arrestar. En un caso que se volvió viral, agentes uniformados se presentaron recientemente en la casa de un joven sin una orden judicial. La prueba del supuesto delito: un video de él protestando.
“Es incitación al odio,” les dijo un efectivo de seguridad a la familia, mostrándoles el video en su teléfono. Los familiares exigieron ver una orden, pero el agente advirtió, “Si quieren que esto empeore, lo haremos,” antes de llevarse al joven. La familia publicó un video en Internet del hecho.
Maduro está tratando de aislar a las personas de X y de WhatsApp, ordenando que se bloquee la empresa de Elon Musk durante 10 días y exhortando a los venezolanos a desinstalar WhatsApp para suprimir información sobre las elecciones y la represión.
Machado dijo que el cambio puede venir si la oposición logra mantener a la gente en las calles.
Pero hay consecuencias para quienes se enfrentan a Maduro, dijo Juan Barreto, un exalcalde de Caracas que en el pasado estuvo estrechamente alineado con el régimen.
Después de pedirle al régimen que publique las actas, esto enfureció a sus antiguos compañeros, muchos de los cuales piden su arresto. “Este es un momento para mantener la calma y tener nervios de acero,” puntualizó Barreto.
Traducción de José Gregorio Silva.