- Desde sus 19 años de edad, Brea ha enfrentado desafíos y superado obstáculos para forjar una trayectoria marcada por la perseverancia y el esfuerzo que hoy rinden frutos
Joselyn Brea ha tenido muchas oportunidades para rendirse, pero nunca ha cedido. En mayo de 2023 se convirtió en la primera suramericana en romper la barrera de los 15 minutos (14:47.76) en los 5.000 metros en atletismo, superando un récord impuesto en el año 2004. La venezolana también fue triple medallista de oro en San Salvador, mientras que en Santiago de Chile consiguió dos medallas de oro en pruebas de pista. Le dicen la dueña del largo aliento. Sin embargo, su camino ha estado lleno de desafíos.
Brea entrena dos veces al día, por la mañana y por la tarde. Son las 5:00 pm de un jueves de octubre y ella saluda bajo la luz de un sol que poco a poco se oculta. Estira las piernas para iniciar su entrenamiento en La Fragua, en los Altos Mirandinos, donde su pareja y entrenador, Marvin Blanco, le da algunas indicaciones. Se pone los lentes, deja su termo y se prepara. “Vamos a dar unas vueltas”, dice, acomodándose el pelo detrás de las orejas, un gesto que hace con rapidez porque el circuito será corto, en una carrera para luego hacer la entrevista antes de que el sol termine de caer.
Se hizo de noche, y Joselyn prefirió continuar la entrevista en su casa. La amabilidad la define, como un reflejo de su esencia. Está cansada, pero sonríe con la calma que solo tienen quienes están acostumbrados al esfuerzo.
Desde su niñez a Joselyn (Valencia, Carabobo, 1994) le han gustado los deportes. Relata que destacó en diversas disciplinas, lo que hizo que varios entrenadores se interesaran en tenerla en sus equipos. Pero fue la profesora de ciclismo quien apostó más por ella y logró reclutarla cuando estaba en el liceo.
“Al final me quedé en ciclismo. Ahí empecé, pero fue todo como una cadena, porque ella era metodóloga del triatlón y entonces se dio cuenta de que se me daba muy bien la carrera”, dijo en exclusiva para El Diario.
Posteriormente llegaron las invitaciones para participar en un duatlón, que consiste en correr y manejar bicicleta. Allí sintió que estaba en el lugar correcto. Ganó su primer mundial siendo junior, pero su mayor sueño era clasificar a los Juegos Olímpicos. Sin embargo, el duatlón no es una disciplina olímpica, mientras que el triatlón sí lo es, por lo que tuvo que aprender a nadar.
Nadar contra la corriente
Joselyn comenzó a prepararse para los triatlones. Era rápida corriendo y sus tiempos en bicicleta mejoraban constantemente, pero la natación era su punto débil. Se frustró. Y la federación, recuerda, no confió en ella, pensaban que nunca tendría éxito internacional por no cumplir con los tiempos en natación. “Empecé tarde con la natación y en las competencias no me iba bien”, comenta. Eso la llevó a creer que no llegaría lejos. A pesar de las dificultades, decidió seguir adelante, aferrada a su sueño de competir al más alto nivel.
Sin recursos económicos, Joselyn decidió escribirle a un entrenador en España, Omar González. Le explicó que no podía pagarle, pero que necesitaba a alguien que creyera en su potencial. Con la esperanza de ser aceptada, le pidió una oportunidad, confiando en que su dedicación compensaría la falta de dinero.
En 2014, con 19 años de edad, viajó a España para participar en un mundial de atletismo. Antes de partir, en el aeropuerto, compró chocolates y una camiseta con el nombre de “Venezuela”, buscando una excusa para conocer al entrenador con quien había hablado por Internet. Sentía que verlo en persona sería diferente, más cercano.
Al encontrarse, le entregó los regalos y él le propuso una reunión. Mientras conversaban, le preguntó qué tenía planeado hacer al regresar a Venezuela. Joselyn respondió que no tenía nada que hacer, solo esperar a que alguien confiara en ella y le brindara recursos. El entrenador le sugirió que se quedara, ofreciéndose a apoyarla y entrenarla. Le explicó que podía ganar dinero corriendo, lo que le permitiría cubrir su hospedaje y alimentación en ese país.
La venezolana estaba en el extranjero y se enfrentaba a la incertidumbre de vivir en un país que no era el suyo. Su madre, a miles de kilómetros de distancia, seguía siendo su mayor apoyo. “¿Dónde vas a dormir?, ¿cómo vas a comer?”, preguntaba preocupada. Joselyn no tenía respuestas claras. Le dijo que el entrenador le había prometido ayuda, pero las dudas la invadían. Esa noche lloraron juntas. Una corazonada les decía que debía quedarse en España. Por teléfono, la joven le comunicó a su mamá que no volvería a Venezuela.
“Esa decisión fue bastante difícil. De hecho, todos los que conocen esta historia me dicen que fui muy valiente porque, con 19 años, me quedé en un país donde no tenía a nada: ni familia ni dinero ni ropa. Prácticamente estaba a la deriva. Mi mamá me decía que mi abuela le preguntaba cómo podía dejar que me quedara sin conocer a ese hombre. A lo que mi madre respondía: ‘Que sea lo que Dios quiera’. Así fue, tomé la decisión y, la verdad, fue la mejor de mi vida. No me arrepiento, porque también quería que mi familia, mis hermanas, estuvieran en España. La situación en Venezuela se estaba volviendo difícil, así que deseaba que ellas también tuvieran mejores oportunidades”, dijo.
Joselyn pasó varias navidades sola. Se separó de su familia, a pesar de ser una persona muy unida a ellos, para seguir su sueño. Pero eso no hizo que el dolor fuera menor. Llamaba a su mamá llorando porque sentía que el frío y la lluvia en Pontevedra, Galicia, lugar donde entrenaba, era insoportable para ella. Recuerda que las primeras Navidades fueron terribles; lloró desde el 1º hasta el 31 diciembre, dice ahora, entre risas. Pero su madre siempre estuvo allí, para ella.
Aunque ya contaba con el apoyo que tanto buscó, no lograba mejorar sus marcas en natación. Las cosas no se le daban como quería y con ello también venían las lesiones. Estuvo a punto de clasificarse a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, pero una prueba positiva de covid-19 la dejó fuera de la última ronda clasificatoria. Admite que lloró mucho cuando le comunicaron que debía hacer cuarentena y que tenía que posponer su sueño.
“La habitación en la que estábamos tenía unas ventanitas súperpequeñas, y estábamos justo al lado del aeropuerto. Los aviones pasaban, y yo lloraba, lloraba muchísimo. Le decía a mi mamá y a mi hermana que no quería seguir en el deporte, que ya no aguantaba más este sufrimiento. Tenía miedo de seguir teniendo esa ilusión de ir a los Juegos Olímpicos, porque si no lo lograba, no quería volver a sentir ese dolor en mi corazón”, alegó Brea.
Desanimada y frustrada, dejó de entrenar para poder replantearse su carrera y su ideal de clasificar a unos JJ OO. Sentía que ya lo había hecho todo para mejorar su rendimiento, pero simplemente no se le daba. Finalmente, llegó el clic de la manera menos esperada.
El impulso que necesitaba
Joselyn dice que tiene la suerte de contar con su hermana, Edymar, quien también decidió dedicarse al deporte. En 2020, el destino hizo que coincidieran en el Campeonato Gallego de Atletismo, donde Joselyn sirvió de liebre. Venía de varios meses sin entrenar debido a la pandemia del covid-19. Sin embargo, en esa carrera, logró una marca de 15:50. Se trató un tiempo significativo para ella, considerando que en ese momento no se sentía motivada. Pensó que era una señal para abandonar por completo los triatlones y abrazar las pruebas de fondo.
Pero dejar la disciplina con la que siempre pensó que alcanzaría los Juegos Olímpicos también implicaba una gran responsabilidad: debía hablar con su entrenador, quien confió en ella cuando nadie más lo hizo.
Joselyn admitió que la decisión fue difícil, ya que si quería dedicarse al atletismo tendría que buscar un nuevo entrenador. El cambio fue duro, porque su entrenador no lo tomó bien. Se molestó y dejó de hablarle. A pesar de eso, ella decidió darle tiempo porque sabía que el cariño que sentía por él no cambiaría, sin importar si hacía atletismo o cualquier otro deporte.
Su instinto volvió a guiarla, como siempre lo había hecho, pero aún faltaba una pieza en su rompecabezas. En 2021, el atleta venezolano Marvin Blanco la invitó a un campamento de atletismo en Colombia. Aunque ya se habían cruzado en otras ocasiones, esta vez Blanco le propuso ser su entrenador, convencido de que Joselyn podía correr más rápido.
En febrero de 2023, la venezolana tomó la decisión de aceptar su propuesta como entrenador. Desde entonces, las cosas han salido bien.
El tiempo le ha dado la razón en sus decisiones tras tantos altibajos. Además, su meta siempre fue clara: participar en los Juegos Olímpicos de París 2024. En mayo de 2023, en Los Ángeles, Estados Unidos, consiguió su ticket olímpico al obtener el segundo lugar en los 5.000 metros femeninos. Brea registró un tiempo de 14:36.59, superando con la marca mínima exigida para la cita olímpica, que era de 14:52:00. Además, fue nueva marca suramericana y nacional, de acuerdo con datos del Comité Olímpico Venezuela (COV).
Brea ha experimentado una rápida evolución desde que decidió enfocarse en el atletismo. Uno de sus más recientes hazañas es ser la primera mujer en competir en al menos dos pruebas de atletismo en una misma edición de los Juegos Olímpicos (2024).
Y es que en la cita olímpica fue referente al clasificar a la final de los 5.000 metros planos en París 2024. Aunque no logró subir al podio, su actuación en la repesca de los 1.500 metros fue notable. Con un tiempo de 4:05.93, quedó a solo 2,78 segundos de alcanzar la prueba final.
La marca representó un récord nacional en 1.500 metros planos durante los Juegos Olímpicos, superando el anterior registro de 4:07.27. De esta manera, logró establecer un nuevo récord en la disciplina entre los atletas venezolanos, a pesar de que su cuerpo no estaba al 100 %.
“A París llegué en buenas condiciones, pero unos días antes me llegó la menstruación, lo que afecta un poco mi rendimiento. Me siento pesada e hinchada. Sin embargo, di todo hasta el final y luché por estar en la final olímpica. Eso es muy difícil y, para mí, llegar a esa final fue un premio”, sostuvo.
Un deseo por cumplir
Brea es una mujer que no deja de planificar ni trabajar por lo que quiere. Esa convicción no solo la impulsa, sino que también la transmite. La noche que dio esta entrevista, la selección de Venezuela de fútbol enfrentaba a Argentina en Maturín, estado Monagas. Al minuto 63’, Joselyn comentó: “Ese gol está cerca, vamos, vamos”. Dos minutos después, Salomón Rondón marcó el gol del empate y los gritos comenzaron a escucharse en los alrededores. Marvin, su pareja, le dice: “Es que cada vez que hablas, decretas las cosas”.
Joselyn siempre ha encontrado la manera para no desfallecer. Razones le han sobrado para alejarse de las pistas, pero ella se niega. Tiene el poder para adaptarse, ya sea en tierra o asfalto, sigue corriendo, a su ritmo y con fortaleza. Cuando se cae, se recupera. Le llevó tiempo, frustración y llanto, mucho llanto. Pero aceptó y avanzó. En su mente siempre están las palabras de su madre que la alienta y nunca deja de confiar en su potencial.
—Joselyn no te puedes rendir, no te puedes rendir.
Bastan esas palabras para correr y nunca parar. Así, admite, es que ha logrado sobreponerse a los obstáculos y crear su propio camino. Ahora tiene por delante el Mundial de Atletismo 2025 y la vista puesta en los Juegos Olímpicos Los Ángeles 2026, donde planea poner en marcha toda esa maquinaria soñadora que le ha permitido levantarse. Está convencida de que su esfuerzo y dedicación durante estos años se verán recompensados con uno de sus máximos sueños: una medalla olímpica.