- Decenas de venezolanos se reunieron en la Plaza de Mayo para saludar al que consideran presidente electo de Venezuela, quien los saludó desde el balcón de Casa Rosada. Mantienen el deseo de que un nuevo gobierno asuma el 10 de enero. Foto principal: EFE
Son las 9:00 am de un sábado soleado en la Ciudad de Buenos Aires. Hace viento, el suficiente para que no se sienta ni frío ni calor, agradable para dar un paseo. Un grupo de turistas que habla inglés observa los edificios que rodean a la Plaza de Mayo, mientras dos brasileños toman fotos. Así, en medio de ese ajetreo, varios voltean hacia Casa Rosada, la sede del gobierno nacional argentino, donde de a poco se aglomeran camisetas vinotinto y banderas venezolanas. Cada uno intenta acercarse lo máximo posible a las rejas, otros miran hacia los balcones del primer piso. Quieren ver por sí mismos a Edmundo González, a quien consideran presidente electo de Venezuela, y quien viajó de visita oficial a una reunión con el presidente Javier Milei.
La palabra libertad es una de las que más se repite entre conversaciones y cuchicheos. Se escuchan tonalidades de distintas regiones, como oriente, Zulia o Caracas. Hay padres con sus hijos, abuelos con sus nietos. Cada tanto gritan algunas consignas, como “y va a caer, y va a caer, la dictadura va a caer”. No faltan tampoco banderas y pancartas con mensajes como “Llevo tu luz y tu aroma en mi piel”, “Venezuela libre” o “Hasta el final”.
Nereo Villasmil tiene 48 años de edad y hace ocho emigró a Chile. Estaba de vacaciones en Uruguay, pero ni bien se enteró de que González estaría en Buenos Aires decidió modificar su itinerario. Hacer presencia, recalca, es importante para los venezolanos en el exterior.
“Es la única manera activa que tenemos los que estamos afuera de hacernos sentir y demostrar el deseo de cambio, justicia y libertad que queremos los venezolanos”, comenta Villasmil para El Diario, en las inmediaciones de Casa Rosada.
Oriundo de Zulia, es ingeniero industrial y docente universitario. Trabajaba en Corpoelec y daba clases, pero la crisis económica y la inseguridad lo empujaron hacia el sur.
“Era una paranoia estar en la calle. El placer de dar clase pasó a ser una necesidad. Mis dos sueldos, en Corpoelec y en la universidad, no llegaban a 20 dólares. Se hizo insostenible”, agrega. Actualmente ejerce la docencia en carreras de ingeniería civil, en minas, informática y logística, pero aunque reconoce estar conforme con su desenvolvimiento profesional, no olvida a su tierra. “No dejo de tener el vacío de no poder entregar mi conocimiento a los míos en mi país”.
A otro costado, Edani Pérez, de 20 años, acompaña a su hermana menor, de 10. Hace siete años, con su padre y su madre, dejaron Barinas, adonde pudieron ir de visita en 2022 para reencontrarse con sus abuelos y que la más pequeña de la familia pudiera conocer su pueblo natal.
Ese sentimiento, deseo, aspiración a que la semana que viene Venezuela tenga un nuevo presidente y gobierno distinto al chavismo es recurrente entre la multitud, que comparte, a su vez, la añoranza de regresar sea de viaje o por colaborar a una reconstrucción del país.
“Tengo mucha fe de que todo se va a concretar y Edmundo será presidente. Los venezolanos somos todos familia, compartimos el deseo de cambio, ese cambio que esperamos se dé el 10”, dice María Alejandra Padrino, quien emigró desde Maracay, estado Aragua, hace dos años y medio.
“¡Edmundo presidente!”
Cuando el reloj marca las 11:45 am los gritos de júbilo en la parte delantera anticipan que el momento esperado se avecina. Edmundo González sale a uno de los balcones de la Casa Rosada. Alza los brazos, saluda a la multitud, desliza alguna sonrisa, sin perder el temple calmo que lo caracteriza. Enseguida la gente entona a todo pulmón el himno nacional, que da paso a gritos de “Edmundo presidente”. A su lado, con su acostumbrada cabellera alborotada, Javier Milei alza un puño, hace ademanes típicos de un rockstar, toma la mano de González y agradece algún elogio que parte de los venezolanos le dedican, como su típica frase de “Viva la libertad, carajo”.
A González, además, lo acompaña su esposa, Mercedes López, quien también se queda con la mirada fija hacia esos venezolanos que colman parte de la Plaza de Mayo. Y al otro costado, Karina Milei, hermana y secretaria general del presidente argentino, se mantiene expectante. Más atrás, Antonio Ledezma, exalcalde mayor de Caracas y uno de los emisarios de la dirigencia venezolana en esta visita, se suma al momento.
Aunque transcurren varios minutos, González parece no querer irse, lo mismo que esos compatriotas suyos que, pese a estar a miles de kilómetros de su país, se sienten parte de un momento histórico, en lo que pueden ser las horas previas a acontecimientos del que quieren ser protagonistas.
Argentina, el único país que juzgó a sus dictadores
El 10 de diciembre de 1983 Argentina recuperó su democracia después de su última dictadura militar. Raúl Alfonsín, a 72 horas de asumir funciones, firmó un decreto para crear la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, que recorrió cárceles y centros clandestinos de detención. Con esas pruebas se hizo el Juicio a las Juntas, que en 1985 condenó a Rafael Videla y la cúpula de militares por violación sistemática de derechos humanos. Fue un acontecimiento sin precedentes en todo el mundo.
Para Buenos Aires, de hecho, esta reunión es bisagra. “La Oficina del Presidente celebra la visita a Casa Rosada del presidente electo de la República de Venezuela, Edmundo González Urrutia, quien se encuentra sometido a la persecución política del régimen del dictador Nicolás Maduro, negado a entregar el poder tras perder las elecciones del 28 de julio de 2024”, se lee un comunicado oficial.
González, por su parte, compartió un video con imágenes de este sábado en Argentina. “Es uno de los momentos más emocionantes que he vivido”, posteó en X. “Venezolanos, también nos encontraremos en las calles de nuestro amado país”.
¡Uno de los momentos más emocionantes que he vivido!
— Edmundo González (@EdmundoGU) January 4, 2025
Venezolanos, también nos encontraremos en las calles de nuestro amado país. pic.twitter.com/1OmzKsXkQZ
Argentina y Venezuela, una relación grabada en el tiempo
El gobierno de Javier Milei, además de recibir a Edmundo González en Buenos Aires y reconocerlo como presidente electo, mantiene a su vez un momento álgido con Nicolás Maduro, con quien tiene abiertos varios conflictos.
En la residencia del embajador argentino en Caracas permanecen asilados desde marzo de 2024 cinco colaboradores de la dirigente María Corina Machado, quien fue anunciada como futura vicepresidenta de la República. Desde Miraflores se niegan a librarles un salvoconducto para que puedan viajar a Buenos Aires, mientras que la sede diplomática, además, ha sufrido cortes en los servicios de agua y luz, y acoso policial.
Nahuel Gallo, un gendarme argentino que viajaba con destino a Puerto La Cruz (Anzoátegui) para reunirse con su esposa venezolana y su hijo argentino, fue detenido el 8 de diciembre. El Ministerio Público lo acusa de terrorismo por presunto espionaje. Nadie, hasta el momento, sabe exactamente dónde está ni cuáles son sus condiciones de reclusión, tampoco ha tenido visitas.
Esos dos asuntos mantienen en alerta tanto a Milei como a la Cancillería y al Ministerio de Seguridad, a cargo de la Gendarmería.
Pese a todo, desde octubre el gobierno argentino dio luz verde a un régimen especial migratorio que permite a ciudadanos venezolanos ingresar al país y radicarse legalmente aun cuando documentación como pasaportes o cédulas de identidad estén vencidas.
Desde 2015, cuando el gobierno estaba a cargo de Mauricio Macri y la coalición Cambiemos (Pro, Unión Cívica Radical y Coalición Cívica), a Argentina llegaron y se instalaron más de 200.000 venezolanos.
En 2018, con Macri como presidente, Argentina lideró, junto con Chile, Perú, Paraguay, Colombia y Canadá, una denuncia formal contra el gobierno de Nicolás Maduro en la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad, los cuales, actualmente, están en proceso de investigación. Antes, recabaron testimonios de venezolanos que pudieron contar cómo fueron víctimas del régimen chavista.
El paso del tiempo, aun con los cambios de gobierno, mantienen a las autoridades argentinas y a la comunidad venezolana atentas a lo que suceda en Caracas el 10 de enero. Muchos de los que estuvieron hoy en Plaza de Mayo ansían salir a celebrar y abrazarse si ahora sí se materializa el cambio, si por fin llega la libertad.