El Día de las Madres suele ser una fecha asociada con emociones profundas, abrazos sinceros y la alegría de la cercanía filial. No obstante, en Venezuela adquiere una tonalidad particular debido al aumento de la migración de los últimos años.
Este fenómeno impuso una distancia física en muchas familias que, si bien no debilita los lazos afectivos, puede transformar radicalmente la manera en que se celebra esta fecha en el hogar.
Para conocer cómo es la dinámica de celebración, especialmente para las madres que permanecen en Venezuela y que despidieron a sus hijos, quienes salieron del país en busca de nuevos horizontes, el equipo de El Diario realizó tres entrevistas.
Anhelo y necesidad de un hijo
Iván Torres es un venezolano que reside en el exterior desde hace ocho años, pero su madre se quedó en Venezuela, específicamente en el estado Miranda. Para él, la celebración del Día de las Madres desde la distancia se aborda con una estrategia de contención emocional.
“Trato de no pensar mucho en eso. Se ha convertido de cierta forma como un mecanismo de evasión para no sentirme triste o deprimido en esta fecha. Cuando estas lejos de los tuyos, queriendo estar cerca, es importante mantener el mejor de los ánimos para poder seguir adelante. Tal vez no sea lo más sano, pero hasta el momento me ha funcionado”, contó Torres.
Esta perspectiva refleja una realidad que algunos migrantes aplican cuando la necesidad de adaptarse a un nuevo entorno implica la gestión de la nostalgia y la tristeza por la separación familiar.
A pesar de la distancia, el deseo de hacer sentir especial a su mamá en este día persiste. Torres compartió cómo es su propuesta cada año para acortar la brecha física y hacerle saber que el sentimiento sigue cada vez más vivo a pesar de las circunstancias.
“Mi mamá es como casi todas las demás. Su discurso es ‘yo no quiero nada’, pero la conozco, sé sus gustos e intentó sorprenderla. Ahora en la distancia, además de la llamada o videollamada, los regalos llegan por correo antes o después de las fechas especiales”, agregó el venezolano.
Confesó que este año envió los regalos con antelación y como sabe que su mamá prefiere las celebraciones en familia, mandó algo aparte para que prepararan una pequeña reunión en casa con sus hermanos y nietos.
Este esfuerzo por mantener las tradiciones y enviar un presente tangible busca compensar la ausencia física en un día tan emotivo. Además, Torres resaltó que la tecnología se erige como un aliado para mantener viva la conexión.
“Me permite acortar distancia en los días especiales y en los que no, solemos conversar por mensajes o llamadas telefónicas. Pero no siempre estás conectado al momento que sientes la necesidad de expresar lo que llevas dentro”, dijo el venezolano.
El anhelo y necesidad de cercanía se manifiesta en el mensaje que Torres desearía poder entregar a su madre. Una imagen que revela la añoranza por un gesto tan simple como un abrazo, que la distancia convierte en un deseo inalcanzable en este día.
“Una fantasía recurrente que tengo es imaginar que entro por la puerta de la sala de la casa y le digo: ‘Feliz día, mami’ y la abrazo”, narró el hijo al confesar su emotividad al pensarlo.
Nostalgia y añoranza en el Día de las Madres
Vivianne Figallo, venezolana radicada en Estados Unidos desde hace 9 años, comparte una emoción similar de vacío, nostalgia y añoranza en esta fecha.
“Es horrible, ese día hasta evito las redes sociales”, expresó con contundencia al describir cómo se siente al celebrar el Día de las Madres lejos de su mamá, Magaly Hernández, quien se encuentra en Caracas.
Para ella, la distancia no se mitiga con el tiempo ni existe forma de sustituir la falta que le hace compartir hasta los instantes más sencillos con su madre.
“Este Día de la Madre me gustaría poder subirme a un avión y estar con ella aunque fuera solo por un día. Sentarnos juntas a tomarnos un chocolate caliente y reírnos viendo una película, como antes, sin tanta prisa, solo compartiendo el momento”, reveló Figallo.
La venezolana aseguró que la distancia no se hace más fácil con el tiempo, por lo que no ha dejado de sentir que la extraña “muchísimo” cada día.
“A veces, lo único que uno quiere es un abrazo de mamá y no hay nada que pueda sustituirlo”, manifestó con respecto a la necesidad de cercanía que aseguró la invade, en especial en esta fecha.
A pesar del dolor que genera la ausencia, Figallo busca maneras de hacer sentir su presencia, enviándole algún detalle, un mensaje, un video. Reveló que no siempre es fácil, pero se esfuerza para hacerle saber que siempre la tiene presente.
“Hablamos todos los días, así sea enviándonos solo una imagen, siempre nos hacemos presente en la vida de la otra. Me cuesta a veces porque no soy una persona tan expresiva, pero hago lo posible por siempre mantener el contacto”, dijo la hija de Magaly.
Este año va a enviarle a su madre sus chocolates favoritos y ponerse el anillo que le regaló antes de irse del país, como su forma personal de sentirla cerca, aunque estén lejos.
“Este pequeño gesto es mi manera de decirle que la llevo conmigo, siempre”, acotó Figallo.
La relación entre esta madre y su hija se basa en la comunicación constante, lo que para ellas se convierte en un hilo conductor que mantiene vivo el amor a pesar de los kilómetros que las separan.
Perspectiva de una madre lejos de sus hijos
Desde la perspectiva de una madre en Venezuela, Luisa Margarita Barreto, madre de cuatro, residente del estado Lara, con un hijo en el exterior y otros dos en otras regiones del país, el Día de las Madres ha experimentado una transformación a lo largo de los años.
“Extraño mucho las reuniones familiares que teníamos para celebrar el día de la madre, casi siempre empezaban con un desayuno-almuerzo, luego abríamos regalos y después veíamos películas o salíamos a pasear. Mi madre vivía con nosotros y aprendieron el valor que tenía el convivir con la abuela. Se fueron casando, llegaron los nietos y las costumbres cambiaron, pero gracias a Dios hay muy buena relación entre todos”, contó Barreto.
La dinámica familiar evolucionó a la par de las circunstancias, los cambios, las mudanzas, el tiempo y la migración. Sin embargo, Barreto aprendió a disfrutar de los momentos de compartir con sus hijos así sea a través de una llamada.
“Hoy en día es totalmente diferente, todos están casados. Uno vive en el extranjero y dos en otros estados. Solo una vive en la misma ciudad que yo y la mayoría de las veces celebro este día con ella y su familia. Con los que están fuera es diferente, algunas veces vienen y pasamos juntos un fin de semana. Mientras que con mi hijo en el extranjero solo lo veo por videollamada y me da melancolía, sé que a ellos también”.
A pesar del sentimiento relacionado con la distancia que la separa de sus hijos, Barreto ha aprendido a encontrar una especie de alivio en la tecnología, aunque admitió que lo que realmente desearía es abrazarlos todos los días.
“Estoy agradecida con Dios que nos ha regalado vivir en esta época donde tenemos la ayuda de la tecnología porque resulta ser un buen consuelo”, dijo la madre venezolana.
Agregó que un gesto inesperado puede marcar la diferencia en este día e incluso convertirse en un recuerdo inolvidable que le sirva para atesorar en el corazón.
“Hay una ocasión que recuerdo gratamente. Fue una mañana que me llamaron temprano para decirme que había alguien en la puerta, que abriera, era un delivery que me traía un desayuno de parte de mis hijos. De verdad que lo disfruté mucho”, expresó Barreto.
Amor y respeto por los hijos
El mensaje de esta madre a sus hijos reveló la admiración, respeto y amor que siente por ellos, a través de sus palabras quiso dejar constancia de las emociones que la embargan en esta fecha especial.
“Quisiera decirle a mis hijos que los amo profundamente, que estoy muy orgullosa de ellos, de ver en las personas en quienes se han convertido, lo que han logrado, los hogares que formaron. Los extraño todos los días, pero ver y saber lo que hacen me da un inmenso consuelo y me hace feliz”, confesó Barreto.
Además, también dejó claro que su preocupación maternal trasciende la distancia que actualmente los separa, ya que resaltó que lo más importante para ella es conocer que sus hijos y nietos están bien.
“Es muy importante apoyarlos, agradecerle a Dios por tenerlos, tratar de no preocuparlos porque eso los angustia. Están lejos pero saberlos felices es un gran consuelo, ver a los nietos crecer es una gran alegría, disfruto compartir con ellos, así sea por videollamada”, acotó la venezolana.
Estos testimonios evidencian que a pesar de los kilómetros que separan los cuerpos, el amor entre una mamá y sus hijos venezolanos trasciende las fronteras en este Día de las Madres.
Las pantallas se convierten en ventanas, las voces en abrazos y los recuerdos en un regalo. La esperanza de un reencuentro cercano alimenta el corazón de estas madres y sus hijos, demostrando que la distancia, aunque duela, no es un obstáculo para el amor que une a las familias venezolanas.