La decisión de emigrar a menudo conlleva una reconfiguración de los lazos familiares, una realidad que muchos venezolanos enfrentan al establecerse en otros países y dejar a sus padres en el país.
La separación física, la evolución de las dinámicas de comunicación y la adaptación a un nuevo entorno son aspectos que suelen marcar la cotidianidad de quienes mantienen a sus familias en el extranjero.
El equipo de El Diario entrevistó a tres venezolanos, dos viven en España y uno en Estados Unidos, para conocer cómo la distancia impacta la relación familiar y permitirles escribir una carta con motivo del Día del Padre.
Claudia, quien tiene dos años viviendo en España, describe la experiencia de su partida de Venezuela como un momento de una profunda sensación de desconexión emocional inicial.
“Se sintió como si una parte de mí se desconectara por un momento para empezar a vivir en piloto automático. Pasar migración, chequear las maletas, esperar, despedirse fueron actos muy mecánicos en esos momentos. Comencé a caer en la realidad cuando el avión despegó del aeropuerto y lloré”, expresó la venezolana.
Para ella, uno de los aspectos más complejos de la separación física es la ausencia de la presencia constante de sus familiares en el hogar, debido a que la conciencia de que siempre había alguien cerca, ya fuera su madre en su cuarto, su hermana en la sala o su padre en su estudio, ofrecía una sensación de cercanía que facilitaba la comunicación espontánea y el apoyo mutuo.
“Estábamos siempre muy presentes en la vida del otro”, afirmó y aseguró que eso es precisamente lo que más extraña.
La adaptación a esta nueva realidad ha sido un proceso gradual. Claudia relata que le tomó tiempo acostumbrarse a ser la única persona presente para sí misma en este nuevo país, mientras buscaba mantener sus costumbres y, a la vez, acoplarse a su nueva realidad.
Palabras de Claudia para su papá
La relación de Claudia con su padre, Juan, se ha transformado en un vínculo que trasciende la distancia a través de la comunicación digital. Hablan al menos dos veces a la semana, ya sea por llamada, videollamadas o mensajes.
“En mi casa no existía ningún grupo de WhatsApp, ya que nos veíamos todos los días. Lo cree apenas me fui y por esa vía les comparto un poco las bitácoras de mi vida ibérica. Al principio le preguntaba sobre cómo hacer una lavadora, o consejos de cómo ser adulto”, acotó la venezolana.
En cuanto al apoyo de su padre, Claudia rememora que Juan es un hombre de pocas palabras, pero sus comentarios son “contundentes”.
En momentos de tristeza durante su primer año fuera, él le sugería visitar el Museo del Prado o el Reina Sofía para levantar el ánimo, consejos y palabras que asegura le han sido útiles para sobrellevar la distancia.
Como reflexión a otros hijos que se encuentran lejos de sus padres, Claudia los instó a recordarles cuánto los quieren. Ella, aunque no está presente en todos los momentos como antes, se esfuerza por compartir en las llamadas.
“Toda mi vida me cantaste una canción inventada para hacerme reír y sentirme chiquita. Y aún en la distancia sigues cantándola para recordarme que a pesar de los miles de kilómetros siempre estás ahí para mí. Papá, te quiero mucho. Gracias por siempre estar ahí para mí”, le dedicó Claudia a su padre Juan.
La experiencia de Miguel
Miguel, quien al igual que Claudia tiene dos años en España, describió su decisión de emigrar como una mezcla de “dolor y ansias” porque aunque le afectó tener que irse, también sentía una expectativa por enfrentar los desafíos que sabía que surgirían.
Un momento clave en su proceso de separación física fue cuando llegó el día de despedirse. El venezolano recuerda que para su padre, Miguel P., llevarlo al aeropuerto internacional parecía “un trámite” lo que inicialmente le ayudó a no sentirse nervioso. Sin embargo, la realidad de la distancia se hizo evidente una vez que abordó el vuelo.
“Ya en el avión, cuando avisé que dentro de poco no tendría señal hasta llegar a España, me llamó mi papá y en ese momento me expresó cómo se sentía. Se me vinieron los recuerdos de él a la mente y fue allí cuando comencé a llorar. Hasta el punto de decir ‘¿qué estoy a punto de hacer?’ Durante muchos años cumplimos la costumbre de ir al cine todos los fines de semana y me dijo que ahora no sabía cuando lo volveríamos a hacer”, contó Miguel.
No obstante, la relación aunque distinta se mantiene en el amor y la comunicación entre Miguel y su padre. La gestionan principalmente a través de mensajes, aunque el venezolano se esfuerza por llamar a Juan con frecuencia para relatarle con mayor profundidad todos los detalles de sus actividades.
Una frase que Miguel tiene presente cada día se la dijo su padre como consejo, unas palabras que interpreta como su manera de decirle que dejara de preocuparse incentivándolo a analizar las situaciones para poder ver las soluciones.
“Si tienes un problema y no puedes resolverlo no te des mala vida, y si tienes un problema y sí puedes resolverlo, tampoco te des mala vida”, son las palabras de su papá Juan.
Para Miguel, una reflexión que desea compartir con otros hijos lejos de sus padres es la importancia de oír, entender y estar presentes.
“Hay que aprender a escuchar a los padres, ya que cuando estás afuera eres un torbellino de emociones. A veces hay que sentarse para ver todas las posibilidades, las soluciones y aprender de ellos”, dijo el venezolano.
Letras de Miguel para su padre
Miguel también aprovechó la oportunidad para expresar un mensaje personal a su padre, algo que nunca le ha dicho.
“Cada vez que me presento, cada proyecto que emprendo, cada oportunidad en la que puedo dejar grabado mi nombre y apellido, lo hago con un nudo en el pecho y un brillo en los ojos. Llevo con orgullo el mismo nombre que tú, el mismo apellido que compartimos con mi abuelo y mi hermano, quienes ahora descansan en paz. Ese legado es mi tesoro, un lazo que nos une más allá del tiempo. De pequeño, eras mi héroe, un gigante indestructible que todo lo podía. Con los años, al crecer, entendí que tu grandeza no está en la perfección, sino en cómo enfrentas tus imperfecciones con valentía y corazón. Siempre estás ahí, firme, cuando te necesito, siendo ese refugio inquebrantable que me inspira a seguir adelante. Eres, y siempre serás mi héroe”.
La historia de Andrés
Andrés, quien reside en Estados Unidos desde hace seis años, compartió su experiencia sobre la decisión de salir de Venezuela. Para él, ese momento estuvo marcado por una sensación de incertidumbre con una mezcla de emoción y miedo.
El venezolano relató que la despedida en el aeropuerto fue particularmente difícil, describiéndola como un momento de nudos en la garganta y lágrimas contenidas. A pesar de la emoción, sentía una determinación profunda de buscar un futuro mejor para ayudar a su papá, Luis.
Uno de los aspectos más complicados de la separación física para Andrés ha sido la ausencia de las pequeñas interacciones diarias que definían la vida familiar con su papá y hermana.
“No poder compartir una comida casera, no poder verlos en persona, no preguntarle qué me tomo cuando estoy enfermo o simplemente no poder darle un abrazo espontáneo. Esas son las cosas que más me pesan”, narró Andrés.
Sin embargo, con los años aprendió a valorar la calidad de las interacciones por lo que intenta que cada llamada o videollamada sea memorable.
“Todas las noches los contacto por videollamada, si no está mi hermana hablo con mi papá, le pregunto por su día y él por el mío. Además, durante el día nos podemos mandar una foto de algo que estemos haciendo o algún pensamiento rápido”, acotó Andrés.
Andrés también recuerda un consejo importante de su padre, Luis, quien lo acompaña desde su partida y lo usa para mantenerse firme en su meta y sus decisiones.
«Mi papá siempre me dijo: ‘Hijo, el éxito no es la cantidad de dinero que hagas, sino la tranquilidad y la felicidad que encuentres en lo que haces'», reveló el venezolano.
“Desde aquí, a la distancia que nos separa, quiero enviarte mis palabras en este Día del Padre. Han pasado seis años y cada uno de esos días tengo conmigo tus enseñanzas y tu apoyo incondicional. Tu amor y palabras son mi brújula, nunca lo dudes. Aunque estemos lejos, nuestro vínculo es inquebrantable, y tú siempre estás presente en mi vida. Quiero que sepas lo agradecido que estoy por todo lo que me has dado. Por ser mi guía, mi apoyo y mi ejemplo. Eres y siempre serás una de las personas más importantes para mí. Te guardo un abrazo”, le escribió Andrés a su padre Luis para felicitarlo en esta fecha.
Las historias y cartas de estos tres hijos venezolanos a sus padres en Venezuela resaltan la fortaleza del vínculo familiar que es capaz de trascender tiempo y fronteras para mantenerse vigente a pesar de la distancia.