Jean Pierre Mendoza, o como todos le dicen, Yampi, es taxista en aplicaciones de transporte en Caracas. Desde Lídice, una parroquia al oeste de la ciudad donde reside, comienza su jornada diaria en la que los pasajeros siempre detallan que en el volante de su carro tiene una palanca para controlar la velocidad del vehículo.

Allí es que se dan cuenta de que el venezolano perdió la movilidad en las piernas, pero maneja como cualquier otro conductor. Por eso, quienes cruzan palabras con él, se llevan la certeza de que siempre hay una forma de adaptarse a los problemas.
Con 50 años de edad y 31 de ellos en una silla de ruedas, Mendoza nunca ha considerado su condición una limitante. Así lo expresa a través de su perfil de TikTok, donde publica videos en los que se muestra reparando su carro, pintando su casa o haciendo otras tareas de su día a día. Muchas de sus publicaciones se llenan de mensajes en los que le agradecen por ser una figura de inspiración. Él menciona que esa es su misión de vida.
“A mi carro suben un promedio de 16 personas al día. Muchas llegan sin conocerme, con problemas y pensamientos negativos. Pero cuando se bajan, me dicen que les di una lección de vida. Ese es mi verdadero trabajo, y es lo que más me enorgullece, porque estoy generando un impacto positivo y enseñándoles que siempre hay una solución para todo”, comentó para El Diario.
El venezolano afirmó que ha enfrentado muchas dificultades a lo largo de su vida. La más dura fue el día en que recibió seis disparos de un arma de fuego al frente de la casa de su mamá. Esa experiencia marcó un antes y un después, porque sostiene que estar vivo es un milagro.
Un pronóstico reservado
Era el año 1994 y Jean Pierre trabajaba como motorizado de encomiendas. Le iba bien y con los ingresos que generaba en su jornada diaria le alcanzaba para hacer mercado y salir de fiesta. Admite que eso pudo haber llamado la atención de algunas personas quienes, un día, se interesaron en robar su moto.
Para esa época, su mamá tenía un cargo en el Cuerpo Técnico de Policía Judicial (ahora Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas -CICPC-), por lo que una brigada le ayudó a recuperarla en dos oportunidades en el sector donde vivía. Eso enfureció a quienes tenían intenciones de quedársela.
Fue una tarde, cuando se encontraba retornando del trabajo, que una persona le llegó por la espalda y sin mediar palabras le disparó varias veces. Jean Pierre cuenta que intentó darse la vuelta, pero a medida que lo hacía esta persona seguía disparando.
“Yo traté de agarrarlo, porque no sentía dolor ni nada. A mí lo que me costaba era respirar, más nada. Ahí salieron mis familiares, y montándome en el carro me caí de espalda y es donde creo que todo fue para peor”, expresó.
En el hospital le dijeron que recibió dos tiros en la columna que le provocaron cinco fracturas en distintas alturas de la legión lumbar. Lo operaron tres veces. Primero del diafragma, porque no podía respirar. Una de las balas había impactado allí. Después lo llevaron de nuevo a cirugía porque otro disparo le había perforado el hígado.
Al salir de esa operación volvió a recaer. Según le contaron los médicos, una bala alcanzó al pulmón, por lo que tuvo que volver a ser intervenido quirúrgicamente. Jean Pierre comentó que pasó por todo este proceso con la imposibilidad de mover las piernas.
«Desde el primer tiro yo dejé de sentirlas. Lo puedo describir como un mandarriazo en la columna. Fue un golpe durísimo”, dijo el hombre.
Estuvo hospitalizado durante 19 días. Fue entubado y su diagnóstico era reservado. Los especialistas le dijeron que por el estado de sus heridas, era un milagro que estuviera con vida. Pero el único deseo que Jean Pierre tenía, más allá de respirar, era el de volver a caminar.
El golpe de la realidad

Su cuerpo se fue recuperando de las heridas hasta que llegó el diagnóstico definitivo: una lesión medular grado 4, la cual significaba la inmovilidad completa en los miembros inferiores. Los exámenes mostraron una amputación total de las raíces nerviosas en sus piernas, por lo que no iba a tener la capacidad de volver a caminar.
Jean Pierre se negó a creer que esa fuese su nueva realidad. Asistió durante un año a un centro de rehabilitación para revertir lo que le dijeron los médicos. Sin embargo, no hubo una mejoría. Le dieron el alta médica porque ya no podía seguir ocupando una cama. Él pidió más tiempo, insistió en que lograría volver a caminar. La respuesta que recibió fue que debía acudir a un psicólogo.
“Ese día me enviaron al psicólogo para evitar que cayera en depresión, pero fue imposible. Yo sentía que todo se me derrumbaba. Cuando llegué a la consulta, me explicaron que tenía que entender que nunca volvería a caminar. Le respondí que sí lo lograría, que tenía la certeza. Me dijeron que no y que debía aprender a vivir con la discapacidad. Fue entonces cuando recogí mis cosas y me fui”, afirmó.
A partir de ese momento, Jean Pierre dedicó 15 años de su vida a intentar volver a caminar. Al principio, se acostumbró a usar muletas. Con el tiempo, tuvo que aceptar que necesitaba una silla de ruedas para movilizarse con más facilidad.
Siempre salía solo y nunca perdió su determinación de ser independiente, aunque siempre agradece la atención y el apoyo que le dieron sus familiares y allegados. Además, buscó trabajo y se movía en metro, viajando diariamente porque quería reunir el dinero suficiente para comprarse un carro propio.
Volver a comenzar

Jean Pierre sostiene que su vida ha tenido más bajas que altas. Unos años después de su hospitalización logró comprarse un carro; y, gracias a sus conocimientos de mecánica, adaptó los frenos y el acelerador con una palanca de hierro similar a los de una moto. Así comenzó a trabajar como taxista, lo que le permitió comprarse una casa.
En 2017, la situación en Venezuela empeoró. Por eso, emigró a Colombia para trabajar en el área de transporte público. Al principio, le fue bien y pudo sostenerse. Pero en 2020, con la llegada de la pandemia de covid-19, se le complicó pagar el alquiler y, además, el motor de su carro se dañó por completo. Esta crisis lo obligó a vender la vivienda que con mucho esfuerzo había comprado en Venezuela.
Por eso, y con ese dinero, adquirió el carro que tiene ahora y pagó sus deudas. Dos años después, extrañaba la vida en Caracas y decidió regresar al país con la esperanza de retomar su camino, sabiendo que tendría que empezar desde cero.
“Nunca me he aferrado a lo material, porque sé que lo material siempre se puede recuperar con esfuerzo. Me ha tocado empezar de cero muchas veces en la vida. Y si mañana me toca volver a empezar, no dudo que lo haré. Para mí, lo importante no es lo que se pierde, sino la voluntad de seguir adelante, de construir de nuevo”, opinó Jean Pierre.

Fue esa misma voluntad la que llevó a Jean Pierre a crear una cuenta en TikTok para atraer seguidores y así poder generar algunos ingresos extras. Grabó un video motivando a las personas y tuvo 10 mil visualizaciones. Pensó que tal vez podría funcionar y siguió haciendo videos.
En su perfil (@jeanpierremendozaartigas) hay varias publicaciones y las que más alcance han tenido son aquellas en las que aparece arreglando el carro. Él mismo los edita y se muestra subiendo a su vehículo, limpiándolo o comprando repuestos.
También graba recorridos por Caracas, mientras espera por aceptar un traslado o simplemente muestra lo que observa desde el volante. Dice que sus videos no tienen una fórmula, que lo único que hace es grabar lo que vive. Aun así, muchos le escriben para decirle que se sienten reflejados, o que les ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva. Eso lo emociona.
“Cuando las personas me dicen cualquier cosa, se me ponen los ojos aguados y no puedo aguantar que se me salgan las lágrimas, porque, como digo yo, hago las cosas con el alma. Mi video lo hago con el alma y la gente me da fuerza para continuar, no solo con los TikTok, sino con mi vida”, agregó el hombre.
Jean Pierre considera que no importa cuántas veces haya que comenzar de nuevo, ni cuántas puertas se cierren. A su juicio, lo que realmente hace la diferencia es la voluntad de cambiar una realidad que parece fija. Su historia demuestra que, aunque el camino esté lleno de obstáculos, siempre hay una forma de avanzar.