Los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Donald Trump y Vladímir Putin, se reunirán el viernes 15 de agosto para negociar el fin de la guerra de Ucrania en una base aérea de Alaska, un estado que durante 100 años fue territorio ruso y que pasó a manos de Washington en 1867 por un acuerdo que en Moscú es visto como un “infausto” recuerdo.
Karoline Leavitt, secretaria de Prensa de la Casa Blanca, expresó que el mandatario estadounidense quiere “mirar a los ojos al presidente ruso y ver qué avances se pueden lograr” para poner fin a la guerra entre Moscú y Kiev.
Leavitt no quiso ofrecer detalles sobre las demandas o puntos de discusión que Trump llevará ante Putin, aunque insistió en que el republicano “tiene muchas herramientas a su disposición que podría usar si fuera necesario”.
“Ciertamente, hay sanciones y muchas otras medidas que podría utilizar si tuviera que hacerlo, aunque la diplomacia y la negociación siempre ha sido el camino escogido por este presidente”, indicó la portavoz.
El 14 de agosto, Trump señaló que se realizaría una reunión inicial, que podría durar solo unos minutos, para sentar las bases para un siguiente encuentro trilateral, y en la que se discutirán posibles soluciones al conflicto entre Rusia y Ucrania. El mandatario recalcó que será una segunda cita la que traerá avances concretos sobre un acuerdo entre las partes implicadas, incluyendo al mandatario ucraniano Volodímir Zelenski.
Por su parte, el presidente ruso, Vladímir Putin, elogió los “enérgicos y sinceros” esfuerzos de Estados Unidos para poner fin a los combates en Ucrania. “EE UU realiza, bajo mi punto de vista, esfuerzos muy enérgicos y sinceros para poner fin a las acciones militares y a la crisis en Ucrania”, afirmó al comienzo de una reunión extraordinaria con la plana mayor del gobierno y del Kremlin.
Sobre el tema, Zelenski advirtió que Kiev “no aceptará ninguna propuesta que no cuente con su consentimiento”, una posición que esta semana recibió el respaldo pleno de los principales líderes europeos, quienes insisten en que cualquier solución “debe garantizar la soberanía e integridad territorial de Ucrania”.
Alaska, una tierra llena símbolos
Trump, conocido por su estilo poco convencional en diplomacia, protagoniza otro giro inesperado al reunirse por primera vez con Putin desde 2019, en la base aérea Elmendorf-Richardson, una instalación clave durante la Guerra Fría para contrarrestar a la extinta Unión Soviética.
Putin estaría intentando convencer a Trump de que respalde sus exigencias sobre territorios que actualmente reclama en la guerra contra Ucrania. Sin embargo, se prevé que Kiev rechace esas exigencias. En ese escenario, existe el riesgo de que Trump responda retirando todo el respaldo político y militar que Estados Unidos le brinda actualmente a Zelenski.
La base está ubicada en Anchorage, la capital de Alaska, una ciudad de menos de 300 mil habitantes. Los lugareños intentan mantenerse al margen de unas negociaciones que muchos esperan no los afecten, aunque circulan rumores sobre un posible acuerdo ruso respecto a las tierras raras y minerales estratégicos de la región.
Alaska fue territorio ruso durante un siglo, pero la resistencia indígena y la guerra de Crimea (1853-1856), que arruinó las finanzas del imperio ruso, acabaron con sus aspiraciones imperialistas en América.
Para cubrir las deudas de aquel conflicto, Rusia vendió Alaska en 1867 a Estados Unidos por apenas 7 millones de dólares (unos 100 millones ajustados por inflación), ya que mantener el territorio dejó de ser rentable tras el desplome del comercio de pieles, su principal interés en la zona.
La venta, que culminó con la incorporación de Alaska como estado estadounidense en 1959, es vista por algunos nostálgicos rusos como una gran pérdida. Sin embargo, Putin, apasionado por la historia, ha bromeado en alguna ocasión: “¿Para qué la íbamos a querer? Hace mucho frío”.
En búsqueda de la negociación
El jefe actual del Kremlin será el primer presidente ruso en pisar Alaska, aunque sin claras intenciones de poner fin a la invasión a gran escala de Ucrania que comenzó en febrero de 2022, conflicto que Trump desea resolver en su búsqueda del Nobel de la Paz.
La delegación rusa que acompaña a Putin incluye, además de los ministros de Exteriores y Defensa, al ministro de Finanzas, Anton Siluanov, y al representante para la cooperación económica exterior, Kirill Dmitriev.
Esto indica que Putin pretende aprovechar el encuentro con Trump para impulsar acuerdos económicos que beneficien a Rusia, un país afectado por la deuda de la guerra y el aislamiento debido a las sanciones occidentales.
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