El 12 de octubre de 1492 ocurrió un hecho trascendental para la historia, aunque a muchos historiadores les cuesta ponerse de acuerdo sobre cómo denominarlo. Ese día, Cristóbal Colón, al mando de una flota de tres carabelas españolas, cruzó el océano Atlántico en una expedición que buscaba trazar una nueva ruta marítima a Asia. Sin embargo, terminó en la isla de Guanahaní, actualmente en el archipiélago de las Bahamas. No lo sabía, pero había llegado a un vasto territorio hasta entonces desconocido para los europeos.
Por supuesto, no era el primer contacto de otras civilizaciones con el denominado “Nuevo Mundo”. Siglos antes, navegantes escandinavos habían llegado a Groenlandia y Norteamérica, llegando a formar asentamientos. Pero para una Corona española que aún pensaba haber descubierto una extensión de la India, aquellas tierras eran una novedad, y enseguida rebautizaron Guanahaní como San Salvador y le dieron al pueblo taíno el mote de “indios”.
Empezó paulatinamente un proceso de conquista y colonización que se intensificó tras descubrir en su tercer viaje, justamente en la actual Venezuela, que no estaban ante un conjunto de islas, sino en un continente que desató toda clase de crónicas fantásticas y sed de aventuras, pero también la ambición por los recursos naturales y la explotación de los pueblos indígenas, masacrados y sometidos en el intento. Aquella tierra, bautizada como América en un irónico desplante a Colón, iniciaba su violenta y fascinante incorporación a las páginas de la historia europea.
En entrevista para El Diario, el historiador y profesor Daniel Terán Solano señala que en los últimos años el 12 de octubre se ha convertido en una fecha controversial para las peleas en redes sociales. Afirmó que el acontecimiento se volvió bandera de pugnas ideológicas entre diferentes grupos que proyectan sus visiones políticas actuales, muchas veces sin ningún rigor académico.
“No se busca el equilibrio, no se trata de entender los procesos como una continuidad, sino como una lucha entre buenos y malos, y convierten la historia de un espacio de encuentro y conocimiento, en un espectáculo de confrontación y rebajan la historia a una historieta”, declara.
El día de muchos nombres
Siglos después, la complejidad del proceso ocurrido en el continente despierta conflictos existenciales y remueve heridas antiguas en varios de los países que se asentaron allí tras sus procesos independentistas. Por eso, desde que comenzó a celebrarse como efeméride a principios del siglo XX, el 12 de octubre ha pasado por muchos nombres, cada uno reflejando los propios procesos políticos e identitarios de cada nación.
Por ejemplo, en buena parte de Hispanoamérica durante décadas se le llamó Día de la Raza, por iniciativa de España, mientras que en Estados Unidos se sigue conociendo como Columbus Day, o Día de Colón. Con el paso del tiempo, sobre todo durante el siglo XXI, otros países agregaron sus propios nombres, muchos reivindicando su herencia indígena. Por ejemplo, está el Día del Encuentro de Dos Mundos en Chile; Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo Intercultural, en Perú; Día de la Nación Pluricultural, en México; Día de la Descolonización, en Bolivia; y el Día del Respeto a la Diversidad Cultural en Argentina (aunque en 2023 volvió a ser Día de la Raza).
Aunque desde el siglo XIX hay antecedentes de conmemoraciones de esta efeméride, no se volvió una fiesta formal hasta 1914, cuando el presidente de la Unión Ibero-Americana, el español Faustino Rodríguez-San Pedro, celebró la “Fiesta de la Raza Española”. Argentina sería el primer país latinoamericano en incorporarlo a su calendario en 1916, bajo el nombre que luego sería común en el resto del continente. Por su parte, España lo convertiría en 1958 en la Fiesta de la Hispanidad, para celebrar la unión cultural con sus antiguas excolonias, aunque actualmente se le conoce como la Fiesta Nacional de España.
En el caso de Venezuela, la efeméride se incorporó formalmente en 1921 con la Ley de Fiestas Nacionales bajo el nombre de Día de la Raza. Así se mantuvo, sin mayores cambios, hasta que el 12 de octubre de 2002, el entonces presidente Hugo Chávez ordenó su cambio por Día de la Resistencia Indígena. Su sucesor, Nicolás Maduro, agregaría en 2022 el nombre actual de “Día de la Resistencia Indígena y la Descolonización de América”.
“Hijos de Colón”
Terán, quien es profesor en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), explica que inicialmente, antes siquiera de ser una efeméride formal, el 12 de octubre era conocido como Descubrimiento del Nuevo Mundo. Incluso luego del proceso de Independencia de Venezuela, en el que privó un sentimiento generalizado de rechazo hacia España, esto no solo se mantuvo así, sino que la figura de Cristóbal Colón seguía despertando admiración dentro de las filas patriotas.
Ejemplo de esto se ve en el nombre de Colombia, concebido por Francisco de Miranda para su proyecto de nación americana y que hacía honor al navegante genovés. Simón Bolívar, quien acabó materializando esta idea con la unión de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, empleó este nombre y muchas veces se refirió a Latinoamérica como “el hemisferio de Colón” en sus cartas. Esto también se ve en la primera versión del Himno Nacional, Gloria al Bravo Pueblo, que originalmente contenía una estrofa con la frase “¿Qué aguardáis, patriotas, hijos de Colón? Marchad tras nosotros ¡Y viva la unión!”.
El historiador señala que esta idea de Colón como héroe y “descubridor de América” caló entre los líderes patriotas pues la mayoría venían de la casta de blancos criollos, y que en buena parte mantenían su cultura y herencia directa de España. “Las élites criollas, las que van a fomentar la Independencia, tenían una buena imagen de Colón, quizás por el hecho de que ellos se consideraban herederos de los primeros conquistadores o los primeros pobladores”, apunta.
Ya patriotas como Bolívar en diferentes escritos habían criticado en su momento la conquista del continente, aunque su queja iba más hacia la forma en que las autoridades españolas despilfarraron la riqueza de la región. “Los españoles, que emprendieron la conquista del territorio, menos con el propósito de cultivarlo y crear en él una civilización análoga a la europea, que para obtener la rica producción de él y someter a los pueblos que lo habitaban a la tiranía del más duro despotismo”, escribió en su Carta de Jamaica de 1815.
“Hay una cosa un poco contradictoria en que las élites que apoyaban la causa de la Independencia admiraban a Colón, lo trataban bien y lo ponían en un sitial, pero también hablaban bien de los indígenas, que habían sido víctimas de los españoles con su crueldad y su avaricia. Entonces hay una situación un poco irónica allí”, comenta Terán al respecto.
Cambio de paradigma
Durante buena parte del siglo XX la mayoría de los países hispanoamericanos mantuvo el 12 de octubre como Día de la Raza, e incluso arrastrando la vieja narrativa del “descubrimiento” de América, mientras se sumaban también elementos indígenas en la celebración. Era una fiesta quizás en el mismo tono que el Día de Acción de Gracias de Estados Unidos, aunque dedicado a fomentar los lazos históricos y culturales con España.
Terán señala que el auge de esta celebración vino tras la Guerra Civil Española (1936-1939), cuando desde Madrid se entendió la necesidad de estrechar las relaciones bilaterales con las naciones latinoamericanas, muchas en ese entonces en una mejor situación política y económica. Por otro lado, países como Argentina y Venezuela recibieron una gran cantidad de migración española, y europea en general, en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial. Esto llevó a sus gobiernos a aprovechar la fecha para promover la integración de estas comunidades españolas.
Sin embargo, Terán afirma que esto cambió durante la Guerra Fría, cuando el surgimiento de movimientos de ultraizquierda en el continente popularizó el concepto de la lucha contra el imperialismo en los espacios partidistas y académicos. Obras como Las venas abiertas de América Latina (1971) de Eduardo Galeano, sirvieron para mostrar la imagen de un continente históricamente saqueado y oprimido por potencias extranjeras, trazando analogías entre España y Estados Unidos.
“(Para ellos) la invasión española era la puerta de entrada de un genocidio, Colón era un criminal, y el término que empezaron a utilizar sectores políticos y académicos de izquierda fue decir que eso era todo menos un descubrimiento. Cuando se cumplen 500 años de la llegada de los europeos en 1992 eso toma un punto de paroxismo, de que no había nada que celebrar y que más bien había que conmemorar 500 años de resistencia indígena”, acota el profesor.
Politización
Empezando el siglo XXI, con el ascenso de varios gobiernos de izquierda en Latinoamérica, estas visiones que reivindicaban la cultura indígena sobreviviente a la conquista cobraron más relevancia, y el “Día de la Raza” empezó a desaparecer de los calendarios. A veces reemplazado por términos más neutrales que abogaban por el mestizaje y la diversidad cultural, otras veces más confrontativo y “descolonizador”, como fue el caso de Venezuela.
Terán cree que detrás de la decisión de Chávez, además de la influencia de intelectuales de izquierda, también privó un carácter meramente político. No solo para congraciarse con los sectores indígenas en un momento de extrema polarización, sino también, afirma, como respuesta al gobierno español de José María Aznar por apoyar a la oposición durante las protestas y huelgas de 2002.
“Contaminó una fecha que hasta cierto punto en Venezuela no tenía ningún carácter polémico. Al politizarla, llegó a producirse el exabrupto de jóvenes que en Caracas derribaron la estatua de Colón que estaba en Plaza Venezuela (en el año 2004). No importó el valor artístico de esa estatua y luego desapareció. También comenzaron a retirar estatuas de Colón, en el contexto de toda esa narrativa de considerar y revisar la historia, de que todo se resume a una situación de víctimas y victimarios”, argumentó.
Agregó que esta tendencia a la reescritura de la historia, que a su juicio tiene un carácter más proselitista que académico, ha prevalecido en los últimos años en la política estatal de cambiar los nombres y símbolos que evoquen el pasado colonial. Muestra de ello fue el cambio de la autopista Francisco Fajardo por Gran Cacique Guaicaipuro, del Ávila por Waraira Repano, o del escudo de armas de Caracas y la remoción de la estatua de León de la autopista Valle-Coche.
De leyenda negra a dorada
Un término que sale a la luz cada 12 de octubre durante las discusiones en Internet es el de la “leyenda negra española”. Se usa para referirse a la corriente historiográfica que rechaza cualquier aporte positivo del antiguo Imperio Español a la historia, aunque también suele emplearse por grupos autodenominados como “hispanistas” para aludir a una presunta campaña antiespañola promovida por agendas de izquierda.
Terán indica que el término leyenda negra surgió alrededor del siglo XVI, durante la guerra de Independencia de los Países Bajos contra España. En ese tiempo, el fray Bartolomé de las Casas publicó Memorial de los Agravios, de los Remedios y de las Denuncias (1516) y Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552) registros tempranos y de primera mano de los atropellos y masacres que las autoridades españolas cometieron contra las poblaciones indígenas.
Esto fue usado por potencias rivales como Gran Bretaña, Francia y la propia Holanda para hacer propaganda contra España, a pesar de que la situación de sus propios nativos no era mejor en sus colonias. Se vendió a la Corona española como bárbara, algo potenciado por los abusos de la Inquisición católica en plena época de la reforma protestante.
“La leyenda negra, como toda distorsión política e histórica, tiene muchas exageraciones y no está apoyada completamente en la historia. Es lo que podríamos decir un chisme que se agrandó y estuvo muy mal contado, porque ciertamente hay elementos que no se pueden negar, como que en un proceso de conquista se sometió y destruyó a un pueblo para imponer a otro. Eso es verdad, pero también se trata de hacer una especie de paralelismo lineal, que no es el caso, de Inglaterra con Estados Unidos o Canadá como modelos de colonización exitosa, mientras que nosotros en Hispanoamérica somos atrasados porque nos colonizó España”, señala.
Además, Terán afirma tampoco estar de acuerdo con la contrapropuesta promovida en ciertos grupos hispanistas que hablan de una leyenda dorada, a veces también llamada leyenda rosa. Esta plantea todo lo contrario: exalta la conquista como una épica que cimentó la grandeza del Imperio español, el cual trajo “civilización” y religión a los pueblos indígenas, comúnmente vistos como “salvajes”. Entre las críticas a esta versión está su negacionismo o minimización del genocidio indígena y la esclavitud, además de sus matices de supremacismo europeo.
“Pretenden hablar maravillas como si la colonización violenta que hubo aquí en América fue un regalo de Dios, y que todo lo que hicieron los españoles fue bueno, cuando no es el caso, no es así. Hay entonces una especie de batalla ideológica, a veces absurda, donde no hay un verdadero intercambio de conocimientos, de saberes, de posturas”, lamenta.
Encuentro de mundos
Para Terán, la historia debe servir como un “espacio de equilibrio”, ajeno a las manipulaciones y tergiversaciones de los extremos políticos. Bajo esa misma línea, aboga por un punto medio en la conmemoración del 12 de octubre que sea consciente de que América no fue descubierta, y que sus pueblos originarios fueron brutalmente conquistados, pero que lejos de victimizar, rescate aspectos como el mestizaje y el intercambio cultural que ayudaron a moldear a ambos mundos.
En ese sentido, cuenta que en 1992, a propósito de los 500 años de la llegada de Colón, se celebró la II Cumbre Iberoamericana, que reunió a 21 países en Madrid. En los actos conmemorativos derivados del evento, recuerda que se refirió a la fecha como “Encuentro de dos mundos”. A su juicio, le parece el título más balanceado al reivindicar tanto al “viejo mundo” de África y Europa, como al “nuevo mundo” americano.
“Yo pienso que la idea de estas efemérides es invitar a la reflexión y al encuentro, no a la confrontación. Quienes escogen deliberadamente el término de resistencia indígena son partidarios de la confrontación, de ver lo negativo, mientras que los que hablan de una leyenda dorada van a decir descubrimiento, negando que aquí había una cultura, que había algo valioso e importante. Prefiero, en cambio, el término encuentro porque no solamente trata de ser neutral, sino que trata de colocar en una posición justa lo que había aquí y lo que llegó de Europa”, destaca.
Terán resalta que para muchos historiadores, ese encuentro de dos mundos fue quizás el acontecimiento histórico más importante de la humanidad. España abrió a los territorios americanos las puertas de la tecnología europea, instituciones como las universidades, y los unió bajo una lengua común. Por su parte, los pueblos originarios cambiaron para siempre la vida en el planeta, introduciendo cultivos como el cacao, el maíz, la papa y el tomate, así como conceptos de aritmética y astronomía adelantados a su tiempo.
“América Latina es un continente muy rico entre tantas cuestiones, porque el mestizaje le permitió mejorar lo que ya teníamos aquí. Nosotros tenemos nuestros bailes, nuestra música, nuestra gastronomía, nuestras modas, y podríamos decir que hasta nuestro sistema de pensamiento es resultado de un mestizaje. Entonces a mí me parece que hay que ver esta fecha como una invitación a sentirnos orgullosos de nosotros”, reflexiona.