Al menos 2 mil millones de personas en el mundo tienen caries, de los cuales un 48 % son niños menores de 6 años de edad, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta afección, causada por bacterias, produce el daño y destrucción progresiva del diente. Su aparición comienza cuando el ambiente dentro de la boca experimenta alteraciones, generalmente a causa de una dieta con alto contenido de azúcares o por una higiene dental deficiente.
Ahí se forman algunos microorganismos que pueden generar desequilibrios y propiciar el desarrollo de la caries dental. Este proceso se desarrolla de manera gradual y depende de la interacción de varios elementos.
Cuando estos microorganismos se adhieren a la superficie de los dientes, lo que se conoce como placa bacteriana, utilizan los azúcares procedentes de la dieta y generan ácidos. Con el tiempo, provoca el debilitamiento de las estructuras duras de la pieza dental.
¿Cómo la caries afecta a los dientes?
La OMS refiere que la caries afecta al esmalte, la capa externa y protectora del diente, al sustraer minerales esenciales, como el calcio y el fosfato, que son los encargados de mantener su resistencia.
No obstante, el esmalte dental posee mecanismos de defensa naturales que permiten la reparación del daño inicial generado por los ácidos. Este fenómeno se conoce como remineralización y consiste en la reincorporación de las sustancias necesarias para el fortalecimiento de los dientes.
La saliva también interviene en este mecanismo, ya que actúa como un medio de transporte para los minerales y contribuye a la neutralización de los ácidos.
Durante este ciclo continuo de desmineralización y remineralización pueden aparecer manchas blancas opacas en la superficie dental, particularmente en la zona cercana a la encía.
La alteración en la coloración se produce debido a que la pérdida de minerales modifica la forma en que la luz se refleja en el diente y es el primer indicio de un debilitamiento en la estructura causado por la acción de los ácidos.
Caries activas e inactivas
La página web especializada en temas de salud WebConsultas explica que una lesión de caries se define como activa cuando mantiene una progresión constante. Es decir, cuando las bacterias no dejan de producir ácidos que atacan el esmalte y la dentina (la capa interna del diente).
Por el contrario, una lesión de caries se considera inactiva cuando su avance se detiene. En estos casos, a pesar de que el tejido dental está afectado, la actividad bacteriana se neutraliza y no se produce una pérdida continuada de minerales.
Una caries inactiva no implica que el tejido recupere su salud por completo, sino que su progreso se encuentra en pausa, gracias a condiciones favorables en el ambiente bucal que ejercen una función protectora.
Estas condiciones incluyen una higiene bucal adecuada, la exposición al flúor, un consumo reducido de azúcares y la capacidad de la saliva para cumplir sus funciones defensivas. Si alguno de estos elementos se altera, el ambiente de protección se compromete y la lesión inactiva puede reactivarse, progresando hacia la formación de un hueco o perforación en el diente.
¿Cuál es el tratamiento para una caries inactiva?
Un estudio publicado en la revista Nature detalla que el tratamiento de una lesión de caries inactiva depende de factores como la profundidad del daño, la funcionalidad de la pieza dental y el riesgo de que se reactive.
El odontólogo es el especialista que debe determinar si la lesión es superficial y no compromete la función del diente ni favorece la acumulación de placa bacteriana. De esta manera, el mantenimiento puede centrarse en el refuerzo de la higiene, el uso de pastas dentales y el control de la dieta.
En el caso de que la cavitación afecte la capacidad de limpieza, aunque la lesión se mantenga estable, el especialista puede recurrir a la aplicación de infiltrantes de resina para estabilizar la zona afectada.
Si la lesión ha avanzado al punto de comprometer la función del diente, acumular abundante placa y ser profunda, podría ser necesario una reconstrucción dental para restaurar la forma y funcionalidad de la pieza, facilitar el cepillado y evitar problemas a largo plazo.
En ese sentido, la vigilancia a cargo de un profesional es indispensable y se logra a través de visitas periódicas al odontólogo para mantener las lesiones inactivas bajo control sin necesidad de recurrir a intervenciones invasivas.