El sudor es un proceso fisiológico inherente al ser humano, en el que actúan factores biológicos, ambientales y dietéticos. Sin embargo, el mal olor que se puede generar con la transpiración proviene de bacterias presentes en la piel.
La sudoración es inevitable ya que es un mecanismo del organismo que actúa como sistema de termorregulación, es decir, cuando la temperatura corporal aumenta, ya sea por ejercicio, clima o estados emocionales como el estrés, el cuerpo segrega sudor para enfriarse al evaporarse el líquido en la piel.
Magui Amorena, coordinadora del área de Investigación y Desarrollo de Unilever (una empresa de productos de cuidado personal) detalló en una entrevista para el medio Infobae que el sudor no debe tener olor.
“Lo que genera el mal olor son las bacterias que tenemos, como en todo nuestro cuerpo. Son necesarias para cumplir funciones biológicas. Estas metabolizan el sudor y los residuos y eso es lo que genera el aroma asociado a la transpiración”, explicó Amorena.
Existen dos tipos de glándulas sudoríparas que intervienen en este proceso:
– Glándulas ecrinas: se distribuyen por casi toda la superficie corporal, siendo especialmente abundantes en las palmas de las manos, las plantas de los pies y la frente. Producen un sudor compuesto principalmente por agua y cloruro de sodio (sal). Son el principal responsable de la transpiración excesiva, conocida como hiperhidrosis.
– Glándulas apocrinas: se localizan en áreas específicas con mayor concentración de folículos pilosos, como las axilas, la ingle y alrededor de los pezones. Estas se activan con la pubertad y responden a estímulos emocionales, como el estrés y la ansiedad. Su sudor es más viscoso y contiene una mayor proporción de lípidos (grasas) y proteínas.
Factores que influyen en el olor corporal
De acuerdo con la página especializada en salud MSD Manuals, el olor corporal o bromhidrosis no se origina en el sudor mismo, sino en la interacción de este con la microbiota (bacterias) presente de forma natural en las personas.
La variación en el tipo de bacterias y la composición del sudor explican por qué el olor corporal puede variar entre individuos y regiones del cuerpo.
Uno de los factores que incide es la ingesta de ciertos alimentos, como el ajo, la cebolla o el curry, así como alimentos con alto contenido de grasas o cafeína, lo que puede incidir en el olor resultante del sudor.
Asimismo, los cambios hormonales, como los que ocurren durante la pubertad, el ciclo menstrual o la menopausia, pueden alterar la actividad de las glándulas apocrinas y modificar el aroma corporal.
Por otra parte, los estados de tensión activan la producción de sudor por las glándulas apocrinas, lo que puede resultar en un olor más fuerte debido a la alta concentración de lípidos.
También influyen ciertas patologías, como la diabetes, las enfermedades hepáticas o renales, o hipertiroidismo, que pueden estar asociadas a cambios en el olor corporal habitual.
Mitos sobre sudoración y mal olor
Existen algunos mitos que rodean el proceso de la sudoración y el olor corporal, no obstante, los expertos pueden establecer la diferencia entre los hechos verificados por la ciencia y las creencias populares.
En ese sentido, la Clínica Mayo de Estados Unidos refiere que el concepto extendido sobre que el sudor posee un aroma desagradable por naturaleza no se corresponde con la realidad biológica, debido a que la transpiración es inodora, compuesta mayormente por agua y sal.
Otro mito común establece que una mayor cantidad de sudor equivale a la presencia de un olor más intenso, pero los medios especializados consultados por El Diario coinciden en que, si bien la sudoración excesiva es una condición que requiere atención, no es la cantidad de líquido segregado lo que determina el aroma.
El sudor abundante, emanado de las glándulas ecrinas, es principalmente agua, con bajo potencial odorífero. El aroma fuerte está ligado al sudor apocrino, que se produce en menor volumen, pero cuya composición es rica en los componentes orgánicos que las bacterias metabolizan.
También mencionan la confusión frecuente entre dos categorías de productos de higiene: los desodorantes y los antitranspirantes y cómo se deben utilizar. Los primeros están diseñados para enmascarar o neutralizar el olor, a menudo con la inclusión de agentes que reducen la presencia bacteriana.
Mientras que los antitranspirantes contienen compuestos, generalmente sales de aluminio, cuya acción es reducir físicamente la producción de sudor al bloquear de manera temporal los conductos de las glándulas sudoríparas.
Otra creencia popular tiene que ver con que una ingesta elevada de agua por sí sola elimina el mal olor corporal, lo cual es desmitificado por los expertos ya que la cantidad de hidratación no modifica la composición del sudor apocrino ni la actividad de las bacterias naturales en la piel, que son los factores centrales en la generación del olor.
Recomendaciones para la higiene personal
En el sitio web de Dove, una marca de productos de higiene corporal, señalan que el manejo adecuado del sudor y el olor corporal se centra en la limpieza y el uso adecuado de productos que modulen la actividad bacteriana y la transpiración.
Estas son algunas recomendaciones para mantener la higiene personal:
– Aseo diario con agua y jabón para eliminar las bacterias superficiales y los residuos de sudor y sebo. En áreas propensas al olor, como las axilas y la ingle, el uso de jabones antibacterianos puede ser aconsejado por un médico si la afección es persistente.
– Secar completamente la piel después del baño, especialmente en los pliegues y las axilas, para reducir la humedad, que es uno de los factores que favorece el crecimiento bacteriano.
– Consultar un especialista para conocer cuál producto es el más adecuado entre desodorante o antitranspirante.
– Usar ropa con tejidos naturales, como el algodón, o materiales técnicos que faciliten la evaporación del sudor, puede contribuir a mantener la piel seca y limitar la proliferación bacteriana.
– Controlar el estrés, ya que esta reacción activa las glándulas apocrinas.
– Moderar el consumo de alimentos como el ajo o las comidas con mucha grasa y especies.
En casos de sudoración excesiva o de un olor corporal fuerte y constante que no se controla con las medidas de higiene habituales, los expertos sugieren consultar con un dermatólogo, ya que ellos podrían descartar condiciones subyacentes y establecer un plan de tratamiento personalizado.