El legado de Vittorio Poggi: el italiano que se forjó en Venezuela como amante y protector de las guacamayas

El migrante italiano ha dedicado décadas de su vida a la observación y cuidado de estas aves en Caracas. De esa labor surge la leyenda urbana que asegura que, gracias a él, cientos de estas aves surcan los cielos de la ciudad
Jackelin Díaz
Jackelin Díaz - Redactora
12 Min de lectura

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Es mediados de octubre y el migrante italiano Vittorio Poggi celebra que en pocos días cumplirá 81 años de edad. Cada mañana atraviesa las calles empinadas de San Antonio de Los Altos, en el estado Miranda, sobre su moto, escoltando a sus dos perros, bien sujetos sobre una alfombra que él mismo adaptó para que no resbalen.

Vittorio dice que ha pasado buena parte de su vida rodeado de animales. Para él, hablar de ellos es nombrar parte de su propia historia, como si cada uno guardara un fragmento de lo que él ha sido. Los mira y ve constancia, lealtad; cosas que el tiempo, asegura, no ha logrado desgastar. 

El legado de Vittorio Poggio: el italiano de cuna que se forjó en Venezuela como amante y protector de las guacamayas
Foto: El Diario

“La que más gusta es la guacamaya bandera, porque lleva los colores de un país, y en su vuelo hay algo que hace sonreír, aunque uno no sepa bien por qué”, repite, con la voz suave de quien habla desde el cariño.

Él llegó con su familia a Venezuela en el año 1968 desde Génova, Italia, como muchos migrantes que buscaban construir una vida nueva. Comenzó su nueva vida en Colinas de Bello Monte, en Caracas, donde recorría las calles en moto. 

A veces, una guacamaya lo seguía volando, acompañándolo durante algunos metros, un detalle que llamaba la atención de quienes lo veían pasar. Ese gesto le valió un reconocimiento que lleva con orgullo, aunque también tuvo algunos detractores. Pero Vittorio comenta no le importa la notoriedad; lo único que desea es que lo recuerden por lo que siempre ha sido: un cuidador de guacamayas.

La historia detrás de aquella guacamaya

El legado de Vittorio Poggio: el italiano de cuna que se forjó en Venezuela como amante y protector de las guacamayas
Foto: Mauricio Villarreal

En Caracas conviven cuatro especies de guacamayas, de las cuales solo una se considera nativa (guacamayo severo o Ara severus), mientras que las demás llegaron a la ciudad como consecuencia del tráfico de fauna silvestre. Estas aves presentan hábitos y necesidades que no siempre se adaptan a los entornos urbanos ni a sus ecosistemas de origen, lo cual podría generar riesgos si se intentara reintroducirlas en su hábitat natural.

La bióloga María Laura González, quien ha trabajado con las guacamayas de la ciudad durante más de una década, explicó para El Diario que el fenómeno observado en Caracas forma parte de un patrón global. Ciudades como Londres y Madrid también han registrado la presencia de psitácidos en áreas urbanas debido a la liberación o escape de ejemplares víctimas de tráfico de especies.

La presencia de estas aves, no obstante, implica también dificultades en la convivencia con las personas. Aunque su aspecto y colores resultan llamativos, son animales ruidosos y con hábitos que pueden resultar destructivos. Además, requieren cuidados especializados que a menudo exceden las capacidades de quienes intentan mantenerlos como mascotas. Esta combinación de factores provoca que algunos ejemplares sean liberados o abandonados, lo que contribuye a la formación de poblaciones urbanas.

Sobre ello, Vittorio Poggi relató para El Diario que la guacamaya que a veces lo seguía en Bello Monte volaba mientras él avanzaba en su moto, pero regresaba y se acercaba cuando se detenía, un comportamiento que refleja la mezcla de independencia y curiosidad típica de estas aves. A pesar de esa interacción, él reconoce que se trata de uno de los ejemplares más problemáticos que ha tenido, con actitudes difíciles de predecir y de manejar.

“Aunque esa ave siempre se la pasaba pegado a mí, también fue uno de los animales más malos que yo tuve, y eso es algo que mucha gente no sabe”, comentó entre risas. 

El legado de Vittorio Poggio: el italiano de cuna que se forjó en Venezuela como amante y protector de las guacamayas
Foto: Mauricio Villarreal

Vittorio nunca volvió a saber de la guacamaya, eso fue en el año 2001. El animal encontró pareja y no regresó. Aunque la buscó durante años en sus lugares habituales y preguntó a quienes la habían visto, nunca dio con ella. Su ausencia solo dejó nostalgia y la certeza de que, en la ciudad, las aves siguen su propio rumbo.

“La busqué durante mucho tiempo, incluso llegué a poner un anuncio en el periódico, pero no tuve suerte. Me quedó en el corazón, porque fue, sin duda, el animal con el que tuve más apego, y también el que más fidelidad me mostró”, reiteró.

Un conjunto de casualidades que ahora son historia

El legado de Vittorio Poggio: el italiano de cuna que se forjó en Venezuela como amante y protector de las guacamayas
Foto: Mauricio Villarreal

Vittorio Poggi vivió durante años en Colinas de Bello Monte, una zona de pendientes y árboles altos donde empezó, casi sin darse cuenta, su relación con las guacamayas. “Fue un conjunto de casualidades”, dice para explicar que nunca las llamaba ni intentaba retenerlas. Las veía llegar, quedarse un rato y marcharse; su intención siempre fue que vivieran en libertad.

Con el tiempo, algunas de esas aves empezaron a permanecer cerca de su casa. Hicieron nidos en los árboles del sector y regresaban como si ese lugar ya formara parte de su territorio. Poggi calcula que ha criado más de 80 guacamayas a lo largo de su vida. Algunas continuaron junto a él, otras se dispersaron y hoy forman parte del cielo de Caracas. “Las guacamayas de Caracas son las nietas de las que yo crié”, comentó.

Además de Bello Monte, Poggi tiene una casa a 1.200 metros de altura en San Antonio de Los Altos, donde también es conocido por los vecinos. Allí, las guacamayas lo encontraron y se acostumbraron a regresar con constancia. Hoy mantiene unas 16 aves, algunas bajo su cuidado y otras que llegan cada tarde desde los alrededores. 

El legado de Vittorio Poggio: el italiano de cuna que se forjó en Venezuela como amante y protector de las guacamayas
Foto: Mauricio Villarreal

En esa casa, existe un grupo de guacamayas que se encuentran en cautiverio. Algunos ejemplares fueron entregados por personas que ya no podían cuidarlas, mientras que otros llegaron porque no podían volar o presentaban alguna condición que les impide sobrevivir en la naturaleza. 

También hay otro grupo de estas aves que habita libremente en los alrededores de su casa en San Antonio de Los Altos. Vittorio las observa y acompaña sin intentar controlarlas. Así ha sido durante años.

Él no se considera un salvador de guacamayas ni busca protagonismo por cuidar a estos animales. Es consciente de que existen prácticas o intervenciones que pueden causar daño, y comprende las críticas que algunos puedan tener sobre la presencia de estas aves en entornos urbanos. Aun así, sigue dedicándose a esta especie, convencido de que muchas que ahora habitan la ciudad provienen del cautiverio.

La fotografía en el periódico

Vittorio explica que ser conocido como “el señor de las guacamayas” nunca fue su objetivo. La atención que recibe surge más por la forma en que las aves se relacionan con la ciudad y sus habitantes que por él mismo. Para Vittorio, lo importante siempre fue liberar y cuidar a las guacamayas, asegurarse de que pudieran moverse con libertad y que su presencia aportara algo positivo al entorno urbano. “Pienso que hice algo muy bueno por este bendito país. Me agrada ver los documentales y las fotos de la alegría de las personas de ver a las guacamayas llegando a sus casas”, indicó.

La entrevista “Un italiano que crió a las guacamayas que hoy pueblan la ciudad”, de la periodista Aliana González (El Universal, 2007), es uno de los recuerdos que más valora. Allí tuvo la oportunidad de explicar su labor con detalle, mostrar los logros y también los desafíos que ha enfrentado a lo largo de los años. Para él, ese artículo recoge la esencia de su trabajo: un esfuerzo constante por mantener vivas a las aves y ofrecerles un espacio seguro en la ciudad, sin buscar protagonismo ni reconocimiento.

El legado de Vittorio Poggio: el italiano de cuna que se forjó en Venezuela como amante y protector de las guacamayas
Foto: Mauricio Villarreal

“Estoy muy contento de que, al menos, en el recuerdo de varias personas, cuando ven una guacamaya volando en el cielo, se acuerden de mí”, acotó Poggi. 

A lo largo de su trayectoria, Vittorio ha vivido tanto la alegría de compartir momentos con las guacamayas como la tristeza de perder algunas. “Cada uno de nosotros parece ser que deja algo en la vida, y creo que ver a guacamayas sobre Caracas me parece que es un regalo todos los días desde el punto de vista estético, y por eso quiero que me recuerden de esa manera, por darle algo a este país”, afirmó. 

Estas experiencias, dice, forman parte del ciclo natural de la convivencia entre humanos y aves en la ciudad.

Más allá de la fama que pueda acompañarlo, su objetivo sigue siendo que las guacamayas continúen moviéndose libremente por Caracas. Su trabajo consiste en ofrecer cuidado y protección a quienes lo necesitan, sobre todo a los ejemplares que alguna vez estuvieron en cautiverio o que enfrentan dificultades para sobrevivir por sí mismos. 

El legado de Vittorio Poggio: el italiano de cuna que se forjó en Venezuela como amante y protector de las guacamayas
Foto: Mauricio Villarreal

La presencia de las aves en la ciudad, añade, debe ser entendida como un equilibrio entre respeto por su independencia y el acompañamiento humano.

Al final, Vittorio desea que lo recuerden como alguien que estuvo presente en la vida de estas aves, en los momentos felices y en los tristes, sin buscar protagonismo. Su legado, dice, se refleja en la constancia de quien ha cuidado de ellas durante años y en el amor por un país al que considera irremplazable, un lugar en el que eligió vivir y dedicar su vida a la convivencia con la naturaleza urbana.

Jackelin Díaz
Jackelin Díaz - Redactora
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