• De acuerdo con la Asociación Venezolana para la Educación Sexual Alternativa, la última compra de anticonceptivos que hizo el Estado fue en el año 2015

Observar adolescentes sosteniendo a sus hijos y mujeres recibiendo la noticia de un embarazo no deseado cada vez es más frecuente entre la población de Venezuela, y es que la escasez de métodos anticonceptivos y el elevado precio de los que se pueden conseguir en el mercado dificulta que los venezolanos puedan tener un control adecuado sobre su sexualidad.

Un informe publicado por la Asociación Venezolana para la Educación Sexual Alternativa (Avesa), que resultó de una evaluación en cinco ciudades del país, asevera que la última vez que el Estado realizó una compra importante de este tipo de insumos fue en el año 2015.

El estudio también señala que durante el periodo de agosto — diciembre del año 2018 “el índice de escasez general de métodos anticonceptivos en farmacias osciló entre 83,3% y 91,7%”.

De la misma forma, indica que la escasez de anticonceptivos orales alcanzó un 82,9%; la de anticonceptivos inyectables se ubicó sobre el 95% entre agosto y septiembre; y la falta de Dispositivos Intrauterinos (DIU) fue de aproximadamente 97,3%.

Asimismo, la escasez de dispositivos implantables llegó a 100% en Barquisimeto y Maracaibo; mientras que la de los parches anticonceptivos y los aros vaginales alcanzó el mismo porcentaje en casi todas las ciudades evaluadas. La falta de condones, uno de los mecanismos de barrera con mayor disponibilidad en el mercado, llegó a 62,5%.

La situación de desabastecimiento en las farmacias de Venezuela no es ajena a la mirada de organismos internacionales. La reciente visita al país de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Michelle Bachelet, motivó la realización de un informe en el que se garantiza que “las violaciones al derecho a la salud son el resultado del incumplimiento del gobierno de sus obligaciones fundamentales, las cuales son irrenunciables, aun por motivos económicos”.

Precios en contra del salario mínimo

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A la elevada escasez de mecanismos de barrera, se le suma una galopante inflación que afecta a los venezolanos. Los métodos anticonceptivos no escapan de esta realidad, y es que hasta el jueves 01 de agosto de 2019 los precios de varios productos de este tipo superaban el salario mínimo, situado en 40.000 bolívares.

De esta forma, una caja de pastillas anticonceptivas se podía conseguir sobre los 130.000 bolívares, mientras que un blíster de este producto podía encontrarse entre 15 y 20 dólares en páginas web como Mercado Libre. El precio de un condón oscilaba entre los 500 bolívares en la Asociación Civil de Planificación Familiar (Plafam), mientras que las cajas de tres preservativos alcanzaban los 35.900 bolívares en una farmacia común.

Por otro lado, los DIU T de Cobre y los DIU Hormonales podían hallarse a 71.000 bolívares en Plafam, un precio que incluía los exámenes de laboratorio y la consulta médica.

La situación con respecto al mercado farmacéutico venezolano ha contribuido para que se desarrollen ventas informales de medicamentos que no cuentan con un control sanitario adecuado. Ejemplo de ello son los Implantes Subdérmicos, que pueden encontrarse “bachaqueados” a un precio que oscila entre los 25 y los 30 dólares, un monto que se aleja notoriamente al que se puede hallar en Plafam, donde comercializan este producto a 91.000 bolívares e incluyen la consulta médica y la prueba de laboratorio.

Consecuencias a largo plazo

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La falta de mecanismos de barrera es un factor que ha contribuido con el aumento del riesgo a contraer una enfermedad de transmisión sexual como el VIH, así como el incremento de la tasa de embarazos no deseados y embarazos precoces, lo que incide en un mayor número de abortos realizados de forma insegura.

La Organización Mundial de la Salud señaló en febrero de 2018 que “en los países en desarrollo unos 214 millones de mujeres en edad fecunda desean posponer o detener la procreación pero no utilizan ningún método anticonceptivo moderno”.

Un informe publicado por Avesa en noviembre de 2017 señala a las mujeres de bajos recursos, incluidas las indígenas, como una de las poblaciones más afectadas debido a las limitaciones para acceder a servicios de salud y a la dificultad para acudir a otra alternativa para adquirir algún método de planificación familiar. “Esta situación transcurre sin que el Estado venezolano se manifieste al respecto”, aseguran.

El reporte realizado por Bachelet después de su visita a Venezuela le sugiere al Ejecutivo venezolano que adopte medidas que permitan disminuir los embarazos precoces “y cuide que todos los planes relativos a los derechos sexuales y reproductivos contengan indicadores mensurables y un mecanismo de seguimiento”.

El artículo 76 de la Constitución de Venezuela establece que “las parejas tienen derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos o hijas que deseen concebir y a disponer de la información y de los medios que les aseguren el ejercicio de este derecho”, sin embargo, es una regla que no se cumple a cabalidad ante las deplorables condiciones en las que se encuentra el sistema de salud.

La causa de la escasez

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La falta de medicamentos de cualquier tipo tanto en servicios de salud públicos como en farmacias de carácter privado es una realidad cada vez más palpable en Venezuela. En un informe publicado durante 2016 por el Observatorio Venezolano de la Salud (OVS) se explica que esta situación responde a diversas razones.

En el caso de los servicios públicos, se asegura que la causa del desabastecimiento serían ciertas irregularidades y casos de corrupción en la compra de medicamentos por parte de las autoridades venezolanas, los cuales serían dirigidos a los establecimientos de la red pública de salud.

Por otro lado, el informe señala que la disminución del número de solicitudes de aprobación de divisas y las deudas del Ejecutivo en la liquidación de divisas que ya habían sido aprobadas, provocó el cierre de líneas de crédito del sector farmacéutico venezolano por parte de los proveedores internacionales, lo que afectó la importación de productos.

Recibir un récipe médico con una lista de medicamentos se convirtió en un dolor de cabeza más para los venezolanos. Conseguir los insumos más básicos y a un precio que se adapte a un bolsillo que tiene años siendo golpeado por la hiperinflación, es una tarea casi imposible de cumplir en Venezuela, un país incapaz de brindar las políticas económicas y de salud adecuadas para que sus habitantes puedan sobrevivir a una crisis sin precedentes.

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