• Paola Gil dejó a su familia para buscar un mejor futuro y huir de la crisis con la meta de cumplir sus sueños y seguir haciendo lo que le apasiona, practicar esgrima

Con solo 20 dólares, su uniforme de esgrima, una maleta llena de sueños y la esperanza de salir adelante, Paola Gil Piñero emigró a Ecuador dejando atrás su hogar, a su hija pequeña y a la escuela que la formó como una de las mejores esgrimistas venezolanas.

A los 11 años de edad Paola Gil comenzó a practicar esgrima en el estado Mérida gracias a su madre , quien la inscribió en un liceo en el que podía practicar diversas disciplinas. A pesar de que Gil no estaba muy convencida, realizó su primera prueba. El entrenador, Pablo La Cruz, quedó encantado con su desenvolvimiento y fue quien se dedicó a su formación deportiva.

“Ese mundo fue muy bonito para mí, en mi adolescencia. El entrenador y mi mamá hicieron un gran equipo. A veces cuando no podía ir, el profesor me buscaba a mi casa y me llevaba a los entrenamientos, se comportó como todo un papá, él es sumamente especial”, contó Gil en exclusiva para El Diario.

La esgrimista, de padre peruano, obtuvo diversas medallas en distintas competiciones en todo el país, y consiguió la medalla de oro en los XIX Juegos Deportivos Nacionales 2013, luego de que en la edición anterior ganara el bronce. Se consolidó como una de las mejores esgrimistas del país.

Sin embargo, en 2017 decidió emigrar debido a la crisis que atraviesa Venezuela.

La decisión de dejar todo atrás

La deportista venezolana se fue del país junto a su hermana en marzo del año 2017, cuando tenía 23 años de edad. Se fue con el dinero suficiente para llegar a Ecuador, donde se encontraba su cuñado. Dejó en Venezuela a su bebé de un año y ocho meses junto a su esposo.

“Lo primerito que yo metí en esa maleta fue mi uniforme y todos mis implementos de esgrima. Antes de salir, yo dije ‘voy a cumplir mi sueño, lo voy a lograr y no me voy a rendir”, expresó la joven venezolana.

Gil estuvo seis meses en Ecuador en los que tuvo varios trabajos para poder mantenerse. Vendía en la calle, en los transportes, también fue promotora y laboró en un restaurante. La venezolana confesó haber sentido miedo debido a su estatus ilegal en territorio ecuatoriano, no sabía si podía ser deportada.

“Yo me quedé ilegal en Ecuador por seis meses, porque allá es costosa la visa, y estaba aterrada, no sabía si me podían deportar a Venezuela o algo. Fueron meses muy fuertes, pero conocí a gente muy linda en Ecuador, aunque no todos eran buenos, pero es parte del aprendizaje y la experiencia”, agregó.

De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), cerca de 236.000 venezolanos ingresaron a Ecuador entre 2016 y septiembre de 2017. Aproximadamente tres cuartas partes de estas personas continuaron hacia el sur, dejando un saldo migratorio en el país de 62.000 personas.

Luego de seis meses, Gil contactó a algunos clubes de esgrima en Perú para tener alguna oportunidad de entrenar y trabajar con ellos. A mediados de enero de 2018, obtuvo una respuesta del club DKF de Lima y le preguntaron si estaba dispuesta a trasladarse a la capital peruana. Dos semanas le tomó a la venezolana reunir el dinero suficiente para el viaje que le daría la oportunidad de entrenar de nuevo.

Paola Gil entrenando esgrima en Perú. Foto cortesía.

Todo cambió para la atleta venezolana. Comenzó a dar clases de esgrima a niños de tres y cinco años de edad en el club al que luego llegó su esposo, quien también es profesor de este deporte.

“Es muy bonita la experiencia junto a mi esposo. Me dediqué a entrenar y en la primera competencia, que fue en abril de 2018, quedé campeona. Luego saqué el DNI peruano y ahí empezaron a tomarme en cuenta para una selección”, acotó.

Para Gil no fue fácil comenzar a entrenar y de nuevo debido a que durante su estadía en Ecuador no practicaba y aumentó de peso, por lo que retornar a su nivel deportivo le llevó tiempo y apoyo de sus familiares.

“Tengo a mucha gente que me ha apoyado, que me motiva a continuar en esto, porque es tan complicado que a veces digo ‘no puedo más’. Acá estoy como peruana, pero vivo como migrante, no tengo familia peruana acá, como todos los venezolanos afuera pagamos nuestros servicios, nuestro alquiler. Trabajo honradamente y hasta me ha tocado salir a vender café, pero eso no me ha impedido cumplir mi sueño”, relató.

De Venezuela a Perú

La esgrimista relató que fue un golpe mental muy duro dejar de representar a su país. Durante la primera competencia con la delegación peruana en la que estuvo también la selección venezolana, no pudo rendir tanto como quería. Expresó que la presión por el dinero y otras cosas le pasaron factura.

“Hace como un mes aproximadamente fui a unos Panamericanos en Canadá, y saber que me iba a reencontrar con mis compañeros venezolanos fue un golpe, no me preparé muy bien psicológicamente. Que ellos me vieran y yo compitiendo por otro lado fue muy complicado para mí”, explicó la venezolana.

Para los Juegos Panamericanos de Lima 2019, la esgrimista detalló que trabajó mucho en la parte psicológica y que también recibió apoyo del pueblo de Perú, país en el que consiguió la oportunidad de continuar practicando su deporte favorito; sin embargo, también lamentó ver a sus compañeros de Venezuela denunciar la indiferencia de las autoridades deportivas venezolanas.

“Me entristece saber que no reciben apoyo, son un talentazo todos y observar sus frustraciones de querer seguir y que no los ayudan es duro. Esa fue una de las razones por las que dejé el país, porque no se podía. Mi apoyo es para ellos y espero que de verdad la situación del país mejore y que todos podamos volver a Venezuela, porque ese es nuestro país hermoso”, expresó.

Gil exhortó a sus compañeros y a los venezolanos a no rendirse y a seguir luchando por sus sueños a pesar de las dificultades que puedan tener, porque con el apoyo necesario pueden transformarse en realidades. Durante su participación en los Juegos Panamericanos de Lima perdió ante la brasileña Beatriz Bulcao en la modalidad de florete, por marcador 15–13 en octavos de final; pero ella sigue sin rendirse, siempre enfocada en mejorar.

Paola Gil asegura que siempre llevará a Venezuela consigo y seguirá luchando para cumplir sus sueños y objetivos junto a su familia. ¿La próxima meta? los Juegos Olímpicos Tokio 2020.

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