• Agustín Laje se ha convertido en uno de los desafiantes más importantes para el LGBT de Argentina, lo que lo ha llevado a pregonar sus ideas en casi todo el continente

Desde el año 2016, cuando recibió el premio “Joven Sobresaliente de Córdoba”, cada palabra y conferencia de Agustín Laje tiene categoría de polémica. Discusiones en programas de televisión, manifestaciones en su contra, así como auditorios repletos de gente, son algunos de los efectos que despierta el politólogo argentino a donde quiera que vaya. Son las consecuencias de oponerse a lo que él denomina el “establishment” moderno: el feminismo, la ideología de género y la izquierda en general.

De voz pausada, argumentos estudiados y buena retórica, Laje se ha convertido en uno de los desafiantes más importantes para el movimiento feminista y LGBT de Argentina, lo que lo ha llevado a pregonar sus ideas en casi todo el continente. Su éxito se debe, en parte, a El libro negro de la nueva izquierda, que escribió junto al abogado argentino Nicolás Márquez y que se convirtió en bestseller en Amazon poco tiempo después de su publicación. La portada, que presenta al Che Guevara con los labios pintados y la bandera gay de fondo, es solo una muestra del contenido controvertido.

“Todos nuestros libros se caracterizan por oponerse fuertemente a las distintas máscaras con las que la izquierda se va reconvirtiendo. Trata sobre cómo la izquierda ha hegemonizado el discurso de género. Nuestro interés es específicamente político desde una posición de derecha abiertamente, no tenemos vergüenza como esa derecha vergonzante que también existe. Nosotros con orgullo nos asumimos de derecha”, comentó en exclusiva en una entrevista para El Diario.

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La otra parte de su fama se la debe a Youtube. No es casualidad, puesto que asegura que es en las nuevas plataformas en donde la derecha ha encontrado un espacio que perdió en los medios tradicionales.

Decenas de videos de otros usuarios compilan — la mayoría de manera tendenciosa — los enfrentamientos con líderes feministas y de izquierda que quedan sin respuesta frente a los argumentos de Laje, o infieren insultos. Ante eso, su respuesta es sonreír con ironía. Sus defensores ven en él una especie de salvador de las ideas, mientras que para sus críticos es solo un machista.

Para el politólogo argentino “no hay nada más intolerante” que estas agrupaciones sociales. Justifica que solo defienden la diversidad en el marco de la sexualidad, pero no de las opiniones.

— ¿Cuál es la “nueva izquierda” y qué tiene de “negro”?

La nueva izquierda es el fruto de un proceso de reconversión teórica y práctica de lo que fue una izquierda originalmente más inclinada hacia la idea de lucha de clases y de revolución armada, por un nuevo tipo de izquierda inclinada hacia el culturalismo, es decir, hacia una lucha ya no de clases sociales sino de distintas minorías que en el fondo son hegemonizadas por un discurso socializante. Lo que tiene de negro es que se vende con palabras muy atractivas y muy simpáticas, pero no son más que simplemente máscaras, palabras trasvestidas que cuando se ejecutan políticamente terminan significando e implicando exactamente lo contrario a lo que supuestamente proponen.

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Agustín Laje y Nicolás Márquez presentan El libro negro de la nueva izquierda | Foto cortesía

— ¿Por qué la izquierda se ha mantenido en el tiempo en Argentina y cuáles han sido las consecuencias de ello?

La clave del éxito de la izquierda en Argentina, y en gran parte de América Latina también, es que ha sabido monopolizar el sistema educativo y la industria cultural. Eso se ha mantenido en el tiempo. No necesariamente como opción política, pero siempre como sentido común. Hoy todas las universidades en Argentina son de izquierda, igualmente los colegios, los programas de televisión. Gobierne quien gobierne, la industria cultural y la academia educativa está monopolizada por la izquierda.

En este sentido, considera que un eventual gobierno kirchnerista podría suponer un peligro para su país. Sostiene que, además de abrirse un “proceso de venganza” contra quienes gobernaron los últimos cuatro años e indultar a quienes tengan causas judiciales por casos de corrupción, iniciaría un “proyecto cultural de izquierda mucho más potente”.

— Hay quienes aseguran que el régimen de Nicolás Maduro no es un gobierno de izquierda. ¿Qué opina al respecto?

Es típico del socialismo no asumir sus propios fracasos. La izquierda mundial reivindicó el proyecto chavista como un proyecto izquierdista, y hoy muchos pretenden hacernos creer que en verdad eso no es la izquierda. La izquierda fracasa siempre; su virtud es que, al fracasar, logra convencer a la opinión pública de que eso, en verdad, no era realmente izquierda. Entonces volvemos a un círculo vicioso una y otra vez.

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“La violencia de género no existe”

Las posturas de Laje hacen especial ruido a las mujeres y la comunidad LGBT. No es para menos. Sobre los transexuales o transgéneros asegura que su condición solo es un asunto de “autopercepción” que no cambia su naturaleza. Sobre la violencia de género, para él es una problemática inexistente. Sostiene que todos estos grupos sociales son usados por la izquierda para levantar una nueva bandera conflictiva y avanzar en la sociedad a través de otros tipos de discursos.

Las mujeres que se definen como “feministas no radicales” tampoco se salvan. Para Laje, quienes se definen dentro de ese sector lo hacen por temor “a quedarse fuera de la moda feminista” y de lo que “impone” el establishment.

Laje es uno de los defensores de “Salvemos las 2 Vidas”, movimiento en rechazo del aborto en Argentina | Foto cortesía

“Yo creo que el feminismo hegemónico es un gran problema y el feminismo que se considera no radical en cierta forma termina siendo funcional a la idea de que toda mujer debiera ser de una u otra forma feminista, lo que es falaz”, asevera. Sobre las más radicales su opinión no es muy diferente.

— ¿Qué opina del término “feminazi”?

Desde luego no es un término académico sino de la lucha política. Ha tenido un impacto muy efectivo para deslegitimar las posiciones feministas más radicales en la medida de que es un término inapropiable. Todos los movimientos de género se han mostrado muy hábiles en general a la hora de apropiar palabras descalificadoras, pero en el caso de “feminazi” no han podido invertirle el contenido negativo, así que desde el punto de vista dialéctico, político y cultural el término “feminazi” ha sido muy efectivo.

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— ¿Por qué no cree que exista la violencia de género?

Porque la violencia de género como concepto alude al móvil de la causa de la violencia, es decir, habría violencia de género cuando el móvil de esa violencia queda explicada por un odio hacia el otro género en cuanto tal. Esto en general no sucede en prácticamente ningún caso que los medios de comunicación nos rotulan como violencia de género, y en las causas judiciales jamás se llevan adelante pericias que terminen demostrando psicológica o psiquiátricamente que el móvil de esa violencia en el caso del victimario tuvo que ver con un odio hacia el otro género como tal.

— ¿Pero cómo se explica que, en la mayoría de los casos en los que hay violencia, el agresor sea el hombre?

La violencia física sí es preponderante del hombre hacia la mujer. Sin embargo, según datos de la ONU, en 33% de los casos la violencia física va de la mujer hacia el hombre. No obstante, en la violencia psicológica los guarismos son mucho más parecidos. Esto, creo yo, tiene que ver con la preponderancia física de un hombre frente a una mujer, es decir, el hombre por naturaleza tiene más fuerza física que la mujer y por ello los canallas suelen abusar de ellas en casos específicos.

El politólogo concluye que el Estado debe hacer respetar los derechos individuales de las personas, sin embargo, aboga porque los gobiernos no reconozcan las “autopercepciones, emociones, ni fantasías” de las personas.

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