• El progresismo está latente en América Latina y Estados Unidos. Ante los comicios que tendrán lugar en varias zonas de la región, en El Diario conversamos con expertos que explican la posibilidad de que la izquierda retome espacios de poder, luego de haber retrocedido, en parte, debido a la catástrofe humanitaria en Venezuela
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Todo empezó el 6 de diciembre de 1998 en Venezuela, con el ascenso al poder de Hugo Chávez tras vencer en las elecciones presidenciales, un precedente que acabaría con 40 años de democracia. El llamado “movimiento revolucionario”, inspirado en el régimen cubano, rápidamente se esparció por una región sumida en el descontento social. Se erigió entonces, salvo contadas excepciones, un sólido bloque de países que enarbolaban las ideas socialistas en el mundo.

En el año 2003, luego de una crisis en la que dimitieron cinco presidentes distintos durante una semana, Néstor Kirchner asumió las riendas de Argentina. Tras su fallecimiento en el año 2010, su esposa Cristina Fernández continuó y acentuó el proceso. Paralelo a la toma de la Casa Rosada por parte de los Kirchner, un obrero y sindicalista de larga data se alzaba en Brasil. Luego de haber perdido más de tres veces la carrera a la presidencia, Luiz Inácio Lula da Silva y el Partido de los Trabajadores llegaron al Palácio do Planalto ese mismo año.

Evo Morales, junto a su compañero Álvaro García Linera, asumió el mandato de Bolivia luego de derrotar al candidato del ex presidente Jorge Quiroga y abogaron, desde el principio, por una línea de izquierda. En el año 2006, el llamado Movimiento Revolución Ciudadana de Ecuador, con Rafael Correa a la cabeza, conformó la tendencia progresista en América Latina. En 2005, Tabaré Vázquez, de tendencia socialista, llegó a la presidencia de Uruguay y en 2009 lo sucedió el austero José Mujica, quien se alzaría, años más tarde, como uno de los símbolos de la izquierda tradicional. Fue sucedido en el cargo nuevamente por Vázquez.

De izq. a der.: Néstor Kirchner (Argentina), Evo Morales (Bolivia), Lula Da Silva (Brasil) y Hugo Chávez (Venezuela) | Foto: Cortesía

Colombia fue uno de los pocos países que no se adhirió a este movimiento de izquierda continental. Por el contrario, el ex presidente Álvaro Uribe hizo frente a ese bloque. Pero el izquierdista Gustavo Petro, primero desde la Alcaldía de Bogotá y luego desde su candidatura presidencial con el partido Colombia Humana, siempre estuvo merodeando el Palacio de Nariño en busca del poder, hecho que ha perdurado hasta el presente.

Un giro inesperado

Sin embargo, a partir de la muerte de Chávez en el año 2013, el panorama empezó a cambiar gradualmente. Además de una política progresista, lo que unía a varios de los mandatarios latinoamericanos era su apoyo irrestricto al régimen bolivariano considerado por el ideólogo Heinz Dieterich como “El Socialismo del Siglo XXI”. Pero América Latina dio un giro radical.

A Correa lo sucedió Lenín Moreno, quien, contra todo pronóstico y a pesar de su nombre soviético, decidió romper unilateralmente con el planteamiento político de su predecesor. Cristina Kirchner fue derrotada electoralmente por Mauricio Macri, quien ya había profesado su oposición a los planteamientos de izquierda de la esposa del difunto Néstor Kirchner.

Luego de Lula, la ex guerrillera Dilma Rousseff asumió el poder en Brasil, pero posteriormente fue sometida a juicio y destituida de la presidencia por actos de corrupción vinculados con la estatal petrolera Petrobras. Con un discurso incendiario, fuertes críticas por parte del “establishment” mundial de medios que lo tildaban de ultraderechista, y una puñalada que le propinaron en una manifestación, Jair Bolsonaro se convirtió en presidente de Brasil.

De izq. a der: José Mujica (Uruguay), Tabaré Vázquez (Uruguay), Hugo Chávez, Lula Da Silva y Cristina Fernández de Kirchner (Argentina) | Foto: Cortesía

La nueva tendencia regional hizo que se conformara una asociación de países promotores de un cambio político en Venezuela: el Grupo de Lima. Este bloque regional se apoyó también en el impulso de la Casa Blanca, en la que ahora se encuentra Donald Trump, sucesor de Barack Obama — quien mantuvo relaciones consideradas tibias con La Habana y Caracas — , con un nuevo planteamiento, más propio del ala republicana, que rompe con la política conciliadora de los demócratas hacia los regímenes latinoamericanos de izquierda como Cuba y Venezuela.

Pero esta fotografía política no pareciera demasiado duradera. Ahora Alberto Fernández y Cristina Kirchner acechan la Casa Rosada. Las próximas elecciones para la Alcaldía de Bogotá, uno de los cargos de elección popular más importantes de Colombia, están reñidas, pero las encuestas no dan como ganador al candidato del presidente Iván Duque, sino a los aspirantes de centro e izquierda.

Las protestas contra Lenín Moreno se intensifican día tras día, con acusaciones de ser promovidas por Correa y el régimen de Nicolás Maduro. Mientras, en el norte, un alebrestado Trump se enfrenta a un impeachment en ciernes.

El por ahora incipiente retorno del progresismo a América Latina está marcado también por el mayor éxodo que ha visto el continente: la salida de más de 4.000.000 de venezolanos del territorio nacional hacia diversos países. Este hecho determina, en varios casos, que el número de votantes de origen venezolano en distintos procesos electorales del continente se incrementará exponencialmente.

El renacer de la izquierda se produce durante la mayor tensión política en Venezuela en los últimos años: Juan Guaidó asumió la presidencia interina del país, fue reconocido inmediatamente por Argentina, Estados Unidos y Colombia, y más de 50 países, mientras que la posición de Uruguay sigue siendo “neutral”. En cada una de estas naciones se aproximan unas elecciones que podrían determinar el nuevo modelo político latinoamericano.

Frente a este contexto, El Diario conversó con diversos analistas sobre la posible reaparición de la izquierda en América Latina debido a los procesos electorales que se aproximan, el papel que tienen los venezolanos en esos comicios y cómo impactarían en el reconocimiento del interinato de Guaidó.

¿Vuelven los demócratas a Washington?

El magnate de la Casa Blanca se encuentra nuevamente señalado y bajo los reflectores. El juicio político que se está llevando a cabo en contra de Donald Trump, por parte de los demócratas liderados por la congresista Nancy Pelosi, es ahora el tema recurrente en la opinión pública estadounidense.

La presidente de la Cámara de Representantes de EE UU anunció el inicio de un juicio político contra Donald Trump | Foto: AFP

Debido a la importancia que se le ha dado desde Washington a la situación en Venezuela a partir del mandato de Trump, el encuentro entre Pelosi y Carlos Vecchio, embajador venezolano en Estados Unidos, fue muy cuestionado. Ante una eventual vuelta de los demócratas al poder en las elecciones de 2020, parte de la oposición venezolana teme que se abandone la “línea dura” en contra del régimen de Nicolás Maduro.

Sin embargo, para Geoff Ramsey, analista de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA por sus siglas en inglés), no habrá demasiadas alteraciones en la estrategia estadounidense para lograr un cambio político en Venezuela en caso de que los demócratas logren la presidencia.

“En términos de la política hacia Venezuela, no veo a Maduro recibiendo oxígeno bajo una administración demócrata. Incluso Bernie Sanders ha dicho claramente que se deben organizar nuevas elecciones presidenciales en Venezuela porque Maduro no tiene legitimidad democrática, lo que busca es que se levanten las sanciones financieras y petroleras, pero incluso una presidencia de Sanders condicionaría esto en los nuevos comicios”, explica Ramsey.

El analista indica que anteriormente el ala progresista demócrata estadounidense podría haber incurrido en “caracterizaciones equivocadas” sobre la naturaleza del gobierno venezolano, pero acota que esa situación ha cambiado.

Bernie Sanders impulsó lo que él mismo denomina como una “revolución política” | Foto: Getty Images

“En los últimos meses organizaciones como la mía han trabajado con grupos venezolanos de derechos humanos, como Provea y Acción Solidaria, para lograr avances importantes en la educación de progresistas en Estados Unidos sobre la realidad del régimen de Maduro. La verdad es que si usted apoya los derechos sociales y económicos, los derechos sindicales, el medio ambiente o la lucha contra la pobreza, no hay forma de apoyar este régimen en su descenso hacia el autoritarismo”, asevera Ramsey.

Agrega que “la diferencia fundamental entre Trump y el liderazgo demócrata en Venezuela se trata de una estrategia realista. Si bien ambos entienden la necesidad de presión, la mayoría de los líderes demócratas saben que la presión debe ser aliviada en algún momento para que sea útil. La administración de Trump ha seguido agendas maximalistas que le convienen por la dinámica política interna”.

El analista recalcó además que a la administración de Trump le conviene el estancamiento de la situación en Venezuela para su campaña electoral. “La verdad es que Trump no necesita lograr una transición en el país para ganar en 2020. Un estancamiento le conviene perfectamente en términos electorales. Puede continuar apuntando a las sanciones petroleras y financieras y usando su retórica de línea dura indefinidamente, sin realmente buscar una solución política imperfecta pero realista. Esto es exactamente lo que gran parte del Partido Republicano en Florida ha hecho con el tema de Cuba por los últimos 50 años”, señala.

Debido a esto, según Ramsey, el discurso político de Trump en contra de Venezuela parece estar dirigido a ganar el favor de la comunidad cubano-americana, concentrada mayormente en el estado de Florida. Los venezolanos, en relación con el referido grupo, son minoritarios.

“Hay alrededor de 200.000 ciudadanos de herencia venezolana en Estados Unidos que pueden votar en 2020, en contraposición a los casi 2.000.000 de cubanoamericanos en territorio estadounidense. Gran parte de la retórica usada por algunos políticos en Florida está orientada a ese lobby, que ve a la crisis en Venezuela más como parte de una estrategia de aplicar presión a La Habana que como un fin en sí mismo”, dice el analista estadounidense.

Donald Trump | Foto: Reuters

Hasta el momento, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) calcula que hay más de 350.000 venezolanos en Estados Unidos, y cada día crece la tendencia.

El desafío del Frente Amplio en Uruguay

José Mujica y Tabaré Vázquez | Foto: CEDOC

Con José “Pepe” Mujica y Tabaré Vásquez al frente de Uruguay, los líderes del polifacético Frente Amplio, una coalición de partidos de izquierda y centro izquierda, la posición del país sureño ha sido siempre cercana al régimen chavista. Aunque el partido es visto de manera monolítica por los venezolanos, Óscar Botinelli, politólogo y presidente de la consultora Factum, aclara que dentro del oficialismo hay cuatro posturas diferenciadas en la coalición.

“Hay una posición, fundamentalmente de comunistas y alguna corriente ligada al ex presidente Mujica, que expresa su respaldo al régimen bolivariano. En otro extremo, hay quienes guardan silencio sobre la posición oficial del gobierno y han condenado la ‘dictadura de Maduro’, como el ex vicepresidente y actual ministro de Economía, Danilo Astori.

Un tercera posición la ha indicado el candidato a la presidencia de la República Daniel Martínez, que por un lado rechazó a “la dictadura de Maduro” y posteriormente anunció que pensaba continuar la misma política del actual gobierno en relación con Venezuela. Existe también una cuarta postura, de poco peso, de apoyar la posición oficial del gobierno y no pronunciarse sobre la situación política interior de Venezuela”, explica Botinelli.

El espectro ideológico del Frente Amplio, acota el presidente de Factum, va desde una concepción socialdemócrata a grupos marxistas leninistas, y se diferencian del resto de la izquierda latinoamericana, a su juicio, debido a que se adhieren a la concepción de la democracia representativa con instrumentos de la democracia directa, pluripartidista y anclada al Estado de derecho.

Desde hace más de 10 años el Frente Amplio ha gobernado Uruguay. Ahora, ante las elecciones presidenciales del 27 de octubre, hay incertidumbre sobre quién asumirá el Poder Ejecutivo.

Daniel Martínez, candidato a la presidencia de Uruguay por el Frente Amplio | Foto: Cortesía

“La última Encuesta Nacional Factum, cerrada el 8 de septiembre, sugiere que existen las mismas posibilidades de que la presidencia de la República la retenga el Frente Amplio o que la obtenga la oposición. Lo que es claro, sin embargo, es que ningún partido obtendrá la mayoría parlamentaria, lo que en Uruguay es muy importante pues se requiere mayoría legislativa no solo para aprobar las leyes, sino para designar toda la administración autónoma y para sostener al Consejo de Ministros”, señala el politólogo.

Uruguay, junto a México, es uno de los países latinoamericanos que promueve el diálogo como mecanismo para resolver la crisis política en Venezuela. Datos de Factum señalan que la mayoría de los uruguayos apoyan dicho planteamiento, sin que eso signifique que expresan su apoyo al régimen de Nicolás Maduro.

“Debido a las reuniones del Mecanismo de Montevideo y del Grupo Internacional de Contacto, en febrero hicimos una encuesta que arrojó que 52% de los uruguayos apoya la posición de neutralidad y conciliación del gobierno en torno a Venezuela, 39% señaló su apoyo a Juan Guaidó, 4% abogó por no permanecer neutrales y apoyar abiertamente a Maduro y 5% no opinó. Si se suma el apoyo a la neutralidad y el apoyo al gobierno Maduro, se puede considerar que 56% de los uruguayos en aquel momento estaba a favor de la conciliación”, argumenta.

Dos posiciones diametralmente opuestas surgen en las élites políticas uruguayas a la hora de hablar de Venezuela. Desde la oposición al Frente Amplio hay un consenso para acudir a la Carta Democrática Interamericana de la Organización de Estados Americanos en el caso del régimen de Maduro, mientras que el oficialismo se acoge a las tesis internacionales del país, que consisten en la promoción de soluciones pacíficas y en el reconocimiento de las autoridades que puedan ejercer efectivamente el gobierno.

La migración venezolana hacia Uruguay es una de las menos numerosas. De acuerdo con datos de la Acnur, hay 8.500 connacionales en ese país y 305 personas que han solicitado asilo. En opinión de Botinelli, la mayor parte de la diáspora venezolana posee un buen nivel educativo, lo que le permite, por el momento, acceder a trabajos de mayor capacitación.

El fracaso de Macri y el posible regreso del kirchnerismo

El 10 de diciembre de 2015 Mauricio Macri asumió la presidencia de Argentina. 12 años del modelo kirchnerista llegaron a su fin y con ello se produjo una nueva política internacional, el inicio de investigaciones de sonados casos de corrupción y un ideal económico que, aunque muy diferente, tampoco ha sido exitoso.

Con una inflación acumulada de 30% en lo que va de 2019 y un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) de por medio, la economía argentina se posiciona como la segunda peor del continente, solo superada ampliamente por Venezuela. La disconformidad social es cada vez más evidente y el macrismo se evidenció en la primera vuelta para las presidenciales del próximo 27 de octubre: Alberto Fernández, quien comparte fórmula con Cristina Fernández y formó parte del gobierno de Néstor Kirchner, obtuvo 47,79% de los votos, frente a 31,80% de Macri.

Mauricio Macri | Foto cortesía

Para Irma Argüello, directora de la Fundación de No Proliferación para la Seguridad Global, aunque Fernández ha tratado de distanciarse del chavismo, considera que su eventual victoria supondría “la vuelta al pasado de un modelo ultra populista”.

“Por supuesto que estará alineado con los modelos filocubanos de Latinoamérica de tener relaciones ‘íntimas’ con el régimen de Maduro. En la campaña electoral, Venezuela no ha sido un eje central, pero claramente se ha planteado. Desde el lado del oficialismo se plantea como la vuelta a lo que es el populismo con las características que ha desarrollado el kirchnerismo, pero potenciadas en este nueva elección”, comenta la analista. Sin embargo, aclara que la principal preocupación de los argentinos es la economía, por lo que la política internacional no es determinante en una elección.

Alberto Fernández y Cristina Kirchner | Foto: AFP

Además del mal manejo de la economía, el retorno de los Kirchner al poder también tendría relación con el método comunicacional del gobierno macrista. Para Argüello, Macri — asesorado por el jefe de gabinete Marcos Peña y el consultor de imagen Jaime Durán Barba — “no blanqueó la herencia recibida” y aumentó el asistencialismo del Estado característico de los gobiernos peronistas.

“El primer error de Macri fue no comunicar a la ciudadanía el desastroso panorama económico y de destrucción institucional que encontró cuando se hizo cargo. Aquella era la oportunidad de comunicar a la sociedad con valor, con veracidad, la llamada herencia recibida y solicitar apoyo y comprensión para realizar los ajustes. Los cambios drásticos hay que realizarlos al principio de los gobiernos, no cuando el tiempo pasa. Él adoptó una línea light, políticamente correcta, no dar malas noticias”, analiza Argüello.

Con respecto a la postura de Fernández en el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, el propio candidato ha manifestado que seguirá la línea de Uruguay y México, países que mantienen relación con el régimen de Maduro. No obstante, cuestiona el poder de decisión que tendría Fernández en un eventual gobierno, debido a la alta influencia que tendrá Cristina Kirchner.

De acuerdo con la opinión de la directora de la Fundación de No Proliferación para la Seguridad Global, “se va a desconocer totalmente a Guaidó, dado que esa es la línea que el kirchnerismo ha llevado adelante durante todo este tiempo. El kirchnerismo es madurista, como lo fue chavista. En realidad el gran signo de interrogación es el poder que tiene Alberto Fernández en esta fórmula. Por un lado pensamos que la influencia de Fernández es muy baja o casi nula y algunos hablan incluso de su integridad física, respecto a cuánto tiempo va a estar al mando de la presidencia si es que gana”.

Además del reconocimiento o no a Guaidó por parte de Fernández, la analista argentina considera que el movimiento liderado por el presidente de la Asamblea Nacional está perdiendo fuerza por sí mismo.

“El reconocimiento a Guaidó, como están planteadas las cosas y si la situación de Venezuela no avanza de una manera más contundente, se va diluyendo por sí mismo. Desde afuera vemos que se está terminando de diluir con los diálogos mediados por Noruega. En ese sentido, la manera como se están desenvolviendo los acontecimientos tampoco está ayudando como para que Guaidó tenga una imagen internacional fuerte en estos momentos”, dijo.

Juan Guaidó y Mauricio Macri | Foto: El Clarín

Hasta el 31 de agosto de 2019, la Acnur calculó que hay más de 171.000 venezolanos en Argentina. Su situación dependerá, en gran medida, de un gobierno cuyo modelo remite al chavismo.

Turbulencia en la región

En Colombia, al mismo tiempo que la supuesta paz se tambalea por el rearme de varios grupos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia — Ejército del Pueblo (FARC-EP), todos los partidos políticos se preparan para las próximas elecciones locales. Cuatro candidatos se alzan como favoritos para llegar a la Alcaldía de Bogotá, que es uno de los cargos de elección popular más importantes del territorio neogranadino.

Candidatos cercanos a Gustavo Petro buscarán ganar diversos cargos en Colombia | Foto: Dinero

De acuerdo con la consultora Datexco, Carlos Fernando Galán, candidato independiente, es el preferido de los ciudadanos colombianos, pues posee 35,2% de intención de voto. Le sigue Claudia López, con 23,5%; Miguel Uribe Turbay, el candidato apoyado por el partido oficialista Centro Democrático, es la opción de 16,1% de los consultados. Hollman Morris, la alternativa de izquierda, quedó rezagado con 11,9%.

En la contienda electoral, Carlos Vilma, el primer colombo venezolano en aspirar a un cargo público de la mano del partido de Iván Duque, continúa su camino hacia el Concejo de Bogotá, y espera capitalizar el voto venezolano en la ciudad que ha recibido más emigrantes criollos de toda Colombia.

Los factores pacificados de las FARC inscribieron candidatos para lograr 16 alcaldías en todo el país. Mientras tanto, la tensión ocasionada por el retorno de los guerrilleros Iván Márquez y Jesús Santrich a las armas, así como el presunto apoyo del régimen de Nicolás Maduro al Ejército de Liberación Nacional (ELN), la otra coalición guerrillera de mayor importancia en Colombia, permea todo el ambiente electoral.

En Ecuador, luego de las medidas económicas tomadas por el presidente Lenín Moreno, miles de ciudadanos salieron a las calles a protestar. El ex presidente Rafael Correa ha sido acusado de promover manifestaciones violentas en contra del gobierno ecuatoriano y, en medio de la represión, el mundo se pregunta si el mandatario se mantendrá en el poder. Correa ha expresado ante los medios su exigencia de que se realicen elecciones generales y ha dicho que podría participar en unos hipotéticos comicios como vicepresidente.

El conflicto político en Perú entre el presidente Martín Vizcarra y el Congreso continúa. Hasta el momento, la comunidad internacional no ha expresado su opinión ante lo ocurrido. Entretanto, Vizcarra parece hacerse con el apoyo de las fuerzas militares, de grupos opositores antifujimoristas y de importantes sectores de la sociedad civil. La cuna del Grupo de Lima se tambalea.

América se debate, nuevamente, entre dos polos políticos opuestos.

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