• Rafaela Requesens, hermana del diputado, compartió con El Diario de Caracas un texto con el que intenta contarle a su hermano cómo ella y su familia han sobrellevado los días, y la vida, con su ausencia

Juan Requesens, diputado de la Asamblea Nacional (AN), lleva más de 440 días privado de libertad. Durante ese tiempo, su hermana Rafaela Requesens solo ha podido verlo algunas veces, menos de lo que quisiera. Por tal motivo, decidió escribirle una carta donde explica qué ha pasado luego de que lo recluyeran en El Helicoide el 7 de agosto de 2018. Qué ha sucedido en el país, cómo está su familia y qué ha pasado en su casa son algunas de las preguntas a las que Rafaela intenta dar respuesta, a sabiendas de que el tiempo perdido durante el presidio jamás podrá ser recuperado.

Carta para ti, Juan Requesens,

Ya se cumplió un año desde que te di un abrazo en El Helicoide, ese lugar que nunca pensé pisar, y mucho menos tener que entrar contigo y salir sin ti. Un año de tantas cosas que me hubiese encantado que vieras y vivieras, pero las consecuencias de alzar la voz no te dieron esa suerte, así que te contaré un poco lo que ha pasado este año mientras sigues secuestrado en el Sebin-Helicoide.

No sé por dónde comenzar, pero voy a procurar hacerlo corto antes de que se me acaben las hojas. Ese martes 7 de agosto del año pasado lo recuerdo clarito y te puedo decir que, estando en El Helicoide, esperando irme a casa, lloré al saber que te quedabas en ese lugar del que tanto hablamos y que tanto denunciamos, por donde han pasado cientos de venezolanos inocentes, sin saber cuándo sería el próximo momento para verte.

Incertidumbre, miedo, tristeza… Muchísimas cosas me pasaron por la mente. Esa noche no fue fácil. Debates y discusiones decidiendo qué íbamos a hacer, y esto hicimos: la mañana siguiente, la Federación de Centros Universitarios (FCU) de la Universidad Central de Venezuela (mi universidad, tu universidad) fue el espacio que me permitió denunciar lo que había sucedido con mucha fuerza y acompañada de los mejores, aún cuando las palabras de Carlos Calderón, jefe del Sebin, seguían presentes: “Si dices mentiras o hablas mucho será peor para tu hermano, y yo mismo me encargaré de buscarte y volverte a traer”. Con el estómago revuelto, le di. Era por ti. Era por Venezuela.

Los días pasaron y todo se hizo más difícil. La Lentejita preguntaba por ti. Era muy triste escucharla decirme: “Tita, ¿y mi papá?”, y yo quedarme sin palabras y contestar que estabas “trabajando” mientras tragaba fuerte. Esas preguntas se realizaban todos los días durante esos primeros meses tan nublados, pero agradezco que estaban mamá y papá, quienes tuvieron que sacrificar algunas cosas para ahora luchar desde este espacio. Mamá renunció al colegio y papá dejó de atender pacientes. Es que no nos decían nada de ti. No teníamos información. Nada. A veces me preocupé por cómo asumir esto. Mi hermano mayor no está. Me tocó crecer más rápido y asumir nuevas tareas y nuevos roles. Me tocó ser la hija mayor de la casa y no fue nada fácil; de hecho, todavía me cuesta. Pero esto me ha ayudado a madurar y a crecer muchísimo. Eso sí, cuando salgas de ahí seguirás siendo el mayor y yo la menor (¡me seguirás brindando la comida, no te ilusiones porque lo vas a seguir haciendo tú!).

Mamá sigue fuerte, a pesar de todo. Ella es la única con la capacidad de organizar todo para que nada te falte, nadie más pudiese tener esa habilidad. Papá… papá volvió a hacer lo que ha amado siempre: atender, ser médico. No a tiempo completo como antes, pero igual siendo el mejor. Ahora le ha tocado asumir otro rol, y es ser la voz no solo tuya sino de todos los presos políticos y asesinados a nivel nacional. Estamos los tres juntos en esto, con nuestra familia y amigos, empujándonos para seguir hasta verte a ti, a todos los que están en tu situación y a Venezuela en libertad.

Estoy segura de que así son la mayoría de las familias venezolanas: se dan fuerza mutuamente para poder aguantar lo último que tiene el régimen para nosotros. Y no solo para las familias en nuestro país sino para todos los venezolanos a nivel mundial. Te digo esto porque tuve la oportunidad de estar en Praga, invitada al Forum 2000 sobre derechos humanos, ese al que pudiste asistir tú en el año 2014. Estuve en España, Colombia y Estados Unidos denunciando tu caso, alzando la voz por todos los venezolanos, y conocí a cientos de venezolanos, a muchísimos que te conocen y a muchos otros que tienen los ojos puestos sobre el país para volver lo antes posible y ayudar a reconstruirlo cuando esto cambie. Están esperando volver, te lo aseguro.

Saber que afuera nos apoyan y están al tanto de lo que sucede aquí me hace pensar en que estamos un paso más adelante que ayer, que debemos seguir echando el resto, que tenemos que avanzar, que tenemos que luchar. No fue tan fácil cuando muchas veces no sabía qué hacer, y no te tenía ahí directamente para que me aconsejaras. Sin embargo, hoy me doy cuenta de lo mucho que he aprendido y que sigo aprendiendo de ti. Eres grande, eres mi hermano.

Como dijiste en uno de tus discursos, hay que ver la política como el ejercicio de servir, pues esta vocación vale más que la vida. Y sí, ver cómo está vocación en un país como el nuestro ha hecho que muchos no nos acompañen; que los diputados, tus panas de la Asamblea Nacional (AN), sean perseguidos y tengan que salir del país o incluso refugiarse en embajadas. Ver cómo esta vocación en dictadura le arrebató la vida a un concejal, a Fernando Albán. No sabemos nada, solo que lo mataron…

A veces me pregunto qué pensará el abuelo Óscar de esta situación. Nuestro abuelo, que fue general cuando el uniforme era mirado con respeto, qué pensara de que la institución de la cual formó parte hoy esté por el suelo, manchada de sangre, de corrupción. Qué pensará sobre las torturas y asesinato de un capitán de corbeta. Qué pensara de esa la que alguna vez fue su institución.

Te digo algo: hoy puedo sonreír porque, a pesar de todo, a pesar de que muchos perdieron kilos de comida cuando se fue la luz, o de que entre lágrimas perdieron a su bebé en brazos porque el hospital no tenía energía eléctrica, o a pesar de que a muchos les toca cocinar en leña porque no tienen gas, o de que compran un medicamento el triple de caro para poder continuar con su tratamiento, o de que vivas sin agua, a pesar de eso, entre muchas otras cosas que te puedo enumerar, el venezolano sigue esperanzado y sigue con una sonrisa, y agradezco a quienes la tienen porque me siguen dando otro motivo para luchar.

Debes tener claro que hay que agradecerle mucho a la dirigencia, a los diputados de nuestra AN que siguen de pie, ¡y mira que les ha tocado difícil! Bueno, tú más que nadie puedes decirlo. Hoy eres víctima por la lucha que has dado desde ese espacio democrático, el único que queda en Venezuela, del cual viene el presidente Juan Guaidó. Digo presidente porque ahora es nuestro “presidente encargado”; sí, ninguna mantequilla. No quiero imaginar los nervios y la ansiedad que sintió él al estar dispuesto a dejar su libertad e incluso su vida por esta lucha, así como muchos la han dado. Quiero que sepas que se llenó de valentía y gallardía para asumir un espacio para el que muchos creyeron que no estaba preparado y desde el que hoy está dando un mensaje claro: que puede con eso y más. Si algo me devolvió la esperanza al 100% fue ese 23 de enero cuando se anunció al país que Juan Guaidó asumía la presidencia. No puedo explicarte cómo fue: lágrimas, gritos, felicidad. Algo inexplicable. Sé que estarías orgulloso al saber hasta dónde ha llegado Guaidó, perdón, el presidente Juan Guaidó, a pesar de tantas amenazas, de los minutos que estuvo secuestrado, de la promesa de que no entraría a Venezuela nuevamente… ¡Juanki, entró y por el aeropuerto, y todavía sigue trabajando!

No es fácil asumir lo que muchos están asumiendo. Sabemos lo que son capaces de hacer: matar, perseguir, torturar y hasta quemar un camión con ayuda humanitaria. Esa ayuda humanitaria que tanto denunciaste, que era necesaria y que ellos negaron fue quemada, para luego pedir apoyo de China y Rusia y recibir la misma ayuda. No entiendo nada. Ya no saben qué hacer. Los países están claros: muchísimos sumaron apoyo a la AN, a la libertad, a nuestro presidente y a la democracia. Cada apoyo cuenta, cada denuncia, cada vez que se alza la voz cuenta, cada vez que un chamo continúa asistiendo a clases cuenta. Es un mensaje de que, así como tú, se niegan a rendirse.

No sabes la cantidad de chamos que se niegan a rendirse en todo el país. A muchos los he podido conocer en las giras que he tenido a nivel nacional para ver la realidad universitaria y organizar y articular al movimiento estudiantil como egresada. Hay que seguir ayudando a las nuevas generaciones. No tienes idea de cómo están esas universidades, la crisis las ha golpeado fuertemente. Esos chamos siguen en medio de todo, dentro de universidades con baños sin pocetas, al borde de un cierre, con salones sin aire, sin ventanas, o incluso sin rejas porque han sido robadas, sin materiales o posibilidad de hacer prácticas o estudiar sobre sistemas en una computadora. Esos chamos siguen esforzándose al máximo para quedarse aquí a pesar de la crisis que los golpea día a día.

Qué lindo saber que Venezuela cuenta con personas dispuestas a todo, a seguir presionando, a protestar. En Lara, por ejemplo, en una zona que se llama La Botella, los vecinos salen todos los días. No hay un día que no lo hayan hecho. Son unos duros. Así como los familiares de los presos políticos a quienes he podido conocer y cuyas historias he podido escuchar, como las de las hijas del doctor Marulanda, nuestro vecino, contando cómo su papá había sido víctima de las peores torturas; o cómo la señora Elvira de Pernalete tiene la fuerza de enviarme un mensaje de ánimo a pesar de que ella, como otras madres, perdió a su hijo por salir a la calle y aún no tiene justicia. Pero sé que la lograremos, que ellos la tendrán porque todos sabemos que este país vale la pena, que cada chamo que salió, que sale y que saldrá es nuestro hermano, que quienes se fueron son nuestros hermanos y que quienes hoy sufren son nuestros hermanos, y por ellos hay que darlo todo.

Hermano, Juanki, me siento orgullosa de llevar tu sangre, de que tengas una capacidad de aguante inimaginable. Eres ejemplo para muchos, y muchos también son ejemplo para nosotros, como los que aguantaron y dedicaron tiempo en la lucha para que la alta comisionada Michelle Bachelet pudiese venir. Y se logró. Venezuela logró que ella, la señora Bachelet, la del grupo de amigos de Maduro, publicara un informe hablando sobre cómo el régimen se ha encargado de violar constante y sistemáticamente los derechos humanos. ¿Y es que cómo se oculta algo que todo un país grita? Como dice el presidente: ¡Vamos bien! Son palabras que tengo presente, así como las tuyas: “Yo me niego a rendirme”. En cada lugar que visito en mi día a día, aun cuando siguen violando tus derechos, aun cuando muchas de tus audiencias fueron diferidas o suspendidas, a pesar de que te hacían pasar hambre, o de que la juez Carol Padilla pasó tu caso a juicio y hoy es igual de cómplice que el resto del régimen, seguimos sin rendirnos, así como todos.

Hoy puedo decir que soy licenciada en Ciencias Políticas y Administrativas de “la casa que vence la sombra”, de la UCV, gracias a los profesores que no se rindieron, a los estudiantes que no se rindieron, a la universidad que no se rindió. Me hubiese encantado que estuvieras presente, como en todos mis logros, pero sé que, como me dijiste, lo que estás viviendo es consecuencia de hacer política en un país como Venezuela: lleno de mafiosos, asesinos que con un traje y una corbata pretenden seguir hundiendo al país.

Por cierto, ya la lentejita sabe por qué no estás: estás en una misión secreta, donde también peleas con leones, y a veces, cuando su imaginación lo permite, escucha el helicóptero en el techo de El Helicoide listo para buscarte y que vuelvas a la misión. Y Etato… Etato es el chiquito más cuchi, igualito a ti pero con los ojos claros, y aunque tiene mucho tamaño, se nos olvida que sigue siendo tu bebé y que está aprendiendo a hablar rapidísimo.

Chuchi, todos estamos esperanzados. No sabemos cuánto falta, sabemos que es difícil y doloroso, pero hemos llegado tan lejos que no podemos rendirnos. Estamos firmes, aguantando. Este país necesita una solución urgentemente y yo sé que lo vamos a lograr, así como lograremos tu libertad y la de todos. Mientras tanto, seguiré pensando cotidianamente que mañana será el último día que tengamos que vivir esta tragedia, y me he dado cuenta de que esa esperanza es mi motor diariamente.

Te extraño y te amo mucho.

Mantente fuerte que nosotros lo estaremos, y más temprano que tarde veremos esa Venezuela que tanto hemos soñado.

Tu hermana, Cabe.

Caracas, Venezuela.

Juan Requesens fue juzgado el 1º de julio de 2019 en una audiencia preliminar por la juez Carol Padilla, quien lo acusó de todos los cargos: traición a la patria, homicidio intencional, terrorismo, asociación para delinquir, instigación pública continuada y posesión ilícita de armas y municiones.

El diputado sigue a la espera de que esta decisión sea emitida de manera escrita y se adjudique una fecha para el juicio oral y público.

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