- La compositora, cantante y pianista española conversó con El Diario sobre la importancia de la música clásica para desentrañar la emoción humana, la evolución ocurrida con el jazz y sobre el maridaje entre poesía y música presente en Cantando a las poetas del 27
La armonía de la Badinerie de la suite Nº. 2 en si menor de Johann Sebastian Bach acompaña el canto de Sheila Blanco que relata, con la pulcritud de su voz, la vida del autor del siglo XVII. La cantante española, con la expresión sosegada y alegre, sigue el ritmo de la composición y comenta que “si hubo alguna vez un Dios fue Johann Sebastian Bach”.
La importancia del compositor barroco en la vida de Sheila Blanco se remonta al Conservatorio Profesional de Música en la ciudad de Salamanca, España, donde estudió año tras año la perfección técnica y estética de la obra de Bach.
Desde ese momento el autor de los Conciertos de Brandenburgo y Las Variaciones de Goldberg se convirtió en un referente para la vida, personal y artística, de la compositora española. “Me resulta muy cercano porque es al que más he escuchado y es al que siempre acudo cuando quiero tocar música clásica”, agrega.
La génesis del gusto musical, relata Sheila para El Diario, comenzó durante su niñez por la afición de sus padres y al tener siempre presente la armonía de la voz de su madre, que es una gran cantante; al tocar y escuchar las tonadas de los grandes compositores en el piano de la casa, en el equipo de sonido y en cada instante de vida rutinaria. Tanto para ella, como para sus hermanas, la pedagogía musical en el conservatorio acompañó las otras enseñanzas de su juventud.
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En el conservatorio de Salamanca se especializó en piano clásico y en bel canto —un término de la ópera utilizado para denominar un estilo de voz—. Luego, se licenció en la Universidad Pontificia de Salamanca en el área de Comunicación Audiovisual.
Al terminar los estudios en su ciudad natal, decidió emprender rumbo a Madrid, capital española y metrópolis del mundo, para llevar a la par su oficio como periodista en radio y televisión con el trabajo musical que duró hasta 2009, año en el cual decidió enfocarse plenamente en alcanzar la plenitud en el canto, la composición y el estudio continuo de la música.
Para ella, como para tantos otros intelectuales de la humanidad, la música mimetiza la emoción humana de la forma más pura y logra condensar todo aquello que nos caracteriza en el signo de la partitura.
Esa razón la llevó a iniciar 2020, justamente el 15 de enero, con un homenaje al compositor más querido por ella, Johann Sebastian Bach, relatando su biografía.
La recepción del público en las redes sociales, inmerso en la futilidad del contenido, fue positiva y dio pie a una nueva idea llamada Bio Classics (biografía de los clásicos). Este proyecto, escrito por ella, se caracteriza por mezclar el lenguaje contemporáneo con la exactitud histórica de cada personaje y con su composición.
El segundo personaje en ser objeto del canto de Sheila fue Wolfgang Amadeus Mozart, compositor y pianista nacido en Salzburgo, Viena, en el siglo XVIII. La armonía que acompaña la expresión de la cantante es la marcha turca o rondó, tercer tiempo de la Sonata en la mayor. Sobre él, además de relatar las peripecias del compositor que murió a los 35 años, comenta que “su música cura el alma y mueve el corazón”.
En tercera entrega de Bio Classics la pianista española canta la vida de Ludwig Van Beethoven, en el 250 aniversario del compositor nacido en el siglo XVIII.
La obra de Beethoven, como la de los grandes autores, rompió los límites del tiempo y se transformó en un referente atemporal de la cultura. A la par de la 5ta Sinfonía en Do Menor, Sheila, mimetizando los cambios de la tonada en su rostro, canta la importancia de la música en la triste vida del genio del romanticismo.
Las biografías continuarán para revivir el legado de los grandes compositores de la historia de la humanidad. Los próximos personajes, comenta entre risas, no los dirá pero su objetivo mediato es incluir compositoras para darle mayor visibilidad al trabajo realizado por las mujeres a través de los años.
El reconocimiento, comenta ella, de la música clásica en la vida puede llegar a representar un momento de sosiego porque cada persona tiene una manera distinta asimilar dichas composiciones.
Cantando a las poetas del 27
La enunciación poética, aunque podría pensarse como un entorno anclado a la palabra, representa una visibilización real de la trascendencia de la emoción humana.
En este caso, para Sheila, la obra de Federico García Lorca, Luis Cernuda, Rafael Alberti, entre otros, está remachada en la memoria de la cultura de la lengua castellana, pero la representación femenina quedó olvidada por el ideal franquista que aparcó en la sociedad española durante décadas.
La Generaciu00f3n de Plata o Generaciu00f3n del 27
En 1927 una serie de escritores e intelectuales atendieron el llamado de Josu00e9 Maru00eda Romero Martu00ednez para celebrar el tercer centenario de Luis de Gu00f3ngora, mu00e1ximo exponente del Siglo de Oro espau00f1ol. nnPedro Salinas, Federico Garcu00eda Lorca, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Miguel Hernu00e1ndez, entre otros, fueron algunos de los poetas que son parte indispensable de dicha generaciu00f3n. nnLas poetas denominadas como Las Sinsombrero, por la actitud transgresora de quitarse el sombrero, irrumpiendo la norma de etiqueta impuesta las mujeres de la u00e9poca, participaron activamente en la concepciu00f3n estu00e9tica de esta generaciu00f3n pero su obra quedu00f3 escondida en los resquicios del tiempo. nnPor dicha razu00f3n Sheila Blanco, a partir de la obra recopilatoria de Tania Ballu00f3, tiene como objetivo revivir los poemas de Maruja Mallo, Concha Mu00e9ndez-Cuesta, Ernestina de Champourcin, Remedios Varo, Maru00eda Zambrano, entre otras. nnLa presentaciu00f3n estu00e9tica de la generaciu00f3n de plata que, de cierta manera, se mantiene en la obra de todos estos autores se caracteriza por la bu00fasqueda de un equilibrio permanente entre el arrebato romu00e1ntico y la sobriedad racional, entre la pureza estu00e9tica y la autenticidad humana. De esta manera, se sintetiza el encuentro entre dos polos opuestas a travu00e9s del verso pou00e9tico.n
Su primer encuentro con los versos de Ernestina de Champourcin, Concha Méndez, Josefina Romo Arregui, entre otras, ocurrió hace cinco años a través del trabajo de Tania Balló, directora de cine y guionista española.
El documental realizado por Balló lleva por nombre Las Sinsombrero, como son conocidas las intelectuales y poetas de dicha generación, y pretende visibilizar el oficio realizado por las mujeres en uno de los momentos de mayor fulgor intelectual y artístico de la vanguardia española.
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“Para una artista, su obra es su arma más poderosa, su instrumento, su voz, su herramienta de cambio, su manera de comunicarse con personas que sienten parecido pero que quizá nunca lleguen a conocer”, escribe Balló en su libro llamado Las sinsombrero: sin ellas la historia no estaría completa.
Por ende, la importancia de la voz poética de las mujeres del 27, borrada por un proceso dictatorial machista, en palabras de Sheila, y poco recuperada en las décadas de la democracia, recae en la enunciación de características que la voz masculina no es capaz de entender.
Luego de una ardua investigación, de lecturas constantes de cada una de las poetas, Sheila decidió participar del proyecto de visibilización a través del oficio que mejor conoce: la composición músical. Antes de comenzar el recital-concierto narra la historia de la poeta y contextualiza la escritura de los versos.
Por ejemplo, en el canto del poema Pez en la tierra de Zamorana Margarita Farrera, Sheila Blanco extiende sus falanges por las piezas blancas y negras del piano y recita, reviviendo cada emoción, uno a uno los versos: “Por la verde, verde oliva / y el verde, verde limón, / llegaron los ojos negros / que te embrujaron de amor”. La coreografía de Malena Mexía, interpretada por los bailarines Soujung Youn y David Acero acompaña el canto de Sheila y así el poema, escrito en 1932 por la mano febril de Farrera, encuentra en el siglo XXI un espacio para ser escuchado.
Es el granito de arena, comenta Blanco, que puede aportar al crecimiento del movimiento feminista y a la importancia de la obra femenina para la historia. Porque, aunque la escritura de Lorca, Alberti y Cernuda es importante para reconocer el contexto de la literatura en lengua castellana, es imperante romper el maniqueísmo de la historia y reconocer todas las voces.
En muchos casos la escritura, la composición y el canto se consideran expresiones distintas de la emoción humana pero, para Sheila, todas tienen la misma génesis: la necesidad de transformar el sentimiento abstracto en un elemento trascendente. Por eso mismo, la composición musical puede aunarse a la versificación del poema y, entre todas las cosas, presentar un maridaje que es capaz de afectar a todos los individuos en la sala.
Y la música, como la trinchera recorrida por Sheila, es parte de la sensación individual de cada ser humano. Para ella no existen dos seres iguales y, por ende, tampoco hay dos maneras parecidas de asimilar la música.
“En mi caso, yo tuve la suerte de conocer la ciencia de la música. Es decir, como funciona la armonía, el ritmo; medir un compás, conocer cuánto vale una negra. He podido interpretarlo en un instrumento como el piano, que es un instrumento enriquecedor armónicamente y visualizador, es capaz de ver cómo funciona la música”, destaca la compositora española.
Pero, al mismo tiempo, para ella el arte musical recae en la aceptación de todos los ritmos, de todas las sonoridades y estilos que se presenten con la calidad pertinente. Sólo existe un solo haz de separación: la buena música y mala música. De resto, todos los géneros son aceptados en la ciencia musical.
“Mi relación con la música es muy sana en cuanto soy capaz de entenderla desde el punto de vista científico, matemático, y disfrutarla desde el punto de vista artístico. Normalmente disfruto más de ella artísticamente. Cuando escucho música no estoy pensando en acordes, en grados, en tonalidades, sino que estoy simplemente disfrutando de la música que suena. La relación de cada uno es distinta”, comenta.
Al nacer del seno de la expresión humana, la música, según Sheila, no está anclada al nombramiento de los géneros y “por más que se le llame clásica, contemporánea, rock, pop, soul, barroco y clasicismo, encarna las inquietudes de los seres humanos para expresarse a través de ella”.
El jazz: una nueva puerta en el repertorio musical de Sheila
En 2010, luego de haber escogido la música como el camino certero a seguir, Sheila se convierte en la vocalista del quinteto jazz & blues Larry Martin Band. Sus compañeros eran Richie Ferrer, Enrique García, Domingo Sánchez y el propio Larry Martin. Junto a ellos recorre los lugares más icónicos del jazz en la geografía española y, al mismo tiempo, visita salas míticas del género a nivel internacional.
El ritmo irreverente del jazz, el juego abrasivo de la improvisación, los saltos caóticos que perpetúan el sonido del saxofón, el piano, la batería, entre otros instrumentos, representaron un nuevo espacio para la expresión musical de Sheila.
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Con el quinteto de Larry Martin graba el álbum Everything must change (Todo debe cambiar). “Es otro espacio, otro lugar. Para mi la experiencia del jazz fue muy enriquecedora. Fue una ruptura total con lo anterior”, resalta.
Luego del fallecimiento de Larry Martin, reconocido percusionista madrileño, el quinteto cambia su nombre por Speak Jazzy. Junto al baterista Antonio Calero y el pianista Miguel Ángel López graban el álbum A song for you. Durante estos años Sheila, además de la inmersión en el sonido autónomo del jazz, mantiene su profesión docente y crea una metodología innovadora en técnica vocal.
Sus colaboraciones se distribuyen a través de la obra de distintos músicos como Javi Montes, Joe Eceiza, Jorge Marazu, Toni Brunet, Paco Ortega, Rebeca Jiménez, Pastora Soler, Raphael, Alejandro Sanz, entre otros.
Pero, aunque el jazz en un principio fue un quiebre con sus referentes clásicos, comenta que después de muchos años enfocada en dicho género pudo notar que, en cuanto armonía, todo estaba en la música clásica. Se añaden nuevas reglas, tiempos, cambian los ritmos, se permiten nuevas cosas y, claramente, existe una evolución pero el alma del sonido es atemporal.
¿Qué sigue para Sheila Blanco?
En los últimos meses la compositora española ha presentado el proyecto de Cantando a las mujeres del 27 en distintas ciudades de España y participó, entre otras cosas, en el festival Kerouac, celebrado en la Ciudad México, en homenaje del reconocido autor de On the Road. Este evento se caracteriza por mantener vivo el legado de la generación beat a través de la poesía, la música y el performance.
Asimismo, es vocalista del trío de jazz Puro Gershwin –en honor al compositor y pianista George Gershwin, nacido en New York y compositor de la pieza musical Rhapsody in blue– con el cual publicó un disco homónimo junto al pianista Federico Lechner y los guitarristas Chema Saiz, Israel Sandoval y Marcos Collado.
Es parte de La Voz Kids en España como vocal coach. Este programa televisivo se caracteriza por encontrar niños que se destacan en su expresión vocal. Para Sheila la experiencia de acompañar en su aprendizaje a los más pequeños es enriquecedora porque “los niños son personitas muy puras, muy sinceras, que vienen con la toda la ilusión a aprender a cantar”.
Además, los niños mantienen la alegría de la experiencia musical, sin caer en la parafernalia de la televisión, la fama, las cámaras y el foco que persigue y, de cierta manera, irrumpe en la emoción pura.
A la par de su trabajo en el programa televisivo, participa en los programas de radio La Ventana, dirigido por Carles Francino, y Sofá Sonoro con Alfonso Cardenal, presentes en la programación de la Cadena Ser.
Sheila Blanco está enfocada en sus proyectos inmediatos, como la presentación del nuevo disco de Cantando a las poetas del 27, con el canto lúdico de Bio Classics y con su trabajo en radio y televisión. “El caldo de cultivo” para el futuro es prometedor, comenta. Pero como diría Joan Manuel Serrat: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar” y su camino en la música se continuará construyendo, poco a poco, con el descubrimiento de nuevos espacios.
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