Cada vez vemos con más frecuencia cómo en ciudades muy violentas y en países que hoy en día poseen conflictos armados el reclutamiento, o la incursión de niños y niñas es común en diferentes niveles de los generadores de violencia. Las bandas organizadas, grupos organizados al margen de la ley, grupos paramilitares y/o guerrilleros son los más comunes, tanto en el contexto urbano como en lo rural, ya que los conflictos armados han evolucionado. Los mismos no tienen las características de hace 20 años atrás, pero no hay que dudar que responden a fenómenos político-sociales. A las niñas y niños se les utiliza de diversas maneras: en el desempeño de funciones de apoyo —como cocineros o porteadores, mulas, mensajeros, por ejemplo— o participando activamente en los combates, sembrando minas o espiando, vendiendo sustancias; a las niñas se les utiliza frecuentemente para fines sexuales.

El llamado reclutamiento forzado es una de las peores formas de violación a los derechos humanos, sin duda alguna podemos decir que este reclutamiento y utilización de los niños y niñas viola sus derechos y les causa daños físicos, emocionales, mentales, espirituales, y es un obstáculo a su desarrollo. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) elevó su voz a través de los denominados “Principios de Ciudad del Cabo”.

Los mismos fueron el resultado de un simposio organizado por Unicef y la ONG Grupo de Trabajo sobre la Convención sobre los Derechos del Niño para formular estrategias destinadas a evitar el reclutamiento de niños y niñas, desmovilizar a los niños y niñas soldados y ayudarles a reintegrarse en la sociedad. Los Principios han obtenido un reconocimiento muchísimo más amplio que recibió el grupo inicial al principio y hoy en día se han convertido en un instrumento fundamental que sirve de base a la formulación de normas internacionales, así como a la evolución de las políticas nacionales, regionales e internacionales, para atacar este flagelo.

Esta grave violación a los derechos de la niñez y la juventud ha colocado la mirada en el conflicto sociopolítico venezolano. Sí, claro que sí, no hay que dudar en decirlo aun cuando pueda parecer solo una mera mención ficticia, debido al no reconocimiento del conflicto armado que hoy vive el país. La gran proliferación de bandas, paramilitares y la incursión de la guerrilla en Venezuela, hoy en día importada pero también formada en territorio nacional, nos da pie a preguntarnos si solo Venezuela vive un conflicto político social o está también inmersa en un conflicto armado interno. Tal vez la respuesta puede ser compleja, por cuanto hoy en día no estamos en presencia de un gobierno totalitarista común, ni las guerras son como se conocían en antaño, han evolucionado y con ellos las formas de dominación física y de control social.

El 22 de septiembre de 2019, la agencia de noticias EFE reseñó palabras del excelentísimo señor presidente de la hermana República de Colombia, Iván Duque, donde ya colocaba tildes en la situación de los niños, en dicho reportaje manifestó que “Las disidencias de las FARC, el Ejército de Liberación Nacional, Los Pelusos y el Clan del Golfo están dedicados a buscar el reclutamiento de menores en la frontera con Venezuela”, y señalo que en 2019 cerca de 158 niños han sido rescatados del reclutamiento y puestos a disposición del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, sin especificar si la cifra corresponde solo a menores de nacionalidad venezolana.

De igual forma, el 17 de febrero del presente año, medios de comunicación reseñaron las palabras del Comisionado Presidencial para las Relaciones Exteriores, del gobierno legitimo del presidente Juan Guaidó, ciudadano Julio Borges, cuando dijo que Táchira es el estado donde existen más posibilidades de reclutamiento.

“75% de los niños que dejan la escuela en las zonas fronterizas, entran a trabajar para grupos armados como el Ejército Popular de Liberación (EPL) y disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)”, sentenció Borges a través de su cuenta oficial en Twitter, informó la página de la presidencia de Venezuela a través del Centro de Comunicación Nacional.

Aquí se desprende una gran inquietante y es la necesidad de crear una Comisión Intersectorial de prevención del Reclutamiento Forzado de niñas, niños, adolescentes y jóvenes (NNAJ), en el marco conceptual de una Justicia Transicional, para el fortalecimiento del estado, pero también para la observancia y la prevalencia de los derechos de los NNAJ, ¿pero qué hace una comisión de esta índole?, ¿es necesaria en Venezuela?, ¿Debe articular con los vecinos países? son algunas interrogantes. Allí podemos indicar que es una “política de prevención del reclutamiento y utilización de niños, niñas, adolescentes por parte de los grupos armados organizados al margen de la ley y de los grupos delictivos organizados con el fin de brindar elementos técnicos y herramientas para superar la dificultad de hacer operativa la respuesta del estado frente a amenazas concretas” tal y como lo ha realizado el vecino país de Colombia.

A su vez, la prevención del reclutamiento y utilización de niños, niñas y adolescentes por grupos organizados al margen de la ley y grupos delictivos organizados,  incluye una necesaria apertura del Estado, de la sociedad y de los diferentes actores que pueden articular acciones para coadyuvar en la mitigación del flagelo. Esto incluye el trazo de políticas y rutas para proteger a los niños, niñas y adolescentes contra cualquier modalidad de reclutamiento y utilización por grupos organizados al margen de la ley o grupos delictivos organizados.

Podemos concluir con una pregunta que nos hacemos ante este grave hecho que constituye el reclutamiento forzado, ¿los países latinoamericanos están haciendo una real observancia de las normas internacionales?, la respuesta puede ser muy ambigua o poco clara. Algunos países de la región dicen realizar grandes esfuerzos para combatir este flagelo, así como la deserción estudiantil, pero otros simplemente no hacen nada ante el problema, porque sencillamente es invisible, es un tema del que todo el mundo murmura, pero sobre el que definitivamente a nadie le gusta hablar. El reclutamiento forzado está presente no solo en países con conflictos internos evidentes, sino también en conflictos político-sociales que invisibilizan a los actores generadores de violencia.

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