• Una mano amiga es una campaña para apoyar a personas con tratamiento oncológico, que consiste en la venta de moñeras confeccionadas por las creadoras de Mainimbú diseños

En marzo de 2020 Hilda Farinha recibió la noticia de que su prima Jackeline Castro (de 33 años de edad) fue diagnosticada con linfoma de hodgkin, que había avanzado aceleradamente. La profesora sorprendida y con miedo decidió utilizar el emprendimiento que creó en mayo de 2019 para ayudar económicamente a su prima en ese duro momento. 

Hilda y su hermana Nancy manejan una pequeña empresa que produce ropa interior y cosmetiqueras.

La marca fue bautizada Mainimbú, que quiere decir colibrí en guaraní, y además rima con bambú. Estos dos símbolos tienen un gran significado para Hilda y su hermana, por lo que la decisión del nombre fue unánime. 

Luego de explorar varias posibilidades, ambas acordaron fabricar moñeras y que el dinero que se recolectara con su venta fuera destinado al tratamiento de Jackeline. 

Mi hermana y yo decidimos seguir uniendo a la familia, especialmente a las primas, y comenzamos a trabajar para ayudarla a pagar las quimioterapias”, expresó Hilda.n

Tras realizarse varios exámenes, la prima de Hilda inició inmediatamente las quimioterapias, pero fue demasiado tarde. El 30 de marzo de 2020, 10 días después de comenzar el tratamiento, falleció.

“Nosotras no nos imaginamos que todo iba a ocurrir tan pronto. Hicimos demasiadas moñeras para venderlas y se lo habíamos comentado. Ella estaba tan entusiasmada porque decía que era una prueba de vida e iba a superarla”, recordó la docente para El Diario

Hilda confesó que Jackeline le dio grandes lecciones en sus últimos días de vida. Recordó que su prima le habló del amor con el que fue atendida en varios de los hospitales a los que acudió, a pesar de las precarias condiciones en las que trabajaba el personal. 

Después que la partida de su prima todo el trabajo de Mainimbú se paralizó, pero mes y medio después Hilda conversó con su hermana sobre la posibilidad de continuar con la campaña para ayudar a otros pacientes.

Decidimos seguir con esto en nombre de Jackeline y así apoyar a quienes necesitan una mano amiga, así también surgió el nombre de la campaña”, explicó. n
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Las moñeras —asegura Hilda — tienen un precio módico para que se puedan vender con facilidad y porque toda la ganancia va dirigida a la campaña.

Una mano amiga en San Pedro

Originalmente las hermanas querían llevar los recaudado a los pacientes del Hospital Universitario de Caracas (HUC), donde su prima recibió el tratamiento y conoció a varias personas en su misma condición. Sin embargo, el decreto de cuarentena nacional y las restricciones de circulación no lo permitieron. 

Hilda y Nancy residen en los Altos Mirandinos, así que decidieron enfocarse en esa zona para colaborar. 

En San Pedro hallaron a una mujer joven, madre de dos hijos, que fue recientemente operada por un tumor cancerígeno en el seno y requiere ayuda económica para su tratamiento oncológico. “Decidimos que lo mucho o poco que se recolecte este mes a través de la campaña será para esa muchacha”, añadió. 

Hilda también intenta contactar a la familia de un niño en esa entidad, diagnosticado con cáncer, para que sea el segundo beneficiario oficial de la campaña “Una mano amiga”. 

La creadora de Mainimbú resaltó que la iniciativa ha despertado mucho interés en vecinos y amigos, quienes se han ofrecido a difundir la campaña y ayudar con la venta de las moñeras. Otros también se comprometieron a destinar una parte de sus ingresos para los tratamientos de los pacientes. 

Nosotras siempre promovemos el dar a amor a quienes lo necesitan con pequeñas acciones. Esa fue la lección que nos dejó mi prima y es lo que intentamos transmitirle a la gente, que con lo poco que puedan y con lo que sepan hacer aporten un grano de arena en la lucha contra el cáncer”, indicó. n

Trabajar pese a la pandemia 

Toda la experiencia con Jackeline y con la campaña de una mano amiga coincidió con la evolución de la pandemia por covid-19 en el país. Por eso Hilda y Nancy se ingeniaron nuevas formas de continuar produciendo en esta situación de crisis. 

El taller de costura está ubicado en la casa de Hilda, pero como su hermana no puede ir hasta allá todos los días, Nancy mudó algunas máquinas de coser a su hogar. 

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Las hermanas se reúnen una vez a la semana para planificar, diseñar y cortar. Al final de la jornada cada una queda con su mitad del trabajo y cosen en sus respectivos talleres hogareños. 

La entrega y muestra de productos también se vio limitada geográficamente, por lo que solo realizan ventas en la zona.  

Aunque han tenido que enfrentarse a restricciones, la familia Farinha no ha parado en su labor solidaria. Hilda insiste en que la situación que vive Venezuela debe hacer más humanitarios a los ciudadanos y así evitar que sigan en aumento las muertes por cáncer en el país.  

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