• La comercialización del miche artesanal se ha popularizado en el estado Táchira, incluso en medio de la cuarentena, porque debido a la crisis económica muchas familias se dedican a la venta de este licor como una forma de genera ingresos

Debido al incremento en el costo de los licores en expendios de bebidas alcohólicas del estado Táchira, el consumo de miche andino artesanal se ha popularizado fuertemente. Según la Cámara de Licoreros del estado Táchira existen más de 5.000 ventas clandestinas de miche en los diferentes municipios desde el inicio de la cuarentena.

Por un lado están quienes hacen de esta bebida típica tachirense su actividad económica, pues la venden en sus hogares o en puestos informales improvisados en las principales calles de la ciudad de San Cristóbal y otras jurisdicciones; por otro lado, están quienes dejaron de consumir bebidas alcohólicas elaboradas en fábricas y grandes industrias porque su poder adquisitivo no se lo permite y migraron a la ingesta de miche artesanal.

Asimismo, las personas que se dedican a comercializar el miche en ocasiones hacen todo el proceso, es decir, desde elaborarlo en un alambique (instrumento utilizado para la evaporación y condensación de alcoholes) hasta su embasamiento y venta. También están quienes lo compran a personas que se dedican exclusivamente a su producción (principalmente en las zonas de montaña) y se convierten en revendedores.

Miche artesanal, la alternativa ante el alto costo de licores en Táchira
Cortesía Carlos Rivero

No obstante, desde la Cámara de Licoreros del estado Táchira han alertado en diversas oportunidades del peligro que representa la venta de este tipo de bebidas alcohólicas, pues según ellos muchos de esos expendios no tienen permiso sanitario y ponen en riesgo la salud de los tachirenses.

“Los municipios Uribante, Andrés Bello, Jáuregui, San Cristóbal y Torbes son los que tienen mayor presencia de ventas ilegales”, denunció en una oportunidad Jhonson Delgado, representante de los licoreros en rueda de prensa a medios de comunicación.

Miche andino e historia en una botella

Para unos la venta de miche pasa por ser una mera actividad económica o una fuente de ingresos, pero para otros es más que eso; se trata de una pasión por las tradiciones andinas, un intento por conservarlas y hacer que perduren en el tiempo.

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Carlos José Buitrago tiene 32 años de edad, es cronista de Cordero, municipio Andrés Bello, y un aficionado por la historia y la cultura tachirense. Maneja una cuenta de Instagram llamada “Historia Cordero”, con la que busca desempolvar y rescatar las tradiciones locales.

A raíz de eso decidió combinar las leyendas más representativas del municipio y algo tan autóctono como el miche andino y crear su emprendimiento: Miche Andino Leyendas.

“Esto surge porque me encanta el tema de la historia, soy coleccionista y nosotros tenemos un museo en Cordero donde hay parte de la colección, como botellas, pinturas, antigüedades y muchas cosas más”, dijo Carlos José.

Él es un aficionado por la historia de la industria refresquera y cerveza en la entidad andina e incluso asegura tener entre sus pertenencias botellas, copas y gaveras antiguas.

“Táchira fue productor de grandes refrescos del siglo pasado y por eso me gusta, igual que el miche, porque es muy nuestro y Cordero es conocido por eso”, añadió.

El Miche Andino Leyendas surge de ahí, de sus colecciones y hobbies, pues en el museo tienen una marca de cervezas llamada Mitos y en cada etiqueta está plasmada una historia.

“De ahí surgió la idea de sacar el miche acompañado de leyendas y ya tenemos las etiquetas para cada uno según su sabor: durazno, frutos rojos, miche blanco”, refirió Carlos José.

De momento la idea se está materializando, es un trabajo que requiere esfuerzo, dedicación e inversión monetaria para su expansión. Carlos José espera comercializarlo lo antes posible, de hecho, trabaja en pro de hacerlo antes de finalizar el mes de octubre de 2020.

Asimismo, desea expandir su negocio a largo plazo y poder distribuirlo hacia otros municipios del estado Táchira con leyendas propias de cada zona plasmadas en las etiquetas.

“Ofrecemos un producto de calidad, sabroso, damos a conocer y rescatamos nuestros cuentos y a la vez se genera un ingreso para solventar las necesidades económicas”, puntualizó.

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Una nueva forma de negocio

La situación económica que atraviesa el país por la pandemia del coronavirus e incluso antes de ésta obligó a los venezolanos a reinventarse y buscar nuevas actividades comerciales que les permitan generar ingresos para solventar sus necesidades básicas, la venta de miche artesanal o andino en el estado Táchira es una de ellas.

Carlos Bonilla tiene 60 años de edad, es maestro de obra en la ciudad de San Cristóbal. Trabajó 25 años en Caracas en el sector construcción en el Metro y en otras obras, pero por cosas del destino decidió migrar al estado Táchira hace siete años.

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Vende miche andino dese hace seis años. Inició con ese negocio cuando trabajaba en una obra en la población de Cordero, allí el dueño de la construcción le regalaba a diario dos litros de miche claro.

“Así lo fui acumulando hasta que hubo un momento donde yo le dije a un señor que vive cerca de mi casa que necesitaba vender ese miche, lo empecé a ofrecer con los amigos de él y así se abrió la venta”, explicó Carlos.

Cada litro de miche claro lo vende en 10.000 pesos (unos 2.8 dólares) y ahora lo encarga en Queniquea, municipio Sucre, a comerciantes de víveres y hortalizas que viajan a San Cristóbal constantemente.

“El que yo vendo es bastante fuerte, en su mayoría la gente me compra 250 mililitros. Pero si viene un grupo grande, de unas cuatro o cinco personas, entonces compran el litro”, refirió.

En una oportunidad Carlos visitó el alambique donde preparan el miche en Queniquea y aseguró que con 40 cuadros de panela se producen 20 litros del trago.

Desde que empezó a vender este producto -expresa- que tiene semanas buenas y semanas con ventas bajas, cosa que se agudiza aún más en medio de las restricciones por la pandemia del coronavirus.

“Por lo menos, la semana radical las ventas son mejores y cuando es flexible las ventas bajan porque compran en otro lado”, acotó.

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Carlos mantiene un stock de 10 a 20 litros semanales pero “siempre depende de la venta”. Algunas semanas no compra porque aún tiene existencia y otras, con más movimiento, vende de 36 a 40 litros.

“La gente también lo usa (el miche) con una culebra en el frasco para sanar rápido heridas, o sea, como remedio o con hierbas, pero el más fuerte es el puro, además que es la base para preparar las demás combinaciones”, acotó.

También existen esencias artificiales que le añaden a la bebida y así cambian su sabor.

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“Por ejemplo, le echas tres gotas de anís y sabe diferente”, explicó Carlos.

Él hizo de la venta de miche andino una actividad económica secundaria. Su trabajo como maestro de obra le permite generar ingresos y la venta de miche claro le ayudaba –inicialmente– a “cambiar la plata de bolívares a pesos”, no obstante, no cree que siga con eso a largo plazo, pues entre sus planes está migrar a Colombia.

Las consecuencias de una mala preparación

Desde el año 2019 –cuando incrementó la venta de bebidas típicas– el gremio de licoreros en la entidad andina alertó sobre dos tópicos: la venta excesiva de alcohol clandestino y la adulteración de este licor sin la debida seguridad sanitaria.

Según la Cámara de la Industria Venezolana de Especies Alcohólicas (Civea), entre el año 2017 y 2019 fallecieron en territorio nacional 58 personas por intoxicación tras consumir bebidas alcohólicas sin ningún tipo de regularización y normativa, especialmente en zonas populares del país.

Carlos José explicó que el miche andino se puede mezclar con frutas y se hace cóctel, pero eso no lleva fermentación.

“Lo que sí lleva fermentación es el miche blanco, ese se saca de un guarapo que sale de poner a fermentar la panela con azúcar y cuando eso comienza a hervir está listo para introducirlo al alambique”, explicó.

Una vez en el alambique inicia el proceso de destilación que consiste en verter el guarapo en una olla para que caliente, se convierta en vapor y luego pasa por una especie de tubería de cobre que está rodeada de agua fría para lograr que el valor se convierta en líquido al contacto con las bajas temperaturas y así se obtiene el miche claro.

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Cortesía Carlos Rivero

“Ahí lo van midiendo con un alcoholímetro para saber cuál es el grado apto para el consumo humano, el primero siempre sale muy fuerte y se usa para remedios, mientras que el último sale muy malo”, dijo Carlos.

Los conocedores del tema aseguran que de no respetar o de saltarse pasos en el proceso de elaboración del miche andino las consecuencias para la salud de quienes lo ingieren pueden ser graves.

“Aquí en Cordero para la parte de la montaña estaban sacando miche sin el proceso. En muchas partes le echan urea para que fermente rápido y también se corrió el rumor que en lugares le estaban echando al guarapo baterías para que fermentara de un día para otro, no sé cómo hay gente capaz de eso”, indicó Carlos José.

Como él, Carlos Bonilla también es consciente de los efectos negativos de ingerir una bebida de ese tipo sin el debido proceso y prefiere formar parte del grupo de personas que deciden venderlo sin importarle la procedencia del trago.

“Hay mucha gente que está preparando ese miche artesanal y lo que hacen es corromper lo que se hace porque ese que preparan es malo, pero es más barato, a ese le echan formol, carburo y hacen un preparado con eso, yo prefiero no meterme en eso”, dijo Carlos Bonilla.

El miche andino ha sido, desde sus inicios, uno de los símbolos más marcados de la cultura tachirense y ahora, más que una tradición que traspasa fronteras, es también una fuente de ingresos para muchas familias.

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