- Despachadores de combustible consultados por El Diario aseguran que esperan carburante proveniente de El Palito, pues les han informado que la planta de llenado ubicada en el estado Miranda está vacía
La escasez de gasolina arrecia en Caracas. El Diario constató, durante un recorrido realizado en varios sectores en la capital, que solo algunas estaciones de servicio que distribuyen combustible a “precios internacionales” están prestando atención comercial a los ciudadanos. Las gasolineras que proveen gasolina subsidiada están cerradas.
Desde el pasado 1° de junio, en el país entró en vigencia el nuevo esquema de cobro de gasolina en Venezuela. El mismo estableció la distribución de un máximo de 120 litros de combustible mensuales para las estaciones de servicio subsidiadas y el cobro 50 centavos de dólar por litro en bombas con pago en divisas.

“No hay en toda Caracas”
“Tengo que quedarme aquí, me dijeron que la gasolina llegaría en la noche”, dijo un trabajador de la estación de servicio de La Urbina que hace de bisagra con Petare. Desde la tarde del martes 10 de noviembre carece de combustible. Dormirá en un pequeño cuartico dentro de las instalaciones aguardando, pero sin muchas esperanzas. “Veremos si llega, pero no estoy seguro, no hay en toda Caracas”, dijo.

En el bordillo del surtidor de gasolina, el bombero vestido con una camisa vieja y manchada del equipo de fútbol Real Madrid espera en soledad. Esta estación, ubicada en las adyacencias de la Universidad Santa María, obtiene combustible del llenado de Guatire, explica. “Pero no hay. Parece que mañana traen de Puerto La Cruz”, dice. “La gandola que nos surte está accidentada”, agrega.

Dos hombres y una mujer con un niño comparten historias. Conversación banal, intrascendente, debido a la ausencia de trabajo. No tienen combustible desde hace seis días.
El bombero asiste a su puesto desde tempranas horas de la mañana. “A la hora de cerrar, no he puesto gasolina ni a un carro”, asevera. Puede ser que llegue mañana, asoma, pero que “quién sabe”.

“Creo que lo que llegó fue gasoil, el que trae gasolina es un chamo con lentes”, dice uno de los taxistas en la cola. Llevan ocho días esperando a conseguir gasolina. Duermen en sus vehículos, esperando. Intercambian con familiares por un rato para ir a sus hogares, bañarse, y luego regresan nuevamente la fila. “Necesito quedarme porque sino cómo trabajo”, dice uno de los taxistas justificando la espera y el calvario. No les queda otra.

Una cola de varias cuadras atraviesa parte de la avenida Rómulo Gallegos. El corneteo incesante debe aturdir a los residentes de la atestada calle. Concierto desesperante, agobiante, contaminante, una sinfonía de desorden sónico que irrita los tímpanos y el humor de cualquiera. Nadie debe soportar esto. Los militares intentan imponer orden pero no son inmunes a la anomia, empiezan a gritar. “Sácame esa camioneta de allí vale”, dicen. Todos esperan poder surtir gasolina, pero aún no llega. La presencia del cuerpo castrense, sin embargo, da esperanza a los que aguardan en la cola. ¿Para qué están ahí si no es porque llegará el combustible? No tienen más nada que cuidar.
En la estación de servicio enfrente del barrio La Lucha, de precios internacionales, están distribuyendo gasolina, pero solo a los vehículos. Un par de motorizados fueron ahuyentados. “¿Pero no nos puedes hacer la vuelta, mano?”, pregunta un chofer desesperado. “Son órdenes de los militares que solo demos gasolina a los vehículos”, reafirma el despachador, cansado, hastiado.


En la estación de servicio de Parque Cristal, estaban distribuyendo gasolina. Gaspar Colón, conductor de una Mitsubishi Dakar, llevaba dos horas y media en la cola esperando para lograr llenar el tanque.
“Desde hace dos semanas que no echo. Cuando llegué, me acerqué para ver si había posibilidad y me dijeron que sí”, dice. En los casi 150 minutos que lleva en la fila, Colón logró avanzar siete cuadras.


Ocho bomberos están sentados frente a un surtidor mientras relatan cuentos, historias, chistes. Uno busca un poco de agua dentro de su bolso tricolor. “Vamos a ver, dicen que llegará entre hoy y mañana”. Todo es muy impreciso.
“Viene de El Palito la que nos van a traer, porque no hay en Guatire”, dice. “Y solo nos van a surtir media gandola, no sé por qué es eso ni a dónde se llevarán esa otra gasolina”. La cola para esta estación ya lleva varias cuadras. Desde ayer a las 4:00 pm no cuentan con combustible.

“Acabo de escuchar en las noticias de la radio que no hay gasolina en toda Caracas”, dice un motorizado con aire de derrota en frente de la estación de servicio de El Llanito. “Desde ayer no hay gasolina”, dice un hombre sentado cerca de la tienda de la bomba que enciende un cigarrillo sin miedo, sabe que no hay peligro, que la advertencia solo es necesaria cuando hay combustible en la estación. Fuma con calma, no hay nada que se vaya a encender con su colilla.
En Petare, las colas para el transporte público colman las aceras. La gente parece desbordarse, y hace lo posible por amuñuñarse mientras espera por el autobús que los llevará a su destino.