• El actor venezolano asegura que la telenovela como género ha desaparecido, en favor de las series cortas. No le importa que le llamen radical por sus mensajes políticos y cree que en las elecciones de EE UU sí hubo fraude. “Yo soy republicano. Y soy adeco romulero carlosandresista”, dice

“Eudomar Santos soy yo. Me retrató como siempre fui en el barrio. Ese personaje es aquel venezolano que nace en los barrios, en el campo, que raya el delito pero no es delincuente; es un soñador. Tipos que buscan la forma de ganarse la vida sin hacerle daño a nadie. Son una especie de Robin Hood de la marginalidad. Es un personaje hermosísimo. Estoy agradecido de haberlo hecho”, dijo para El Diario.

A casi tres décadas de haberle prestado su piel, Franklin Virgüez no se cansa de Eudomar, ese qué es lo’que ta’pa’ sopa que el actor popularizó en televisión y hasta con un disco de salsa –junto a la Orquesta Guaguancó– gracias a Por estas calles, la telenovela de Ibsen Martínez que se ha vuelto comodín del venezolano cuando quiere hablar del caos social que no termina.

Eudomar vuelve siempre, aunque en el portafolio de Franklin Virgüez abunden personajes valiosos como el de Pobre negro (1989), que interpretó para televisión; o los del Omar “el Chino” Cano (Cangrejo, 1982) y el poeta del martirio Cruz Salmerón Acosta (La casa de agua, 1983), para cine. Todos descansan en más de 40 años dedicados a la actuación en todos sus formatos. Pero una vez más, Eudomar. “Si existiera ahorita, seguro estaría en Cúcuta. Habría pasado la trocha hace rato”, dice.

Estudió Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela (UCV), a comienzos de los noventa, y posee una licenciatura en Real Estate en Estados Unidos, donde reside prácticamente desde la llegada de Hugo Chávez al poder, cuando comenzó este viaje apocalíptico. Allá alterna la actuación con el mundo de bienes raíces.

Tengo propiedades aquí, he invertido. Vendí todo lo que tenía en Venezuela cuando valía algo y con ese dinero, y el de mi mujer, invertí”, cuenta. Y entre sus planes figura lanzar un programa de televisión Raíces en la Florida, sobre compra y venta de propiedades.

En modo pandemia, ha llevado esa voz de asfalto al streaming. Participó en el proyecto teatral Cabrujas, autorretrato de un genio, dirigido por Iraida Tapias –con la producción de Water People Theater– junto a Jean Carlo Simancas, Rafael Romero, Basilio Álvarez y Javier Vidal. Presentó el conversatorio Arpa, cuatro y guataca con el locutor y músico Waldemaro Martínez. Y están en puertas una participación en cine y el unipersonal Freud y mi Bella Genio. “Estoy memorizando el texto para tenerlo listo cuando todo esto pase. Parece que ya Pfizer tiene la vacuna y en lo que salga: adiós pandemia. Y me voy de gira por Europa”, señala.

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Franklin Virgüez
Foto: Cortesía

¿Cómo has pasado la cuarentena?

—Un poco a la expectativa. Ladilladísimo.

Franklin José Virgüez nació un jueves de octubre de 1953 en Barquisimeto, estado Lara. Allí tuvo sus primeros encuentros con la actuación en el internado Consejo Venezolano del Niño, a mediados de los años sesenta. Pero fue en Caracas donde todo empezó a tomar forma.

Después de pasar por un grupo amateur, como le llama, entró a la Escuela Superior de Teatro Juana Sujo, que entonces dirigía Porfirio Rodríguez. Allí debutó, junto a una jovencísima Flor Núñez, con la pieza La decente en la que también actuaron los ya conocidos Belén Díaz, Martha Lancaster y Arturo Calderón, bajo la dirección de Marcos Reyes Andrade. Con la obra celebrarían la entrega de los premios anuales de la escuela en el Teatro Nacional, aunque también la rodaron por el Teatro Chacaito y en el interior del país. En paralelo, Virgüez trabajaba como reportero gráfico para la (entonces) Cadena Capriles.

Pasó al Teatro Universitario de la UCV y de allí a la televisión, primero con Venevisión con producciones como Rafaela (1977) y luego a Radio Caracas Televisión (RCTV). Esta dualidad tablas–pantalla chica, dice, la ha mantenido hasta la actualidad.

En TV ha trabajado en dramáticos como Leonela (1984), Amores de fin de siglo (1995), Carissima (2001), Cosita rica (2003) y Se solicita príncipe azul (2005). En cine se ha destacado en Domingo de resurrección (1982), Homicidio culposo (1983) y Cuerpos clandestinos (1991); acumulando más de una docena de filmes en Venezuela, uno en Estados Unidos y otro en México.

¿Qué has visto del cine nacional de estos años?

—Estoy totalmente divorciado de lo que se está haciendo. Me quedé en Papita, maní, tostón; lo que vino después de eso no lo sé. Y me imagino que no debe ser sencillo para los productores hacer cine en un país que está absolutamente destrozado, donde el apoyo a las artes es nulo. Incluso a los directores que se plegaron para obtener dinero tampoco les debe ir bien. La noticia que me llega del cine venezolano ahorita es nula; lamentablemente la que tuve recientemente fue que se murió Jacobo Penzo.

¿Y de la televisión venezolana?

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—Que va acorde con la situación del país. No tiene nada que ver con la televisión del pasado, la actual la dirigen una partida de mediocres. No puedes esperar nada, es igual que la televisión cubana. Venezuela llegó a ser el primer exportador de contenido, competíamos con México y Colombia; nuestras producciones eran vistas desde todas partes del mundo. Yo le di la vuelta a Estados Unidos representando a RCTV en su momento. Eso se acabó, pero no desde ahorita, sino desde hace unos cuantos años. Con la llegada de Chávez al poder comenzó esa caída libre. El único canal que tiene fuerza a futuro es RCTV, que tiene un poder de views que lo va a perder si no mejora su programación.

¿Cuál es tu postura sobre las telenovelas?

—La telenovela como género desapareció en todas partes del mundo, ya no es como las que hacíamos antes, tipo Delia Fiallo. Olvídate de eso. A lo mejor algún día volverá. Ahora existen series cortas como El señor de los cielos, Papá a toda madre y otra que hice en México: La doble vida de Estela Carillo; que son de tres meses. Me imagino que cuando RCTV entre en ese proyecto tendrá que renovar y mejorar, porque lo poco que ha podido hacer, lo que he logrado ver, no me gusta. Pero es producto de la situación lamentable con la que el canal sobrevive: un canal que no tiene pantalla, que debe trabajar con las redes sociales, que debe morir en los estudios de televisión porque no se pueden usar exteriores, pues los atracan. Venevisión es un canal secuestrado, ahí no se hace nada; de Televen ni hablar. Y los demás, que son de noticias, están al servicio del Gobierno o se autocensuran. La televisión en Venezuela sencillamente está por debajo de la mediocridad. Ni siquiera los venezolanos la ven; buscan series importadas a través de redes sociales o plataformas digitales, cuando tienen Internet.

Cuando finaliza un proyecto actoral, ¿cómo te despides de tu personaje?

—Eso duele mucho. A mí siempre me pareció triste. Tenía como costumbre hacerme un harakiri. Dos o tres días después de que terminaba la telenovela, yo me iba al estudio y lo veía todo vacío de bola, nada más con backings y sin escenografía. Lo hacía siempre. Es algo que deja un gran vacío. Yo no soy como esos actores que cuando no tienen trabajo andan jalando bolas para que les den un personaje y cuando se los dan andan ladillados por la grabadera. Cuando a mí me dan un personaje en una producción lo agradezco. Y cuando me ponen a grabar 20 o 30 escenas, le echo bolas. Soy feliz. A diferencia de otros que bostezan y andan con una quejadera y una mariquera. Yo no me quejaba nunca. Era un colirio para los productores, porque a todo le decía que sí. De hecho, estoy casado con una: la mejor productora de telenovelas es mi esposa. La actuación es mi vida. Yo nací para hacer esto. Tengo ahorita una actividad política arrechísima en las redes, con la que les sacó la madre desde lo más profundo de mi corazón a quienes han vuelto mierda a Venezuela.

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Hablas de tus tic-tac y videos en redes sociales que dedicas a personajes del chavismo

—Esa es una actividad política comunicacional. Es una forma de hacer periodismo a mi manera, expresando lo que el pueblo expresa pero que nadie oye. A mí me han dicho: Tú tienes que ser gobernador. ¿Gobernador de qué, vale? Del estado Lara. ¿Del estado Lara? ¿Por qué? Es que no podemos seguir cometiendo ese error. Aquí en Miami, Víctor Cámara se lanzó para alcalde. ¿Tú crees que yo voté por Víctor Cámara? Yo no voté por Víctor Cámara. Ni remotamente. ¿Porque es venezolano? ¡Y eso qué coño tiene que ver! ¿Hasta cuándo vamos a seguir improvisando? Eso se llama improvisar. Nosotros estamos metidos en este peo en Venezuela porque improvisamos. Se le dio cabida al populismo. Entonces, ¿hasta cuándo vamos a seguir en eso? ¿Vamos a seguir dando nombres ahí para seguir poniendo la cagada en el país? Y sigo haciendo mis videos porque acabaron con un país completo. Y lo hicieron a propósito.

—Pero te llaman radical

—Ah, sí, sí. Me han dicho de todo. Sí, sí. Soy radical. Que el odio te está matando, me dicen. Sí, sí. Tengo arrechera. Sí. Tengo odio. No importa. Que me digan lo que les dé la gana y los bloqueo. Yo bloqueo chavistas. No quiero tener ninguna interacción con ellos.

En algún momento te tildaron de chavista, luego te arrodillaste en televisión para pedir que restituyeran la señal a Radio Caracas Televisión en el año 2007

—A mí nadie me ha dicho chavista. Lo que pasa es que en un momento me llamó Globovisión, la buena, no la de ahora, para que hiciera unas cuñas electorales, pero como Eudomar Santos. Ibsen Martínez escribió los guiones; yo estaba haciendo con él una obra de teatro que se llamó Como vaya viniendo vamos viendo. Yo incluso fui al barrio Monte Piedad, donde había vivido muchos años, en el 23 de Enero, con la camisa del Consejo Nacional Electoral y con la que usaba Eudomar en la obra. Entonces eso tuvo una doble lectura, la gente lo vio como que era una vaina del gobierno. Pero no tenía nada que ver. Y lo otro era que, coño, Hugo Chávez hablaba mucho de Eudomar; me invitaba a juegos de pelota a los que nunca fui. Yo nunca hablé personalmente con Chávez. Yo vivía ya en Miami. Es más, una vez Chávez me contactó a través de Joselo, el comediante, nos encontramos en un restaurante en Las Mercedes. Chávez lo había mandado a hablar conmigo para que me encargara del Ministerio de Cultura. Échale bolas. Por supuesto que no acepté esa vaina. Luego vino el cierre de RCTV: 24 horas después yo me arrodillé y le supliqué a Hugo Chávez que trajera la señal. Te das cuenta de por qué los chavistas me odian y por qué Chávez no me llamó más. Se burlaron de mí, que qué bolas tengo yo, que qué ridículo. Pero esa fue mi reacción.

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Y política estadounidense apoyas a Donald Trump. ¿Cómo están los ánimos tras las elecciones presidenciales?

—Muy caldeados. Yo soy republicano y soy adeco romulero carlosandresista. Este país estaba muy bien antes de la pandemia, que no es culpa de Trump. Él lo ha hecho muy bien, lo que pasa es que como no es político se convirtió en una piedra en el zapato para mucha gente. Aquí se está moviendo mucho dinero internacional en estas elecciones. Y sí hay un mega fraude. Las pruebas las están entregando y, si se descubre que hay participación de quien sea, más de uno va a ir preso. Yo no digo que Biden sea socialista, sino que el Partido Demócrata les ha dado cabida a los comunistas del mundo. Bueno, chica, aquí hay un actor que se chuleó a Venezuela. Siempre se me olvida su nombre. ¡Danny Glover! Toda esa gente está en el Partido Demócrata. Esa gente está subsidiada, broder.

La crítica política sale de su boca como escupitajo de brujo. Pero entonces, todo se detiene. Franklin Virgüez advierte que debe ir a atender la casa pronto. “Chama, te voy a dejar porque tengo que ponerme pilas. Aquí hoy me toca a mí echarle bolas”.

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